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Villano por Pikacha-sama

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Notas del fanfic:

 


Pareja principal: SNS.


Advertencias: Universo alterno.


Género: Suspenso, romance.


 


Los personajes no me pertenecen son de Kishimoto-sama.

Notas del capitulo:

Dedicado a Ani Rodríguez por ser una de las personas que más me apoyado en este maravilloso Fandom.


 


¡Felices cumpleaños, Sasuke-teme!


Respuesta al reto literario de las tres palabras del grupo Shhh…SasuNaruSasu.

Naruto estaba acorralado por los dos antagonistas más temibles de Konoha, los hermanos Susanno. Los dos villanos de su ciudad, dos maléficos personajes que jugaban con la vida de las personas en su metrópolis. Las cosas se le habían salido de las manos cuando lo habían orillado al punto en que dejó caer sus armas.

 

Era un héroe, el héroe de Konoha.

 

Se hacía llamar Hokage, el enmascarado que protegía la ciudad entre las sombras. Su trabajo era acabar con la delincuencia, erradicar las mafias y combatir las villanías. Sus poderes eran consecuencia de un accidente que había tenido cuando tenía seis años, había perdido a sus padres ese fallido día. Los recuerdos de esa noche todavía eran borrosos para su mente. Sólo recordaba una luz que lo hipnotizaba todo, y al despertar todo fue confuso.

 

Tres días después se levantó en el hospital sin recordar nada, sus memorias solo eran fragmentos unidos de los testigos del accidente. A partir de ahí, extraños acontecimientos comenzaron a rodearlo, su fuerza había incrementado con demasiada, así como también su sentido del olfato y orientación. Sus poderes nacieron en el momento que las cicatrices de zorro adornaron su rostro.

 

Adquirió las habilidades especiales de los zorros, que le costó años poder controlar. Incluso, sabía que había un poder dormido en su interior, aquella tenebrosa voz que le susurraba en los momentos más frágiles, un manto rojo que lo enloquecía si lo permitía. Dominarlos no había sido sencillo, no cuando no tenía nadie que lo instruyera.

 

Pero, cuando un héroe nace, dos villanos emergen.

 

El hombre de disfraz ceñido rojo lo atacó con una bola de fuego que apenas logró esquivar dando tres saltos hacia atrás. Amateratsu, era un individuo fuerte, alto y de cabellos largos. La mayoría de sus encuentros siempre habían sido temibles y sublimes, Naruto tal vez no tuviera la habilidad de un elemento, pero tenía rapidez y una gran fuerza. Era ágil y sutil, una espléndida combinación.

 

Una extraña lluvia los había invadido después de una gran ráfaga de fuego provocada por el mayor. El menor de los hermanos se había quedado a la expectativa desde el inicio de la pelea y era algo de lo que se alegraba, no estaba seguro de poder enfrentarlos a ambos ¡Era un adolescente de quince años! Jamás en su vida pensó que tendría que vivir así.

 

Tener una identidad secreta era complicado, saltarse las clases para arruinarle los planes a los malos era tedioso. Más por la pequeña cadena de mafias que había aprendido a identificar, al principio del año había sido así. Siempre resguardándose o escudándose con su novio por todo.

 

«Sasuke» susurró su mente.

 

Las cosas se habían complicado los últimos dos meses, desde que los hermanos Susanno aparecían para arruinar cada una de sus citas. Gruñó fastidiado mientras esquivaba un nuevo ataque de fuego. Las gotas de agua golpearon su rostro eludiendo las armas punzo cortantes que lanzó su enemigo.

 

Las calles principales de Konoha se habían convertido en un desastre, afortunadamente ningún civil estaba cerca, todos habían huido en cuanto las explosiones comenzaron. Dos autos a su costado cobraban vida entre las llamas negras producto de un eficaz ataque en equipo de los antagonistas.

 

Su pierna izquierda tenía una quemadura de segundo grado que le ardía, el poder de los zorros estaba menguando el dolor y curándola, pero se estaba volviendo cada vez más lento. Retrocedió mirando que debajo del antifaz el villano sonreía sintiendo la vitoria tan cerca.

 

Un recorrido le estremeció observando como la balanza se inclinaba a favor a los hermanos. Sharingan, como se denominaba el menor, caminó al costado del mayor mientras un trueno retumbaba en la ciudad ¡No podía perder ahí! No lo iba a permitir, su abuela y Sasuke lo esperaban en casa, ¡tenía que regresar por ellos!

 

Dejó que la energía natural a su alrededor comenzara a rodearlo. Tenía que sanar la herida y hacerlos puré. Sonrió arrogantemente mientras empuñaba su mano izquierda con soberbia. Uzumaki Naruto jamás se rendía, ese era su camino como superhéroe. Saltó hacia uno de los autos en llamas y dejó que el fuego se fundiera con el poder de su rasengan. Las llamas negras se extendieron sobre la energía mientras Amateratsu detenía los pasos de su hermano para atacarlo.

 

La debilidad del hombre de traje rojo siempre había sido su hermano menor. Aún no entendía cuál era la causa de pelea de ambos. Sus batallas eran intensas, pero jamás largas, Amateratsu siempre terminaba huyendo antes de las cosas se complicarán en los robos.

 

Ellos hurtaban armas militares para algo grande, podía sentirlo, pero todavía no sabía para qué, hasta ese día. Los hermanos Susanno planeaban un golpe de estado para el país, destruyendo Konoha como una señal de crueldad había los grandes líderes. Todo tenía consecuencias, y por sus malas decisiones se había creado esa disputa.

 

—¿Por qué peleas, Hokage? — le había preguntado en su primera contienda, sin embargo, Naruto no había sabido que contestar exactamente, sólo un “por mis ideales” salió de sus labios sin ser capaz de ver la decepción en el rostro del contrario.

 

—¡Es hora de acabar con esto! ¡Todavía estas a tiempo de retirarte, Amateratsu! — vociferó haciendo más grande el ataque en su mano, se había extendido 30 centímetros más, era el momento se cerrar la contienda.

 

—Habla por ti, Hokage… — musitó el otro mientras creaba una gran bola de fuego entre sus manos, las llamas negras volvieron a hacer su aparición esperando el momento corrector de lanzar el ataque. — Se te acabó a ti el tiempo.

 

Sharingan, con sus prendas negras observó cómo su hermano miraba justo al cielo. Iba a aprovechar los rayos del cielo junto con la lluvia para lanzar el ataque final que su padre les había enseñado “Kirin”. Ese intento patético de superhéroe no sabría ni que lo había golpeado, la electricidad iba viajar tan veloz que Naruto moriría en segundos.

 

Mientras el rubio se impulsaba para adquirir velocidad, el mayor levantaba el brazo adquiriendo el control suficiente para manipular el gran rayo que invocaría. Toda esa guerra estaba a punto de explotar, una absurda batalla para demostrar quien tenía el verdadero poder sobre la humanidad.

 

 

—¿De verdad tienes que irte, dobe?

 

—¡Teme! ¡Perdona por la explosión del laboratorio!

 

—Idiota, van a suspendernos por ello ¡Sólo ha quedado una lupa viva!

 

—¡Sólo que la abuela me está llamando! ¡Necesito ir!

 

—¿Es tan importante que debes saltarte las clases, usuratonkachi?

 

—¡Ya sabes cómo se pone cuando se enoja, bastardo! ¡Cúbreme con Ero-senin!

 

Los dos se miraron a los ojos con intensidad, era como si se comprendieran desde ese momento. Naruto tenía un pie hacia afuera de la ventana, habían estado sentados en la oficina del director esperando a que apareciera, sin embargo, su sentido de superhéroe estaba activo, las calles principales de Konoha estaban siendo destruidas y el deber lo llamaba.

 

El rubio de los azules le robó un sutil beso a su novio mientras desaparecía entre el patio trasero de la institución. Parecía que habían pasado años desde el momento en que se habían dado su primer beso, aunque sólo fueran unos cuantos meses.

 

«No vayas, Naruto…» musitó su mente, su mirada se obscureció. Apretó los puños, furioso consigo mismo, totalmente perdido en un mar de pensamientos.

 

Ni siquiera notó cuando Jiraiya entró a la oficina dispuesto a castigar a los dos estudiantes por verse envueltos en la explosión de los laboratorios de química.

 

La velocidad de las siguientes acciones se repetiría cada vez que cerrara sus parpados, porque en ese momento recordó la última vez que había mirado a su novio, esa misma tarde. Y desearía que así se fuera quedado grabada en su memoria.

 

La mano de Amateratsu lo señaló mientras un monstruoso dragón de electricidad gobernaba los cielos, un alado en corriente azul que descendía lentamente a su encuentro. Hokage lo supo en ese preciso momento, iba a morir, morir defendiendo sus ideales, pero no por lo que más amaba en el mundo.

 

«Sasuke».

 

Cuando parpadeó, un movimiento le sacudió la mente, sintió como alguien se interponía en su camino, como Sharingan enfrentaba a la bestia con su katana. El chico se había puesto enfrente recibiendo todo el ataque de lleno. El grito retumbó por las vacías calles de Konoha mientras el mayor caía de rodillas sin poder creer lo que su tonto hermano menor había hecho.

 

Naruto había detenido la caída del villano al ver como descendía derrotado. ¡Ese imbécil le había salvado la vida! Ni siquiera se detuvo a pensar en las acciones de su otro adversario, solo se preocupó por el de prendas negras. El individuo tosió entre sus brazos y supo que el fuerte ataque no lo había matado.

 

—¡¡¿Por qué lo hiciste, idiota?!! —le reprendió molesto, ya se había enfrentado varias veces a él. Sharingan era un villano fuerte, arrogante y soberbio, pero siempre en sus batallas había una rivalidad que los tenía destinados a una batalla final, no a eso, no a que el chico le robara la muerte. —¡Yo te odio! ¡Maldita sea!

 

—Mi cuerpo se movió solo, usuratonkachi

 

Cuando el apodo salió de sus labios con su sutil sonrisa, el mundo de Hokage se desestabilizo por completo. Sin importarle las demás heridas del antihéroe le quitó la máscara revelando la identidad secreta de su antagonista. Su némesis no era ni más ni menos que el amor de su vida.

 

 

—No, no, no, no puedes ser tú — masculló el rubio mientras las lágrimas recorrían sus mejillas, el corazón se le había oprimido al punto en que los sonidos habían desaparecido, los colores se tiñeron de gris y su mirada se apagó por la pérdida del verdadero amor.

 

Pasó sus dedos como peine por su cabello, sintiendo levemente como la vida se le iba entre las manos. Sasuke era lo único que quería salvar, que intentó proteger y lo que había perdido en menos de un segundo.

 

El rubio se retiró la mascada mientras sus cabellos húmedos danzaban con el viento de la tormenta. Sasuke estaba completamente herido del pecho, no sentía su mano derecha y un hilo de sangre le recorría de la boca a la barbilla.  Iba a morir entre sus brazos. Quiso reír, llorar y gritar al mismo tiempo, pero al final solo salió un gemido lastimero de entre sus labios.

 

—Pareces un pejelagarto, dobe —musitó con una voz apenas audible para ambos, había querido burlarse por su aspecto de pez mojado.

 

—Bastardo, no es momento para bromas ´ttebayo… — susurró sin que las lágrimas dejaran de surcar su rostro. Ya ni siquiera se podían distinguir entre la lluvia, que incrementaba cada vez más.

 

—¿Lo sabías desde el principio, teme?, ¿sabías que era yo? — le preguntó temeroso de la verdad.

 

—No… —respondió sintiendo que el aliento se le escapaba, las palabras se le hacían difíciles de pronunciar, así como el no cerrar los ojos. — Lo descubrí en nuestro último encuentro, cuando soltaste esa estúpida muletilla tuya — terminó de decir mientras escupía un poco más de sangre.

 

—¡No tenías que protegerme! —gruñó acercando sus frentes, interactuando fuertemente con sus sentimientos, era un maldito dilema porque no sabía a cuál enfrentar primero.

 

Sasuke sabía que ni siquiera debía de estar ahí. Itachi no sabía de la verdadera identidad de Naruto, de lo contrario jamás le hubiera permitido presenciar su muerte. No cuando conocía los sentimientos tan verídicos que le unían con el rubio. Sharingan había hecho explotar el laboratorio de química para retener al trigueño, creyendo que eso tontamente lo detendría de querer salvar el día.

 

Había sido un estúpido.

 

Pensó que, si estaba ahí, encontraría la forma de impedir que su novio y hermano salieran heridos, jamás esperó que Itachi de verdad quisiera acabar con Hokage en ese momento. Todo lo había planeado con una maestría que envidiaría al mismo Maquiavelo.

 

El villano levantó su mano y acarició las cicatrices que adornaban sus mejillas, las tocó con tanta calidez, que Naruto sentía que le dolía recibir ese amor, le dolía tener que reprimir ese sentimiento, aquel que estaba por estallar. Sin importarle nada más, besó los labios del chico que moría entre sus brazos, sus labios se rozaron en un efímero contacto que trataron de hacer eterno.

 

—Naruto, yo…

 

—No debiste hacerlo, debiste dejar que muriera — le reprochó derramando más lágrimas de las que creyó guardar, estaba hipeando entre espasmos y gemidos. Estaba llorando, demostrando cuando le dolía perderlo, podía ver la sangre escurrir por la cien de su novio. Iba a morir, lo iba abandonar, no podía, simplemente no quería soportarlo. —Yo no te lo pedí…

 

—Lo siento, dobe, no pude cubrirte ante el viejo pervertido…

 

Cuando los ojos del azabache se cerraron supo que lo había perdido todo sin haberlo tenido. Tenía quince años, no debía de mirar morir a su novio, no cuando sus padres también habían muerto entre sus manos. El grito que soltó le desgarró la garganta, no tenía la fuerza para seguir, para continuar con su camino.

 

Cerró los ojos envolviendo el cuerpo frio entre sus brazos. Lo arrulló esperando que las heridas pudieran sanar con eso, con amor.

 

Itachi yacía en el suelo tocando su hombro derecho, Sasuke le había lanzado la katana antes de sucumbir ante el ataque, desviándolo. Con eso había hecho que el rayo se alejara y no lo matara al instante, pero al menor le había costado el brazo. Aquel villano tenía un poder todavía por explotar y su vida se había extinguido en un parpadeo.

 

La lluvia seguía empapándolos, sumiéndolos en el dolor de perderlo todo. Cegados por ideales, por venganzas y por sentimientos propios. ¿Cuándo más debían de sufrir? El azabache miró el cielo obscuro, dejando que las gotas de agua golpearan su rostro ¿había valido la pena?

 

Naruto lloraba, sus lamentos no fueron contenidos, quería que el mundo dejara de girar por un momento, que se pagara, que todos comprendieran que un universo sin Sasuke no valía la pena. Una extraña esperanza escapó de su alcance, se esfumó como la misma efímera de la vida que se le había evaporada entre sus manos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seis meses después.

 

—No debemos atacar por aquí, es peligroso, estarán los de Akatsuki.

 

—No es algo con lo que no hallamos lidiado antes, Itachi.

 

—Habla por ti, Naruto-kun. No quiero tener más problemas con Deidara.

 

—No sabía que le tenías miedo a tu ex novio.

 

—Cuando terminamos explotó mi departamento… conmigo dentro.

 

El trigueño había soltado la carcajada más grande; ni siquiera la intentó retener. Deidara era un chico con poderes muy agiles y buenos, sobre todo cuando se requería de explosiones. Tenía varias cicatrices que eran testigo de ello. A Itachi no le había quedado más que sonreír por ello.

 

—Idiotas — los llamó un hombre de cabellos largos y azabaches entrando al pequeño despacho que manejaban. —Ha despertado — susurró con arrogancia, no sabía que tantos serían los daños colaterales de su paciente, pero había logrado lo que ninguna otra persona había podido antes.

 

Naruto corrió lo más rápido que sus piernas pudieron por toda la guarida de la serpiente. Entró sin preámbulos a una habitación que conocía bastante bien, había estado viviendo ahí los últimos cinco meses, velando por el sueño de la persona que amaba. Abrió los ojos tratando de no quedarse estoico sobre la puerta, su corazón golpeaba furioso su pecho, anhelando encontrar lo que tanto había deseado.

 

Sasuke estaba sentado sobre la cama mientras un chico de cabellos plateados le revisaba sus signos vitales. Poco le importó al rubio apartarlo y pararse enfrente del azabache, este había fruncido el ceño y le había mirado con cierto resentimiento. Había afilado la mirada demostrando su molestia por el escándalo.

 

—Despertaste… — le susurró mientras le tomaba las mejillas, el contrario al instante rechazó el contacto, con su mano izquierda. Sharingan había perdido la mitad del brazo derecho…

 

—¿Quién diablos eres tú? — preguntó con desdén por haber tenido el atrevimiento de tocarlo, no sabía a que se debía, pero el tipo de cabellos rubios le había crispado los nervios con su entrada dramática.

 

—Tu villano favorito — dijo con una sonrisa en el rostro, mientras sus ojos se iluminaban de felicidad. ¿Qué importaba si no le recordaba? En esa y otras vidas había logrado conquistar ese frívolo corazón, esta vez no sería la excepción.

 

Fin.

 

Notas finales:

¡Gracias a todas las personas que me apoyaron en este one-shot! Siempre me he preguntado por qué jamás ha escrito como Naruto superhéroe, es genial. Es algo que se sale de lo cotidiano, pero no deja de ser cliché. La verdad que me encantaría escribir algo sobre superheroes pero antes quisiera saber que si sería leído. Dependiendo de los resultados de este fic, veré que si continuará o lo dejaré con este final abierto.

GRACIAS A MI BETA, MIDORI, por sus correciones <3


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