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Tera Kitsune por Murasaki San

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Notas del capitulo:

¡Hola! 

Bueno, no es la primera cosa que subo a la página pero aún así estoy algo nerviosa por esto ^^ 

Espero y sea de su agrado y puedan dejarme un comentario hacer a de lo que les ha parecido esta primera parte. 

Dedicado a una hermosa persona que es una grandiosa escritora ¡LadyeBondage! 

Bien, no tengo más que decir. 

Espero y disfruten leerlo como a mi me gusto escribirlo :') 

Conocí en Konoha, por casualidad, a un doncel durante un viaje por una cena dé negocios, donde mi padre tendría una junta con varias personas importantes. Era de piel morena, baja estatura, delgado, cabellos rubios, un mirar más bello que cielo y mar juntos, era hermoso, aún con ese kimono anaranjado tan sencillo.


No lo he podido borrar de mi memoria.

 


...

 


— Sasuke. ¿Si escuchaste lo que te dije? — Escuchó cómo le cuestionaba su hermano mayor con ligera molestia.

— No — Itachi dejó escapar un suspiro cansino.

— Deidara y yo saldremos a cenar cuando lleguemos a Konoha y te estaba comentando de un hermoso lugar cercano a la mansión Uchiha, por si te aburrías o querías salir a pasear o a divertirte un rato, ya sabes...

— Itachi — Habló en tono de advertencia.

— Oh, vamos Sasuke. No puedes negarme que no vas a salir, te la pasas metiéndola en todo agujero que se te pone de frente. No te viene de mal un poco de ayuda para encontrar un buen lugar donde beber algo y más si el lugar recomendado viene de tu querido hermano Itachi — Esbozó una sonrisa.

— Si salgo o no, Itachi, no es de tu incumbencia. Además, yo no la meto donde sea. Como tú,... puedes comprender — Sonrió burlón.


"En la peda...

...Agujero aunque sea de caballero"


No era secreto que todo hombre perteneciente al clan Uchiha nacía con un excelente físico, lo que utilizaban para pasarla bien de aquellas formas. En especial aquellos dos hermanos hijos del actual patriarca Uchiha, aunque todo cambio cuando el primogénito
de Fugaku conoció al que sería el amor de su vida, la luna de sus noches, el sol de sus mañanas, lo que le da la fuerza a su corazón para seguir latiendo con más fuerza cada día por toda sonrisa o mirada de su enamorado, lo que le da sentido a su existir, simplemente su todo y cursilerías más por propia boca de Itachi, lo que dejaba solo a Sasuke en ese tipo de cosas.

— Sabes, no debes de ser tan malo con tu guapo e inteligente hermano que solo busca tu bien y se preocupa por ti como todo el buen hermano mayor que soy. Responsable, amoroso, Inteligente, extremadamente atractivo y sexy — Se echaba flores el mayor intentando borrar la sonrisa llena de burla que su hermano le mostraba al recordarle con sus palabras que durante una fiesta terminó estúpidamente ebrio y se había acostado con su mayor rival, un pelirrojo con cara de muñeco retrasado. Aunque los dos prefirieron no contarle esto a nadie, Itachi, como mejor amigo de Kisame, no pudo omitir que el de aspecto de tiburón se enterara y Sasuke, como buen hermano menor, estuvo escuchando atentamente, tras una pared, lo que los dos hombre mayores hablaban. Aunque este nunca reconocería que los estaba espiando, lo dejaba todo en un simple, "Pasaba por ahí y no pude evitar escuchar lo que le contabas a Kisame, pobre Deidara"

A veces Sasuke se preguntaba quién había sido el pasivo...

— Itachi. Si no te callas lo único que te quedará de Uchiha será el apellido. ¡Hum! — Advirtió un soñoliento y cabreado rubio.

— Si mi Dei-Chan. Duerme, ya no molestaré más.

— ¡Hum!, estúpidos Uchihas y sus charlas de hermanos mal consejeros. Pero más le vale a este baboso no querérselas pasar de listo con migo por qué de lo contrario ni su santa madre lo va a poder reconocer, kukuku Itachi idiota — Y con esas y más palabras amenazantes en contra del ojeroso se volvió a recostar en los asientos de la parte tracera del auto conciliando, prontamente, el sueño.

Sasuke dio gracias que el rubio fuera tan... tan él, que pudiera por fin callar a la persona tan molesta que tenía por hermano, aunque... ¿Qué rayos le pasaba a Itachi? No sabía que su hermano fuera un masoquista, aunque este jurara que el de largos cabellos era el doncel más lindo del universo entero.



— ¡Por fin llegamos! — Gritó el único doncel de los tres ahí presentes — ya me había cansado... — Suspiro mientras se estiraba como si fuera un gato.

— ¿Cansarte de que si todo el camino te la pasaste dormido? — El moreno mayor abrazo a su novio por la espalda mientras le daba besos en el cuello.

— Es cansado dormir, y más si no es en la comodidad de una cama. Hum — Hizo un puchero mientras se dejaba hacer mimos.

— Ehem. Creo que será mejor que primero bajemos las maletas del auto y ya después pueden irse a pasear y luego a seguir con sus cosas — Sugirió algo incómodo Sasuke.

— Si, si — Contestó la apenada pareja.

Itachi bajaba las últimas maletas que era pertenecientes a su histérica adoración. Sasuke no podía parar de pensar en lo agotador que sería la junta de negocios a la que tendrían que asistir en una semana.

— Toma Sasuke, nuestras habitaciones quedan un poco alejadas una de la otra — Sasuke agradecía aquello, no estaba interesado en escuchar como su hermano y cuñado se apareaban — Deidara y yo saldremos, te anote aquí la dirección del lugar que te dije por si te decides en salir a dar una vuelta — Le extendió un papel junto a las llaves de la casa, tomó las cosas con desinterés obteniendo una sonrisa y un golpe en la frente con el dedo anular y corazón.

— Tks, ya sabes que odio eso — Gruñó.

— Lo sé — Lo miro con cariño y nostalgia, extraña los momentos en que su pequeño, adorable y tímido hermanito menor no le dejaba ni un momento solo, siempre ahí junto a el intentando obtener toda la atención por más ocupado que se encontrará el mayor.

— ¡Itachi, me aburro! — Gritó el ojiazul echando la cabeza hacia tras chocándola con el auto del azabache mayor y dejando caer sus brazos a sus costados de forma pesada.

— Adiós Sasuke, no tardaremos — Se despidió.

Esperó parado hasta ver cómo la pareja desaparecía tomados de las manos.



Ya había terminado de guardar toda su ropa en los cajones y armario.

Nunca se había sentido tan aburrido en sus cortos 23 años. No era más del medio día y ya tenía unas enormes ganas de nada. Empezaba a considerar la posibilidad de salir a donde le había hablado Itachi, ¡Ahg! No lo pensó más, tomó su chaqueta y salió a paso rápido de su habitación, se iría en el auto de su hermano.

Al llegar al destino que marcaba el papel quedo confundido al solo ver un bosquecillo de cedros que crecía sobre unas rocas, una enorme ira contenida empezó a bullir dentro de él, mataría al imbécil de Itachi por querer gastarle una broma, pero, rápidamente todo quedó olvidado al ver un caminito de escalones y, cerca de estos, un letrero de madera que indicaba cómo llegar al templo del zorro o a un pequeño restaurante con cantina.

Comenzó su camino por aquel espeso bosque de cedros, en medio de un silencio sólo turbado por el infinitamente triste tañido de una campana budista.

 


...

 


"El zorro es el dios de la astucia y la traición: si el espíritu de un zorro penetra en el alma de un hombre, la raza de ese hombre queda maldita."

 


...

 


A la sombra espesa de los cedros, sobre la explanada de una roca cuyos tres costados caían a pico sobre un desfiladero, surgía un templo con aspecto de monasterio, en cuyos altares reposaban los zorros, todo rodeado de cedros, árboles de sakura y sauces llorones. Reinaba un silencio profundo; desde allí se habría el horizonte por encima de una cadena de montañas boscosas y sobre el inmenso bosque que se perdía en la infinita lejanía. No obstante siguió su camino para llegar a la pequeña cantina que se encontraba no muy lejos del templo pero a mayor altura todavía, desde donde era visible también el otro flanco de la cadena montañosa.

La cantina era completamente al estilo de una casa del antiguo Japón con paredes corredizas y amplias de papel, piso de madera y el rojizo de la cubierta inclinada de tejas que contrastaba con lo rosado de los pétalos de los árboles de cerezo.

Bajo la acción de la cerveza, al rumor de los cedros y frente al bosque, dos personas pueden conversar bastante bien. Fue entonces cuando el hombre frente a el le contó una historia sobre el templo del zorro.

Una historia como cualquier otra, dos jóvenes enamorados cual historia no tuvo un final feliz quedando uno de ellos como alma en pena que al verla solo te pueden pasar dos cosas, podías morir y toda tu familia quedaba maldita o seguir viviendo bendecido por aquella pobre alma enamorada.



Alzó la vista contemplando el cielo ya algo oscurecido, se despidió de aquel extraño hombre de cabellos grisáceos que cubría la mitad de su rostro, y agradeciéndole por la historia se marchó a paso lento.

Regresó nuevamente por el largo y empinado camino ancho de escalones, deteniéndose a admirar un poco aquel templo cuando algo llamo su atención. Una luz proveniente del interior.

Caminando con cautela sé acerco a las grandes puertas y mirando a través de ellas observó como una persona parecía buscar algo.

Sabía que si era el espíritu de aquel doncel su vida no estaba segura pues él no amaba a nadie y en su corazón no estaban instalados los mejores sentimientos que una persona pudiera tener.

— La noche suspiraba...

Escucho atentamente lo que decía la persona que se encontraba dentro. Era una voz muy baja, relajada y sumamente suave y agradable.

— Después de un frío atardecer...

Parecía cada vez más centrado en buscar lo que fuera que hubiese perdido. No pudo seguir escuchando más gracias a que algo le tiraba del pantalón. Un zorro.

— Suéltame — Ordenó moviendo de adelante para atrás su pierna, obteniendo un gruñido por parte del zorro — Animal estúpido, que me sueltes — Forcejeaba contra el animal tratando de que este le dejara en paz, pero unos pasos detrás de las enormes puertas lo alertaron haciendo que detuviera su pelea con aquel zorro y al parecer este también había dejado de dar lucha, pero aún sin soltar la tela de su pantalón.

— ¿Kurama? — Pronunció un hermoso doncel al momento que salía del templo — Oh, un extraño. Kurama suéltalo y ven acá en este instante Dattebayo — El zorro obedecío a su dueño y se le trepó al hombro escalando por el hermoso, pero sencillo, kimono de color naranja que vestía el doncel — Espero que mi impertinente amigo no le causara ningún malestar pero sí a sido de esa forma le pido una disculpa — Hizo una reverencia a lo que el zorro solo gruño mirándolo de forma retadora.

— Sasuke.

— ¿Qué?

— Mi nombre es Sasuke, Uchiha Sasuke — Se presentó tomando la delicada mano acanelada y depósito un beso en los nudillos.

— U-Uzumaki Naruto — Tartamudeo con el rostro encendido por el acto del moreno.

— Es un placer conocerte



Si bien esa noche no había conseguido un polvo, si algo mucho mejor que eso.

Una cita.

Una cita con Naruto, el doncel del templo del zorro.

Admitía que lo primero que pensó fue en llevárselo a la cama ya que por el rato en que estuvo platicando con el blondo este parecía ser bastante inocente, fácilmente pudo a verle hablado con galantería y así tenerlo por una noche.

Pero no.

Por primera vez, el gran Sasuke Uchiha, no había querido tener algo de solo una noche con un doncel.

¿Qué porque no quería? No lo sabía, solo así lo sintió.

Sentía que algo en aquel rubio de hermosos ojos azules y deslumbrante sonrisa valía el esfuerzo de dedicarle todo el tiempo posible y hasta el imposible, podría llegarse a pensar que debía de ser por su clan, era heredero de dos de los clanes más grandes y con más poder de todo Japón, el clan Uzumaki y el clan Senju. Pero él no era interesado, él ya tenía todo pues pertenecía al clan Uchiha y aunque no tuviera un apellido tan prestigiosos estaba seguro que tampoco sería alguien de esa forma, su orgullo no le permitiría depender del dinero de alguien más.


-


— ¡Oh, mira Itachi! parece que Sasuke va a salir, se arreglo bastante bien — Hablo Deidara desde la cocina después de a verlo visto bajar las escaleras.


— ¿Vas a alguna cita? ¿Tan temprano? — preguntó el Uchiha mayor asomando la mitad del cuerpo por el marco de la puerta de la cocina, traía entre sus manos una taza de té y unos dangos que seguramente había preparado recientemente el doncel.

— Faltan veinte para las cuatro de la tarde aniki… — Contesto algo irritado, no le parecía bueno que su hermano se enterara de que saldría a una cita.

— Oh, ¿De verdad? — Pregunto sorprendido mirando para los lados tratando de encontrar un reloj — Dei, amor. ¿Qué hora es?

— Son las tres con cuarenta y cinco minutos

— Mnh, qué raro, pensé que sería más temprano. Pero bueno, eso no quita que no negarás que iras a una cita — Se llevó a la boca la ultima bolita rosada de su plato — ¡Dei! ¿Tienes más dangos? — Tomó el poco contenido de su taza mientras volvía a la cocina, no quería hacer que su hermano explotase y llegará con cara de culo y mal carácter a su cita — También necesito más té

— Idiota — Bisbiseó cuando se encontró frente a la puerta, tomó sus llaves y acomodándose la chaqueta salió de la casa.

Al salir de la cochera pudo ver a un feliz Itachi mirando por la ventana de la sala mientras comía más dangos y bebía más té. Se limitó a bufar mientras conducía con dirección al templo donde conoció al doncel.


-


Sin lugar a dudas el lugar era hermosos, tenía todo ese encanto que solo la naturaleza podía dar, pero, eso no quitaba que se empezará a sentir inquieto, Naruto no había llegado, ya eran las cuatro de la tarde con quince minutos. Tal vez le surgió un imprevisto, o tal vez vivía lo suficientemente lejos como para tener algunos minutos de retraso, o tal vez se había olvidado de su cita……no, no, no, no, definitivamente no podía ser ese el caso, también podría ser que se perdiere un poco en el camino, o que…… ¡No! ¿Qué demonios estaba pensando?

— Hola, Sasuke. Siento mucho el retraso — Se disculpó con voz agitada — Creo que Kurama amaneció de mal humor y no paraba de pelear conmigo — Dirigió su vista hacia el animal que se encontraba apresado entre los brazos del blondo. Tenía muy mala cara y lo miraba con coraje.

— Descuida. ¿Quieres ir a comer algo? — Ofreció moviendo la cabeza en dirección a los escalones.

— ¡Claro Dattebayo! — Le regalo una de sus más hermosas sonrisas.


-


Empezaba a creer que ese zorro lo odiaba.

Cuando estaban de camino al restaurante una hoja calló sobre la cabellera rubia, y al intentar quitarla el zorro le había mordido. Naruto se disculpó muy apenado, regaño al animal y lo bajó de su hombro dejándole que caminara.

"— ¡Ya eres un zorro muy grande para que te estés portando de esta manera Kurama Kyuubi! ¡Qué vergüenza!"

Había dicho el doncel.

El zorro le dedico una mirada bastante molesta ya que creía que la culpa era del varón.

Y esa no había sido la única vez.

Llegando al restaurante, cuando ya hubieron pedido lo que comerían y cuando la mesera apareció con los platillos el zorro se subió a la mesa, la mesera bajo aquel tazón de ramen de la charola y ya estando muy cerca de la mesa, el animal aprovecho y le empujó la mano a la chica de cabello rosa. El plato fue a dar a los pantalones del moreno.

Tuvo que ir a limpiarse al baño de la cantina.


-


— Lamento mucho lo que te hizo Kurama. No es el zorro más lindo o amable del mundo, pero cuando lo conoces mejor es realmente un gran amigo. No sé qué le habrá pasado el día de hoy para que se porte así — Se detuvo un momento optando una pose pensativa. Repentinamente golpeó la palma de su mano con la otra que se encontraba hecha puño — Tal vez sea por su raza. Verás, Kurama es un zorro muy especial. Pertenece a los zorros de nueve colas, él ya tiene las nueve pero las puede unir para que parezcan una sola cola muy esponjosa — Explicó tomando de la cola al animal, comenzando a separar la cola en lo que parecían ser mechones y así hasta lograr tener nueve — Es el último de su especie, bueno, eso no sabría decírtelo muy bien ya que son muy, muy, muy difíciles de encontrar. Mi abuelo Jiraiya viaja mucho y en uno de esos viajes conoció a dos señores, Hagoromo y Hamura, son muy buenos amigos y ellos le regalaron a Kurama cuando era bebe y mi abuelo me lo regalo a mi — Realmente ese doncel hablaba mucho — ¿Tienes mascotas Sasuke?

— No, pero me gustan los gatos.

— Mi amigo Kiba odia los gatos. El tiene un gran perro llamado Akamaru ¡Es más grande que cualquier perro en el mundo Dattebayo! — Dejó hablar nuevamente en lo que sorbía algunos de los últimos fideos de su octavo razón — Mnh, Sasuke. ¿Me acompañarías a un lugar cuando salgamos de aquí? — El moreno asintió en señal afirmativa. El zorro junto al rubio gruño.

Cuando salieron de ahí dejó que el Uzumaki lo guiará a donde sea que quería ir.


— Es mi lugar favorito — Mostraba emoción, una gran emoción al hablar de ese lugar — De ahí puedo ver toda Konoha. Espero que también te guste — Sonrió mostrando una gran felicidad. Sasuke no podía evitar quedar embobado ante esas sonrisas que se cargaba el doncel.


-


La vista era increíble, estaban en lo alto de la montaña que daba de frente a Konoha.

— Los rostros Hokage son el mejor lugar para tener una buena vista. Vengo mucho a este lugar acompañado de Kurama, si quieres podrás acompañarnos tú también cada que vengamos a este lugar, Dattebayo — Un pequeño rubor tiñó ambas mejillas.

— Me encantaría — Sonrío levemente causando un sonrojo mayor en el blondo.

Entre pláticas sacadas por el rubio la puesta de sol llego, había sido de los más hermoso.


-


Ya estaba oscureciendo. Sería mejor llevar a casa a doncel, no quería causar una mala impresión a los padres del Uzumaki.

Giró la cabeza y lo encontró viendo las estrellas. Una pequeña corriente de aire le movió los rubios cabellos y el doncel tembló. El Kimono en colores Azul, blanco y negro que vestía era hermoso, sin dudas, pero, ciertamente, no se veía de lo más abrigador.

— ¿Eh? — Se sorprendió al sentir que algo le caía sobre los hombros.

— Esta oscureciendo y comienza a hacer frío. Lo mejor será llevarte a tu casa — Una vez que él Uchiha estuvo de pie ayudo a Naruto a levantase, Kurama se había dormido y no podía dejarle levantar por sí solo con una mano, podría pasar algún accidente.


-


— Eh, Sasuke — Los dos se encontraban nerviosos. No podían encontrar la forma correcta de despedirse — Lo de, ya sabes, ir conmigo y con Kurama a los rostros Hokage lo decía en serio — Bajo la cabeza mirando al zorro que dormía entre sus brazos. Su mascota no se había portado tan bien el día de hoy. Temía que el varón hubiese quedado fastidiado por la conducta del animal.

— Esta bien, Naruto

No pudo evitar sonreír — Entonces nos veremos pronto, Dattebayo — Estiro su mano hecha puño.

— Claro — Confirmó chocando su puño con el del blondo. Un gesto de despedida bastante extraño para un doncel.

Notas finales:

Espero que les gustara esta primera parte :'D 

Seria muy bonito si me pudieran dejar un comentario hacer a de lo que les ha parecido. 

¡Muchas Gracias por leer!

Bye 💜

– Murasaki San


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