Cuando sus miradas se cruzaron por primera vez fue durante un concierto de bandas de rock, él era el vocalista de una de ellas, sus ojos oscuros rápidamente lo atraparon, durante los 4 minutos y poco más de su presentación sus miradas no se despegaron, mientras su corazón comenzaba a latir apresurado y su rostro comenzaba a tomar un lindo color carmín.
Una copa como invitación fue el inicio de aquello, su pose relajada, su voz grave y su habilidad para mantenerlo dentro de la burbuja fueron solo unas pocas cualidades que lo hicieron comenzar a caer, pero… ¡Oh pobre tonto de él! ¡Tan ingenuo! ¡Tan inocente!, no fue capaz de ver a través de la oscuridad de sus ojos el poder que fácilmente podía aplicar en él y hacerlo caer a sus pies sin oposición alguna.
Su relación comenzó bien, eran buenos amigos que habían terminado teniendo sexo después de algunas copas compartidas, pero lentamente la relación fue mutando, de pronto las escenas de celos llegaron a su vida, los desprecios, los insultos, las constantes peleas, su vida lentamente se vio rodeada de aquella oscuridad brumosa, pesada y aplastante.
Cuando JongWoon le mostraba una puerta abierta para salir de esa constante ansiedad, de ese temor paralizante en que lo había hundido, lo lanzaba de nuevo al vacio cerrándola en su cara, oyendo tras ella las risas sínicas que le dedicaba, mientras su aliento de volvía más y más pesado.
Sabía en el fondo que aquella no era la intención del mayor, no quería dañarlo, pero, ¿Cómo le explicaba a su corazón aquello?, si las muestras constantes de maltrato brincaban a vista de todos a su alrededor quienes repudiaban su cobardía para huir de aquel tirano. ¿Cómo les decía que detrás de aquella careta de chico malo, estaba un alma rota que pedía a gritos ayuda?, él solo podía pedir al cielo que tuviera misericordia.
- Por favor JongWoon, ten piedad de mi pobre corazón- suplicó a la noche oscura, mientras aquellos labios recorrían su pecho de forma casi violenta, siendo ignorado por el dueño de los mismos.
Noches enteras había pasado viajando de un lado de la ciudad al otro, solo para estar un poco más cerca, solo para poder correr a su ayuda en cuanto su teléfono timbrara y la pantalla marcara aquel nombre maldito, en alguna ocasión esperando aquel desesperado llamado, sus ojos contemplaban el firmamento y se preguntaba si realmente estaba cuerdo, porque según su raciocinio no era así, nadie sano correría por la ciudad solo para salvar a quien no lo quiere.
Tampoco estaba pidiendo el cielo, la luna y las estrellas en sus manos, solo pedía honestidad, solo eso, quería darle un nombre aquello, no eran amigos, no eran amantes, no eran siquiera follamigos, eran algo más, algo en ese medio borroso y gris, su orgullo era su mayor fortaleza y debilidad, no quería perderlo por completo por estar paseando en una cuerda floja sin al menos una pequeña luz guiando su camino.
- ¡Deja de jugar conmigo!- gritó en medio del departamento parando los pasos ajenos a la cocina- No quiero ser otro de tus malditos títeres, con los que juegas sin ver más, yo se que tus intenciones son las mejores, yo sé que no quieres romper mi corazón, sé que no quieres que me aleje como todos a tu alrededor, pero por favor- dijo rompiéndose en llanto, mientras sus piernas cedían ante su peso, cayendo al suelo- por favor, te lo suplico, déjame libre.
-K-KyuHyun…- murmuró paralizado en medio del camino, viéndolo llorar, dejando ver su orgullo herido, su corazón roto y sus esperanzas muertas.
-Todo el aire de mis pulmones, la piel que cubre mis huesos, mi vida si es necesario, estoy dispuesto a sacrificarlo todo, e incluso con gusto lo hago doble, pero déjame libre… tenme piedad- suplicó viéndolo entre las lágrimas que caían rasgando sus mejillas, perdiéndose entre sus ropas.
JongWoon apretó sus puños y bajó su mirada, negándose a hacerlo, no podía dejarlo ir, simplemente era demasiado egoísta para aquello…