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Camino a Best-Seller por Richie Ness

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Notas del capitulo:

Este es el piloto del fanfic, si te interesa por favor deja tu comentario para que pueda continuarlo!!!.

Camino a Best-Seller

Capítulo Piloto

—En el café de en frente—

 

    Si me preguntaran qué pensé de él la primera vez que lo vi, diría: ‹‹es una persona grosera, pedante, sombría y egocéntrica”, y aun así con todo eso, logró fascinarme. Todo comenzó en el café frente al edificio de la editorial Konoha, en la cola estuvo delante de mí por cinco minutos, ordenó un café negro sin endulzar y al recibirlo, fue directo a un asiendo junto a la ventana, sacó de su maletín una computadora portátil de gama media y comenzó a teclear con extraordinaria habilidad. Lo estuve observando por horas, el aura que emanaba me atrajo como a un insecto, embelesado por su increíble concentración no despegaba sus ojos de la pantalla ni por un segundo, incluso cuando extendía la mano para tomar la taza de café y darle un sorbo, taza que por cierto, era la décima de la tarde. La llamada entrante del trabajo impidió quedarme hasta la noche, abandoné el café dejando al extraño sujeto dentro.

    Al día siguiente lo encontré nuevamente en el mismo lugar. Sus dedos danzaban sobre las teclas y su duro semblante solo permitía mostrar determinación en cada golpeteo. Día tras día su rutina era la misma: permanecer sentado junto a la ventana, escribiendo sin parar y tragando sorbos de café cada tanto.

    No fue hasta el quinto día que me animé a inmiscuirme a sus espaldas en un intento de ver lo que estaba haciendo con tanta determinación. El marcador de páginas, la estructura de la escritura y el tipo de formato lo reconocí al instante, sorpresivamente estaba trabajando en un borrador de novela corta. Los renglones iban apareciendo por arte de magia, construyendo párrafos y a su vez, dándole vida la historia que permanecía encerrada en su imaginación.

    Regresé a mi asiento habitual, pensando en qué hacer. Deseaba leer ese borrador, intentar descifrar el enigma de esa persona.

    Los días pasaron y yo me dedicaba a observarlo a la distancia, tejiendo un plan de ataque. En una ocasión dejé caer mi cabeza llena de frustración contra la mesa, el golpe debió acomodarme las ideas, pues de la nada y con la mente en blanco me abalancé sobre el asiento vacío de su mesa. Al ver sus hostiles ojos clavados en mí, caí en cuenta de la incómoda situación. Como si no valiera la pena, volvió a escribir. Era una señal divina, me permitía levantarme e irme sin perder nada, o eso me hubiera gustado hacer.

    —Disculpa —dije por fin, mi voz trémula salió apagada.

    Los ojos del interlocutor volvieron a clavarse en mí.

    —Estoy ocupado —fue su respuesta, y sin más regresó a escribir.

    —Te he estado observando desde hace casi dos semanas.

    —¿Eres un tipo de acosador? —preguntó lleno de desaprobación. Sus dedos dejaron de golpetear las teclas, había llamado su atención.

    —Para nada —logré suprimir mi instinto asesino.  

    —Entonces intentas robarme mi trabajo —aseguró, en sus ojos destellaba la desconfianza. —No te lo permitiré.

    —Tampoco. —La persona frente a mí era sin lugar a dudas todo un personaje digno de estudio. —Pero la verdad me interesa leer tu borrador.

    —¿Leerlo? ¿Realmente quieres leer mi borrador? No es tan bueno y…

    —Venga, eso lo juzgaré yo —hice un gesto con la mano para que me pasara la computadora. —Te daré una crítica adecuada.

    Se disponía a dármela cuando la atrajo bruscamente para sí, abrazándola con firmeza contra el pecho.

    —¿Prometes no robarme la historia?

    No pude evitar reprimir la sonora risa.

    —Lo prometo, no robaré tu historia.

      Me la prestó y comencé a leer. Desde el primer párrafo la simple gramática logra atrapar al lector, la elección correcta de palabras en la situaciones correctas fue capaz de engancharme y arrastrarme entre cada párrafo del borrador. Los diálogos creaban perfectamente a los personajes sin necesidad de involucrar al narrador y con la delicadeza de una suave mano permitía a la vista deslizarse de hoja a hoja sin darse cuenta de la cantidad obscena de palabras que el cerebro consumía como una droga. En cada escena me sentía dentro de la historia, los sentimientos envolvieron mi corazón en un gélido abrazo que ponía mis pelos de punta en los momentos dramáticos…

    El camarero me arrancó de la extraordinaria experiencia.

    —Cerraremos en cinco minutos, joven —dicho eso se retiró a limpiar.

    Miré a través de la ventana, la tarde había sido reemplazada por la noche y las luces de la ciudad destellaban dando comienzo a la vida nocturna.

    ¿En qué momento oscureció? ¿Cuánto tiempo pasé leyendo?

    Mi vista cansada alcanzó a divisar al escritor, su mirada seguía cada uno de mis movimientos.

    —¿Y bien? —su voz denotaba hambre de conocimiento.

    —¿Por qué escribes? —buscaba un momento de respiro, me sentía como un bebé recién nacido, obligado a abandonar la comodidad del vientre, o en este caso, el increíble mundo que acababa de leer.

    —¿Eso tiene algo que ver con mi historia? —preguntó impaciente.

    —Tiene todo qué ver con tu historia.

    Dio un suspiro y cerró los ojos, sopesando su respuesta.

    —Desde pequeño mi cerebro se saturaba de cuentos, aunque no quisiera crearlos, seguía ahí dentro, enloqueciéndome. Con la edad mi situación empeoró y fui mandado con el psiquiatra. Él me recomendó escribir como terapia, su diagnóstico fue: ‹‹tu cerebro está saturado de historias, escríbelas, todas y cada una de ellas, usa el papel como el vertedero de tu imaginación, escribe hasta que tu cerebro quede vacío por completo y ya no puedas seguir creando cuentos››. Recuerdo esas palabras y me sujeto a ellas con esperanza.

    —Entiendo, entonces ¿qué piensas hacer con este borrador?

    —Entregarlo a la editorial Konoha —respondió señalando al edificio de enfrente. El célebre edificio se alzaba imponente.

    —¿Piensas entregar tu vertedero a la famosa editorial Konoha?

    —Así es —afirmó con la determinación encendida en llamas.

    Lo absurdo de la situación me resultó cómico, la risa brotó con suma facilidad y me sentí liberado.

    —¿Qué te parece tan gracioso? —preguntó con aire ofendido.

    —Nada, nada —limpiaba mis lágrimas, —el mundo parece un pañuelo. No nos hemos presentado.

    —No me interesa saber quién eres —recogió sus cosas hecha una fiera.

    —Vaya, lamento si te molesté, aun así me presento amablemente.

    Le tendí la tarjeta de presentación. Indeciso, la tomó a la merced de su curiosidad, no todas las personas se presentan con una tarjeta. Sos ojos se abrieron dejando explotar su sorpresa en cada una de sus facciones faciales.

    La tarjeta citaba:

Uzumaki Naruto

Editor de Konoha

Cel. xxx-xxx-xxx

    —Puedes llamarlo destino o casualidad, pero si quieres publicar algo en Konoha, esta es tu oportunidad. Estoy interesado en tu vertedero.

    —¿Mi historia podría funcionar en Konoha?

    —Puliéndola un poco más es posible, y siendo tu debut como escritor se te permiten algunos errores menores.

    —Acepto, deseo trabajar para Konoha.

    —Me será un honor hacerte la vida imposible de aquí en adelante.

    De repente nos vimos expulsados del café, terminamos en las frías calles de la ciudad envueltos en oscuridad adornada con luces de locales comerciales.

    La gente pasaba lento, alejada de nuestro mundo.

    —Mañana te veré en las oficinas de Konoha, trae tu historia impresa en tres juegos con el formato estándar del borrador.

    —Gracias por esta oportunidad, Uzumaki Naruto —la primera muestra de afecto fue estrechar nuestras manos.

    —No me decepciones…

    —Sasuke, mi nombre es Uchiha Sasuke.

    Su sonrisa de confianza despertó en mi lo que ningún editor debe sentir con su joven promesa.

 

 —Fin del Piloto—

Notas finales:

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