Se encontraban los dos, a solas en una habitación oscura, el frío invernal se colaba hasta sus huesos. Para Kougami, era como ser engullido y estar encarnando la oscuridad misma. Se encontraba molesto. Sabía desde el inicio que era una mala idea hablar con él, pero aun así y pese a que todos sus instintos le dijeron que no, algo lo empujó a estar ahí con él en ese momento. Y aun cuando no estaban hablando todavía, sabía que lo harían eventualmente. Tal vez, incluso si él decía que no lo deseaba, en el fondo sería mentira ¿Por qué estaría ahí si no? Era prácticamente una invitación.
Por su parte, Makishima estaba sentado, con sus manos prensadas en un artefacto extraño. Similar a una trampa para dedos, pero más difícil de liberarse de él. El aburrimiento y la curiosidad lo llevaron a tratar de sostener alguna conversación con su adversario, pese a que sabía en el fondo que quizá eso no le llevaría a ningún lado, considerando que cualquier cosa que decía era ignorada por el moreno que suponía, estaba frente a él. Suspiró cansinamente.
Un rayo de luna, se coló por la ventana y bañó el cuerpo plateado, dándole un brillo casi sobrenatural. Los ojos ámbar se dirigieron al exterior y notó que caía un poco de nieve fuera de esas paredes. Sonrió inevitablemente.
- ¿Por qué sonríes?- inquirió antes de darse cuenta. El albino también se sorprendió por ese extraño interés en su persona, pero no hizo comentarios al respecto, ensanchó su sonrisa, empatándola con la del gato de Cheshire.
- Recordé algo- hizo una breve pausa y vio el rostro inconforme de Kougami con una mueca en los labios. Gracias a la luz lunar, ya era posible distinguirlo- ¿Te gusta la nieve, Kougami?
- No especialmente. Pero tampoco me desagrada.
- Ya veo- fue su única respuesta al respecto. El moreno, seguía insatisfecho, creyó que algo vendría luego de esa escueta respuesta, pero no fue así.
- ¿Y a ti?- preguntó por accidente. O al menos quiso convencerse que fue un actor eflejo.
- Me gusta- respondió simple. El moreno pensó que volvería a ser una respuesta corta, pero para su confortabilidad, el albino continuó un poco más- Me gusta sentir la nieve caer y dejar huellas ahí.
- …
- Estás temblando –afirmó- ¿Tienes frío?
- Sí- respondió escuetamente.
- Debe haber parches para el frío en el bolsillo de mi chaqueta. Puedes tomarlos si quieres- ofreció. Kougami le dirigió una mirada muy compleja, que Makishima interpretó como una especie de desagrado, pero no dijo nada al respecto. Sonrió de una manera que el azabache encontró casi ofensiva.
No quería hablar con él, por eso no quería. Que su enemigo mostrara agrado, condescendencia o preocupación hacia él lo hacía sentirse molesto, frustrado e incluso sucio.
Era injusto. Aunque no supo definir precisamente qué. Apretó los dientes inevitablemente, su respiración amenazó con agitarse y delatarlo, pero mantuvo la compostura, sin embargo, sus pensamientos no cesaban. Si seguía conversando con él, se haría más y más difícil poder odiarlo. No había llegado a ese punto para dejar de hacerlo pero ¿Qué era exactamente lo que buscaba entonces?