Se dice que los omegas son seres débiles. Lamentablemente es cierto.
Cuando un cachorrito nace, no es difícil saber si es alfa, beta u omega, hace tiempo que inventaron una sustancia, que al ponerla en las manitos de los bebés cambia de color. Rojo si es alfa, amarillo si es beta, y azul si es omega.
Los betas no tienen un lazo con sus padres, como es el caso de los omegas y los alfas. Estos dos géneros, al nacer, pueden sentir de alguna manera las emociones de sus madres, a la vez que sus madres pueden hacer lo mismo. Tienen menos dificultad para encontrarlos si estos se llegan a perder, y aquellos que tienen las uniones más fuertes incluso pueden leer algunos pensamientos.
El problema surge años después, más o menos a la edad de 11 años. Cuando se cumple esas edad, poco tiempo antes del primer celo, el lazo maternal se rompe, tanto alfas como omegas sufren muchísimo dolor, es la primera vez que experimentarían la soledad.
Luego de ese suceso, los alfas se recuperan, y pueden volver a formar un lazo sin mayor problema. En caso de que un nuevo lazo se rompa, estos no suelen tener mayor problema, pues se acostumbraron de la primera vez. Pero los omegas… son otra historia.
Un omega solo sobrevive a la ruptura del lazo una vez. Si un alfa rompe el lazo de pareja, el omega inevitablemente muere de dolor.
Aquí es donde comienza nuestra historia, pues Yuuri, es un omega, que sobrevivió a la ruptura del lazo maternal, y que tiene perfectamente claro que no correrá la misma suerte dos veces. Tiene miedo de formar el lazo, pues romperlo tampoco es demasiado difícil, basta con que una de las dos partes niegue el lazo, o que otro alfa lama el lugar de la herida y listo.
¡Miles de omegas mueren al año por ruptura del lazo! Una muerte lenta, dolorosa y tormentosa. Recuerda cuando tenía 11 años. El dolor, y desesperación de sentirse por primera vez solo. El olor de su madre ya no estaba impregnado en su cabello, y su pecho quemaba, para luego sentirse cada vez más frío hasta desmayarse. No se imaginaba ese dolor hasta morir.
Por eso, cuando Yuuri con 16 años decidió entrar a una escuela lejos de su hogar, también tomó la decisión de hacerse pasar por beta. Todos en Hasetsu le dijeron que en ese pequeño pueblo no podría sacar a relucir su brillante potencial, que una escuela de mejor calidad en la capital era mejor opción para él. Por supuesto que organizó su estadía y financiamiento con sus padres, pero hay un detalle que no les dijo.
Sus padres iban a pagar todo lo esencial, pero Yuuri trabajaría para tener dinero que gastar en ocio, pero no les dijo que ese dinero además era para aquello que no les mencionó, para una cantidad más grande que la necesaria de supresores.
Si toma 5 supresores al día en vez de uno, el olor a omega desaparece por completo, sería un beta normal, común y corriente ¡el plan no podía fallar!
¿cierto Yuuri?