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Memories por BombayLove

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Notas del fanfic:

Los Johnny's no me pertenecen, pero la historia, sí.

Memories es una secuela de Supplier. Es casi un must read para comprender ciertas cosas que pasan en este u.u

¡¡Espero que lo disfruten~!! ^3^ *chu!*

Notas del capitulo:

En su cumpleaños, sin planearlo, Ai encuentra a una persona que es intensamente buscada por Erika y compañía. No pasa mucho tiempo hasta que ambos congenian, ¿tendrá esto algo que ver con las dudas que Toma le había planteado a Yuya?

—Demonios... Esta es una ocasión única y él ni siquiera tiene la decencia de mandarme un saludo con un criado —dijo una muchacha de cabello azabache atado en una cola de caballo con un lazo añil mientras bajaba lo más rápido que podía las escaleras. Su vestido era de color negro, con un corsé abotonado. Una pollera con volados lo completaban. Los detalles eran del mismo color del lazo que ataba su cabello—. Erika-san —mencionó el nombre de la mujer, quien estaba de pie sobre la recepción de la mansión.

—Feliz cumpleaños, Ai-chan —le dijo la aludida, entregándole un paquete cuadrado con un moño cuidadosamente armado.

—¡Muchas gracias! —agradeció la muchacha con una sonrisa.

—Aunque más que regalos, creo que lo más quieres es esto, ¿no? —le preguntó, haciéndose a un lado para que, por la puerta, entraran Ryo y Tadayoshi, quienes estaban hablando de trabajo.

—¡Papá! —exclamó la muchacha, con los ojos llenos de felicidad, abalanzándose sobre Ryo.

—¡Ahh! ¡Espera, Ai, espe...! Ahhhh —el aludido terminó accediendo al tierno abrazo.

—¿Por qué le tienes más cariño a él y no a mí que soy tu padre biológico...? —se quejó Tadayoshi.

—No digas eso, ¡yo los quiero a ambos por igual! —dijo la muchacha, abrazándolo luego sobre él.

—Feliz cumpleaños, cariño —susurró Tadayoshi.

—Gracias —se sonrojó la muchacha —. ¡Ven! ¡Mira lo que Tegoshi ha organizado para mí! —exclamó Ai, llevándose a su padre a la rastra dentro de la mansión.

—Ha pasado tiempo, ¿no lo crees? —le preguntó Erika a Ryo.

—Sí... Quién hubiera imaginado que Ai-chan crecería en tan poco tiempo...

—Bueno, aquí es así, cuando alguien nace. Empero, no morirá. Se desarrollará hasta cierta edad, pero no morirá.

—¡¿Qué rayos es esto?! —se oyó decir a la muchacha, al otro lado de la habitación.

—Y también, pese a ser hija de Tadayoshi-kun... no sé por qué, pero ha sacado tu carácter —agregó Erika.

—De alguna forma, tiene mis genes...

—“Ai” fue una buena elección... Ella fue lo que los terminó uniendo a Tadayoshi-kun y a ti —dijo la mujer, mirando de reojo el brillante y grueso anillo que descansaba sobre el dedo anular izquierdo del morocho.

—Nunca me disculpé por haberte usado... para olvidarme de Tadayoshi...

—Yo siempre supe que estarían juntos, Ryo.

—Tú siempre sabes todo... pero aún no sabes dónde está Subaru...

—Hasta el día de hoy desconocemos su paradero, pero seguimos buscándolo. Él debe ser juzgado como cualquier persona.

—Tienes razón...

—¡¿Ustedes dos se van a quedar parloteando ahí o van a venir?! —exclamó Ai desde el comedor.

—Voy a hacerte morder la lengua, muchachita —dijo Ryo, corriendo hacia ella.

 

—Cuánta tranquilidad, ¿no lo crees? —le susurró Yuya a Toma, ambos sentados en una de las tantas mesas redondas dispuestas en el lugar. El rubio jugaba con sus dedos sobre la palma del morocho —. Pese a los gritos de Ai-chan...

—Es verdad —dijo Toma —. De alguna forma, su voz es parecida a la tuya. Por más que grite, es como si fuera la voz de un ángel...

—Sí... Aunque, ahora que lo pienso, creo que no fue por nosotros que Ryo-chan dijo que la llamaran Ai...

—Entonces, ¿por qué fue?

—Porque ella fue lo que los terminó uniendo. Pese a todo lo sucedido, pese a que Ryo-chan atentó contra su vida y la de Kiritani.... Ai-chan los terminó uniendo. Pero él es demasiado orgulloso para admitirlo... Aunque creo que se lo habrá dicho a Tada-chan alguna vez...

—Es extraño, ¿no?

—¿Qué cosa?

—Ser un supplier... Aunque no quieras serlo, al final, te terminas enamorando perdidamente del vampiro a quien obedeces...

—¿Lo dices por ellos?

—También por Yokoyama-san y Hina. Aunque al principio era reacio a estar con él, Hina terminó accediendo a ser su supplier y hasta podría apostar que eso fue lo que hizo que Yokoyama-san nos enseñara su verdadera naturaleza bondadosa.

—Mhh... Es posible...

—Me pregunto..., ¿quién será el supplier de Ai-chan...?

—¿No es muy temprano para pensar en eso? Todavía puede valerse de la sangre guardada...

—Sí, pero... No, olvídalo...

—Dime, ¿qué sucede?

—No, no, nada. Tonterías mías —finalizó Toma, dándole un suave beso sobre sus cabellos a su pareja.

—Tegoshi, ¿puedo ir a tu jardín a buscar flores? —preguntó Ai.

—Claro, ten cuidado.

—¡Sí!

 

La muchacha salió corriendo de la mansión y se dirigió a la de Yuya. Al llegar al jardín, lo encontró lleno de flores. Estaba juntando una gran variedad cuando oyó un sonido delante suyo.

—¿Quién está ahí? —preguntó. Se quedó unos instantes en silencio, esperando respuesta. En un rápido movimiento, lanzó las flores al suelo e intentó esquivar el ataque de un hombre que buscaba atentar contra su vida. Así de rápido como la atacó, se alejó de ella, quedándose en cuclillas sobre el suelo, mirándola fijamente. En sus ojos, Ai podía ver un gran vacío, lo cual la lleno de pena —. ¿Quién eres?

—Subaru —le respondió un irreconocible hombre de cabello largo hasta los codos, con ropa harapienta y sucia.

—Aquellas flores —le dijo Ai, señalándole unas flores amarillas a su derecha —... son comestibles, si tienes hambre —más que hambriento, Subaru se abalanzó sobre las mismas, pero Ai se le acercó —. Oye, espera, espera, come de a poco o te vas a atragantar.

—¿Tú quien eres...?

—Ohkura Ai —le respondió la muchacha.

—Ai —Repitió Subaru.

—Sí, Ai —le sonrió la aludida —. Oye, Subaru-kun, si quieres... puedo darte algo de comida —el aludido la miró —. Hoy es mi cumpleaños y haremos un gran banquete, pero... no puedes presentarte así. Si quieres, puedes esperarme en la torre que está atrás de la casa, e iré a llevarte algo de comer cuando pueda escaparme, ¿sí? —el aludido asintió —. ¿Dónde has estado como para haber terminado así?

—No lo sé —respondió Subaru, hincándose de hombros.

—Entonces, ¿cómo sabes tu nombre?

—Cuando desperté, estaba en una cama fría. Me levanté y encontré cosas de vidrio alrededor mío con cosas de distintos colores, papeles y uno en la que había una imagen mía... Y al lado decía Subaru. Así que, creo que ese es mi nombre.

—¿En una cama fría...? —Ai frunció el ceño —. No puedo decirlo con lo poco que me estás contando, pero... suena a que alguien estuvo experimentando contigo todo este tiempo. ¡Ya sé! ¿Quieres que te ayude a buscarlos?

—¿Para qué...?

—¿Cómo que para qué? ¡¡Para saber por qué te hicieron eso!! ¡No tienen que experimentar con las personas! Eso es demasiado cruel...

—Ai... es linda —dijo el hombre, después de una larga pausa.

—Q... Q... ¡¡Qué cosas dices!! —exclamó la aludida, sonrojada de pies a cabeza.

— Y también grita mucho...

—Eso ya no me gustó... ¡Ah! Tengo que volver a casa. Ven, sígueme —le dijo a Subaru, con una seña de manos. Aunque le costó bastante seguir el ágil andar de la muchacha, la siguió hasta una torre detrás de la mansión donde ella vivía. Con la respiración agitada, llegó hasta lo más alto —. Mientras tanto, puedes quedarte aquí—agregó Ai, girándose para mirarlo. Subaru estaba frotándose el brazo derecho, con una expresión de duda en el rostro —. Hace algo de frío, ¿no? —le preguntó. Antes de recibir respuesta, la muchacha se sacó el saco corto que cubría sus hombros y se lo extendió. Subaru se quedó mirando la prenda con curiosidad —. Es para que te lo pongas sobre los hombros. Mira, así —le explicó Ai, colocándole el saco con bastante dificultad —. Ya está. Espérame aquí. Intentaré volver lo más rápido que pueda con algo de comida.

Subaru simplemente asintió, sin cambiar en absoluto su expresión de curiosidad.

 

Del mismo modo en que llegó hasta la torre, Ai regresó a la mansión. Desde el ventanal que daba al patio exterior miró hacia la torre pero, para su suerte, parecía que nadie estaba allí. Suspiró y entró sigilosamente.

—¿Ai-san? —la voz de Shota la hizo sobresaltar. De un salto, la muchacha se giró, apoyando su cuerpo sobre el ventanal.

—Ya… Yassan —llamó al rubio por su apodo.

—¿Le ocurre algo? La noto algo nerviosa —inquirió el muchacho, con el ceño fruncido pero con una sonrisa debido al nerviosismo de la cumpleañera.

—No, no sucede nada. ¿Están todos en el comedor?

—Por supuesto. La estamos esperando.

—Ah. Está bien —la aparente calma en la muchacha hizo sonreír a Shota, quien siguió sus pasos hasta llegar al comedor donde todas las miradas se posaron sobre ella —. Gracias a todos por venir.

—Mírala. Ha sacado tu vanidad —le dijo Ryo a Tadayoshi, señalando a Ai.

—Cállate —le dijo el aludido, con una sonrisa.

—Agradezco la presencia a todos nuestros amigos, ya que, los amigos de mis padres, poco a poco también se han vuelto en los míos. Espero que podamos seguir compartiendo bellos momentos juntos.

Después de una ronda de aplausos, los invitados comenzaron a dispersarse, ya que el banquete estaba dispuesto tanto fuera como dentro de la casa. Para desgracia de Ai, cuando alguien se alejaba de ella, otras dos personas se acercaban a saludarla.

 

Por algún motivo, siempre encontraba algo de calma al oír el constante sonido de las olas rompiendo contra la orilla. Cada vez que Yuya se quedaba profundamente dormido entre sus brazos, Toma se escabullía de su cuarto y se sentaba sobre la arena, dejando que el agua helada se colara entre los dedos de sus pies.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Cuando quiso girarse y responder, su pareja ya estaba sentado detrás suyo sobre sus rodillas y rodeando su cuello con ambos brazos.

—Nada.

—Te estás mojando los pies —le dijo el rubio.

—Lo sé —reconoció el muchacho, acariciando sus cabellos con ternura. Estaba por besar sus labios, pero algo brillante a la lejanía llamó su atención. Eran un par de ojos que pese a la noche sin luna, brillaban con una intensidad incomprensible. Al no sentir el calor de sus labios sobre los suyos, Yuya lo miró.

—Toma, ¿estás bien? Estás pálido…

—Ah… No, nada… Estoy bien.

—¿Será que el agua fría te está haciendo mal? Vamos a casa —le pidió Yuya, levantándose y agarrando una de sus manos para tirar de ella con fuerza y ayudar a su pareja a ponerse de pie.

Toma le sonrió y se levantó, dirigiéndose a su hogar abrazados.

 

—Muchas gracias por todo —dijo Erika, despidiéndose de Tadayoshi en la entrada de su casa—. Me hubiera gustado despedirme de Ai-chan…

—Parece que terminó algo cansada por la fiesta —la disculpó Ryo.

—Así parece —dijo la mujer, sonriendo —. Nos vemos mañana.

—Que descanses —le dijo Tadayoshi, abrazando a Ryo.

—Ustedes también. Vámonos, Hiroki-kun.

—Sí.

Ryo y Tadayoshi se quedaron de pie en la entrada hasta que el vehículo donde se encontraba Erika desapareció en el horizonte.

—Por más que no lo digas, sigues celoso de ella —se quejó Ryo, entrando a la mansión y cerrando la puerta.

—No es así —reconoció Tadayoshi.

—Lo haces inconscientemente.

—¿Qué hago? —preguntó el más alto, con una sonrisa.

—Nada, olvídalo —finalizó Ryo, ya que si seguía esa pelea sin sentido podían amanecer discutiendo.

 

Le había costado persuadir a la servidumbre diciendo que, debido a los preparativos de la fiesta y los nervios de su cumpleaños, no había conseguido comer tanto como quería, pero finalmente logró llevar una buena cantidad de comida para su nuevo amigo, quien, sorpresivamente, seguía de pie en la torre, como si nunca se hubiera movido de ahí.

—Llegué —le dijo Ai a Subaru, quien vio cómo dejaba una bandeja con comida como para cinco personas sobre el suelo—. No me digas que te quedaste ahí parado desde que me fui… Podías sentarte, ¿sabes?

—Ah —dijo Subaru, simplemente, sentándose frente a ella del mismo modo en que ella lo hizo.

—Puedes comer.

—Está bien —dijo el hombre, agarrando algo de comida con la mano, pese a que habían un par de cubiertos sobre la bandeja.

—¿Qué haces? —le preguntó Ai, riendo. Cuando Subaru levantó su cabeza, tenía toda la boca cubierta de aceite y la mirada con una expresión de sorpresa en el rostro, ya que no entendía qué era lo que estaba haciendo mal —. Ahí tienes un par de cubiertos… O es que… ¿No sabes usarlos? —le preguntó, mirándolo.

—Mhh… ¿Cubiertos…?

—Realmente no entiendo qué te hicieron —dijo la muchacha, agarrando la servilleta que estaba debajo de uno de los platos y acercándolo a sus labios, pero en ese instante, Subaru se hizo unos centímetros hacia atrás, como si quisiera evitar aquel contacto —. Tranquilo —le dijo Ai, sonriendo—. No voy a hacerte daño. Voy a limpiarte. Mira —Ai se limpió las comisuras y le extendió la servilleta a Subaru, quien la imitó, olvidando el resto de su boca, generando la melodiosa risa de la muchacha—. Olvídalo, olvídalo. Sólo… come —apoyando sus codos sobre sus rodillas flexionadas y sobre sus manos, su cabeza, Ai miró todas las acciones que realizaba Subaru—. ¿Quieres que te corte el cabello?

—¿El cabello?

—Sí. Se te está llenando de aceite. Pero… No traje tijeras… Lo intentaré con el cuchillo. Tú sigue comiendo. Ahí tienes agua si tienes sed —Intentando ser lo más delicadamente posible que pudo, Ai  se sentó detrás de Subaru, y fue cortando poco a poco su cabello. Pero, cuanto más quería emparejarlo, más cortaba, terminando prácticamente por sacar el exceso de cabello y dejárselo sumamente corto—. Creo que exageré un poco —reconoció la muchacha.

—¿Cortaste?

—Sí. ¿Quieres ver cómo quedó? —el aludido asintió—. Ven, sígueme.

—No corras —le pidió. Ai lo miró, sorprendida, pero terminó asintiendo con la cabeza.

—De acuerdo —esta vez, ambos llegaron a la orilla, donde el agua cristalina reflejaba claramente el rostro de Subaru y su cabello corto —. ¿Te gusta?

—Sí.

Subaru saltó hacia atrás al sentir el frío contacto del agua sobre sus pies.

—¿Está fría? Volvamos a la torre.

—No —susurró Subaru, sintiendo la húmeda arena entre sus dedos, frunciéndolos para que los pequeños granos quedaran pegados a ellos. Ai vio en su mirada la curiosidad de un niño experimentando el mar por primera vez. Grande fue su sorpresa cuando Subaru la miró, con una sonrisa y agarró su mano, jalándola mar adentro—. Vamos.

—No. ¿Qué haces? ¡El agua está helada! ¡Subaru! ¡No! —por más que pataleara y gritara, el aludido no parecía oírla, la emoción de aquellas nuevas sensaciones lo impulsaron a meterse en el mar, y llevarse a Ai con él aunque ella no quisiera.

Notas finales:

¡Gracias por leer!

Espero que les haya gustado <3 *chu!*


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