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Cuando Solo Falta Uno por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Yugi-oh! Y sus personajes no me pertenecen. Si fuera así Yami no se hubiera ido y terminaría estando con Yugi, igual que Ryou con Bakura y Malik con Marik.
Además Tea se iría al tártaro por p*rr* xD.
Denle like a mi página de face, se los agradecería un montón, allí se entraran sobre los fics que subo y cuando actualizo, también subo imágenes de Yugioh =3 
https://www.facebook.com/pages/DanyNeko/786629491430778?ref=hl

Bakura tenía que admitir que, de vez en cuando, al faraoncete se le ocurría una buena idea.

No es algo que fuera a decir en voz alta, claro.

Pero en días como estos, realmente prefería acompañar a su hikari a clases que quedarse solo en casa.

Bastaba un simple hechizo de parte de ambos egipcios para que los profesores y compañeros de sus luces los vieran como si siempre hubieran sido parte de la clase y pudieran entrar y salir a su antojo de las aulas y clases.

Ahora mismo estaba correteando tras el balón de fútbol junto con el tricolor, Tristán, Joey y Duke contra otros cinco chicos del salón, mientras sus luces simplemente les observaban a la sombra de las graderías.

Debía admitir que muchos deportes de esa época eran entretenidos y una muy buena forma de canalizar sus energías, además de mantenerse en forma, y claro, no iba a negar que se le daban muy bien.

— ¿Alguien sabe que están haciendo las chicas hoy? —preguntó Tristán mientras se dirigían a las duchas, luego de la práctica de fútbol.

—Tea y las demás están en la piscina, en práctica de natación —le contestó Yugi, buscando su uniforme usual ya que, tanto él como Ryou, no habían sudado ni una gota, por lo que no necesitaban asearse.

Joey y Tristán pusieron cara de bobos al imaginarse a sus compañeras en aquellos clásicos trajes de baño escolares —yo no comprendo el afán de separar a chicos y chicas para la clase de deportes —dijo el rubio con voz distraída.

—Para evitar a tarados como ustedes —se rio Bakura, levantándose el cabello con una mano para abanicarse el cuello, mientras Duke le soltaba un 'cariñoso' pisotón a Tristán.

—A nosotros nos toca la piscina la próxima clase entonces ¿cierto? —mencionó Duke, ignorando deliberadamente la mirada molesta del castaño.

—Aja —afirmó Yugi con una sonrisa.

—Ya quiero que sea esa clase —sonrió el hikari albino —tengo muchas ganas de nadar —comentó emocionado.

—Sí, yo igual —se sumó Yugi en el mismo tono, compartiendo una sonrisa con Ryou.

—Solo espero que Karita-sensei no venga de mal humor ese día —añadió el albino, arqueando levemente las cejas.

Sus yamis, que los miraban con una sonrisa enternecida por su entusiasmo, entraron en modo 'protector' al oír ese comentario.

—O se comporta por las buenas o por las malas —gruñó Bakura, chocando un puño con la palma contraria amenazadoramente.

Yami no se opuso de ninguna forma al comentario, por el contrario, parecía estar del mismo bando.

Sus luces los miraron con risillas nerviosas y unas gotas de sudor bajando por sus sienes. Por otro lado, los tres estudiantes restantes parecían secundar la moción del albino.

—Bakura, recuerda que me prometiste no usarías tu magia en contra de nadie injustamente —lo regañó Ryou, haciendo un tierno puchero, que pretendía aplacar los instintos sobre protectores y asesinos -más que nada los asesinos- de su pareja.

Bakura en respuesta, lo tomó de la cintura —sabes que mi primera promesa para contigo es protegerte, yadonushi, y si ese idiota se mete contigo, entonces mis acciones están totalmente justificadas —sonrió con suficiencia, atrayéndolo más hacia sí — ¿alguna objeción, su majestad?

El ex-faraón sencillamente negó con la cabeza, aún bajo la recriminante mirada de su compañero.

— ¿Lo vez? El rey ha dado su consentimiento —rio con malicia.

—Yo dije injusto, no injustificado —se quejó Ryou.

—Ya, vayan a ducharse, tenemos clase de ciencias sociales después de esto —apuró Yugi, empujando a Joey por la espalda.

—Tiene razón, los esperamos en el salón, Yugi y yo iremos a cambiarnos —el oji-esmeralda se empinó para dar un beso rápido en la mejilla de Bakura antes de tomar la muñeca del tricolor.

Los cinco chicos se dirigieron a las duchas para poder asearse y vestirse de nuevo con el uniforme normal, cuando terminaron sin embargo Bakura se desvió hacia las escaleras.

— ¿A dónde vas? —Yami fue el único que se atrevió a cuestionarlo.

—No me interesa dar el resto de las clases, dile a Ryou que estaré en la azotea —si bien no fue un favor bien pedido tampoco fue hecho en mal tono.

Yami solo asintió y lo dejó ir, retomando su camino con Joey, que le había esperado, no así Tristán y Duke que parecían ir 'discutiendo' algo, ajenos a todo lo demás.

Tal como lo dijo, Bakura subió a la azotea y, con un pequeño hechizo, trasladó desde la bodega de implementos deportivos una colchoneta sobre la que se acostó, emitiendo un gemido sosegado.

Aseguró los alrededores para que nadie subiera y se permitió quedarse dormido.    

.

El cascabeleante sonido rastrero, característico de las serpientes de cascabel, lo sacó de quicio pasado unos segundos y lo obligó a abrir los ojos solo para hallarse en un lugar totalmente desconocido.

— ¡Oh genial! —exclamó escupiendo sarcasmo.

Otra maldita pesadilla.

Pov's Bakura.

Me hallaba en un lugar completamente cerrado, pues lo único que brindaba luz allí eran las antorchas repartidas a lo largo de los muros a mi alrededor.

El aire se sentía pesado, olía como una prenda que lleva mucho tiempo guardada en un armario, y con un ligero toque a ¿tierra? ... No, mas bien a arena.

Era un olor, de cierta forma familiar.

Sin más qué hacer en este insípido lugar y a sabiendas de que Ryou no estaba a mi lado para despertarme, empecé a caminar por un sitio al azar, siguiendo el sendero que menos iluminado estaba*

A riesgo de sonar arrogante, diré que el estilo de este sitio -sea lo que sea- era claramente Egipcio y antiguo. Pude comprobarlo más adelante al encontrar salas cuyas paredes estaban cubiertas de jeroglíficos, de los cuales podía entender la gran mayoría.

Me sentí petrificado unos breves instantes, y de repente una sensación de ser halado me guió por un umbral sin puerta que me llevaba a una habitación bastante simple. Me recordaba a las habitaciones de los guardias y algunos trabajadores del palacio de Atem en las cuales solía colarme de vez en cuando para dormir.

La cama estaba a medio arreglar; me incliné sobre ella para apoyar mi mano y la sentí apenas tibia, alguien había estado allí no hace mucho. 
El 'escritorio' al fondo tenía únicamente un libro delgado y visiblemente viejo sobre él, por curiosidad y más que nada porque estaba aburrido, lo tomé y lo abrí para ojearlo.

Me sorprendí, eran instrucciones muy básicas para aprender hierático.

Muy bien, juro que me estoy empezando a hartar.

Recuerdos fugaces de Kul Elna aparecieron como destellos desagradables en mi mente y mi magia oscura empezó a descontrolarse.

Apreté una mano contra mi rostro, cubriendo mi mejilla y ojo derechos con fuerza para tratar de contenerme. Estaba ya temblando.

De nuevo el sonido de cascabel.

Esta vez, sin embargo, fue un jalón en la pernera de mi pantalón lo que me hizo espabilarme.

Frente a mi había un pequeño ente, algo traslúcido, un niño que me observaba con curiosidad en sus grandes ojos color lavanda.
Tenía la piel morena y el cabello de un rubio muy peculiar, como un dorado pálido, apenas por debajo de los hombros y con el flequillo peinado hacia cada lado.

Se me hizo terriblemente familiar, para rematar, fue el delineado tan peculiar de sus ojos lo que me hizo darme cuenta.

— ¿Malik?

El pequeñajo me dio una sonrisa cálida y me tendió una mano, como esperando que yo la tomara, cosa que no hice.

Al ver mis nulas intensiones de moverme, Malik fue el que tomó mi mano y me dio un fuerte tirón, como señal de que fuera tras él.

¿Qué otro remedio había? 
Seguí a Malik.

El pequeño corría con los brazos estirados a los lados, como un niño que juega y finge ser un avión. De algún modo hasta gracia me hizo, era tan diferente al Malik que yo conocí.

Dio vuelta en algunas esquinas y caminó a lo largo de otros pasillos hasta que llegamos a un pasillo diferente, no sabia que era, pero el lugar se sentía frío.

Malik se detuvo y se pegó a un muro, yo hice lo mismo y me asomé solo para ver una inconfundible melena de león del mismo tono que el pelo de Malik, cuyo dueño era llevado a rastras tras una especie de puerta por dos tipos.

La curiosidad fue grande y me colé por entre la puerta, con Malik junto a mi.

Me congelé al ver la escena dentro.

Marik estaba atado de manos y pies con unas sogas, tan fuertemente amarradas que la piel se laceraba y sangraba al más mínimo movimiento. 
Estaba arrodillado sobre el piso, de espaldas al que, supuse, debía ser su verdugo: un hombre viejo con barba canosa y ojos color plomo. Este tipo calentaba una especie de cuchillo directamente sobre una de las tantas antorchas que había allí y luego se inclinaba tras Marik, para deslizar la filosa punta al rojo vivo por sobre su espalda.

Conocía las marcas, el secreto del faraón que Malik cargaba en sus espaldas. Marik ya las tenía, pero ese viejo las repasaba con toda la tranquilidad del caso, hiriendo de nuevo la piel morena.

Sentí movimiento contra una de mis piernas, lo que me sacó de mi estupor; Malik temblaba de miedo o dolor -no estaba seguro- aferrado a mi pantalón y mirando con todo el dolor del mundo reflejado en sus ojos a su otro yo.

—Padre... No... ¡Basta!

Ugh ¿cómo puede un padre hacerle semejante herida a su hijo, algo con lo que cargará de por vida, solo por una estúpida tradición?

En un acto de valentía, el pequeño Malik se separó de mi y corrió hacia ellos; su primera intención al parecer fue abrazar a su yami, pero lo traspasó como si de un fantasma se tratase.

—Detente... Por favor... ¡No lo lastimes más! ¡BASTA! —llorando intentó golpear a su padre, pero sucedió lo mismo que con Marik, aun así, el pequeño no dejó de mover sus manos empuñadas, llorando y rogando que dejara en paz a Marik —Marik, aquí estoy... Lo siento tantosnif... ¡Marik!

Me sentía pesado, como si mis pies estuviesen adheridos al piso, no podía moverme, sólo ver —Malik —murmuré con un tono de voz que no reconocí, no quería seguir viendo esto ¿cuanto más duraría esta maldita pesadilla?

Luego de unos minutos, Malik levantó la mirada hacia mí, justo cuando el viejo terminaba de re-tatuar la espalda de Marik —ayudame... Por favor... Ayudanos.

Fue lo que el pequeño murmuró, aun entre llanto, antes de que el viejo y él desaparecieran.

Al mismo tiempo, las sogas que sujetaban a Marik se trasformaron en serpientes, serpientes de cascabel, para ser más preciso.

Empecé a sentirme algo ahogado, el aire se tornaba pesado y me dificultaba respirar.

—...Ka

— ¿Podrías dejar de balbucear? Te hace ver más patético —exclamé sin verle a los ojos. No sabía por qué, pero no conseguía sostenerle la mirada.

—i... Ka —gruñí de puro fastidio y exasperación.

¡Necesitaba salir de allí!

Comprendía ahora como había nacido esa oscuridad en Malik; aquella furia, aquel desprecio. 
¿Cómo había soportado esa criatura vivir tantos años bajo tierra? Privado de la luz y calor del sol, del alivio de sentir la brisa correr, de escuchar la naturaleza a su alrededor.

"No se puede extrañar lo desconocido"

¿De dónde surgió ese pensamiento?
Keh, seguramente de alguna de esas aburridas clases de mi yadonushi, pero bueno, debía admitir que iba muy bien con el momento.

— ¡Demonios! —tan fácil me perdí en mis cavilaciones que no me di cuenta en qué momento una de esas serpientes reptó hasta mi pierna —alejense, malditas víboras —gruñí de nuevo mientras pateaba al animal hacia la pared mas próxima.

Grité, exasperado, cansado de estar en este maldito lugar y de estas estúpidas pesadillas.

Estaba por coger a Marik de los hombros y zarandearlo, de la pura frustración, ira e irritación que cargaba, cuando un tenue dolor extendiéndose por mi mejilla me hizo cerrar los ojos con fuerza.

—Kura... Bakura...

.

— ¡Bakura!

Una vez más, la dulce voz de mi hikari me jaló de vuelta a la realidad. Me senté de golpe en la colchoneta sobre la que recordé haberme quedado dormido, en una posición totalmente diferente a la inicial, y sentí tres pares de ojos sobre mí.

Miré primero a las bellísimas esmeraldas de mi Ryou, de nuevo me miraban con preocupación y angustia.

Simplemente lo jalé entre mis brazos, necesitaba tenerlo cerca, que su luz contrarrestara toda la oscuridad de ese maldito sueño.

— ¿Estás bien? —susurró mi pequeño, llevando cuidadosamente una de sus blancas manos a mi mejilla.

Recordé entonces la sensación que me había hecho despertar, una bofetada sin duda, aún sentía cierto escozor bajo  el tacto de Ryou, pero sabía que mi niño no pudo haberlo hecho. Ryou no era así. Él me abrazaría, me sacudiría, incluso me besaría para despertarme.

Entonces...

Miré a los otros dos que se hallaban allí, el enano semi-oculto tras Atem me miraba con curiosidad y algo de inquietud, el oji-vino por su parte me escudriñaba serio, alerta, como si fuera un animal salvaje recién enjaulado.

Su mano tensa me hizo comprenderlo.

—Tú —lo acusé mientras me levantaba, tocándome la mejilla para que él entendiera mi reclamo — ¿cómo te atreves? ¿Qué demonios, Atem? —estuve a punto de abalanzarme sobre él para regresarle el golpe cuando él me gritó de vuelta.

—Eso pregunto yo ¿Qué demonios te pasa Bakura? —exclamó —tu maldita magia estuvo a punto de llenar cada rincón de la escuela, otro poco y los decks de cada duelista en este colegio empiezan a cobrar vida.

—Bakura... ¿Tuviste otra pesadilla? —me preguntó Ryou en voz baja, acercándose con la intención de abrazarme, seguramente.

Pero para mi desgracia, los pelos necios alcanzaron a oírlo.

— ¿Pesadilla? —repitió el oji-vino.

Gruñí, justo lo que me faltaba, tenia al pendejo de Marik atosigándome en sueños y ahora al idiota faraón en el día a día.

—Grrr ¡Eso no te incumbe, faraón de pacotilla! —le gruñí de frente y tomé la muñeca de Ryou —vamonos a casa ya, yadonushi —dije firme, sin lugar a reclamos, tirando de su mano para salir de la azotea.

—Ah, Bakura, espera... —trató de calmarme.

—He dicho, vámonos —sentencié de nuevo y esta vez, Ryou simplemente me siguió callado.

Continuará...

 

Notas finales:

* Es Kura, ¿esperaban que fuera hacia la luz? 😹😹

Coño! Pase como un mes tratando de escribir este maldito capitulo, hasta que una noche yendo en la ruta a la estación de autobuses con mi mejor amiga, escuchando la musica en su celular, me dio idea para la pesadilla de turno de Bakura, si no, quien sabe cuanto más hubiese tardado en empezar a subir este fic... Ahora, ha pensar en la tercera pesadilla .... *suenan grillos* 
Fuck!


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