Prologo: Presentaciones e insinuaciones.
Tira la colilla del cigarro mientras camina rápido, cargando el maletín en el hombro, apurado chocando a un hombre el cual se queja pero al verle la cara retrocede. Sigue caminando rápido hasta por fin poner un pie dentro del instituto.
Fue transferido para el inicio del año, primer día, primera llegada tarde. Esto sería un problema al no haber estado en la presentación del año para los alumnos, seria tachado como un profesor irresponsable por los demás además de algún tipo de sanción por los directivos, pasa por los pasillos mientras revisa en su agenda cual sería la primera clase.
Mientras camina hacia el salón intenta prepararse, para tratar con adolescentes, para tratar con cualquier cosa que se le avecine, tantos años de trabajo hace que ya no espere nada acerca de los dichosos alumnos. Todos los años lo mismo, en todos los cursos, el perfecto, el insoportable, el que apenas se nota, los que siguen la corriente, el desorientado. La misma rutina, la misma vida año tras año.
La misma vida sin emoción de cada año, sin novia y menos esposa, sin mascotas, él y su departamento solitario con una maceta de una planta que le regalo su madre un día que fue a la feria, ni recuerda de hace cuanto la tiene. Ve la puerta con un cartel de 3er año y suspira cansado, ¿hasta cuanto seguiría esto?
“Hubiera querido que las cosas siguieran así por siempre antes que eso.”
Entra y ve como las chicas se ríen y corren a sus asientos, los chicos se empujan y se acomodan, uno que otro suelta una mala palabra y al final todos se encuentran sentados, algunos lo miran curiosos, otros con cara de;” ¿Este será mi profesor?” otros con indiferencia y después mira a un castaño sentado entre los primeros bancos, que simplemente no tiene una mirada fija, lo ve con una mirada desorientada, podría ser por sueño, desgano, cualquier cosa, le resta importancia y sigue.
Empieza presentándose mientras todos guardan silencio.
- Soy Iwaizume Hajime, seré su profesor de matemáticas todos los días a primera hora, empezare pasando lista y vayan presentándose – Escucha una que otra queja y empieza con los primeros nombres.
Las cosas van normales, uno que otro comenta su pasatiempo, de 23 alumnos cuando va llegando más cerca del nro. 19 escucha el murmullo de las chicas cada vez más ruidoso, pronuncia el nombre de manera lenta y fresca, un nombre corto y fácil de aprender.
“Un nombre que nunca olvidaría.”
- Tooru Oikawa – Lo ve pararse y hacer una ligera reverencia, le sonríe con lo que parece un gesto genuino, pero nota esa falsedad, y al ver esos ojos con los cuales se cruzó y creía perdidos. Ahora los veía como si estos le instigaran o dijeran, sígame.
- Espero que nos llevemos bien profesor – Se vuelve a sentar y todo continua con regularidad, pero esconde una sonrisa mientras ve como el mayor intenta cruzar miradas con el de manera, casi desesperada.
Las cosas transcurren con calma, sin ningún inconveniente al parecer, después de su hora hace el cambio con el profesor de Literatura, si no se equivoca se llama Sugawara o algo por el estilo, entra a un curso de 1er año y sigue la misma rutina que en la clase anterior, pero en esta no encuentra esos ojos.
En el descanso va hacia la sala de profesores, como era esperado tenía una sanción para ayudar hasta más tarde por unas semanas a los demás profesores con sus ocupaciones o a ayudar a guiar a los nuevos, también si en ninguna de estas cosas era necesitado que ayudara a alumnos respecto a su materia.
Luego de estar un rato escuchando a uno de los encargados, Salió de sala, en la cual no había muchos profesores, no andaban tan ocupados a pesar de ser inicio de clases, la mayoría se encontraba almorzando, nunca fue de llevarse con los demás así que fue a recorrer los patios más vacíos, a los costados y en la parte de atrás del colegio, en el camino encontró una máquina expendedora y saco un café.
Tal vez si hubiera tomado otro camino, o si hubiera vuelto por donde venia, no habría sentido esa sensación asfixiante sobre su pecho al verlo pasar frente suyo, como si el aire se volviera pesado al punto de que costara respirar al solo estar a su lado, al solo verlo a él, con una gota de transpiración bajando por su frente mientras se agachaba para sacar el refresco de la misma máquina que había usado el mismo hace un momento.
Oikawa Tooru.
Este al notar su presencia lo mira simple, sin ninguna expresión, como si los ojos que vio esa misma mañana hubieran sido una simple ilusión, como si todo fuera una gran mentira creada por su cabeza, ahora solo veía esos ojos turbulentos y nublosos, como si estuviera más en otro lado que ahí.
Y el aire deja de ser pesado, y de manera rápida se siente dulce, ve su sonrisa aparecer pero esa mirada no desaparece. “Esto está mal, mirarlo a el así está mal, no puedes estar con alumnos, está mal recuerda” Se dice a si mismo mientras intenta descifrar que significa todos esos gestos de parte de este alumno.
- Profesor… dígame, ¿Qué está pensando usted aquí en este momento? - Dice mientras con su dedo índice toca su frente. Y no puede evitar pensar que la gota de sudor que hoy estaba en su frente ahora baja por su clavícula izquierda donde puede ubicar un lunar - ¿Acaso piensa en esto? – Y mueve el cuello de su remera para mostrar más expuesta su clavícula y parte de su pecho.
- No… digo, ¿Qué haces en esta parte? – Por un momento se siente descubierto, se siente como si ese adolescente pudiera ver más allá con solo esos ojos.
- Está bien profesor, todos piensan en eso siempre, y está bien que usted también – Y toma su mano hasta colocarla sobre su cuello, donde siente la piel suave, sobre su mano callosa por el pasado.
De pronto suena el timbre, y el menor sigue sonriendo de manera tranquila, se separa lentamente de Hajime y se retira al gimnasio de donde salió, el no esperaba encontrarse a su profesor, pero mientras tanto aprovecho a dar los primeros pasos, él le pareció lindo, estar un par de veces con el seria divertido.
Mientras tanto el mayor se quedó en el mismo lugar, mirando su mano, y apretándola pensando en lo que dijo; “Todos piensan eso siempre”. Ahora si entendía a ese adolescente, era de esos que se metían con quienes querían porque simplemente podían, porque cualquiera le daría atención, y no iba a ser uno más de su juego, ya suficientes cosas como para ser juguete de uno más.
Volvió a impartir clases normalmente en salones de 2do esta vez, la misma rutina, sin esos ojos devuelta, sin esos ojos que no quería ver más. Al terminar por fin con las clases del día, se preparó y tomo sus cosas, saludo a unos encargados y se dirigió a la salida, los estudiantes de cursos más grandes salían a esa hora, solo los de 3ro.
Y lo volvió a ver, y volvió a ver esos ojos, pero esta vez no iban dirigidos a él, esta vez iban dirigidos a dos chicos frente a el, mejor dicho, a uno específicamente, y esta vez en esa mirada vio dolor, no se vio turbia como el agua, ni perdida, se vio claramente dolida.
Siguió su camino hacia su departamento, en el camino paro, compro cigarros y un poco de comida instantánea, saludo al perro que siempre estaba afuera del área departamental, paso por los pasillos, saludo a un vecino y logro llegar a su hogar.
Con un pie adentro se sentó en el suelo, pensando que, por primera vez, algo había cambiado, y pensando si sería bueno aceptar un cambio o no esta vez en su vida.
¿Porque no arriesgarse y tal vez ganar?