Cayo de trasero estrepitosamente mientras observaba con sorpresa a su hermano delante suyo, sus ojos parpadearon confusos, asustados de lo que apreciaban, negó casi de un modo inconsciente, viendo asustado sus manos más específicamente, dio un par de pasos hacia atrás aun gateando, no podía despegar la mirada del frente, trago duro, realmente estaba asustado
-n-no… n-no… ¡e-esto es mentira!- se dijo asustado, dando mas goteos hacia atrás como si fuera un cangrejo, se puso de pie con toda la velocidad que podía, intentando no romper en ningún momento el contacto visual… él no quería ver la verdad, el no quería aceptarlo y tampoco quería que la persona que tenía delante suyo se moviera… claro, ya no sabía quién era en realidad
-S-Sans por favor… trata de calmarte- pidió igual de asustado, tratando de llegar a su lado, extendiendo sus manos, Sans negó asustado, activando su ojo izquierdo volvió azul el alma de su hermano y enviándolo varios metros lejos; estaba asuntado, estaba en un estado de shock delante de lo que ha visto
-Sans ¡No soy tu enemigo! ¡No olvides!- y aquellas palabras le hicieron sentir un escalofrío de terror en todo su ser
-¡Cállate!- grito, lanzando un hueso que paso muy lejos de Papyrus, este observo la situación, Sans se estaba abrazando a si mismo aterrado, así que, viendo con la poca cordura que en ese momento le quedaba, Sans uso su magia y arranco con ayuda de esta el ultimo guante de Papyrus, encontrando su otra mano igual
-t-tu… tu eres…- su voz paralizada apenas podía brotar de su pecho, el terror se hacía más presente, Papyrus ha sido descubierto
El silencio se crea, Sans no puede más, cubriendo su boca con terror se tele transporta lejos, dejando libre el alma de Papyrus escapa a quien sabe dónde. Una vez libre, Papyrus mira sus manos con pesar, como si estas fueran la carga más terrible que nunca nadie pudo traer, soltó un cansado suspiro, observando los hoyos que tenía desde hace mucho tiempo… imagino que Sans en algún momento las vería pero, del mismo modo, no deseo que esto ocurriera tan rápido ni de ese modo tan… “incorrecto” a ojos del más alto. Un nuevo suspiro de cansancio se poso en su pecho y oculto sus manos con ayuda de sus guantes naranjas
-no olvides Sans… nunca olvides- susurro Papyrus, comenzando a caminar donde suponía que encontraría a su “hermano…”
-no olvides… que me perteneces
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Sans se abrazaba a si mismo, hecho un ovillo dentro de lo que alguna vez fue el verdadero laboratorio de ese sujeto, de ese monstruo tan cruel como los humanos, aquel que le había dado la vida y quien también lo había vuelto lo que era, el mismo ser que ahora se supone había desaparecido… él lo había acabado, el había hecho de todo para borrarlo de su existencia, de su verdadero mundo… e-el… él no debía de existir más que como un fantasma de sus pesadillas!
Se abrazaba, enterraba sus dedos huesudos lo mas que podía en su cráneo creándose rasguños bastante notorios, estaba aterrorizado, pasando por un ataque de pánico que le negaba a pensar las cosas de un modo certero, negaba una y otra y otra vez mientras se ocultaba en la esquina más alejada de la puerta, en la habitación mas apartada a la misma entrada del laboratorio… ahí… ni Gaster… o ese tal Papyrus lo encontrarían
Y ahí estaba otro ataque de pánico y terror… ¿A quién había estado protegiendo? ¿A quien había estado cuidando todo este tiempo? El cree… el siempre fue firme a su idea… Papyrus era su hermano, Gaster lo había creado en segundo lugar después de a él, Gaster también lo utilizaba para sus experimentos… Gaster le había dicho que era su hermano, ellos se habían tratado toda su vida como hermanos… eran hermanos…
Sans siempre vio las manos de Papyrus mientras estuvieron en ese terrible lugar, sus manos siempre fueron completas como las suyas, en ellas nunca hubieron esos huecos, esos chuecos que solo Gaster tenía en sus palmas ahora desaparecidas… ¡Papyrus no debía de tener esos huecos en sus palmas! Entonces ¿Por qué? ¡¿Por qué su hermano tenía algo así?! ¿Ese era su hermano? ¿Ese era su Papyrus? ¡No! ¡Ese no podía ser su Papyrus!
-¡Esto es un error!- grito alterado, rasgando con más énfasis su cabeza entera, su rostro, sus brazos, todo lo que pudiera rasgar lo hacía con fuerza, sangrando sus huesos y manchando sus ropas, Sans se quita un poco su chaqueta aun teniéndola sobre sus brazos, comienza a rascar con molestia cada uno de sus huesos, prefiere tener dolor, prefiere concentrarse en el dolor que en lo que cree que está pasando…
-¡Es mentira! ¡Papyrus no es Gaster!- grita aterrado, rasgando todo lo que puede y viendo como su propia vida baja a decimales por las heridas que se crea
Asustado de sus propios gritos y de creerse ser descubierto sale de su escondite y corre con todas sus fuerzas, aterrado buscando un nuevo escondite; por el miedo que lo domina no se da cuenta a tiempo que en todo momento fue seguido por el otro esqueleto… por el terror que le embriagaba no se dio cuenta que en todo momento fue guiado por el otro esqueleto y por el terror que cegaba sus acciones junto a su negación, no se dio cuenta a tiempo que al entrar en una habitación que nunca había estado ahí, la única puerta de acceso fue cerrada, sin ser el esqueleto mas bajo el responsable
Para cuando Sans se dio cuenta que estaba encerrado en una habitación que nunca había visto en el pasado, giro su mirada hacia la puerta, encontrando a ese otro esqueleto, aquel que posee la forma física de su hermano Papyrus, pero que posee en sus manos los huecos de Gaster. Se pego contra pared, temblando he iluminando su ojo en llamaradas azules, preparado para enfrentarse contra esa criatura a la que no podía distinguir ¿Era su hermano o era su cruel creador?
-¿Quién eres?- pregunta con lágrimas desbordando desde sus cuencas y apoyándose en la pared, no creía tener más fuerzas para soportar su propio peso por mucho tiempo más. Papyrus lo miro con pena, observando el manojo de nervios que sorpresivamente se había vuelto su siempre tranquilo y confiado “Sans”
Algo era seguro… “él” y Sans no querían que las cosas cambiaran, no querían volver a ese pasado y principalmente “él” no lo iba a permitir…
Dio un par de pasos, manteniendo aun una discreta distancia entre ambos, a cada paso que el esqueleto más alto daba, Sans se encogía en su lugar, finalmente cayendo de trasero al frio suelo y viendo con terror como el más alto extendía su mano justo frente suyo, el hueco en su palma podía verse perfectamente y una mirada apenada de parte de Papyrus… ¿Ese era su Papyrus? Sans está confundido, no sabe a quién está viendo realmente… pero la mirada apenada y triste que muestra cambia a una más tranquila y seria pero aun mostrando penar en esta
-confía en mi… y te haré olvidar- susurro de ese modo tan gentil que calo por un momento a Sans… no era la voz de Gaster, no era la voz de Papyrus… ¿Quién era él? ¿Qué cosa era él?
Sans solo pudo cerrar sus ojos presa de la fuerte confusión y el terror que sentía en ese momento… Papyrus bajo entonces su mirada, observando lo mal que se encontraba Sans, simplemente dio los pasos que le faltaban para poder llegar al lado del otro esqueleto, cargando con cuidado con su frágil existencia, lo lleva por la habitación hasta una cama y lo deposita con todo el cuidado del mundo. Se alejo un momento solo para poder observarlo y con el dolor en su pecho, se inclino para comenzar a besar sus cuencas cerradas
-no temas… yo te haré olvidar todo… mi pequeña creación- susurra suavemente, abrazando contra su pecho el cuerpo tembloroso de Sans quien, al escuchar su voz, su maldición… su verdadera esencia lucha por escapar… ¿El era Gaster? ¡No! ¡El no podía ser Gaster! Pero… ¡Pero tampoco era su Papyrus!
-soy yo… soy tu hermano Papyrus… solo, concéntrate en eso Sans- susurro, cargando con el cuerpo de Sans, Papyrus se sienta en la cama, recargando su espalda contra el muro y poniendo en sus piernas a Sans quien, temblando y con sus ojos fuertemente cerrados lucha suavemente por alejarse de quien le apresa posesivamente
Comienza entonces a besar suavemente su frente, cada centímetro de su rostro, lo estrecha con más fuerza al tiempo que sus dientes van bajando entre besos hasta su cuello, apartando la estorbosa chaqueta azul y parte de la camisa blanca que siempre porta, suaves suspiros florecen en Sans que, en su confusión se aferra al pecho de Papyrus, negándose a abrir sus ojos, asustado de abrirlo y ver en su lugar a Gaster que a su hermano… se niega a ver nada, no quiere ver nada
Siente movimiento y continúa escuchando la suave y serena voz de Papyrus diciéndole palabras tranquilizadoras, siente como una tela suave se posa en sus ojos, puede percibir el aroma característico de Papyrus en ella y eso le tranquiliza. Llama suavemente a su hermano… a su verdadero hermano, el otro esqueleto corresponde volviendo a sus poses originales, el más alto comienza a besar el cuerpo entero del más bajo, una sensación de dominación y poderío se cierne sobre Sans al sentir la manera tan tranquila y maestra en la que su Papyrus lo mueve tan expertamente, por un momento el temor le hace recordar a Gaster y Sans solo puede aferrarse con miedo a su hermano
-¡Papyrus!- llama entre sus jadeos y suspiros, lo llama al sentir como los huesos de ambos se acarician sin la intervención de la estorbosa ropa. Sans continua llamando a su hermano al tiempo que ambos se funden en uno solo, las lágrimas empapan la suave bufanda roja de Papyrus junto a gotas de sudor y los jadeos de ambos esqueletos… Papyrus quien en todo momento y con el siempre rostro frio e inexpresivo de su antiguo cuerpo observa los gestos y muecas de su creación, de ese diminuto esqueleto que deseo en más de un sentido, que ahora y para siempre y que desde siempre le perteneció
Sans no debía de olvidar jamás y no lo hizo, era algo que agradecía Gaster… nadie lo puede recordar más que su creación… nadie más que él tendría a Sans en todo el contexto de su ser y mientras su más oscuro y retorcido plan se consume junto al cuerpo del más bajo, observa como lentamente la tela que cubre sus ojos se vuelve la “verdad” que Sans desea conocer…
El ya no es mas W.D Gaster… él es Papyrus, el hermano de Sans y el poseedor de su cuerpo y su amor, nadie tendrá jamás la joya más preciada de aquel ser oculto tras una máscara de bondad, no dará a nadie su más valiosa posesión…
Y a la llegada de un nuevo día en el Underground, Sans despierta de un extraño sueño, sintiendo una tela suave ocultando sus cuencas y negándole a ver, por un momento el miedo le carcome ¿Qué estaba pasando? Al sentarse en su cama nota movimiento a su costado, pega un pequeño brinco y gira su rostro intentando ver algo, lo único que siente es una mano cálida rosando su barbilla y luego un suave clanck chocando contra sus dientes, un poco exaltado, escucha la voz ligeramente soñolienta de su hermano
-¿Cómo te encuentras?- la pregunta es suave, como siempre ha sido y aunque Sans tiene la ligera sensación de que algo “no es normal” responde positivamente, cuando Papyrus aparta la tela que cubría los ojos de Sans con una sonrisa conciliadora y tranquila puede apreciar como todo ha vuelto a la normalidad. Sabe de antemano que Sans no recordará la discusión de la vez pasada… sabe que Sans no preguntara nada mas pues él ha negado a que suceda, sus dientes colindan en un “beso” que rápidamente sube de temperatura ya exigiendo al más bajo de ambos a volver a la cama para ser acorralado por el más alto
El esqueleto más alto besa y “ama” al más bajo, llamándolo por su nombre, escuchando no su “verdadero nombre” sino el nombre de Papyrus… no le interesa, le gusta ese trato de parte de su amada posesión, sonríe y continua con su deseo desenfrenado, desbordando en su creación todo el deseo, todo su amor, toda su pasión…
Papyrus vuelve a colocar la tela roja en su rostro… le parece adorable que Sans no desee ver la realidad, prefiere que sea así… así, nadie lo arrancará de su lado jamás.