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Papillon por Reilaa_

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Notas del capitulo:

¡HE VUELTO! Perdón por la espera, pero aquí esta, cortito, pero recién salido del horno. 

Cabe aclarar: Lo más probable es que la historia se desarrolle en cortos capitulos, por lo que será un poco más larga que mis otros fanfics. Paciencia, amores.<3 

Un jadeo escapó de los labios abultados, mientras las manos ajenas recorrían su cuerpo sin descanso, sin vergüenza. Sus propias manos llegan hasta los castaños cabellos del mayor, enredando sus dedos allí y jalando de vez en cuando, sin hacerle daño. El placer era tanto que no sabía ya siquiera como reaccionar. Nunca había experimentado algo asi en su vida, pero ahora estaba seguro de que lo haría una y mil veces más.

Los labios de MinHo se sentían sumamente suaves y hambrientos contra su piel, marcando todo a su paso, dejando pequeñas marcas de color rojo que él sabía, pronto se tornarían púrpuras. No tenía idea de como iba a esconderlas, pero en ese momento poco le importaba aquello. Su mente estaba divagando entre el placer y el miedo, debido a lo que estaban a punto de hacer.

La mano del mayor se perdió entre sus piernas, tocando zonas de su cuerpo que ni él mismo había explorado en soledad siquiera, arrancandole el primer gemido de su garganta, sin saber que a este le seguirían muchos más.

~*~

El aburrimiento de aquella tarde gris en la oficina comenzaba a consumirle. Sus ojos se cerraban sin su permiso aunque no tenía sueño, y la pila de papeles a su lado se veía tan atractiva como su abuela en bikini. La pantalla de su computadora se había colocado en modo ''protección de pantalla'' y las burbujitas de colores de Windows 7 bailaban alrededor de su fondo de pantalla con el logo de la corporación Kim. ChangMin había salido de emergencia sin decirle a donde y él tenia la obligación de quedarse allí por si alguien llamaba o le necesitaban, cosa que jamás había pasado, al menos no hasta ese momento.

Ese momento en el cual el rubio que había visto la noche anterior ingresó a su oficina, haciendo que el sueño que le había invadido de repente se esfumó, cuando la brillante sonrisa del rubio se hizo presente. Le vió mover sus labios, expresar que es lo que quería o que hacía en ese lugar, sin embargo no lo escuchó, por lo que un ''ehhh...'' fue lo único que salió de sus labios, provocando la risa del joven.

Aquella hermosa y cautivadora risa.

- Te decía si no viste al señor Kim por aquí... - Repitió el joven, apoyando su cadera contra el costado de su escritorio, viendole fijamente con aquellos ojos almendrados que le habían robado la respiración en pocos segundos.

- Está en su oficina... - Dijo, en voz baja, sintiendo como si de repente se hiciera pequeño ante la mirada del rubio. Este solo le dedicó otra de sus encantadoras sonrisas, antes de dirigirse a la oficina del señor Kim, dejando a MinHo sumido en un mar de dudas.

¿Sería acaso su amante, aquel chico tan joven? Sabía que el viejo había estado casado, sin embargo, el matrimonio le había durado poco ya que su esposa pronto había descubierto que el en ese momento muy apuesto y joven señor Kim le engañaba con su chofer. Se había convertido en un escandalo nacional, por supuesto. MinHo tenía apenas unos 12 años pero lo recordaba a la perfección, ya que los chismes en aquella época se esparcían como la gripe.

Luego de que su cabeza le diera miles de vueltas, conflictos y desenlaces a aquella pregunta que rondaba en su mente, sacudió su cabeza y se despeinó un poco al llevar sus manos a sus cabellos. ¿Y a él que carajo le importaba si el viejo se estaba follando a aquel apetecible y hermoso joven? ¿Y por qué MinHo creía que aquel rubio de repente era apetecible y hermoso? Por amor a Cristo, estaba casado y tenía una hija pequeña. Su época de cazador de hombres había quedado en el pasado, enterrada junto con su presunta homosexualidad jamás asumida en público.

Se levantó de su sillón giratorio con rapidez, antes de salir de la oficina por unos momentos. Necesitaba aire fresco.

~*~

- Bien JongHyun, ya lo has visto. Esta aquí, sigue aquí. Ahora la pregunta es, ¿Que haces tu aquí? - Preguntó el hombre, mientras seguía al rubio con la mirada, quien se paseaba animadamente por aquella oficina que no pisaba desde que tenía 16 años.


- Padre, ya sabes para que volví, no entiendo tu pregunta. - El mayor de los Kim en aquella sala frunció el ceño, sin poder creer que su hijo aún siguiera con aquella idea en su mente. ¿Que acaso no iba a rendirse jamás?

- MinHo esta casado y con una pequeña hija que le necesita. No puedes arrebatarselo a su mujer. No puedes arrebatarselo a su familia. - Dijo, colocando un tono de voz más firme esta vez.

- ¿Y a mi que me importan esa mujer y la pequeña bastarda? - Preguntó JongHyun, con su típico tono de voz burlón, arreglandose un mechón de cabello frente al espejo que había en la habitación. - Ella me lo quitó y se embarazó para aferrarle a ella, porque sabía que si yo aparecía de nuevo en su vida, él vendría a mi como abeja a la miel.

- ¿Acaso no te das cuenta que él solo te usó? - Preguntó el hombre, con su paciencia al límite esta vez, levantandose de golpe de la silla y plantando sus manos contra el escritorio de madera, el cual hizo un estruendoso sonido.

- ¿Usarme? Si me hubiese usado, no se hubiese quedado como idiota mirándome cuando me vió entrar a la oficina. Si, puede que no me reconozca, pero mi impacto sobre él sigue siendo el mismo, y nada va a cambiar eso padre, te guste o no. - Dijo el joven, antes de salir de la oficina con un sútil pero fuerte portazo, mientras el hombre negaba con la cabeza. La historia volvería a repetirse, podía presentirlo.

Y no iba a dejar que su hijo cayera en la depresión nuevamente por culpa del imbecil de Choi MinHo. 


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