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Las apariencias engañan por Verdadero98

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Esto originalmente es un one-shot pero decidí dividirlo en dos. Subiré la segunda parte en dos días.


Mai Hime es propiedad de Sunrise.




LAS APARIENCIAS ENGAÑAN


PARTE 1


Azotó la puerta principal.


-¡VUELVE AQUÍ SHIZURU!-.


Caminó sin mirar atrás.


-¡TE HAS VUELTO LOCA!-.


Jamás había estado tan cuerda.


-¡TE ESTOY HABLANDO!-.


Sonrío por la ironía.


-¿Hablarme?-. Con cada paso que daba su sonrisa crecía y su madre se ponía más histérica. -Estas gritando-. Había aprendido a disfrutar del drama. -Mi mami me dijo que las damas no gritan-.


Le tomaron del brazo y le giraron sin delicadeza. -Te dije que volvieras-. A través de una dura mirada, prometían castigarle severamente, no obstante, ya no era una niña.


-Si no quieres verle de cerca-. Shizuru poseía toda la calma del mundo. -Te aconsejo que me sueltes-. Pero cierta personita de mirada esmeralda no.


La señora dudo un momento, sin embargo, cuando alzó el rostro pudo percatarse de que aquella "aberración" le observaba fijamente. Tras un leve escalofrío, producto de la mirada tan intimidante, soltó el brazo de su hija. -Sabía que podías ser razonable mami-. Aquella "amenaza" siempre funcionaba a la perfección.


Victoriosa, continuó caminando a través del patio. En la entrada le esperaba una motocicleta. -Hasta luego madre-. Dijo mientras se subía a la parte trasera del vehículo y se abrazaba a la manzana de la discordia.


-¡Adiós suegra!-. Vociferó una sarcástica oji-verde antes de acelerar.


-¡NATSUKI KUGA!-. El viento se aseguró de llevar aquel reclamo a la susodicha, en respuesta, esta soltó una carcajada.


El asunto había sido así desde que comenzó a salir con Natsuki.


Y de eso habían pasado cinco años.


Sus padres a duras penas habían aceptado su sexualidad y para terminar de sacarles de sus cabales, un día, de modo bastante casual, les dijo que estaba saliendo con alguien. En un banal intento por ser amables, le dijeron que saliesen los cuatro a cenar.


-¿Están seguros?-. Alzó una ceja mientras les observaba dudosa. Ella no tenía problema alguno, se enorgullecía de su chica, no obstante, creía que sus padres no estarían tan orgullosos.


-Si. Mañana a las 8pm-. Ella asintió, preparándose mentalmente para el show del día siguiente. Su pareja era educada, sin embargo, dichos modales eran proporcionales a los que le mostrasen a ella.


Cuando llegó el momento, los señores Fujino estaban en el restaurante; habían hecho una reservación exclusiva para socios del mismo. Vestían con ropa de gala al igual que su hija, solo que la última sentía que se asfixiaba con aquellas prendas tan incomodas. Antes le parecía natural vestir así, pero cierta chica le estaba enseñando la comodidad de vestir como cualquier mortal. Aún reservaba su gusto por la ropa fina sin embargo había dejado de parecerle cuestión de vida o muerte.


-Le digo que soy yo-. Oyeron una voz femenina, ronca y sarcástica. Shizuru sonrío al escucharle, sus padres… lucían algo confundidos por el dialogo. -¿Quiere ver mi identificación?-. Ya esperaba algo así. Para los empleados del restaurante, a quienes habían dejado el nombre de la chica, les era difícil creer de verdad fuese ella. -Aquí esta-. Tras mostrar su credencial, no les quedó de otra más que dejarle pasar.


Frente a ellos se presentó una chica capaz de romper todos sus esquemas.


Jamás podría olvidar el rostro de sus padres.


-Buenas noches, soy Natsuki Kuga-. Sus ojos, de un verde intenso, eran transparentes, humildes y orgullosos.


Innegablemente era una joven atractiva, no obstante, su atractivo era imponente, desafiante, rozaba en lo abrumador y llegaba a ser salvaje sin necesidad de intentarlo; algo impropio en una dama según los Fujino.


Natsuki vestía jeans azul oscuro, playera gris sin mangas y una chaqueta negra que al igual que sus botas era de motocross. En su ceja derecha llevaba dos piercings, el indicio de un tatuaje asomaba en su cuello y tenía la mano izquierda vendada. Se le había olvidado el casco, por lo cual su cabello había sido atacado por el viento, pero era un toque que a ella le favorecía. Sin duda, desencajaba en aquel sitio, en más de un sentido; iba más allá de la ropa, era como si la chica estuviese hecha para comer a cielo abierto, sin paredes que atrapasen su presencia ruda y salvaje.


Sus suegritos pasaron por alto que sus ropajes, pese ser deportivos, no tenían nada de baratos; además, tampoco notaron el collar, el reloj o la hebilla hechos de plata. Para ellos, a primera vista, Natsuki lucía como una delincuente muerta de hambre.


Le miraban con reproche.


Y desde el inicio la joven se percató de esas miradas poco amigables.


Tomó asiento al lado de Shizuru y para horror de los mayores le besó ahí mismo.


Fueron interrumpidas con un carraspeo.


-Oh claro, lo siento-. La sonrisa de Kuga era deslumbrante, en aquellos días todavía no les veía con cinismo.


La cena fue transcurriendo, los Fujino se enfrascaron tanto en su apariencia acompañada de su modo de hablar despreocupado, que no se percataron de que ella comía con los mismos modales que ellos. También omitieron por completo que les estaba contestando preguntas demasiado personales sin la necesidad de hacerlo. Y para terminar de rematar, tampoco valoraron el que la joven les hablase de usted cuando solía tutear a todos. Esa noche se estaban pasando como nunca de despistados e ignorantes.


-Cuéntenos Natsuki, ¿Cuántos años tiene?-. Tenían la esperanza de usar la edad como un pretexto.


-18-. Dijo dando un trago a su copa. Bebía por cortesía, el vino ni le gustaba.


-Interesante, eres menor que nuestra Shizuru-. Las dos menores notaron el remarcado "nuestra". Tras una mirada entre ellas, el asunto quedó claro. Se había acabado la amabilidad de su parte y Shizuru se lo estaba autorizando.


De un segundo a otro, el aire olió a reto para Kuga.


Si iban a odiarle, les daría un muy buen motivo para hacerlo.


-Un año, cosa de nada-. Restó importancia con otra sonrisa. -¿Qué son doce meses cuando se está enamorada?-. Seguido al comentario, besó a la castaña.


El segundo carraspeo de la noche reclamó dejasen el acto.


-Hija, ¿De dónde conoces a esta… chica?-. No podía llamar dama a una "delincuente".


-En la escuela, dentro de la oficina del comité estudiantil. Fue para arreglar su…-.


Le interrumpieron ya que vieron una oportunidad para meter cizaña.


-Por lo que veo, a ella no le va tan bien en los estudios como a ti-. Natsuki colocó una mano en la pierna de su novia, dándole a entender que no era necesario aclarar el asunto.


Le estaban tachando de mediocre en su propia cara, cuando en realidad le habían pedido que fuese para hablar de una competencia en la cual participaría, lo que iban a arreglar era su horario para que no interrumpiese sus clases. Esperó unos segundos, analizando las intenciones de sus suegros, queriendo ver de lo que eran capaces para dejarla como la mala de la historia.


-No da buenas impresiones el ir mal en la escuela-.


La peli-azul se encogió de hombros. -Lo académico es importante, sin embargo, no es lo único con importancia-.


-¿Qué no te importa lo que piensen de mi hija?-. Intentaban fulminarle con la mirada.


-Me importa lo que piense Shizuru. Los demás me tienen sin cuidado-. Mientras a su Shizuru no le molestase lo que terceros dijesen, no pasaba nada; en caso de lo contrario, la propia Natsuki se encargaría de cerrar bocas.


Después de eso, se extendieron cinco minutos de silencio.


Los críticos ojos repararon en su mano vendada. -Veo que está herida, ¿acaso se debió a una diferencia de opiniones?-.


-Madre…-. Shizuru estaba ofendida por la obvia ofensa verbal a la otra.


Kuga dio una pequeña sonrisa. -Educada forma de preguntarme si golpeé a alguien-. Esperaban que ocultase la mano, que sintiese un poco de vergüenza, que diese una excusa barata, pero les llevó la contraría tomando la mano de su novia. -Lo dejo a su imaginación-.


Le decían pobre, mediocre, busca pleitos, y tenía la sensación de que la lista seguiría creciendo.


Por fortuna, ninguno de esos adjetivos le molestaba.


Porque no era ninguna de esas cosas.


Indignados, pese no tenían razón para estarlo, lanzaron lo que se les ocurría. -¿Y esos piercing? ¿Qué clase de tontería es esa?-. Acribilló la señora Fujino, importándole un bledo la expresión de desaprobación de su hija.


Nat alzó una ceja, divertida. -Usted usa aretes y no le cuestiono el motivo-. Después continuo con su ensalada.


-Seguramente te los hiciste estando ebria-. Kuga rio por lo bajo. Shizuru presenciaba todo en silencio, sabía que Natsuki podía manejar fácilmente el asunto, se dedicó a ver los desesperados intentos de sus padres por dejar mal parada a su chica.


-Señora, a duras penas bebo el vino que está servido aquí-. Colocó una mano en su barbilla. -Además, me lo ofreció usted-. Sonrió. -Antes de preguntarme mi edad, por cierto-.


-¿Qué me dices de los tatuajes? Los delincuentes e imprudentes gustan mucho de entintarse la piel con estupideces-. La castaña deseaba decir unos cuantos insultos que supuestamente no existían en su vocabulario.


Con esa recurrente sonrisa, demasiado burlona según los mayores, procedió a responder. -La última vez que revise, los tatuajes no eran un delito-. En lugar de la copa con vino, tomó el vaso de agua. -Y puedo asegurarle que en mi piel no tengo tatuada ninguna estupidez, lamento no compartir gustos con usted-.


Rojo de la ira, al grado de quedar mudo, fue relevado por su esposa. -Vienes a un restaurante como este vestida así-. La susodicha ladeó la cabeza.


-A los restaurantes se va a comer, y no sé si lo sepan suegritos, pero no se come con la ropa-. Le causó gracia la expresión de los Fujino y de reojo observó que Shizuru contenía la risa.


-Comes de un modo vergonzoso-. De buena gana, la chica soltó una carcajada.


-Disculpe la aclaración señora, pero no es mi culpa que ustedes sean tan despistados. Los meseros pueden darle testimonio si gusta; he estado comiendo con los mismos modales que ustedes-.


-La chica tiene razón señores-. Dijeron dos meseros que habían escuchado todo el arguende.


-¡Largo!-. Espantados, se retiraron a seguir trabajando.


-No sé cómo mi hija sale con una aberración como tú-. La madre de Shizuru se esforzaba mucho para no gritar a los cuatro vientos.


-Y yo no sé cómo un amor de persona como Shizuru salió de dos ogros tan amargados-. Se levantó de la mesa. Sabía de antemano le correrían y prefería irse por sí misma.


-¡Quiero que termines con Shizuru!-. Vociferó enojado.


-Oh suegro, que pena-. Fingió una mueca de lastima. -Pero le diré un secretito-. Tomó de la cintura a la castaña. -Solo terminaremos si ella misma me lo pide-. Les guiñó un ojo con todo el cinismo del mundo y antes de que ellos pudiesen hacer algo, salió corriendo con Shizuru incluida.


-¡NATSUKI KUGA!-.


Después de visitar a la amorosa madre de Shizuru, la oji-verde recibió una llamada mientras esperaban en un semáforo. -Habla Natsuki-. La mayor sentía más de una mirada sobre ellas. -¿Hoy? ¿Ahorita?-. El fuerte contraste entre ambas solía llamar la atención. Aunque fue algo incomodo al inicio ya estaba acostumbrada. -Espera, deja le pregunto-. Nat tapo la bocina del celular. -Shizuru, ¿Me acompañas a casa de mis padres?-.


-Por supuesto-. Hasta la pregunta ofendía.


Pasaban tanto tiempo juntas que el que pasaban separadas resultaba raro. Cada una tenía su círculo de amistades, sin embargo, dichos grupos conocían a ambas; tanto Kuga como Fujino se acoplaban fácilmente a los amigos de la otra. Aun así procuraban mantener su espacio personal para no terminar asfixiándose mutuamente dentro de su relación. Sobre todo la menor, quien no acostumbraba a estar atada a nada ni nadie antes de salir con la mujer de ojos carmín.


-¿Ma? Vamos para allá. Llegamos en 15 minutos-. Colgó justo en el cambio de semáforo. -Amor, voy a acelerar-. En respuesta, la castaña se abrazó con más fuerza a su abdomen.


La casa de los Kuga era sencilla por fuera aunque por dentro fuese otra historia. El patio era amplio y en el vivían dos pastores alemanes que solo se alborotaban cuando llegaba la peli-azul. Natsuki estacionó en la banqueta principal, frente a la reja de acero negro que generalmente permanecía sin candado durante el día.


-¡Danny! ¡Kenny!-. Siempre saludaba con mucha efusividad a sus mascotas, era un sentimiento que le era gratamente correspondido. Apenas empujo el portón, ambos caninos se abalanzaron contra ella, luchando por llenarle de lamidas como si no le hubiesen visto en siglos.


Shizuru veía como los perros rompían la apariencia ruda de su chica. Ellos tenían ese don, podían hacerle ver tierna o hacerle lucir jodidamente intimidante. A más de uno le habían pegado un buen susto cuando la chica caminaba flanqueada de sus perros durante la noche. Sus padres llegaron a reprenderle por ello pero siguió haciéndolo bajo el argumento de que Danny y Kenny no debían asolearse.


La oji-verde dio unas caricias más y después tomó la mano de Shizuru para entrar. Si los Fujino hubiesen visto la acción, le habrían metido un escopetazo en el pecho a Natsuki por "contaminar" con "gérmenes perrunos" a su dulce niña. Todo porque no sabían que esos caninos estaban tan limpios como ellos mismos, bueno eso y el hecho de que le pertenecían a los Kuga.


-¿Mamá?-. Se desconcertó al ver la sala vacía.


-Estoy cocinando-.


Pasaron a la cocina entre sonrisas. -Entonces, me dijiste que era de vida o muerte venir a comer y aun no terminas la comida-. La señora Kuga podía ser un poquito exagerada pero era encantadora a su modo.


Se encogió de hombros. -Me gusta comer con ustedes y hace mucho no venían. ¿Qué tal Shizuru? ¿Cómo has estado?-.


Nat entrecerró los ojos. -Mamá… vinimos a cenar ayer-.


-Y podrían haber venido a desayunar hoy-. Entró su padre al lugar.


-Pero podemos comer en nuestra casa-.


-¡Esta también en su casa!-. Le recordó o mejor dicho remarcó energéticamente. -Incluso remodelamos tu antigua habitación para que fuese de las dos-. Natsuki se sonrojó al recordar una visita en la cual sus padres le mostraron su habitación con una nueva cama matrimonial incluida. -¿Té helado, querida?-. Shizuru aceptó de buena gana la bebida. Le causaba mucha gracia la ironía, sus padres no querían ni siquiera que respirara cerca de Natsuki y en cambio sus suegros le regalaban su intimidad en bandeja de plata.


-A veces pienso que quieren adoptar a mi novia-. Se sirvió algo de té.


-No es mala idea-.


-¡Papá!-.


-Ni aguantas nada-. Colocó esa sarcástica sonrisa que le había heredado a la oji-verde. -Desde el momento en que Shizuru entró a esta casa siendo tu novia, para mi ambas son mis hijas-.


-Puedo decir lo mismo-. La señora comenzó a servir la mesa. -Podrás apellidarte Fujino querida, pero aquí te vemos como una Kuga, nuestra Kuga-. Le guiñó un ojo mientras le sonreía.


Así de diferente era el ambiente entre ambas familias. Los Fujino se perdían la convivencia solo por tontos; consideraban a Natsuki una delincuente y daban por hecho que sus padres también lo eran sin haberles visto, cuando en realidad, todos eran un amor de persona.


El señor Kuga vestía jeans oscuros con chaqueta negra. Llevaba el cabello rapado a los costados y algunos mechones le caían en los ojos cuando no usaba gel. En la ceja izquierda llevaba tres piercings, en el labio inferior lucía otro. La ropa tapaba la mayoría de sus tatuajes pero en el dorso de ambas manos podía avistarse tinta. Como medía 1.97 podía resultar intimidante.


Pero el susodicho, al igual que la madre de la oji-verde, desde el inicio le trató con una amabilidad incomparable.


-¿Cómo les fue con tus padres Shizuru?-. Durante la cena anterior todos habían estado presentes mientras mediante una escandalosa llamada la madre de la chica reclamaba su presencia.


-Lo mismo de siempre-. Comentó con un poco de pena la castaña.


-En pocas palabras, volvió a decirte que estabas loca por salir con Natsuki y al final se fueron volando en su motocicleta-. Mencionó el señor Kuga antes de darle un trago a su cerveza.


-¡Papá!-. Ya veía de donde procedía su falta de tacto.


-Así es-. No pudo evitar reír. -Creó que esta vez gritó menos-. Dijo pensativa.


-Ya no escuché su amorosa voz hasta la banqueta-. Aclaró Natsuki.


-Bueno, quizá estamos progresando-. Saeko terminó de poner los platos en la mesa. -¡Provecho!-.


-Acaba de entrarme curiosidad-. Su papá siempre tenía un comentario o una pregunta bajo la manga. -¿La madre de Shizuru no ha intentado envenenarte con la comida?-.


Natsuki hizo una mueca pensativa. -Dos veces-. Dijo como si nada y continúo comiendo su espagueti hasta que recordó algo. -Y con veneno para rata-. Comenzó a reírse.


El señor Kuga soltó una carcajada.


A Shizuru le hacía gracia que la particular familia pudiera reírse de esas cosas en lugar de enojarse como lo harían las personas normales.


-Cuéntenme de nuevo sobre la primera vez que Natsuki fue a tu casa Shizuru-.


-Tú no estás feliz si no escuchas esa historia una vez a la semana, ¿cierto papá?-.


-Para qué negarlo-.


La primera vez que Natsuki fue a buscar a Shizuru en su casa, le cerraron la puerta en la cara.


-Señor, como que ya estamos grandecitos para esto-. Ok, su aspecto quizá no era el mejor, no obstante, acababa de terminar su práctica de motocross, razón suficiente para ser un desastre andante. -¿Es por el lodo seco? Puedo quitarme las botas si gusta-. Sabía que no era eso pero le gustaba jugar con la paciencia de su suegro.


-Lárgate-.


-No puedo dejar plantada a Shizuru-.


-¡Lárgate!-. Le palpitaba una vena en la frente.


-No quiero-. Metió las manos en sus bolsillos, relajada.


-¡LÁRGATE!-. Perdía los estribos por completo con Natsuki.


-No sea malito, déjeme entrar suegro-. Quería ver a su novia y podía ser la persona más persistente del mundo con tal de hacerlo.


-¡MALDITA DELINCUENTE, LÁRGATE!-. Después de eso, mandó soltar a los perros.


-¿¡Así nos vamos a llevar!?-. Gritó divertida. -¡Yo no juego para perder, Fujino!-. Dios sabía que era cierto.


-¡Como si me importara!-.


Él no se vio venir que al final la chica y los caninos se llevasen de maravilla. Fujino observó boquiabierto como la oji-verde jugaba con los cinco animales en el jardín. Tras unos minutos de mimos, todos respondían a su voz. Sabiéndose observada, alzó el rostro con una sonrisa de triunfo.


-Lindos cachorros-.


-…


Uno de los rottweiler le lamió la cara, Fujino hizo una mueca de asco y ella se echó a reír.


-Sí, adorables mascotas-. Les dio una última caricia, después se puso de pie.


-¿No puedes largarte y ya?-. Tenía un tic en el ojo derecho.


-No-. Le llegó un mensaje de texto, contestó sonriendo.


-¿¡Te pones a textear ahora!?-.


-Tranquilo viejo, es Shizuru-. El señor hizo una pausa en su drama. -Dice que ya me deje pasar y que me espera en su habitación-. Casi casi se arrancó el cabello con las manos.


-¡MALDITA DELINCUENTE!-. Le tomó del cuello de su chaqueta, zarandeándole con violencia, cada vez más enojado por escuchar la sincera risa de la chica. -¿¡DE QUÉ RAYOS TE RIES!?


-De que esta todo ñango suegrito-. Hasta su novia tenía más fuerza. -Sí, tiene brazos de espagueti-. Shizuru encontró a su padre zarandeando a su novia.


-¿Qué sucede aquí?-. Alzó una ceja.


-Hola amor-. Saludó mientras aun le sacudían como muñeco de trapo. -Tu papá tenía ganas de jugar conmigo-.


-¿¡Por qué demonios naciste Kuga!?-.


-Tu papi es un amor-.


Shizuru solo pudo sonreír ante el optimismo de su chica.


Era obvio que no querían a Natsuki ahí, pero habían hecho el intentó.


-Íbamos a quedarnos en casa para que estuvieras más tranquilo papá, pero creo que mejor salimos-.


-¿¡QUÉ!?-.


-Vámonos ya Natsuki-.


-¡No iras a ninguna parte Shizuru!¡No con ese intento de ser humano!-. Si, aún seguía zarandeando a la oji-verde.


-Natsuki-. Sin dificultad, la nombrada se soltó del agarre y con un leve empujón juguetón alejo a su suegro.


-Un gusto verle señor Fujino-. Le sonrió desvergonzada.


Campante, salió de la casa con Shizuru sosteniendo su brazo.


-¡NATSUKI KUGA!-.


El señor Kuga reía como siempre que le contaban la historia. -Sí que les gusta gritar tu nombre-.


-Es su segunda cosa favorita-.


-¿Y la primera?-.


-Decirme delincuente-.


El señor Kuga silbó.


-Los Fujino no tienen ni idea de que están comprometidas, ¿cierto?-. Le divertía mucho ese detalle.


-Ni se lo imaginan-. Contestó Natsuki, pero por como disfrutaba su comida se veía que el tema le tenía sin cuidado.


-Dejemos que se sorprendan cuando les llegué la invitación de la boda-. Dijo Shizuru, tan despreocupada como Natsuki.




Esto originalmente es un one-shot pero decidí dividirlo en dos. Subiré la segunda parte en dos días.


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