La noche era tranquila, la luna brillaba en lo alto pero un silencio abrasador inundaba esa noche y un mal presentimiento invadió a la familia real Onodera, Duques de la hermosa ciudad de Neo Verona.
Aquel mal presentimiento pasó a ser realidad cuando en la habitación de los duques la ventana del balcón fue rota haciendo aparecer a dos hombres vestidos con una capucha negra impidiendo dejar ver sus rostros.
Calculando sus movimientos con cuidado, el duque Onodera se levantó de la cama poniendo detrás de él a su esposa-Sabía que solo era cuestión de tiempo para que llegaras por nosotros-
-Me alegra, que seas consciente de mí. Entonces debes de estar preparado para lo que vendrá, Onodera- Aquel hombre de gruesa voz hizo una señal con su mano y el acompañante que se encontraba con él fue contra ambos duques con espada en mano.
El Duque Onodera sintió impotencia al no poder defenderse y solo espero el golpe que lo llevaría a su lecho...pero el golpe nunca llego y por el contrario sintió como unas dulces caricias acariciaban su rostro que lo tentó a abrir sus ojos encontrando la escena más horrenda de toda su vida.
-So...So...¡¡Solei!!- El desgarrador grito resonó en toda la habitación. Frente a él se encontraba el cuerpo de su esposa atravesado por la espada. Su amada mujer lo había protegido y demostraba en sus últimos suspiros de vida cuanto le amaba con aquel gentil toque en su rostro y aquella resplandeciente sonrisa antes de caer al suelo-¡¡¡Desgraciado!!!- dijo mientras sostenía el cuerpo ensangrentado y frio de su duquesa. Gruesas lágrimas surcaban en el rostro del que una vez fue conocido como un hombre de hielo.
-A partir de esta noche, el control de Neo Verona dejara de ser de los Onodera y dará a un nuevo y mejor futuro para nuestra gente-Aquel hombre se atrevió a quitar su capucha dejando ver a un hombre de cabellos azules y de ojos miel, pero su mirada demostraba locura y desprecio hacia el hombre frente a él.
Aun con lágrimas en sus ojos el duque Onodera deja el cuerpo de su difunta esposa delicadamente en el piso-¡¡Maldito!! ¿Acaso crees que Escalas dará su voluntad a alguien más que no sea de mi familia?... En especial a ti- Levantándose lentamente del piso mira de frente a aquel hombre y a su acompañante quien sonreía y veía fijamente la espada manchada de sangre.
-¡¡ Yo cambiare su voluntad!!- Con aquel grito arrebato aquel hombre de ojos miel arranco de las manos la espada de su compañero y se abalanzó contra el Duque de ojos verdes.
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Mientras en los pasillos del palacio dos pequeños niños caminaban a la alcoba de los Duques.
-Descuida príncipe. No llores, pronto estaremos con sus padres- Decía un pequeño niño de cabellos castaño oscuro, ojos verdes y de mayor edad que el pequeño que agarraba de su mano. Pero justo al llegar a la habitación vieron que estaba entreabierto, algo extrañados decidieron acercarse solo para ver como justamente un hombre de cabellos azules apuñalaba en el pecho al señor Onodera.
-¿Papá?- dijo el niño más joven inocentemente.
-No, príncipe- susurro el más grande e intento taparle la boca al pequeño pero fue muy tarde ya que lograron captar la atención de ambos hombres, al ver esto el más grande tomo con fuerza la mano del príncipe y comenzó a correr sin dudar.
-Ve por ellos, mata a todos los Onodera, incluyendo sirviente y en especial a ellos dos, nadie debe saber que fui yo quien inicio esto –Sacando la espada del difunto duque se dirigió al balcón de la habitación, sin importarle dejar ambos cuerpos en el suelo.- Ya le di la orden al general para que entren. En cuestión de horas este castillo será mío.
-Sí, mi duque- Dijo aquel asesino para perseguir a los infantes.
-Escalas...te... lo ruego...salva a mis hijos- Fueron las últimas palabras de aquel noble gobernante antes de ver a su esposa y cerrar los ojos.
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Ambos niños corrían a todo lo que sus dos piernitas podían, sin mirar atrás pero a pesar de su esfuerzo aquel hombre ya se encontraba muy cerca de ellos al punto en que agarro uno de los jarrones del pasillo y lo lanzo golpeando al más grande en sus piernas. El príncipe al ver esto intentaba ayudar al mayor.
-¡¡No, príncipe huya, escape de aquí!!- pero el pequeño lo ignoraba e intentaba levantarlo pero aquel hombre ya estaba atrás de ellos.
-Es una lástima acabar con tan lindos niños pero aun si quisiera tenerlos de mascotas pero si mi duque se entera seré ejecutado, así que perdonen corderitos-
Elevo su espada, el castaño mayor abrazo al pequeño príncipe y lo puso contra su pecho para protegerlo -¡¡¡Noooo!!!- gritó, pero nunca sintieron el golpe y al abrir los ojos observaron como uno de los guardias de los Onodera había atravesado a aquel extraño con su espada.
-¿Qué te sucedió, Daisuke? Eras uno de los más leales a los Onodera. No puedo creer que la avaricia y el poder que te prometió ese bastardo te hayan comprado. Eres un bastardo- Aquel guardia de mirada amable y ojos valientes se inclinó para atender a los pequeños.
-Príncipe Ritsu, está a salvo me alegro. Misaki, hiciste un excelente trabajo, te felicito-
Antes de que el niño pudiera responder el guardia cargo a ambos y saltó por la ventana más cercana. Los infantes estaban asustados y aferrados con fuerza a la armadura de aquel hombre que mientras caían silbó haciendo aparecer de repente un hermoso Pegaso de pelaje café para lograr escapar de aquel castillo, donde antes las risas, juegos y alegría inundaba, ahora se llenaba de gritos de dolor, sufrimiento, llanto, agonía y se teñía poco a poco de color rojo.
Unas horas después del ataque aquel soldado les entregaba unas frutas a los niños mientras los cubrían de la lluvia en una pequeña cabaña. Reviso la herida de Misaki, la cual no era tan grave pero necesitaría reposo.
Unos minutos después el sonido de aleteos se oía afuera, los niños se asustaron pero el mayor sin preocupación abrió la puerta dejando entrar a varios hombres con armaduras también.
-Hatori... Lograste escapar me alegra. Pensé que habías quedado atrapado en el ataque- Dijo un hermoso chico de cabellos caramelo al igual que sus ojos, mientras abrazaba al más alto.
-Lo mismo pensé Yukina- Deshaciendo el abrazo miro detrás de Yukina observando a otros cuatro pegasos más- ¿Cuántos?- Preguntó
-Otro pegasos mas, pero nos tuvimos que separar...pensé que ya estarían aquí- Dijo Chiaki al estar frete a ellos- Somos todos los que salimos...- Dijo mirando detrás de él- Si alguien más logro escapar no nos dimos cuenta, además de que era imposible. Los guardias rompieron la puerta principal y comenzaron a matar sin piedad... y...- El oji-azul soltó un suspiro- Touya...Escapando de los guardias lo encontré rodeado de ellos...No había nada que pudiera hacer- Sin poderlo evitar lagrimas comenzaron a surcar por sus ojos.
-Touya... ¿No puede ser verdad?... ¿Qué ocurrió con Chinatsu y...?- La voz de Hatori se escuchaba lejana como si no creyera lo que escuchaba y sus palabras fueron interrumpidas por un joven de cabellos y ojos café claro, que cargaba un bulto dormido.
-Escaparon junto con nosotros pero nos atacaban con flechas tuvimos que separarnos. Ellas están a salvo o al menos eso esperamos-
-Y los príncipes, duques...-La mirada de ambos chicos explicaban todo- Misaki, estaré afuera. Cuida a Ritsu- El pequeño solo asintió con la cabeza mientras acariciaba los cabellos del pequeño príncipe dormido en sus piernitas.
-Sakura, quédate con los niños, cuídalos por favor- Dijo Zen a una hermosa mujer de cabellos castaño ceniza y ojos miel.
-Claro cariño- Zen le entrego a Sakura el pequeño bulto a Sakura y ella se sentó junto a Misaki mientras le acariciaba sus cabellos y le mostraba lo que traía en brazos.
Hatori cerró la puerta y miro a todos los que estaba parados frente a él...eran cinco en total, el día de mañana se celebraría el festival de la flores, un festival donde tanto los nobles como los plebeyos se unían sin diferencias por un día, y varios nobles se habían reunido en el palacio para pasar el festival.
-Responde mi pregunta. ¿Qué ocurrió con ellos?- El silencio reino hasta que Zen decidió hablar.
-Solo nosotros logramos salir. Incluyendo a la familia William, pero ya sabes, fue porque tuvieron problemas familiares....-Nuevamente silencio- Hatori. Nadie se salvó. Entre junto con Sakura a la alcoba del príncipe Yasu... lo habían apuñalado y además....dios fueron unos bastardos, solo era un niño- No dijo nada más sus ojos verdes demostraban impotencia y dolor. En verdad no quería hablar de lo que había sucedido con el príncipe Yasunori y nadie lo obligaría a hacerlo. Una vez recuperado continuo con su relato- Seguimos buscando sobrevivientes pero solo logramos rescatar con éxito a Shouta, su hermano fue apuñalado mientras escapaba con nosotros, ahora es el único sobreviviente de la familia Kisa. Al llegar a los establos Shouta tomo otro pegaso y dimos vueltas por el palacio intentando encontrar sobrevivientes. Por desgracia no encontramos nada- Terminó su historia mientras se sentaba en el suelo y Kisa solamente se sentaba a un lado de él.
-Yo me dirigí a la habitación de las princesas, en el camino me encontré con Kou escapando de dos soldados, acabamos con ellos pero al llegar...no encontramos nada solo la habitación cubierta de sangre, intentamos encontrarlas pero nos comenzaron a perseguir. Tenía que poner a salvo a Kou, por lo que corrimos al jardín trasero, al pasar por el comedor encontramos a la familia Takatsuki y comenzamos a escapar juntos, pero los guardias nos pisaban los talones, no teníamos escapatoria y sin más, Touya, me entrego a Shinobu y me pidió que protegiera a su familia, intente quedarme con pero estaba seguro que no me lo permitiría y no podía dejar a Chinatsu sola... él se quedó para salvarnos. Tomamos los pegasos del establo oeste, yo aún tenía a Shinobu en brazos, Chinatsu no podría montar al pegaso, cuidar a Risako y del bebe al mismo tiempo, por lo que de dije que yo me encargaría de él, ella confió en mi sin dudarlo y escapamos, en los aires nos encontramos con Zen, Sakura y Kisa en la torre norte. Pero comenzaron a lanzar flechas y a disparar. Nos tuvimos que separar por eso. Se que Chinatsu es una mujer inteligente y fuerte sabrá protegerse, en especial si esta su hija con ella.- Termino de relatar Chiaki mientras golpeaba uno de los árboles.
-Entonces el niño que Zen traía en brazos al llegar...-Pregunto Hatori, pero Kisa completo la frase-
-Es Shinobu Takatsuki, cuando aterrizamos Zen ayudo a Chiaki con el niño, ya que él se encontraba en un trance, es comprensible de cierta manera-
-¡¿Cómo esperan que me sintiera?! Touya me pidió proteger a su familia, ¿y que es lo primero que hago? Dejo que su esposa e hija escapen solas y que su hijo menor este separado de ellas- Chiaki sin poder más se tiró al piso comenzando a golpearlo.
Nadie dijo nada. Al final de cuentas cualquier cosa que dijeran seria tomado como palabras de compasión para Chiaki.
Solamente una frase fue capaz de escucharse después de un tiempo y provino del menor de edad de todos los presentes.
-Nadie podía hacer algo, de haber ido tras ellas, ese niño y tú estarían muertos ahora. Mejor dos muertos que cuatro- Palabras duras pero que hicieron que en el ambiente ahora se pudiera respirar. Nadie negó las palabras de Yukina.
Pero después de un largo tiempo en silencio Hatori comenzó a hablar mientras elevaba la voz para ser escuchado por todos.
-Más de 200 estaban en ese castillo y 50 de ellos eran nobles, entre ellos nuestras familias, y ahora solamente nos encontramos nosotros; nueve sobrevivientes de aquella masacre y con algo de suerte se tornara en once si es que Chinatsu y Risako Takatsuki lograron escapar- Hatori cerro los puños y elevo la voz para que todos lo escucharan- Esta noche no será olvidada por nadie. La noche en la que nos arrebataron a nuestros seres amados, que arrebataron nuestras vidas. Tomaremos nuestro tiempo para cobrar lo que nos pertenece. Los Saga nos la pagaran-
Continuara....