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El gran "pero" por Aomame

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El gran "pero"

Desde que tiene memoria, James Buchanan Barnes, ha tenido un éxito rotundo con las chicas.  Educado con la sobriedad propia de la primera mitad del siglo XX, Bucky, como lo apodaría su mejor amigo de toda la vida, era considerado un caballero. Nunca insultó a una niña, ni se peleó con ellas, jamás les arrebató sus muñecas o tiró de sus cabellos. Siempre amable, siempre atento. Y si a eso le sumaban que siempre fue el chico alto y fuerte de la clase, de transparentes ojos azules y sonrisa traviesa. No había en teoría un solo “pero” que se le pudiera poner.

Es así que,  su primera novia la tuvo a los cinco años, no podemos hablar de una gran relación, repito, tenían cinco años. La chica era una niña del vecindario con la que él y Steve, su mejor amigo, y otros niños, jugaban por las tardes en la calle frente a sus casas. El recuerdo que Bucky tiene de esa relación fue que el día siguiente, después de hacerse novios, Steve se cayó mientras corría y se raspó la rodilla. Steve lloró, era más pequeño que Bucky, y que todos. Siempre lo molestaban y Bucky estaba seguro de que alguno de esos otros niños, le habían puesto el pie. Dejó a su novia jugando canicas,  sola, y corrió a ayudarlo. Su noviazgo no duró ni un día.

La segunda novia oficial que tuvo llegó dos años después. Le había hecho un barco de papel y juntos se disponían a probar si flotaba en una tina de agua. Steve había querido ver, porque le gustaban los barcos y nunca podría viajar en uno porque le daban nauseas. Así que estaban los tres, acuclillados frente a la tina, cuando una gran pelota roja se estrelló en la nuca de Steve y lo mandó directo al agua. Bucky dejó a su novia para sacar a Steve del agua, pelearse con los culpables y después, pasar dos semanas sin salir a jugar, porque Steve estaba enfermo en casa, y prefería ir a cuidarlo. Su noviazgo duro una semana… casi.

La tercera novia real fue a los doce. Steve y él, tenían clases diferentes, y salían en horarios diferentes. Bucky solía esperarlo en el patio, y cuando por fin tomaban camino, se acercaban al colegio de niñas. Una tarde, mientras esperaba  que Steve saliera de clase, el maestro de éste se le acercó y le dijo que su amigo había tenido una crisis asmática y que se lo habían llevado a casa. No lo pensó si quiera, olvidó su cita con su novia y fue directo a casa de Steve, dónde tía Sarah, le dijo que lo habían llevado al hospital. Ella iba  de salida hacia allá con un cambio de ropa para su amigo, así que la acompañó. Su chica no quiso hablarle más, después de un mes de ausencia total.

A los quince, Steve se peleó con un tipo más grande que él,  y le había lastimado el brazo y  roto la nariz antes de que Bucky llegara y lo ayudara. Después de eso, se sentaron juntos frente a la apuesta del sol, mientras reían con sus respectivas heridas sobre la piel, disfrutando de sus victorias. Esa tarde, sin que lo supiera, su novia había terminado con él por dejarla plantada en la feria.

Bucky se rindió ante esas situaciones, por más que Steve siempre procurara dejarlo solo y darle su espacio, él nunca estaba tranquilo sin su amigo alrededor. Siempre pensaba que estaría metido en algún problema, o que se había desmayado en algún lado, o un ataque de tos… lo que fuera. Así que optó por las citas dobles. Era más sencillo así. Aunque Steve era bastante tímido y las chicas, algunas veces, eran más altas que él. Aun así, siempre terminaba peleándose con sus novias, tarde o temprano le salían con el ya clásico “¿Hoy también vas a ver a Steve?” No es que les cayera mal, de hecho, decían que era un chico agradable. Steve no podía caerle mal a nadie, al menos, es lo que Bucky siempre ha pensado. Pero por alguna razón, el tiempo que les daba a ellas no era suficiente, y jamás estuvo dispuesto a dejar de lado el tiempo compartido con su mejor amigo. Vamos, que las novias van y vienen, pero un amigo de verdad, sólo se tiene una vez en la vida.

Luego vino la guerra, todos conocemos la historia. El cambio de Steve, su propio cambio. Sí, muchas cosas habían cambiado, el tiempo había pasado, pero había algo que se mantenía inmutable como si se encontrara protegido por un escudo más fuerte que el del capitán América. Él y Steve seguían siendo amigos, hermanos por elección. Siempre hombro con hombro en dónde y en lo que fuera.  Y eso era todo lo que tenían seguro, lo único a lo que podían asirse en los momentos más oscuros. Él tenía a Steve, y Steve lo tenía él. Hasta el final de la línea.

Ahora,  Bucky sigue teniendo éxito con las chicas, Steve también. Ninguno puede quejarse de que les hagan falta.  Bucky tiene novia, y no cualquiera, una peligrosa viuda negra.

—Tenemos el día libre—le anunció Natasha.

—Más bien, noche libre—corrigió él. Ella había tocado su puerta apenas hace dos minutos y se ponía cómoda sobre el colchón de una cama que Bucky odiaba. Nunca podía dormir bien en ella.

—Tanto mejor—ella sonrió levantando la ceja con una insinuación que no pasó desapercibida para él.

—Sí, pero…—titubeó un poco, porque aun cuando no quería negarse, ni tenía las intenciones, tenía un compromiso previo—, estoy esperando a…

Justo entonces tocaron a su puerta. Steve estaba del otro lado con un cuaderno de dibujo entre las manos.

—¡Hey!—lo saludó y Bucky sonrió dejándole pasar —. Hola, Natasha.

—Hola, Steve—la pelirroja bajó los hombros en signo de derrota y se dejó caer sobre las almohadas.

—Mira, Bucky tengo lo que me pediste.

—A ver— tomó el  cuaderno. Eran dibujos de cómo podía ser su traje o en palabras de Steve, su uniforme. Quería algo cómodo, funcional, el chaleco que usaba antes estaba bien, con algunos ajustes— Está bien, pero lo quiero en negro, siempre en negro.

—Negro será… le puedes decir a Tony lo que quieres, es más fácil.

—¿Crees que quiera?

Ellos hablaban de trivialidades que Natasha no estaba para soportar. Estaban tan preocupados por un maldito traje que hasta hacían bocetos, qué clase de hombres eran esos.

—Puedes conservar la estrella en tu brazo. Se ve bien.

—Sí, pero ¿qué tal si  cambiamos sus colores?

—Claro. Que sean como los míos—bromeo Steve.

—Eso me gustaría. Soy del equipo del capitán—dijo Bucky riendo.

Natasha se incorporó y con una mejilla en la mano, vio cómo se reían y bromeaban, demasiado inmersos el uno en el otro. Era tan exasperante.

—¡Steve!—dijo de pronto, incorporándose de la cama.

—Sí, dime, Natasha.

—¡Fuera!

—¿Eh?

Y antes de que Bucky o Steve pudiera pestañear, el rubio estaba del otro lado de la puerta por fuerza de la viuda negra.

—¿Natasha, qué…?—comenzó Bucky.

—¿Cuánto tiempo más piensas pasar con él?

—Sólo estábamos…

—¿No puedes dejarlo para después? Para algún momento en el que yo no esté.

—Bueno, no es como si tú y yo nos viéramos mucho…

—¡Precisamente!

—Pero es qué Steve…

—Steve, Steve… ¡Pues vete con él!

Y en menos de lo que dura otro pestañeo, Bucky estaba fuera de su propia habitación con el cuaderno de dibujo en una mano e intentando averiguar cómo es que lo habían sacado tan fácil de ahí. Y a todo eso ¿Steve ya se había ido?

—¡Hey! ¿Todo bien?

No, por supuesto que no. Steve siempre sabía cuándo quedarse. Tal vez no cuando irse, pero a Bucky, eso nunca le había supuesto un problema. Él seguía ahí, de pie en el pasillo. Bucky sonrió y asintió vehementemente.

—Vamos por algo de comer ¿quieres?—le dijo pasando su brazo por los hombros de su amigo, una tarea no tan sencilla como lo era antes.

—¿Seguro? Sí, vamos.

Podría decirse que James Buchanan Barnes siempre ha tenido un éxito rotundo con las chicas, pero, ciertamente, no es como si eso le interesara. 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. 

Stucky, oh sí!! <3 <3 

Me insipiró un poco la canción "Me, you and Steve" de Garfunkel and Oates. Algún día haré un fic más largo, con más intento de comedia y más larga con esa canción. Es genial! 

Hasta la próxima! 


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