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De Dioses y Mortales por reydelosPK2

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Notas del capitulo:

Se me fue la inspiracion. pero beuno la estoy retomando. es una crisis mental, pero seguimos luchando para concluir esta historia. y sacar los otros libros. TT-TT

De Dioses y Mortales


El mundo que cree para ti. Primera parte.


Se miraron fijamente en medio de la nada. Yuuri no pudo creer que eso era lo único que quedaba de lo que conoció como Wolfram. Lo Diferente que era el antes y el después. Tan diferentes como el frio y el calor. Ese ser simplemente amaba la destrucción y la desesperación. Disfrutaba con la angustia, mejor dicho con su angustia. Y con el pasar del tiempo Yuuri se preguntaba si había algo que salvar de esa alma… Era doloroso, pero lentamente se convencía que no había nada por qué luchar.


-Pensé que habrías muerto…- repuso Wolfram con expresión aliviada, mientras caían en el vacío de las dimensiones y Yuuri trato de llegar a él y tocarlo, tratar de hablar con claridad y calma, aun se aferraba a la esperanza de que dentro de ese ser sombrío que ya ni se parecía mucho al Wolfram que conoció se hallaba el demonio de fuego que amo. Era difícil mirarlo y no sentirse culpable, molesto y desesperado- Aun es muy pronto para dejarte descansar…


-¡Wolfram!-Llamo molesto extendiendo sus manos en su dirección. Caían en la nada, en la oscuridad para así legar nuevamente a su dimensión y en ese espacio oscuro flotaba Wolfram paralelo a él, con esos cabellos antes rubios y ahora oscuros como la noche, con esos ojos antes esmeraldas y ahora rojo escarlata con los globos oculares negros, la piel antes blanca como al nieve ahora azulada cual cadáver. Y esos labios perdieron el color carmesí y se tonaron moráceos- ¡WOLFRAM!- nuevamente grito, pues añoraba despertarlo de ese trance, ese no podía ser ¡Su! Wolfram. La esperanza le gritaba que Wolfram estaba allí dentro en algún lugar y a hora que al fin había conseguido retazos de las almas de las otras dimensiones, debía llegar a él y despertarlo.


Wolfram miraba la mano de Yuuri estirarse, cada uno de esos dedos intentaban llegar a él, parecía que de tanto estirar terminarían rompiendo al piel. Desesperación, angustia, dolor... Rio satisfecho. Era así como deseaba verle: vivo y padeciendo.


-Disfruta tu mundo Maou. Yo lo estoy disfrutando- concluyo antes de desaparecer cual mariposas negras.


-¡NOOOOOO!- Grito Yuuri furiosos mirándole desaparecer nuevamente, era tan molesto. ¿Cuánto tiempo debería de esperar para volverlo a ver? ¿Se dejaría siquiera ver? ¿Cómo purificaría su alma si no se dejaba atrapar?


Antes de terminar de frustrarse, miro la luz abajo y supuso que llegaba a su mundo, a su verdadero mundo. ¿Cuánto tiempo habría pasado? No supo responderse.


Su memoria entonces recordó a Wolfram del mundo denominado envidia.


“No importa la dimensión, sigues siendo un idiota. Ni siquiera puedo decirte enclenque, ¡un idiota!”


Remarcaba molesto ese Wolfram. Rio.


De todos los que conoció le pareció sin duda el más fuerte y extraño. Y sí, si sintió envidia del Yuuri de ese mundo, pese a estar separados por culpa de los hijos del Soushu se mantenían juntos y firmes (Aunque Wolfram siempre negara amarlo, pues según el rubio habían cosas que no se podían perdonar y la indecisión del Maou era una de esas cosas)


Pena si sintió por ese Wolfram, sobre su hombro recaían las acciones sombrías que el yo de ese mundo no se animaba a realizar, el trabajo sucio como quien dice. Matar mujeres, niños… abandonar la piedad. Si… Ese Wolfram conocía perfectamente la guerra y seguía el lineamiento maquiavélico: el fin justifica los medios. Y su otro yo… El Yuuri de esa dimensión aún firme ante sus creencias idealistas. Respetando la vida de civiles, mirando desde un sitio seguro caer los reinos vecinos, destruirse su imperio. Incluso desterró a Wolfram y aun no se animaba a romper sus principios pacifistas. Era una extraña guerra la que libraban ambos: Yuuri una guerra moral contra los otros reyes imponiéndose como Maou. Wolfram una guerra física contra el Soushu donde solo tenía un camino… La destrucción.


“!El rey idiota!”


Así lo llamaba Wolfram mientras frotaba su cien leyendo sus cartas, para después mirarlo asesinamente.


“! Matarte seria poco…!” exclamaba el rubio terminando de leer la carta de su homologo, para luego mirándolo con algo de melancolía y nuevamente endurecer su expresión y lanzarle una mirada asesina “¿Cuándo dejaras el drama y te comportaras como un Rey?… Shinou cometió un error al nombrarte Maou, es verdad que en ese tiempo era necesario alguien suave con otro punto de vista, pero ahora con esta guerra, con dioses y demás… no necesitamos alguien de buen corazón…” puso un dedo sobre su frente “Necesitamos alguien decidido que valla hasta el fin del mundo cuando toma una decisión, alguien que nos salve o mate sin términos medios… es mejor que la duda que agonizar… Yuuri…” soltó un último suspiro “Me estoy cansado de esperarte y justificarte…” sintió el nudo en su garganta, mientras Wolfram miraba a la distancia a Marflow entrenando con Daniel “Quizás todo es mi culpa… quizás no debí esperar a que decidas algo, simplemente debí renunciar a ti desde el principio y…” Aquellas palabras no fueron para nada gratas, menos la conclusión de la oración “Debí suicidarme y destruir la llave. Quizás Soushu tiene razón… fue culpa mía”


Yuuri tomo su mano y trato de negarle tal afirmación, pero Wolfram lo detuvo negando con la cabeza


“Tú de alguna forma supiste que no debíamos estar juntos, tampoco separados… De alguna forma todo está en paz cuando estamos juntos pero no revueltos” se burló por fracción de segundos dejando relucir una sonrisa que para Yuuri alegro su día y luego lo ensombreció al desaparecer “Todo acaba cuando cruzamos la línea… o cuando decidimos dejarnos” se agacho y tomo algo de nieve entre sus manos y de repente se derretía dejando al descubierto una semilla que comenzaba a germinar “La vida prospera con el equilibrio, pero el equilibrio se destruye cuando cruzamos la línea o decidimos partir… Nunca fue nuestro destino… casarnos, formar una familia… solo fue mi egoísmo… y acepto mis culpas y mis pecados, pero tú también debes hacerlo… Tu destino es ser rey y como rey debes hacerlo mejor para tu reino y eso significa sacrificios y renunciar al egoísmo…”


Yuuri terminaba de caer en su mundo despertando de sus recuerdos y miraba el desértico escenario preguntándose si tendría la fuerza de ser un rey y no un hombre. Si podría renunciar a Wolfram, y a su vez le parecía tan injusto, El jamás hizo nada malo, siempre respeto la vida entonces: ¿Por qué debía perder lo que amaba? ¿Por qué debía sufrir de esta manera? No comprendía por que los malos ganaban siempre y los buenos eran pisados. El mundo, o todos los mundos y dimensiones estaban mal… no tenía sentido, entonces ¿Debía ser un villano para ser feliz?


Recordó la dimensión de soberbia y si, en esa dimensión él fue el villano que se impuso a Wolfram y término alcanzando la felicidad por más tiempo del que sus otros yo lo lograron. La dimensión soberbia. Esa fue quizás la más cálida de todas. Donde vio a Wolfram abandonar su orgullo y admitir que lo amaba y regresarle la felicidad de ser padre, sacarlo de la depresión y las drogas. Ser su ángel guardián. Convirtiéndose de un demonio egoísta a un ángel humilde y al final… negó con la cabeza, porque el final debía ser el mismo. ¿Por qué el rubio debía morir?


La dimensión gula le mostro a un rubio deprimente, un ser que solo vivía ahogando sus penas en la comida y era preso de la bulimia y la anorexia. Un ser que jamás podía reconocerse o medir su potencial, un chico que no podía amar pues no se amaba así mismo. Este vivió mucho tiempo, pero jamás pudo ser feliz y fue el Yuuri de ese tiempo término abandonándolo al hartarse de su enfermedad.


La dimensión Pereza. Mostro a un chico feliz de la vida hundido en su rutina, rutina que llego a romper y su mundo fue perdiendo el equilibrio hasta terminar suicidándose por no tener el control y no querer admitir mas opciones. Un chico cobarde, pero de buen corazón que prefirió la muerte antes de arruinar el matrimonio de Yuuri.


La dimensión lujuria. Fue divertida al inicio, pero ese chico jamás pudo ser fiel, se hallaba lleno de necesidad por ser amado y reconocido que olvidaba que si das todo gratis no recibes nada. Le miro caer en las drogas y morir.


Si… El Wolfram de la dimensión envidia se lo dijo claramente: “No esperes finales felices, se han contaminado…”


La dimensión Avaricia. Miro a un Wolfram en una dimensión similar a la suya. Escucho de su felicidad y la perdida de sus recuerdos. Miro anonadado como el rubio llego a ser feliz en otro hogar, otro brazos que no fueron los suyos y al llegar él y meterse en su vida por no desear perderle, saco a flote la verdad y cual agua de rio que llega al mar y la psiquis de Wolfram estallo destruyendo al hombre que mató a su hijo y lo uso para iniciar un guerra sin sentido, pero amaba a ese hombre de la misma forma que amaba a Yuuri. Eran dos personas en una. Su pasado y su presente, pero más fuerte que el amor a su pareja fue el amor a su hijo y su deseo de venganza… Pudo matar al asesino de su hijo, pero opto por renunciar a su venganza, al final pudo purificar su alma contaminada por la mariposa negra y entregar está a Yuuri. Mientras tomaba las manos del Yuuri de esa dimensión y rechazaba nuevamente la propuesta del rey de casarse, ofreciéndole solo su amistad, renunciando al amor y la felicidad y regreso al refugio donde cuido a los heridos y los niños huérfanos solo. Claro que cada cierto tiempo llegaban sus hermanos, Yuuri y todos los que siempre lo quisieron. Todos respiraron su decisión y así vivieron felices de extraña manera.


La dimensión envidia. Bueno esta fue la única que no se contamino, pero era claro que no fue una dimensión purificada, El Wolfram de esa dimensión ya se hallaba contaminado y era solo su voluntad, el amor a sus hijos y la casi muerta fe en Yuuri lo que lo mantenían firme. Era quien controlaba el poder de una de sus cajas del Soushu. Siendo él la nueva caja y su voluntad la llave. Convirtiéndose en la última caja, preso de una guerra donde todos deseaban verle muerto. Los hijos del Soushu para liberar al Soushu por completo, todos los reinos para evitar que el Soushu fuese liberado. Un Wolfram que luchaba para no sucumbir en la oscuridad, uno que aprendió a matar para no ser muerto, matar para proteger a sus hijos… uno que perdió el sentido de la esperanza pues siempre supo su final y el final de su hija.


“La oscuridad es lo único que me espera… mi alma se ha fundido con ella. Pero eso no significa que no pueda actuar lucidamente. Se diferenciar entre lo bueno y lo malo: la vida es buena, la muerte es mala. Me guio por la lógica y según esta me grita que amo a mis hijos, pues son la vida que cree con el ultimo retazo de alma pura que quedo… Lo siento, si no puedo ayudarte a recuperar lo que perdiste…” concluyo al notar que de las cinco almas que tenía Yuuri solo dos eran blancas y el resto negras, la suya también era negra y la de dimensión ira lo sería también. Quiso decirle que su empresa era inútil, que ese Wolfram por el cual luchaba jamás regresaría, aun si lo purificaba, no estarían juntos… los errores deben pagarse, el asesino siempre será asesino sin importar sus motivos.    



Buscaba en medio de las ruinas algo de comer. Las palabras de Shibuya fueron claras: dos horas y después zarparían con los que estuvieran.


Suspiro. Era difícil vivir en el mundo actual, una verdadera travesía para valientes. Los muertos eran el peor enemigo que tenían. No solo los muertos por batalla, si no también los muertos por enfermedad. La histeria era el pan de cada día. Cada herido era monitoreado con suma cautela, si no mejoraba y moría era quemado y las cenizas arrojadas al viento. No se salvaba nadie: personas, animales. Todo lo que estuvo vivo y murió debía ser cremado o de lo contrario volvería a la vida como un zombi. Era una batalla donde ya no existían países, reinos, fronteras. Simplemente era una guerra entre vivos y muertos. Lo malo era que los vivos tenían todo que perder y los muertos nada. Estaban programados para traer muerte.


Analizar cómo ocurrieron las cosas era difícil. Según lo que ella recordaba que sus padres contaban:


Hacía mucho tiempo existieron demonios, seres similares a los humanos, seres que controlaban elementos básicos (Agua, fuego, aire, tierra, y psiquis). Esos demonios alguna vez lucharon contra una amenaza llamada Soushu, un ser que era la acumulación de la oscuridad que buscaba el fin de la vida. En esta guerra humanos se unificaron con demonios dirigidos por Shinou lograron hacer un pacto con la misma naturaleza y vida del mudo y esta le cedió su poder denominado Maou. Ese poder pasó de gobernante a gobernante encargado de traer y mantener la paz. Cada gobernante desde ese momento fue conocido como Maou.


Recordó los cuentos de como el primer Maou gano y encerró al Soushu en cuatro cajas: la caja de agua con el poder del alma. La caja de tierra con la fuerza destructiva de la tierra, la caja de aire con el poder de las tormentas y la caja de fuego con el poder de reinar sobre la muerte.


Siempre creyó en esas leyendas, pues los zombis debían de venir de alguna parte y esas leyendas y cuentos eran la única explicación lógica de su existencia.


Tras la perdida y apertura de la caja de fuego se liberó al amenaza de los zombis que solo buscaban traer al muerte sobre la vida. Los demonios fueron los primeros que armaron el ejército de contraataque, buscaron detener la amenaza de muertos vivientes que aterrorizaban a todos, pero con el pasar de los años fueron cayendo, es imposible derrotar a un ejército que jamás se cansa, jamás se enferma, no tiene emociones… es imposible derrotar a un muerto, la única salida es reducirlos a cenizas. El Maou a cargo de ese entonces también fue perdiendo fuerzas y antes de perder las otras cajas, usando su propio poder de Maou absorbió su poder y sello en su propio ser, pero no fue lo suficientemente fuerte para controlar ambas energías muriendo lentamente.


Pero eso eran solo historias, miles de historias, como la historia de la guerra de los demonios de fuego. Una donde todos los demonios de fuego se armaron y dirigieron el frente de batalla contra los muertos vivientes, una batalla que dio esperanzas, pero las esperanzas se fueron apagando por culpa del rey de Amapola, Un reino de demonios de agua que por extraña razón simplemente traiciono a la alianza de los vivos y ayudo a los muertos. Pero el reino de Amapola comprendió que su rey se equivocaba y se levantó en su contra asesinándolo, sin embargo antes de su muerte su grito fue revelador:


-Solo obedezco a un dios, el me prometió…- no concluyo sus palabras fue decapitado.


Sí… cientos y miles de historias de la guerra eterna de los vivos contra los muertos. Tantas batallas donde morían demonios pues era la magia más efectiva que las armas y no deseaban arriesgar a que hubiera más muertos. Quizás todos recordaban con más detalle a los demonios de fuego que fueron los primeros en desaparecer, en especial a la última. Flama, Una chica de cabellera roja y carácter voluble, una chica que fue el ojo de atención por ser el último legado de fuego. La que acompaño al último Maou y sin dudar lo dejo y fue al frente de batalla montada en su caballo negro jurando a los humanos una victoria que jamás llego.


De los demonios de agua, quizás el que más méritos hizo fue Amadeo, el hombre de gran volumen que junto con la demonio de viento que llego a ser su esposa convertían el agua en retazos de hielo con filos cual navajas, cayendo a gran velocidad desmembrando a los muertos. Los carniceros solían llamarlos. De los humanos también se destacaron varios. Los hábiles espadachines, los genios que creaban armas muy peculiares, los acróbatas que atacaban desde los cielos… tantos héroes que no cabrían días en cien años para homenajearlos a todos, pero todos comenzaron a cansarse y otros a envejecer… lentamente murieron a manos del ejército de muertos vivientes que no hizo más que seguir creciendo y los vivos seguían disminuyendo.   


Ahora mismo ya no existía un Maou, ya no existían demonios, solo existían humanos que buscaban sobrevivir.


Ahora mismo ya no existían ciudades solo ruinas. Ahora mismo ya no vivian en tierra firme. Vivian en mar abierto, pues los muertos no podían nadar y se hundían en las profundidades del mar. El mar se convirtió en su refugio y prisión, los humanos necesitaban tierra firme para conseguir comida, para criar animales… Cada cierto tiempo se aventuraban a las costas para tratar de conseguir alimentos, pero cada década era más complejo, pues la misma tierra se desertificaba por culpa de los zombis que mataban la vida sobre esta. Las plantas eran destruidas, los animales, los insectos y sin saber cómo lentamente los lagos y ríos se volvían tóxicos.


De los más de 15000000000 que contaban sus padre alguna vez existieron en ese mundo solo quedaban un puñado de no más de 15000 en diferentes mares.


Shibuya era el último vestigio de los que llamaban un demonio. Era un hombre de mediana edad que dirigía las embarcaciones. Un hombre que apareció de la nada hacía menos de diez años. Un hombre que salvaron de un naufragio y por su valor y liderazgo se convertía en el capitán de la flotilla denominada Esperanza 4.


Aloe, la chica que buscaba comida y rememoraba la historia de la guerra miro el cielo tras sentir ese estruendo. Sus ojos solo miraron aun hombre cayendo y su piel se enrizo. Creyó que era un zombi, pero no entendía cómo podía caer del cielo, a semejante altura cualquier cuerpo se destrozaría, vivo o muerto no tenía sentido, peor aún el extraño parecía ileso de pie mirando el panorama. Los ojo de Aloe no terminaban de observarlo, aun sintiendo la sequedad en sus orbitas.


-Qu…qu… - trato de hablar al ver al extraño a veinte metros de su lugar girando en todas las direcciones y al descubrirla mirarlo le saludaba, aliviado de verla- ¡Aaaaaah!- Aloe no pudo evitar salir corriendo del lugar aterrada por el extraño que de la nada la perseguía gritándole que no temiera, que solo quería preguntar algunas cosas, saber ¿dónde estaba?  Y ¿qué tan lejos de Pacto de sangre se hallaba?. Pero decirlo era más complicado que hacerlo.


Yuuri apenas llego a alcanzarla y sujetarla del brazo cayendo sobre la chica que de la nada se congelaba mirándolo aterrado.


-No voy a hacerte nada- se disculpó parándose y alejándose de la aterrada muchacha para mirarla y elevar las manos en símbolo de paz- solo quiero saber cómo llegar a Pacto de Sangre. Necesito regresar a mi reino y solucionar las cosas- suplicaba y la muchacha perdía el miedo y se le quedaba mirándolo.


Alguna vez escucho de ese lugar, mejor dicho ese castillo: pacto de sangre. Y es que era el castillo que se construyó en honor al pacto entre Shinou y las fuerzas del mundo vivo cuando se le fue dado el poder del Maou.


-Pacto de sangre ya no existe- repuso la chica. Y de la nada se escuchaba entre las malezas secas el grujido de pisadas y gruñidos. Miro aterrada el lugar y noto a los muertos vivientes, entonces se olvidó del extraño y comenzó a correr lo más lejos que pudiera, recordando que Shibuya les advirtió que al atardecer partirían con los que estuvieran.


Yuuri miro a la chica correr aterrada en dirección opuesta al inicial. Y luego miro el proceder del ruido descubriendo a esos muertos vivos. Arqueo las cejas sin poder comprender como era posible que los muertos volvieran la vida. Esto sin duda le recordaba las películas américas de zombis. Deseo tener un arma y disparar  a la cabeza. Era el sueño de todo aventurero, pero luego negó con la cabeza, no era momento para eso. Elevo su mano. Era el Maou y necesitaba arreglar las cosas, no sabía por cuánto tiempo se marchó, pero sabía que esos muertos eran por causa de la caja de fuego, sentía el poder del Soushu.


El Wolfram de la dimensión Envidia se lo advirtió:


“Quiero darme por vencido pero sé que no debo hacerlo… si pierdo será el fin, los muertos se levantaran y será peor… A ellos no les interesa el poder, el dinero o alguien, ellos solo quieren destruir la vida…”


La chica sintió un resplandor y el impacto de energía sobre su cuerpo y giro a ver qué pasaba. Quedo paralizada al ver como de la mano del extraño salía llamas de fuego y los muertos quedaban reducidos a cenizas.


-¡Un demonio de fuego!- Exclamo mirándolo antes de caer desmayada. Eran muchos sustos y emociones para su frágil ser. Pese a ser una chica nacida en época de guerra, aun así ver  a un  demonio era mucho para soportar.


…                                                                                                             


Sintió el calor de una hoguera y el olor de comida, un olor dulce que abría el apetito de sus estomago manifestándose en grujidos existentes de alimento


-Hola- dijo Yuuri al descubrir a la chica de cabellera verde y ojos marrones, piel clara y cara pecosa despertaba mirando la hoguera y escuchando el grujir de su estómago.


-¡No me mates!-Grito aterra al verle


-calma. No voy a lastimarte- repuso Yuuri alcanzándole algo de comida enlatada para que comiera. Aloe miro las latas de comida con curiosidad, era la primera vez que veía ese tipo de comida, y olía algo tan deliciosos. La tomo sin dudarlo y cual muerto de hambre sin importar quemarse la lengua devoro veloz mente cada una de las siete latas que había.


Yuuri la miraba devorar cada lata y no dudo en reír al notar que la chica ya entraba en confianza.


Al concluir la última lata la chica le miró fijamente y no dudo en preguntar


-tu… ¿eres un demonio?-le miró fijamente, era el primer hombre de cabellera negra que conocía, y no solo cabellera negra sus ojos también era oscuros. Como decían en las leyendas, los demonios de cabello oscuro y ojos negros eran los más poderosos y también tendían a ser los Maou.


-No exactamente. Soy un hibrido… bueno… el Maou que vino de otro mundo- repuso pues así solían conocerlos en otros reinos- bueno ahora mismo regreso de otro mundo- rio poniendo una mano sobre su nuca. Aunque ya tuviera la apariencia de un hombre de edad media, no podía evitar ponerse nerviosos, algunas cosas informales le parecían algo vergonzosas.


-Ma… ¡Maou!- Exclamo Aloe asombrada dejando caer la lata de comida vacía que sujetaba en sus manos- ¡Maou!-Grito-¡¿De verdad tú eres un Maou?!- Preguntaba sin poderlo creer, aun si lo vio destruir a zombis, no podía creer que fuera el Maou.


-Exacto- repuso con algo de orgullo- de verdad te agradeciera si me dijeras o ayudaras a regresar a Pacto de Sangre


La chica se clamo un poco. Debía ser verdad. Debía ser cierto lo que ese hombre afirmaba ser. Sintió algo de alivio. Ese hombre era poderoso, luego miro el cielo y ya era noche, de seguro ya la dejaron. Suspiro mirándolo fijamente, si deseaba sobrevivir debía mantenerse cerca de ese hombre. Pero aun mirándolo y viendo que era un hombre de unos 45 años, se comportaba como un despistado y poco fiable, pero no, ella fue testigo de su fuerza, de cómo carbonizo a los zombis además tenía un bolso y allí miraba más latas de comida… “Mejor nos quedamos a su lado, hasta regresar a alguna embarcación”


-Así que el Maou…-susurro algo molesta- y ¿acabas de regresar…?- soltó cual reproche, pues era uno- ¿Dónde estuviste todo este tiempo?-Interrogo mirándolo furiosa. Pues si era el Maou donde demonios se metió estos más de cien años de guerra, donde estuvo cuando los demonios fueron erradicados de la paz de la tierra. Y por qué aparecía ahora como si anda pasara. La rabia lleno su sangre y las hizo hervir de furia.


-Bueno… eso…-repuso Yuuri agachando la cabeza- solo trataba de recuperar a alguien… Además no me fui por mucho tiempo, solo un par de semanas- excuso


La chica la miro fijamente, las coas no encajaban, el mundo no supo de demonios hacia 100 años, de Maou tampoco y ahora este aparecía y decía solo perderse por unas semanas


-¿Cuánto es unas semanas?-Repuso sin dejar de verle acusantes mientras sus manos se empuñaba tomando algo de tierra y se paraban para de la nada poderse frete a Yuuri- ¡Cien años!-Le grito arrojándole  arena. Pues si encajaba las palabras de Yuuri y la historia, el Maou se marchó por según él semanas y para ellos fueron más de100 años. Si el Maou no se hubiera ido o si hubiera acelerado su regreso, de tenerlo a él en la batalla quizás no vivirían este infierno- Ya no existe Pacto de Sangre, Shin Makoku o reino alguno. Todo fue destruido. Ya no existen demonios, ya no existían Maou y tu… ¡tú dices que te fuiste por dos semanas!-estallo en gritos de cólera y llanto- miles, millones de personas murieron…… mi padre, mis hermanos… todo lo que amaba fue destruido y apenas sobrevivo y tú dices un par de semanas- cayó sobre sus rodillas - ¡Nos abandonaste!


Yuuri quedo perplejo mirándola, mirando su expresión de furia, terror y luego dolor. Escuchando sus palabras que eran dagas en su pecho. Agacho al cabeza comprendido el significado de: ya no existen demonios… todos los amigo y familia que conoció en su mayoría eran demonios… todos ellos ya habían desaparecido y de los humanos supuso que también habrían muerto.  El silencio reino entre ambos.


-¿Al menos recupero lo que buscaba o a quien buscabas?-Interrogo curiosa pues no comprendía que podía ser tan importante para el Maou, al grado de abandonarlos.


-No…- dijo Yuuri agachando la cabeza- al parecer soy un fracaso incuso para eso…- lamento mirando el horizonte- dices que ya no existen demonios… ¿que 100 años han pasado?- Pregunto entre cortado sintiendo el nudo en su garganta- ¿y el dios y sus hijos?-Pregunto temeroso de la respuesta.


-¿Dios, y sus hijos?- cuestiono la joven- eso jamás ha existido que yo sepa esas cosas no existen más que en los cuentos


-ya veo…- lamento.


- si eres el Maou…- se volvió a sentar sobre el suelo- ¿Crees que puedas encerrar el poder de la caja de fuego nuevamente? El primer Maou pudo hacerlo


-Supongo que puedo tratar- repuso Yuuri pensativo, todo estaba relacionado con Wolfram, supuso que debía hallar alguna forma de regresarlo o detenerlo, ya no por su propio egoísmo y amor, sino porque la caja de fuego debía ser sellada y esa era la caja de Wolfram aunque… ya ni sabía si aun podía dar con el cuerpo del rubio, pacto de sangre o el dios. Era como llegar a un mundo desconocido y empezar de des cero, perdido en todos los sentidos.


-Los muertos viene del centro- señalo el interior de las tierras, de lo alto de las montañas. Parece que se esconden en ese sitio, pues siempre aparecen de dentro de las tierras a las costas. Algunos se hunden en el mar en su afán de atraparnos y matarnos, pero siempre del centro. Quizás allí se hallen las viejas ciudadelas o el castillo que usted busca. Después de todo este es el continente viejo, el hogar del último Maou que supongo fuiste tú…-repuso  y Yuuri miro comprendiendo con dolor el significado: “El último Maou” sin duda se referían a su hijo… su corazón se adormeció. Supuso que ya no tenía derecho de intentar salvar a Wolfram, su obligación era detenerlo o matarlo. Su reino lo necesitaba. Y no sería más un ser egoísta.


-Gracias, si quieres puedo llevarte con los tuyos para que llegues sana y salva


-Ya no existen los míos, todos se fueron en los barcos al anochecer. Es política zarpar sin importar quejar pasajeros. La seguridad muchos supera la de pocos- concluyo


Yuuri suspiro molesto, eso no debía ser así. Pero supuso que no era nadie para reprochar tal sistema, al parecer ahora mismo él era el estúpido Maou egoísta que se marchó en busca del alma a de su amado y dejo a su reino sumergirse en el caos.


Al amanecer comenzaron a caminar al centro de las tierras en dirección de las montañas, Yuuri podría decir en el pasado donde estaban, pero ahora mismo todo el paisaje era diferente al que recordaba, estaba perdido, y solo se guiaban por el sol.



Wolfram camino por el olimpo mirando divertido su hogar. Sin duda los recuerdos acudieron a su persona y rio recordando cada momento, sin embargo había cosas que aún quedaban pendientes.


Su venganza con Yuuri y su mundo había concluido, al fin el Maou retornaba y vería perecer su mundo y moriría con este. Al fin podría librarse de esa molestia.


Sin embargo el ex dios era más difícil.


Se sentó en medio de la nada y miro las seis esferas que tenía bajo su dominio. El ex dios aún tenía una. Le pareció algo irónico y una especie absurda, en decadencia… Por varios años espero reacción alguna de los otros dioses. Su intervención, pero solo se paseaban por las diferentes dimensiones y luego regresaban a sus olimpos. Comprendía entonces que a esos seres pocos les importaban los mortales, poco de su interés atrajeron por un tiempo y ya no intervendrían pues si arreglaban las cosas arruinarían su diversión. Ese apocalipsis reportaba un sinfín de emociones: Amor, odio, venganza, desesperación, esperanza… en fin. Un deleite para sus gustos. Wolfram no recibió reclamo alguno de los otros dioses solo su visita curiosa que no duro ni un segundo. Parecían más emocionados en ver que más podía hacer a intentar detenerle o concientizarle. 


Criaturas absurdas y decadentes, así  los considero mientras cerraba sus ojos recordando el último encuentro con el dios.


-¿Realmente es esto lo que quieres?- interrogo indiferente. Wolfram rio contemplándole mal herido, con un brazo colgando y las manchas negras sobre su piel casi cubriendo en totalidad si color original.


-No…- Wolfram fue honesto, no era lo que deseaba. Lo fue en un inicio cuando les vio padecer, se sintió satisfecho, pero ahora mismo anhelaba algo más. Su ser se sentía vacío y eso le disgustaba. Sentir que le faltaba algo y no saber qué.


El dios rio mirándole fijamente.


-Alguna vez me sentí igual…- fue sincero y Wolfram le miro incrédulo -Con el pasar de los años… los milenios tu cuerpo se adormece y todo pierde sentido, por eso les vemos y nos cansamos, pues no comprendemos sus acciones. No nos conviene. Somos dioses, inmortales… Sus actos jamás tienen sentido-


Wolfram rio mirándolo.


-Es verdad, lo mejor es ignorarlos, pero la pregunta aquí es saber: ¿Por qué no lo hiciste? ¿Por qué llevaste las cosas hasta este extremo? - Interrogo, pues por más que ejecutaba su venganza y se sentía satisfecho por la oscuridad que generaba no encontraba una razón, no conociendo a los dioses para que ese Dios procreara tres hijos con él. Para que amenazara con mantenerle en el olimpo si perdía el juego. Puede que de mortal su limitada compresión no le dejara analizar el porqué, pero ahora que era un dios oscuro sabía que debía haber una razón, pero el ex dios no se la aclaraba y el no entendía.


-¿Porque me golpeaste…?- Respondió con otra pregunta el dios tranquilo mientras su cuerpo se cicatrizaba. Pese a la diferencia de poderes, el dios jamás se mostraba temeroso o buscaba huir, siempre lo confrontaba y quedaba hasta que el rubio terminaba marchándose molesto por no entender su proceder.


-Esa no es una respuesta… Ahogabas al Maou… ya estabas en la tierra- renegaba Wolfram flotando y mirándole molesto


-Y fui a la tierra para obligarlo a forzar una guerra… tenía sentido que no ambicione el cambio. Imponer el dolor y la desesperación es normal para generar una guerra y mantener la rutina del mundo. ¿Y tú? ¿Por qué golpeaste a un dios?-  Wolfram esquivo su mirada y grujió los dientes, jamás volvería a decir esa palabra. La odiaba, odiaba todo lo referente  a su otro yo. A ese ser débil que erradico de su ser. Al iluso. Ahora era un dios, el amor, la venganza eran cosas que perdían sentido. Era un ser inmortal y como tal debía ser frio y ajeno a emociones mortales. Si torturaba al Maou era por cumplir con su pasado. Demostrar su supremacía y que nada volvería a dañarlo y que nadie y nada significaba algo para su persona. 


-Te diere la razón- Repuso el dios -Por amor…


-¿Amor?- comenzó a reír a carcajadas -Acordamos acordar que esa cosa no existe. Lo comprobamos


-Es verdad- respondió el dios riendo satisfecho de lo que poco a poco comenzaba a despertar en el nuevo dios oscuro: Desh como solía llamarlo cuando lo capturo en el olimpo -No lo hiciste por amor, fue por orgullo. Y fue por mi orgullo que decidió tener descendencia contigo


-Ridículo…- Concluyo Wolfram rodando los ojos y de la nada el ex dios aparecía frente suyo y le daba un beso casto -¿Y eso?- Pregunto Wolfram mirándole indiferente antes de sentir como era atravesado por una espada.


-Solo un recordatorio…- concluyo, mientras Wolfram extendía su mano y le lanzaba una bola de energía que lo atravesaba dejándolo quemado casi por completo. Quizás podría matarle y acabar con ese asunto, pero… simplemente no podía. Deseaba saber el ¿Por qué? No las excusas que anteponía el ex dios.



Jeu miro a su padre recuperándose. Negó con la cabeza, era muy arriesgado provocar a su madre, más ahora que la enfermedad de su padre estaba tan avanzada, pero supuso que no dependía de él, suficientes problemas tenía con tratar de ubicar al Maou y evitar que todos los humanos murieran a manos de los zombis. También debía encontrar alguna manera de encerrar al Soushu y eso estaba complicado. Se sentó sobre el suelo mientras su padre se ponía en pie y aun con la piel abierta mostrando cada tejido le miraba.


-¿Ha regresado?-Preguntaba tranquilo y su hijo menor alzaba la cabeza y le miraba arqueando la ceja


-El Maou si regreso, pero eso es lo que menos me preocupa hora- repuso Jeu- No colmes la paciencia de mama que puede matarte…- concluyo poniéndose en posición de loto


-No lo hará- repuso el ex dios desapareciendo y dando su última orden- Guíalo, el juego aun no acaba


-¡Que el juego aun no acaba!- renegaba Jeu, molesto por la situación- dejen de jugar y asesinar… A este paso ya no habrá lugar al que regresar- concluía desapareciendo de ese sitio para ir a Shin Makoku en busca del Maou.


Podía ya tener apariencia adulta y pensar y razonar como adulto, pero no entendía a su padre. Bueno si quería regresara a su madre a lo que fue y sabían que necesitaban que el Maou trajera los retazos de alama de las otras dimensiones, pero también sabía que estos estaban contaminados. Su madre no era tonto, se antepuso a las intenciones de su padre y el Maou.


 


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