Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Blues de Justine por albert2822

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes de este fic no pertenecen. Pertenecen a su autor y creador.

Notas del capitulo:

Hola a tod@s,me alegra poder traerles una nueva historia después de este par de meses de descanso. Una historia corta, repleta de sentimientos y narrada con muchos de ellos que espero simplemente os guste.

Además, está escrita en honor a una pareja que creo que es con la que más cercanía tengo en mi vida, tal y como se ha dado su historia. Etsa pareja es la de Freed y Laxus. Por eso pienso que este fic, de dos capitulos, tendrá mucho de Freed y mucho de mi.

 

Espero que os guste y, si es así, comentar que siempre es bien recibido.

Yo, Freed Justine, quiero morir. Existe esa típica costumbre que dice que todo ser humano tiene malos días en su vida pero que cuando te vas a dormir, mejora a la mañana siguiente. Pues debo de haber soñado que he dormido, cosa que es una incoherencia, porque mi vida sigue siendo una mierda, ¿verdad, Ever? De acuerdo Freed, estás mal, no es muy normal llamar a un vaso sucio con restos de whisky aguado por el nombre de tu mejor amiga. La noche había sido dura, y más cuando no pude ahogar mis penas en los brazos de mi compañera que se encontraba de escapada romántica con Elfman, aunque quisieran llamarlo misión. Ellos sí pueden ser felices pero yo no… Joder, ¿qué te he hecho karma?, ¿cuántos gatitos negros he debido de haber visto en mi vida y cuantos espejos he debido de romper para merecer esto? No lo sé, pero ahora eso es irrelevante cuando uno tiene pensado mandarse al otro barrio. Pero, ¡es que ha sido tan repentino, joder! No se puedo pasar de la más grande felicidad del mundo a la desolación más abismal. No se puede, eso no se hace a un ser humano. Si estás ahí, Dios, Alá, Budha, Demetrio o quien seas, que sepas que pienso patearte el culo cuando suba ahí arriba. Lo haré, y muy pronto a este paso. ¡¿Pero que es este vulgar vocabulario y estas ideas de matón de barrio que se te pasan por la cabeza, Freed?! Debe de perdurar todavía el efecto de las botellas de whisky y tequila de anoche. Y ¿ahora en que estoy pensando?, ¿a quién le importa los modales en un momento como este? A la mierda… toda la vida intentando ser políticamente correcto, seguir las normas y para qué, para quedarme solo con mi único amigo, un vaso pringoso, abarrotado de pañuelos estrujados concienzudamente tirados por el suelo y sentimientos echados en un abrir y cerrar de ojos por la papelera. Si no hubiese abierto esa puerta anoche, todo esto no habría ocurrido. Pero ¿qué digo, soy estúpido o qué me pasa? Pensando que esto se podía evitar con no abrirle la puerta a él, imposible. Además, jamás me negaría a dejarle entrar en mi casa, en mi vida. Ya vale, Freed, ya has aceptado que tu vida es una mierda y que no tienes lo que hay que tener para mandarte al otro barrio -ya que si no lo hiciste en toda la noche, ahora ya para qué, sería manchar la alfombra por manchar- así que ahora aguanta tus lloriqueos de adolescente enchochada, ponte tus mejores galas, muestra tu mejor sonrisa y dales la enhorabuena a la feliz pareja por su compromiso.

Que incrédulo era si pensaba que podía actuar como si nada hubiera pasado, como si estuviera de acuerdo con esa repentina, destructiva y sobrante noticia. Pero ahí seguía, intentando autoconvencerme de poner buena cara mientras estrangulaba con mis manos el paquete y los pocos pañuelos que habían sobrevivido a mi fiesta de llantos de la otra noche. Pero, al final, eso hice. Me vestí con mi mejor traje, me arreglé lo más que pude, me perfumé para atraer hasta las moscas y salí por la puerta. Aunque entre arreglo y arreglo, alguna botella llena de aire más que de bebida sufrió la trágica suerte de cruzarse entre mis ojos y mi ira, quedando estampadas en una de las paredes de ladrillos y tejiendo una alfombra de cristales en el suelo. Pero aún así, salí con la mejor de las sonrisas al tan no esperado acto funeral, quería decir, nupcial.  

Parecía que el mundo estaba dispuesto a ir en mi contra. Los pájaros cantaban una dulce melodía, el sol relucía en lo alto del cielo, las calles de Magnolia abarrotadas de alegría entre las conversaciones de sus habitantes y yo ahí, sonriendo y muriéndome del asco a la vez. Sí, por si alguien lo dudaba, algo así puede pasar. Es la misma sensación que tengo cada vez que una zorra se acerca a mi… Mierda, tendré que acostumbrarme a compartir el pronombre… Lo conozco desde hace tanto tiempo, le sigo desde ese momento, le quiero igual desde entonces, pero aquí estoy, caminando con paso firme hacia su boda, y por si no ha quedado claro, la prometida no soy yo. Qué bueno, llamar acto de promesa a eso sería cometer sacrilegio. Llamémosle mejor acto de conveniencia interpuesto por cierto carcamal chapado a la antigua y aceptado tan gratamente por su nieto ya que con él se incluía el pack de maestro que tanto ansiaba desde hace años. Eso sí, la otra bien que ha aprovechado la ocasión para echarle el lazo bien atado a aquello que tanto perseguía desde hace tiempo.

Estaba tan absorto echando pestes de todo aquel entramado llamado “boda” que no noté la presencia que su unió a mi paso, ni tampoco su mano que intentó detenerme.

-¡Quita tus sucias manos de lagarta de mi…! ¡¿Bicks?! ¡¿Cuándo has aparecido?!- apenas tuve tiempo para omitir aquel dato tan importante y que desgraciadamente mi subconsciente había decidido expresar en voz alta.

-Capi, te veo alterado y eso es muy raro en ti- que si estaba alterado, Bicks, pues claro que lo estaba. Motivos tenía y de sobra, pero claro, ahora no era momento de comenzar a largar cual cacatúa así que adopte me común pose de sereno Freed y abandoné mi lado más oscuro, mi loqui-Freed.

-Estoy bien, Bicks, como siempre…- Dios bendiga las mentirijillas piadosas.

-Venga, anímate, que hoy es un día para estar feliz y contento. Por fin se nos hace un hombre de provecho. ¡Qué se nos casa, Freed, se nos casa!- claro que sí, celebrémoslo por todo lo alto, tiremos confeti y bebamos champagne hasta quedar por los suelos, gritémoslo a los cuatro vientos, escribámoslo en el cielo o sobre las calles de la ciudad, cantémoslo cual musical basado en el happy end. No. Simplemente evitemos hablar del tema y pasemos pronto el largo día, o que al menos el tequila nos ayude. Pero claro, no podía decir eso a mi amigo, debía aparentar.

-Por fin, que ilusión…- por Dios Freed, se ha visto más entusiasmo en un funeral. Sin embargo, me estaba costando horrores poner buena cara y eso que apenas acababa de empezar la diversión.

Bueno, al menos la compañía de Bickslow fue bastante agradecida. Pude estar entretenido hasta llegar a mi tumba, quiero decir al gremio. Aunque claro, el día me seguía reservando especiales sorpresas nada gratas para mi persona. Allí, bajo el amplio portón de madera del gremio se encontraba él poniendo cara amable mientras se disculpaba por la rápida y repentina celebración del acto.  No pude evitar sonreír al ver esa risa tan forzada que intentaba sacar ante los invitados que recibía en la puerta. Mientras me acercaba cada vez más a él, mi corazón decidió apretar el pedal del acelerador al máximo. Pero es que era normal. Allí estaba, tan galante con ese esmoquin negro con detalles dorados y ese pelo rubio rebelde que no había sido domado ni para su boda. Sin duda, era un dios en carne y hueso, mi dios- que coste que hasta  que no sea atado por esas cadenas llamadas anillos de matrimonio todavía puede ser considerado mi dios y no tengo que compartirlo con nadie- Freed, creo que eres masoquista, porque lo tuyo no tiene arreglo. Anda, pégate un par de golpecitos en la cabeza y reacciona. Debo decir que aquello pilló sin previo aviso a mi acompañante y le causó cierta risa tonta que no pudo quitarse hasta llegar a la entrada, cosa que le maldije hasta el día en que nació. Y así, entre risas- jamás me hubiese esperado aquel reencuentro en aquel estado y más después de aquella noche repleta de alcohol- llegué hasta él y me perdí, como cada día, en su cuerpo, en su voz, en su todo.

-Hola Biscks… Hola, Freed -¿Por qué ha tenido que detenerse unos segundos antes de pronunciar mi nombre?, ¿qué necesidad de echarle más leña al fuego? Pero, que hermosos aquellos segundos, solos, mirándonos el uno al otro a los ojos. Bueno, técnicamente solos. Tierra llamando a Freed, preparado para la inmersión en zonas inexploradas y peligrosas en el planeta Boda. Y así fue como regresé al mundo, pero no al que tenía delante sino al que ocurrió la pasada noche justo cuando sonó el portazo sobre la puerta.

La noche anterior…

Apenas acababa de salir de la ducha después de un baño para relajar las emociones de todo el día cuando escuché que llamaron a la puerta.

-Voy- me apresuré a vestirme con una bata blanca y unas zapatillas de estar por casa con rayitos dibujados en la parte delantera. Sí, no era algo que debía mostrar al mundo pero las prisas son malas consejeras. Salí tan rápido del baño que no vi el charco de agua que me invitó amablemente a besar al suelo- ¡Joder, qué daño! Venga, ánimo Freed que hoy ha sido un gran día y nada te lo va a poder fastidiar.

Iluso, inconsciente, ingenuo e idiota fui al pensar eso. Pero claro, todavía desconocía la bomba que iba a poner patas arriba mi vida. Tras recuperarme de la aparatosa caída e intentando aparentar normalidad, abrí la puerta –por fin, si hubiese sido alguien muriéndose lo habría encomendado al otro barrio aunque quien quiso encomendarse al otro barrio era yo.

-Freed… hola… siento molestar tan tarde- Dios mío, estaré soñando porque no puede ser que mi dios esté aquí delante conmigo, tartamudeando por verme de esta guisa, y a estas altas horas de la noche. Si alguien se atreve a pellizcarme y a despertarme, le mato. Mientras mis pensamientos asesinos salían a la luz intentando defender mi fantasía idealizada en mi cabeza, mi dios volvió a hablar- Si no es mucho pedir, ¿puedo entrar un momento? Debo comentarte algo importante.

-Claro, Laxus, estás en tu casa- adelante, entra y pongámonos cómodos en la cama mientras retozamos cual animales salvajes dejándose llevar por la pasión loca y desenfrenada- Siéntate, por favor, prepararé algo de café.

-Gracias- ¿cómo podría negarme si me lo pides así, mi dios? Le acompañé desde la entrada al salón y luego me retiré a la cocina para servir el café.

Observé  desde la cocina como Laxus se encontraba incómodo mientras esperaba sentado en mi sofá. Más bien, intranquilo y nervioso, aunque no era de extrañar después del gran día que había tenido. Pero, ¿de qué querrá hablarme, qué es eso tan importante que tiene que venir a estas horas de la noche a contarme, a mí? Espera, Freed, no te hagas ilusiones. Tranquilízate. ¡Corazón, deja de latir de maldita vez! Ahora el que se encontraba impaciente era yo, cosa que intenté disimular pero el traslado de las tazas de café me lo puso bastante difícil. Estuve a punto de derramarle la bebida encima, aunque bueno, se tendría que haber quitado la camiseta y yo le habría ayudado a secarse ese fornido torso con el que tanto he soñado.

-Freed, ¿te ocurre algo? Te noto ido- aquellas palabras me regresaron a la realidad aunque me limité a negarlo con un peculiar gesto con la cabeza que parecía un baile al más estilo robótico. Con aquello tranquilice a mi dios quien decidió iniciar la tan esperada charla- Como sabes, Freed, hoy ha sido un gran día para mí. Todavía estoy que no me lo creo y siento que me voy a despertar y que todo ha sido un sueño.

-No seas tonto Laxus, te lo mereces más que nadie, y ya redimiste tus malos actos, nuestros malos acciones del pasado- esta es la mía, Freed, pon tu carita de no haber roto un plato y enseña cacho. Bueno, dejar al aire el tobillo del pie al más puro estilo años 30 también es considerado enseñar cacho- No he podido decírtelo personalmente con todo lo que ha pasado hoy. Enhorabuena por convertirte en el próximo maestro de Fairy Tail, Laxus.

Ya está, ya lo he dicho, ahora, amada tierra, trágame. Definitivamente, me faltaron fuerzas para confrontar aquella tan inesperada reacción de mi dios tras escuchar mis palabras. Como pude, y lo más disimuladamente posible, cogí uno de los cojines del sofá, escondí mi rostro sonrojado y mis manos temblorosas y esperé a que mi plegaría hacia el suelo tuviera efecto. Pero es que motivos para estar así no me faltaban tras aquello que vi. Aquella brillantez más radiante que el mismo sol, que calentaba mi rostro hasta elevarlo a altas temperaturas difíciles de mantener. Aquella mueca inconsciente con forma de sonrisa en la cara de Laxus me llevó al mismo cielo.

-¿Te encuentras mal, Freed? Pareces acalorado. A ver si te estás poniendo malo al ir vestido solo… con esa bata- noté como a mi dios le incomodaba mi presencia escasa de ropa, cosa que disfrutaba en gran medida a modo de pequeña tortura.

-Ya te lo he dicho antes, Laxus, me encuentro perfectamente o ¿acaso no confías en mí?- pero aunque dije aquellas palabras, me encantaba ver como mi dios se preocupaba por mi estado, por mí. Hasta tal punto que planeé hacerme el enfermo para que él me cuidara, pero no tuve tiempo de llevar a cabo mi estrategia porque mi dios retomó la palabra.

-Si no confiara en ti, no vendría a pedirte ayuda, Freed- señoras, señores, Freed se siente absolutamente pletórico y orgulloso. Era la primera vez en mi vida que sentía que podía estar a la par que mi dios.

-Pues deja de dar rodeos y cuéntame. Intentaré ayudarte todo lo que pueda- dije cual siervo fiel hacia su amo.

-De acuerdo, allá voy…- noté como mi dios tomó aire y deduje que era realmente importante lo que me tenía que comentar- Me casó- ¿habéis tenido alguna vez ese momento en que alguien dice una palabra tabú, te quedas pensando en ella y no prestas atención a la conversación aunque haces algún gesto para indicarle a tu compañero que le escuchas pero en realidad no lo estás haciendo? Pues así me sentía yo, como si el salón se hubiera silenciado totalmente y únicamente seguía viendo la boca de mi dios moviéndose mientras mi cabeza daba mil vueltas a aquellas dos palabras: me caso- El caso es que mi viejo, el muy chapado a la antigua, ha decidido que lo mejor para el gremio y para mí es que me case. Ahora que voy a ser el futuro maestro de Fairy Tail tengo que mejorar mi imagen y todavía hay sectores del mundo mágico que me ven como una amenaza. Por eso, me ha recomendado que me case con alguien que pueda lavar mi imagen y me pueda controlar para que no vuelva a hacer ninguna tontería como la que hice en el festival. La verdad es que me caso mañana, jejejeje. Es un poco precipitado, pero mi viejo tiene miedo de estirar la pata en cualquier momento y por eso no quiere esperar más. Y bueno, aunque es algo repentino, quería pedirte que fueras el padrino de mi boda. Freed Justine, ¿quieres ser el padrino de mi boda con Mirajane?

-¡¡¡Ni muerto!!!- aquella última palabra de mi dios volvió a activar el sonido y sin que pudiera callar mis pensamientos, solté lo primero que se me pasó por la cabeza. La cara de incredulidad de Laxus era tal que en seguida me di cuenta del error que había cometido e intenté ponerle solución- Quiero decir, ni muerto me negaría aceptar una petición tuya, Laxus.

-Gracias…- vi como el rubio volvía a respirar después de escuchar mi inesperado grito- Creo que no hay nadie mejor para llevar a cabo esa labor que tú, Freed. Ahora, será mejor que me vaya que ya es muy tarde y mañana me espera un día complicado.

-Claro, te acompaño a la puerta- ambos nos levantamos del sofá, pero justo en ese momento me flojearon las piernas y estuve a punto de caerme de no ser por el fuerte brazo que se aferró a mí e impidió mi caída.

-¿Seguro que estás bien? Me preocupas, Freed… Este desvanecimiento no es normal…- físicamente mi cuerpo estaba en perfecto estado, sin embargo, algo en mi interior no se sentía bien. Desde que escuché la absurda noticia del casamiento de mi dios me falta el aire, apenas me puedo tener y lo peor de todo, deseo que Laxus se marche de mi presencia. El simple hecho de tenerle ahí delante, duele.

-Venga, que no tienes nada de qué preocuparte. Márchate de una vez y déjame descansar, que será lo mejor... para los dos…- aquella última frase no la pronuncie con el tacto de siempre, sonó brusca y desconcertante en los oídos de mi dios. Pero no podía arreglarlo, ya no podía aguantar más, así que con mis dos manos empujé a Laxus hasta la salida y lo tiré de casa, literalmente- Hasta mañana, Laxus…

-Hasta mañan…-pero no terminé de escuchar aquella despedida cuando ya había cerrado de un portazo la puerta de mi casa.

Me quedé paralizado bajo el marco del portón, arrodillado en el suelo y sin mover ningún músculo, sin escuchar los latidos de mi corazón como si hubiese decidido tomarse unas vacaciones o, simplemente, desvanecerse.

-¿Qué has hecho, Freed? Ni siquiera has podido felicitarle por su casamiento…- un sentimiento de culpa invadió de todo mi cuerpo- No quiero… no quiero felicitarlo…

Seguía recordando como de afligido me sentí la noche anterior, afligido e impotente, desleal contra todos mis principios, contra mi dios, demasiado posesivo, ingenuo y mal amigo. Me odiaba a mí mismo porque a pesar de todos los reproches, seguía queriendo a mi dios y debía apoyarlo en todo, estuviera o no de acuerdo. Por eso, me armé de valor tras regresar al presente y lo encaré todo hacia él.

-Laxus… yo quería darte la…- cada vez que pronunciaba una de las palabras que conformaban aquella frase se sentía como una puñalada en mi corazón, pero me daba igual ya que era momento de dejar a un lado los sentimientos de uno mismo y afrontar la realidad. Pero, nuevamente, no pude.

-¿Hoy estás mejor, Freed? Anoche me dejaste bastante preocupado cuando me marché de tu casa- ¿por qué tiene que ser tan amable?, ¿por qué me duelen tanto sus palabras, su voz?, ¿por qué no puedo aceptar su casamiento?, ¿por qué no puedo ser yo la persona afortunada?, ¿por qué? Pero nadie me respondía a aquellas preguntas.

Por suerte, alguien apareció para rescatarme de aquella amarga situación. Bueno, más bien se trataba de un grupo bien ruidoso de personas, a las cuales, de normal, no soportaba mucho pero les agradecía gratamente su repentina llegada.

-Que calladito te lo tenías, Laxus…- retiro lo dicho, seguían siendo insufribles.

-Piérdete, Natsu- mi dios sí que sabe cómo dejar mal a las personas.

-No sé cómo puede estar Mira con un tipo como tú…-¿perdona? Mi dios era perfecto. En todo caso, como puede estar mi dios con esa tipeja del tres al cuarto.

-¿Darme una mísera razón para que os deje entrar a mi boda y no os patee el culo, criajos de mierda?- vi perfectamente como las palabras de Natsu y Gray habían afectado a mi dios, cosa que realmente me disgustaba. ¿Tan enamorado estaba de esa zorra? Jamás había mostrado ápice alguno de enamoramiento, pero ahora la defendía a capa y espada, no como un caballero sino como un amante. De nuevo, estos pensamientos me regresaron a mi estado negativo y depresivo con el que llevaba todo el día.

-Laxus, ¿por qué no nos tranquilizamos y dejamos pasar estos comentarios inoportunos de estos dos idiotas?- aunque estaba en otro mundo, seguía escuchando la voz de Lucy intentando arreglar aquel asunto. Pero la pobre chica no tenía lo que tener para poner en su sitio a aquellos tres, o al menos eso pensaba. Sin embargo, vi como una mujer llegaba como un  titán y arrasaba con aquellos dos impresentables con sus dos puños del amor.

-Ya me encargo yo de estos dos, Laxus…- Erza me imponía hasta mí, sobre todo con aquella fuerza abrumadora- Anda, tirar para dentro y dejar de montar el numerito.

Por suerte o por desgracia para mí, aquel grupillo escandaloso se adentró hasta el interior del gremio donde la ceremonia estaba a punto de comenzar. Recalco lo de por desgracia porque nuevamente me tenía que encarar contra mi dios, cosa que se me estaba atragantado durante todo el día.

-Freed…- nuevamente escuchar mi nombre a través de su voz me removía todo mi ser y todo mi cuerpo, desde mis sentimientos más decentes hasta mis pensamientos más indecentes.

-Laxus, estúpido, ¿qué haces todavía perdiendo el tiempo aquí fuera? Va a entrar la novia y no va a tener al novio esperándole en el altar- y llegó él, el ser maléfico que destruyó mi vida con sus estrictas normas, el amada maestro del gremio, Makarov.

-Ya voy, abuelo- me pareció que a mi dios no le quedaban fuerzas para discutir con aquel carcamal así que sus acciones obedientes no me extrañaron en absoluto. Pero antes de marcharse me dirigió una mirada de preocupación, cosa que me derrumbo absolutamente hasta que unas palabras acabaron con toda la templanza y esperanza que me quedaba.

-Espero que sepas cuál es tu lugar- ¿pero de que va este viejo de mierda? ¿Qué me comporte? ¿Quién es él para decidir lo que hago o dejo de hacer? Y lo más importante, ¿acaso sabrá lo que siento por su nieto? ¿Estará haciendo todo esto para separarme de él?

Y mientras me seguía torturando con teorías conspiratorias contra mí, mi buen amigo Bicks me dirigió hasta el interior del gremio y hasta el lugar del padrino del novio, donde me quedé inerte y en mis pensamientos hasta que sonó la música nupcial. Por fin aparecía la malvada bruja de este cuento en escena. La demonio Mirajane, bien merecido tenía el apodo, o al menos eso pensaba. Desfilaba como una reina ante la atenta mirada de todos los invitados y entre cuchicheos de lo hermosa que era y lo bonito que era el vestido. Yo tenía mis diferencias con esas opiniones. Por muy bonito que fuera el traje de novia, si era llevado por una harpía malparida, roba amores, aprovechadora y usurpadora de dioses que no le pertenecen, pues le sentaba como el culo y para que mis ojos no tuvieran que sufrir aquel suplicio, les deleité con la escaneadora mirada hacia mi dios. Dicen que una de las cosas más bellas del mundo es ver el brillo de los ojos del novio mientras llega la novia hacia él. Pero yo pensaba que mi dios tenía todos los días ese brillo en sus ojos, pero hoy no se apreciaba.

La ceremonia transcurrió con normalidad, por no decir con paso tedioso. Como era normal, estaba oficiada por el maestro Makarov, mi archienemigo, al que intenté no prestar atención para no invitar a mi puño a que acariciara su cara. Solamente lo miré cuando dijo aquellas palabras mágicas mirándome específicamente a mí.

-Si alguien tiene que decir algo o se opone a esta unión, que hable ahora o calle para siempre.SI es que se atreve a hablar, claro, jajaja- todos rieron ante este chascarrillo de aquel viejo carcamal, todos menos yo. Era mi oportunidad, pero parecía que tenía un cuchillo amenazando mi garganta. Si solo tuviera el valor para decírselo, a lo mejor podría cambiar las cosas. Si solo…

-¡¡¡Yo tengo algo que decir!!!

Notas finales:

Bueno, qué os ha parecido el capitulo? os ha gustado? Espero que sí, la verdad. Intentaré publicar prontito la segunda parte y no haceros de rogar.

Hasta la próxima =)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).