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Una incómoda duda infantil por Neko_Elle

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Notas del fanfic:

Imaginemos a Degel y Kardia de unos 12 o 13 años más o menos.

Notas del capitulo:

Será un fic corto, pero de unos 4 caps, espero que les guste.

Se encontraban entrenando en uno de los espacios libres junto a los otros reclutas, llevaban ya algunas horas entrenando; el sol ardía especialmente contra sus pieles y aumentando el calor de sus cuerpos. A Degel le pareció mala idea continuar, tomando en cuenta la condición de Kardia. Y que además, era un día anormalmente caluroso, por lo que sugirió:

-       Descansemos un poco- le invitó. Después de todo, para él, bajar la fiebre de Kardia era un tipo de entrenamiento también.

Kardia estaba ya agitado, se notaba que no le agradaba mucho la idea de descansar, pero no podía negar el hecho de que sentía que se quemaba por dentro. Casi era visible una especie de vapor manando de su cuerpo, por lo que con algo de resigno, asintió. Su cuerpo era tan poco conveniente.

Se dirigieron hacia una sombra y Kardia tomo asiento casi de inmediato. Durante el trayecto, trató de aparentar que estaba bien aún, sin embargo, el ardor que sentía en su pecho lo obligaron a llevar su mano derecha a él, como si así pudiera menguar tan sofocante sensación. Degel, que aún no perfeccionaba la técnica de su maestro trató lo más posible de bajar la temperatura a su alrededor, pero le pareció un tanto peligroso, cuando por accidente hizo aparecer una capa de hielo sobre el hombro de Kardia.

-       Lo siento- se disculpó. El manejo de esa técnica aún estaba perfeccionándose para él, podía congelar algunas cosas, cuerpos de humanos normales y animales, sin embargo, aún era difícil mediar lo suficiente el frío para bajar la temperatura de su compañero de entrenamiento sin tener que congelarlo.

-       Está bien- dijo con una leve sonrisa- Con el calor que hace, esto se siente muy bien.

Degel trató de concentrarse un poco más y logró hacer que un aire frío los envolviera. Poco a poco, la agitación de Kardia fue desapareciendo. Mientras aguardaban, pasaron algunos otros cadetes conversando, por lo que no pudieron evitar escucharles.

-       ¡Las amazonas nos aterradoras!

-       Con esa mentalidad nunca llegaras a ser un santo- criticó otro.

-       Quizá solo debamos ir con una prostituta de alguno de los pueblos.

-       Podríamos tratar esta noche.

 

Los jóvenes continuaron de largo charlando, entonces Kardia se animó a preguntar algo de lo que tenía duda desde hace tiempo.

-       Oye, Degel…-hizo una pausa.

-       ¿Sí?- inquirió con una mirada reticente, de algún modo ya sabía lo que seguía, Kardia siempre hablaba en ese tono cuando iba a preguntarle algo que generalmente no quería responderle.

-       ¿Qué es una prostituta?- inquirió. Para incomodidad de Degel, había dado en el clavo.

 

Lo cierto era que desde que su familia lo había abandonado en aquel sanatorio por su enfermedad cardiaca, no había tenido mucha oportunidad de salir. Y cuando lo hizo, se encontró casi de inmediato con Krest, quien lo llevó al santuario al poco tiempo, para poder entrenar. Sus conocimientos respecto a ese tipo de temas, eran limitados. No tenía sentido para Degel desviar el tema preguntando de donde había escuchado tal palabra, ambos acababan de oírla, pero antes de poder responderle, Kardia continuó hablando.

-       El otro día, escuché a Manigoldo, el aprendiz del patriarca…

-       ¿Qué fue lo que te dijo?- le interrumpió. No conocía tanto a Manigoldo, pero lo poco que había conocido de él hasta el momento, no le inspiraba mucha confianza.

-       Estaba comprando algo de comer en el mercado y me topé con él. Luego, vimos a una mujer parada en un lugar, llevaba un tiempo considerable ahí sin hacer nada, así que le pregunté a Manigoldo sobre ella, ya que ella lo saludó. Y él me dijo que no la conocía pero que era una prostituta.

-       ¿Y por qué no le preguntaste a él?- inquirió incómodo y con algo de bochorno.

-       Lo hice, pero me dijo “Pregúntale a tu amigo Degel, él debe saber con tantos libros que lee”

Por un momento, Degel suprimió un movimiento de ceja que haría que su ceño se mostrara fruncido. Sabía que ese sujeto, Manigoldo, era problemático. Pero no había más por hacer, ahí estaba con un Kardia curioso y expectante de una respuesta, sabía que si no la sacaba en ese momento, sería un martirio lidiar con él lo siguientes días.

 

-       Tú sabes lo que es ¿no? – Presionó. Su compañero desvió la mirada y después de dudarlo respondió.

-       S-sí sé qué es- respondió dudoso de querer continuar la conversación.

-       ¿Y qué es?

-       E-es una mujer que hace favores por dinero- dijo tratando de encontrar las palabras más apropiadas, pero no hizo más que usar eufemismos que sabía, el griego no entendería. Por lo que sintió la terrible necesidad de ocultarse detrás de un libro que no llevaba consigo.

-       Es decir que es como las doncellas del santuario ¿no? Hacen las compras y mantienen limpio el lugar a cambio de dinero.

-       No ese tipo de favores- suspiró. Mataría después a Manigoldo- Son favores…distintos.

A Kardia le molestó la actitud de Degel, no parecía muy cooperativo en querer decirle. Así que se puso de pie y aseveró a continuación:

-       Entonces buscaré a una prostituta directamente y le preguntaré- dijo decidido.

-       ¡No!- le detuvo Degel sosteniéndolo del brazo, incluso él mismo reparó en que se había alterado, así que bajó la voz- Verás, algunas de ellas están enfermas y pueden contagiarte de algo- dijo sereno o al menos, lo más que pudo mantenerse así.

-       Pero yo ya estoy enfermo, no creo qué… -pero fue interrumpido.

-       Exactamente, estando enfermo no sabemos que tanto pueda empeorar tu estado. Además, para el tipo de actividad que ellas hacen, no solo aumenta tu temperatura, sino que tu corazón también se forzará- dijo casi recitando un libro de texto- Una desconocida no podría lidiar con tu enfermedad cardiaca.

-       Entonces dime qué hacen precisamente.

-       Acabo de decirte qué hacen.

-       Claro que no, solo le diste vuelta al asunto.

-        …- No respondió, sabía que tenía razón.

-       Tú sabes qué hacen, yo tengo curiosidad y dices también que podría afectar mi salud si voy con una perfecta extraña. ¿Cómo se supone que sepa algo que no sé? Solo tengo dos opciones o pregunto o hago las cosas por mí mismo. Y en vista de que nadie quiere decirme…

-       Son…favores sexuales.

-       ¿Qué?

-       ¡Sexo!- exclamo- Tú sabes. Besos y esas cosas- dijo al fin, siendo claro. Era mejor salir de esa pesadilla rápido.

-       Hazlo conmigo- dijo de pronto.

-       ¡¿Qué?!- inquirió sin creerlo- Yo soy hombre y no creo que…- comenzó a balbucear, no sabiendo cómo negarse.

-       ¿Solo puede hacerlo una mujer?- preguntó. Degel sabía que no y se sentía mal de mentirle a alguien que buscaba conocimiento, así que decidió ser sincero.

-       No, en realidad no- no pudo evitar que su rostro se tiñera de un leve rosa.

-       Entonces hazlo tú.

-       Kardia- suspiró- El tipo de favores que ellas hacen, el sexo y demás, son cosas para adultos.

-       Yo ni siquiera sé si lograré llegar a ser un adulto- dijo de pronto- Así que apúrate y mejor enséñame ya que no quieres que vaya con una desconocida.

El francés estrelló la palma de su mano contra su frente, reprendiéndose por haber terminado en esa situación y conteniéndose de querer ahorcar a Manigoldo; ¿y por qué no? A Kardia también por seguir preguntando e insistiendo. Para él, sus sentimientos respecto al griego eran evidentes, pero le era difícil descifrar si para Kardia era igual o solo estaba siendo curioso respecto a cosas que ignoraba totalmente.

-       Escucha, no solo es lo de ser adulto, sino también está lo de tu cuerpo ¿entiendes? – Al ver el rostro de Kardia, supo que esa respuesta no lo satisfizo y lo conocía lo suficiente como para saber que él haría lo que fuera con tal de vivir su vida al máximo- Sabes que estoy trabajando en perfeccionar la técnica para poder ayudarte a regular la temperatura. Así que hagamos esto- dijo logrando captar el interés del futuro santo de escorpio- Dame tiempo para perfeccionarla y entonces…- hizo una pausa, dudando de lo que iba a meterse, pasó saliva pesadamente.

-       Entonces ¿lo harás?

-       Si aún lo deseas para entonces- declaró- Sé que quieres vivir tu vida al máximo, pero para poder hacerlo y lograr tus metas, también debes cuidarte en algunas cosas. Así que promete que me esperarás al menos hasta que domine la técnica.

Kardia lo meditó un poco y accedió, pero no se quedaría la cosa hasta ahí. No, siendo Kardia. Y eso era algo que Degel en el fondo ya sabía.

-       De acuerdo. Pero hay algo que sí puedes hacer dentro de lo que mencionaste.

-       ¿Qué?- inquirió sintiendo un sudor frío.

-       Dijiste que también dan besos. Nunca he besado a nadie, me da curiosidad saber qué se siente- declaró.

-        ¿Estás seguro? Es decir ¿estás consciente de lo que me estás pidiendo?- expuso, no sabiendo en realidad, qué esperar. Kardia se encogió de hombros y respondió.

-       Considero que eres una persona digna de confianza y no me desagradas- dijo con una sonrisa, pero se borró pronto, abriendo paso a una mirada inquisidora- ¿O tú no quieres?- preguntó directo. Si no quería hacer eso, era obvio que no haría lo que dijo recién. Y siendo ese el caso, no tendría sentido esperarlo. Por su parte, para Degel era difícil, es decir, le dijo “No me desagradas” pero “No me desagradas” es diferente de “Me gustas”.

-       No es eso- corrigió. Entonces vio a Kardia acercándose peligrosamente, así que puso su palma abierta sobre el rostro de Kardia, alejándolo de sí- Pero si haremos eso, este no es el lugar ni el momento adecuado, nos veremos aquí cuando anochezca- declaró. Kardia chistó molesto, pero aun así, parecía algo satisfecho. Supo entonces que pese a que Kardia era como un tornado que golpeaba todo lo que estaba a su paso, podía lidiar con él.

 

-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Cuando el cielo nocturno impregnó el santuario, ambos asistieron al lugar acordado. Para cuando Degel llegó, Kardia ya llevaba varios minutos de espera. Impaciente, como siempre.

-       Te tardaste- comentó casi molesto, pero Degel pudo percibir que era una máscara. Más bien, estaba ansioso e incluso un poco asustado, en lo que llevaba de conocer al muchacho, había notado que cuando estaba en cualquiera de los dos estados anteriores, se ponía más irreverente.

-       Lo siento- se disculpó y le arrojó una manzana. Kardia  la atrapó y sonrió.

-       ¿Y esto?

-       Tómalo como una disculpa por hacerte esperar.

-       ¿Sí?- dijo ladeando un poco la cabeza. La realidad era que más que una disculpa, era un soborno. Sin embargo, parecía ser que Kardia lo había aceptado, pero solo si dejaba de hacerlo esperar- ¿Y?

-       Siéntate- pidió Degel. El futuro escorpión hizo tal cual le pidió, aunque no le agradaba mucho mostrarse tan dócil. El francés se acercó a él y le observó fijamente los labios. Notó que Kardia estaba impacientándose y bufó.

-       ¿Qué es tan gracioso?- era raro de por sí que Degel se riera, en esa situación, seguro estaba burlándose de él por esperar algo que probablemente no cumpliría.

-      Eres muy impaciente. Quieres que esto sea placentero ¿no?- ese comentario tomó por sorpresa a Kardia. Lo cierto era que para Degel, ese no era su primer beso, pero tampoco pudiera llamarse a sí mismo “experimentado”. Se sentía algo nervioso y necesitaba ganar control sobre la situación, por lo que era necesario bajar el ímpetu de Kardia.

-       …-  Asintió en silencio y esperó.

El futuro santo de acuario se acercó a él, por un momento dudó si debería tocar a su compañero, pero su mirada fija lo inquietó. Colocó su mano con suavidad sobre los ojos de Kardia, sintió las pestañas del otro al parpadear y acariciar sus dedos. Luego, sujetó un mechón de su propio cabello y paseó las puntas por los labios del anhelante muchacho. Ante el cosquilleo, el griego se mordió los labios y se removió un poco. Degel disfrutó la vista y antes de que pudiera llegar un reclamo, que estaba seguro llegaría a la brevedad. Lo calló.

Suave y con una textura casi esponjosa, presionó sus labios sobre los ajenos; lo hizo con calma, permitiendo a dicho contacto existir. La temperatura de ambas bocas era muy diferente, tanto que provocó en Kardia un estremecimiento. El francés hizo una breve pausa y se alejó apenas unos milímetros, distancia que Kardia se encargó de cerrar casi de inmediato. De forma torpe, presionó también sus labios contra los de Degel y sin poder evitarlo, el francés aprisionó su labio superior entre los suyos, lo succionó un poco y sintió el cuerpo del griego tensarse, para después tratar de imitarlo. El francés, paseó su lengua por el labio que tenía apresado, logrando un sobresalto.

Pronto, una de las manos de Kardia sujetó el hombro de Degel con algo de fuerza, entonces fue cuando el de hebras verdosas supo que era hora de parar. Con cuidado se separó de él y enseguida depositó un beso suave en la frente de Kardia. Quitó la mano que impedía que se observaran y encontró ahí, los curiosos ojos azules que tanto le gustaban.

Permanecieron en silencio un par de segundos que parecieron eternos, se observaban con duda y al mismo tiempo con anhelo. El primero en hablar, fue Degel, supuso que Kardia debía estar aun procesando lo que acababa de pasar, así que decidió ayudarle de esa forma.

-       ¿Fue lo que esperabas?- fue una pregunta corta, pero al mismo tiempo, lo hacía sentir nervioso, aunque eso no se notaba en su semblante.

-       …- Al principio no respondió. Meditó la pregunta y dijo- El segundo beso fue diferente del primero.

-       Hay diferentes tipos de besos- aclaró.

-       Ah- fue su única respuesta. Al cabo de un silencio que ninguno supo interpretar si les agradaba o incomodaba, Kardia volvió a hablar con el ceño fruncido y una evidente vergüenza- ¿Cuáles son los otros tipos?

-       ¿Estás seguro de querer hacer esto conmigo?- volvió a preguntarle.

-       Sí- fue su sincera respuesta. Degel dejó escapar una mueca extraña por lo que el futuro escorpión se apresuró a preguntar- ¿Crees que es malo?

-       No, pero no quiero que te arrepientas después.

-       ¿Por qué lo haría?

-       Algunas personas prefieren esperar a que llegue una persona que les guste para hacer este tipo de cosas.

-       A mí me gustas- dijo sincero, para después preguntar- ¿Yo no te gusto?

-       …- esto lo había dejado sin palabras. Kardia a veces podía ser desconcertante y otras impactante con su sinceridad. Pero comprendía la manera de pensar de su amigo. No viviría mucho, por eso no perdía el tiempo mintiendo. Volvió a unir sus labios con él y colocó una mano sobre su mejilla, le sonrió- Que esto sea todo por hoy- dijo de pronto.

-       ¿Por qué?- inquirió algo molesto. ¿Era un sí o un no? No supo discernir.

-       Porque querrás que haya algo nuevo qué hacer mañana ¿no?- dijo, tratando de convencerlo.

-       ¿Y si no amanezco mañana? Sabes que nadie tiene un mañana asegurado- replicó.

-       Entonces asegúrate de estar vivo para mañana- dijo con cierta satisfacción. Los ojos de Kardia se abrieron como platos ante tal petición, una sonrisa amplia se formó en sus labios, mostrando sus dientes. De alguna forma, le gustó esa respuesta, pese a que no cumplía con su petición.

-        De acuerdo- aceptó- Pero más vale que no estés mintiendo- le advirtió.

Degel asintió y caminaron de vuelta, cada quien a su respectivo dormitorio.

Notas finales:

Si les entretuvo un poco, díganme qué opinan ^u^


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