Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una decisión de adultos por Neko_Elle

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Pensemos en Degel y Kardia de 15 años...

Habían pasado un par de años, ya poseían sus armaduras doradas y se acercaba el día en que aquella “promesa” sería cumplida. Se encontraban en ese momento en la casa de acuario, en el dormitorio de aquel santo. Una habitación sencilla que al igual que su biblioteca personal, tenía libros por todas partes. El aroma a papel y tinta envolvían el lugar junto a un aura fría.

Degel había estado tratando de leer por breves minutos, pero con Kardia ahí, era una tarea difícil. No solo por la constante demanda de atención de parte del santo de escorpio, sino también porque al igual que él, Degel apenas podía pensar en algo diferente, incluso teniendo un libro en sus manos. Sabía que no podían adelantarse, ya que lo que necesitaba obtener para que fuera totalmente placentero para ambos llegaría pronto. El escorpión se sentó en su regazo a horcajadas, cómo solía hacer cada vez que quería tomar el control. Le besó apenas estuvo en una posición cómoda, y trató de quitarle el libro de las manos.

-       Te dije que hoy no. El día será mañana si llega lo que encargué- dijo entre el beso.

-       ¿De qué hablas? - preguntó medianamente interesado, finalmente logrando quitarle el libro que sostenía.

Dejaron de hablar por algunos minutos, Degel dejó que Kardia saciara sus ansias con él, sin embargo, se dio cuenta que no había sido del todo la mejor elección. Kardia sabía lo que hacía, y más aún, sabía cómo provocarlo. Sin embargo, desde mucho tiempo atrás, aprendió Degel a tomar eso como parte de su entrenamiento como santo dorado de acuario: tratar de resistirse a Kardia. Aunque era una prueba que todavía no lograba pasar con una nota perfecta.

-       ¿Qué te parece una explicación interactiva? - dijo con una expresión que provocó un estremecimiento en Kardia. Cada vez que Degel lo miraba de esa forma, sabía que se avecinaba algo sumamente excitante. El santo dorado de acuario, recuperó su libro y lo colocó en un lado para poder centrar su atención en una nueva lección.

-       Adelante- le invitó. Se puso de pie de donde estaban y fue a sentarse en la cama del santo de acuario. Echándose un poco hacia atrás y abriendo las piernas.

El de hebras verdosas se acercó a él con un brillo en sus ojos. Kardia pudo detectar como los músculos de Degel se habían movido para pasar saliva, casi como si se relamiera. Sujetó uno de los brazos de Kardia y comenzó a envolver sus antebrazos con unos vendajes.

-       Creí que se trataba de usar menos ropa- señaló, arqueando una ceja. Degel no pudo evitar sonreír.

-       Necesitarás esto, créeme.

El griego se dejó hacer. Desde hacía dos años que Degel era su maestro y compañero de exploración en este nuevo mundo, así que confiaba plenamente en él. Aunque no pudo evitar recargarse un poco en él y unir sus labios en la comisura de los ajenos, así era como trataba de invitarle a acelerar el proceso. Le tentaba. Por su parte, el santo de acuario le dio un lengüetazo en los labios que luchaban por tentarle, mientras trataba de terminar de colocarle los vendajes.

Pronto, le pidió que se recostara de lado en su cama y levantara los brazos por sobre su cabeza. Una sonrisa pícara se asomó en el rostro de Kardia, acompañada del fuego interno que lo consumía, podía verlo reflejado en sus ojos. La llamarada que quería salir incontrolable. Cuando el griego se colocó en la posición indicada, Degel hizo aparecer unos enormes grilletes de hielo en sus antebrazos, de manera que permanecían unidos, apegándolo a los barrotes de la cama, incapacitándolo de moverse.

-       ¡¿Qué es esto?! – preguntó, no estando seguro si debía o no molestarse.

-       Sssh, cálmate- le cayó al tiempo en que se recostaba detrás de él y se apegaba lo más que podía.

Sus manos comenzaron a pasearse por el cuerpo ajeno con suavidad, provocando en el otro un cosquilleo muy placentero. De a poco, fue abriéndose paso entre sus ropas y exponiendo la deliciosa piel. Se escuchaban sonidos similares a un ronroneo provenientes de la garganta de Kardia y podía sentir estremecimientos exquisitos para sus sentidos.

-       Cuando sea el momento… - dijo, dejando incompleta la frase, bajando su mano peligrosamente. Comenzó a besar y chupetear el lóbulo de la oreja de Kardia con premura.

-       ¿Y por qué no hacerlo todo ahora? – preguntó con dificultad, tratando de lograr aun su cometido. Quiso voltear para recibir los labios del francés con los suyos. Degel se lo permitió. Primero haciendo un camino de besos y después deleitándose con la esponjosa y placentera relación de los labios del escorpión.

En cuanto a sus caricias, las manos de Degel, que estaban aún ocupadas bajando cada vez más, eludieron el sexo de Kardia, quien gruñó cuando se percató de ello. Sin duda, el de hebras verdosas solo estaba jugueteando con él.

-       Y mañana, si llega aquello que solicité- le susurró, mientras su mano delineaba aquella hendidura- Trabajaremos mucho aquí- agregó.

Coló sus piernas entre las de Kardia, de tal manera que, con sus rodillas, las abrió. Con sus dedos fue palpando entre los glúteos del griego, quien no pudo evitar sentirse excitado y nervioso al mismo tiempo cuando palpó un cierto botón.

-       ¿En ese lugar? – preguntó. Lo cierto era que no se había molestado mucho en aprender la dinámica entre dos hombres. Se había enterado a grandes rasgos de la general, gracias a Aldebarán. Él se había conformado con la simple respuesta “sí se puede entre dos hombres”.

-       Entre dos hombres es distinto que, entre un hombre y una mujer, Kardia- le aclaró.

Apegó su entrepierna, que ya estaba endurecida, a los glúteos de su compañero, rozándose con él y presionándose.

-       Esto es trampa, Degel- dijo con un acento tan exótico que los sentidos aumentados de su compañero lo percibieron de inmediato. Sabía a qué se refería, por supuesto era a que no podía participar de forma activa.

-       Si supiera que puedes controlarte, no lo habría hecho en primer lugar.

Deslizó sus piernas de modo en que cerró las del santo de escorpio. Bajó un poco sus ropas, dejando salir su miembro.

-       Cierra más las piernas- le dijo, mientras colaba entre sus muslos aquel trozo de carne.

Kardia obedeció con impresión, sintiendo el vaivén tan deleitante del cual comenzaba a participar. Aquella dureza se infiltraba entre sus piernas y acariciaba sus testículos, ocasionalmente, dependiendo del movimiento, incluso rozaba la base de su pene, por encima de la ropa. La sensación se le antojaba describirla como “delicada” pero al mismo tiempo, le generaba una especie de ola de calor muy fuerte. Degel pasó sus brazos por debajo de los de Kardia hasta que, con sus manos, sujetó por el frente sus hombros. Haciendo fuerza para mantenerlo en una posición de la cual ambos pudieran disfrutar.

-       Será un movimiento similar a esto- le instruyó entre jadeos.

De a poco, el de hebras azuladas comenzó a mover su cadera, tratando de acoplarse al ritmo del francés y a su vez, intentando incitarlo a exceder los límites que había colocado. El exquisito rose se volvió indescriptible. El griego liberó un acezo, seguido de un sonido gutural que algunos minutos después, dejaron su mente en blanco, llevándolo al clímax. Más tarde, Degel, lo alcanzó.

Las respiraciones de ambos eran caóticas, fue entonces que el santo de Acuario se percató de un detalle: la temperatura de Kardia estaba algo elevada. Parecía ser que lo que le había mantenido a una temperatura menos peligrosa, fue el hielo en sus antebrazos. Rápidamente derritió el hielo y lo ayudó a descansar sobre su espalda. Kardia aun luchaba por regular su respiración, pero eso no evitó que abriera sus ojos de apatita y le sonriera de lado a Degel. Sus bocas se buscaron inevitablemente. El santo de acuario usó los besos como distracción de las posibles molestias que podría estar sintiendo Kardia, mientras utilizaba su viento frío para calmar la fiebre.

Al cabo de varios minutos en que la fiebre de Kardia había menguado, permanecieron recostados como estaban, hasta que Degel decidió incorporarse. Sabía que si se quedaba más tiempo sintiendo la piel cálida y percibiendo aquel perfume extraño que era una mezcla entre sudor y aroma a manzana, terminaría por hacer aquello que dijo sería mejor no hacer.

-       No necesitas levantarte aun- le dijo al ver que también planeaba incorporarse.

-       No estuvo mal lo de hoy- le comentó apenas pudiendo mantener los ojos abiertos- Tengo sueño- anunció lo obvio.

-       Debes volver a la casa de escorpio- le indicó.

-       Déjame quedarme- sonrió somnoliento.

-       No puedes- le anunció sin ápice de ceder. La expresión de Kardia decía todo, quería una explicación, así que decidió dársela- Debes cumplir tu deber como santo.

El griego se incorporó un poco, de mal humor por ser rechazado de esa manera, sin embargo, de igual manera iba a irse. Degel sabía de antemano que era más obediente de lo que aparentaba, pero también, podía ser más revoltoso de lo que cualquiera pudiera contener.

-       Kardia – le llamó Degel. Su mirada lucía distinta, su expresión, aunque era neutra a ojos de cualquiera, para Kardia era obvio que algo le preocupaba.

-       ¿Sí?

-       Luego de que cumpla con esa promesa, debemos tener una conversación muy importante.

 

Continuará...

Notas finales:

Si les gustó, den su opinión :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).