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Love the way you lie. por Otogi Rinkaku Nishimura

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Notas del capitulo:

Se me vino hacer un fic basandome en la cancion de Eminem ft Rihana. Y como Flash se me vino mi OTP <3 

 

 

El calor tras su cuerpo le hacía sentir bastante cómodo. Esos brazos que rodeaban su cuerpo, aferrándose a su cintura le hacían sentir como que estaba en casa, donde no debía temer a nada ni a nadie.


 


Himchan fue abriendo poco a poco sus ojos para que estos se acostumbraran a la luz que se filtraba por las persianas de la ventana. Cuando estuvo lo suficiente despierto se acurruco más contra su pareja, llevando una de sus manos a sujetar la contraria.


 


Sus ojos quedaron estáticos en el dorso de la mano de su adverso, repitiendo una y otra vez la secuencia de números que allí había, seguido del nombre de una mujer.


 


La furia le cegó al instante, moviendo su cuerpo con brusquedad por lo que llego a impactar con fuerza su codo contra el costado ajeno, provocando así que este se despertara bastante confundido.


 


El menor entre ambos se levanto de la cama, pero solo para volver a subirse en esta o mejor dicho, subir sobre el cuerpo ajeno en busca de poder propinarle un golpe, pero el golpe quedo en la nada al ser su muñeca sujetada con fuerza.


 


— ¡Ya me canse! ¡Con un carajo, Yongguk, confie en ti! ¡Volvi a confiar en ti y has vuelto a salir con otra maldita zorra!


 


Los gritos e intentos de golpes solo hacían que una llama de rabia creciera en Bang, por lo que hizo uso de su fuerza para colocar al menor contra el colchón al voltearse, pudiendo controlar cada movimiento brusco de su novio, pero claro, no contó con que este le escupiera en la cara en una de esas que intento incorporarse.


 


Las lagrimas llegaban a escapar de los ojos del chico más joven, ya estaba muy cansado de esa rutina, pero no podían evitarla, era ya un circulo vicioso que acababa con su vida.


 


En cuanto ambos se calmaron un poco, o al menos el menor, pudieron levantarse de la cama.


 


Bang miro como su pareja de hace años agarraba su chaqueta, dirigiéndose hacía la puerta de salida. Ese fue el detonador de que debía detenerle.


 


— ¡Hey! ¿A donde carajo vas?


— Te estoy dejando.


 


Himchan no logro siquiera rozar el picaporte con la punta de sus dedos, ya que noto como era sujetado de uno de sus brazos para luego ser volteado, encontrándose con la cara de molestia de su amado. Esas muecas hicieron que el número que le había visto volviera a su mente y con ello de nuevo sintió enojo, intentando inútilmente de que sus manos impactaran contra el torso desnudo de Yongguk, hasta que en un despiste de este, logro darle una bofetada que resonó por toda la sala a causa del impacto.


 


Ambos respiraban de forma agitada, intentando calmarse para evitar lastimarse entre si.


 


— Vamos al sofá, Channie...


 


La invitación dada por el de profunda voz hizo que el mencionado simplemente se colocara derecho, caminando con total orgullo al lugar dicho para sentarse, apoyando sus codos en sus rodillas, en tanto sus dedos se pasaban por sus negros cabellos, queriendo despejar su mente. Pero sentir como el sofá se hundía a un lado suyo, viendo de reojo como su novio se medio recostaba le sacaba de quicio. En cuanto Yongguk rozo uno de sus brazos con sus dedos tuvo el reflejo de levantarse dando un fuerte manotazo a su acompañante.


 


— ¡Ni se te ocurra tocarme! ¡¿Acaso piensas que me dejare tocar cuando seguro te revolcaste con una cualquiera?!


 


— Himchan, calmate. —El mayor de ambos contaba mentalmente, nunca había sido conocido por su paciencia. Y su novio estaba a punto de rebasar esta.


 


— ¡¿Calmarme?! ¡¿Quieres que me calme?! ¡Me calmare cuando me vaya de tu lado!


 


El hilo de calma de Bang se corto luego de haber estado tanto tiempo tenso cuando noto que de nueva cuenta su Himchan intentaba dejar la sala, pero fue más rápido. Solo agarro de su brazo, implementando una fuerza suficiente como para atraerle hacía él mientras le volteaba y, en cuando le tuvo de frente, le empujo para que su espalda impactara contra la pared cercana. La mueca de dolor del menor le fue algo sin importancia, solo quiso descargar su rabia, así que dio un fuerte golpe a la pared, sabiendo que ahora sus nudillos y dedos dolerían como el infierno, e incluso notaba algo de sangre, pero al menos le había ayudado para calmarse.


 


— No me dejes, por favor... Te amo.


 


Solo un susurro fue el necesario para que ambos se miraran a los ojos. Y solo ello fue basto para que sus labios se reclamaran entre si, comenzando un demandante y desesperado beso. Sus lenguas no tardaron en salir a su encuentro a la vez que las manos de ambos intentaban tocar todo lo posible. Himchan fue el primero en separarse, alejando al mayor para voltearse, dejando a este contra la pared. Por un momento Bang pensó que se iría, pero solo sintió como las manos del menor le tomaban por los laterales de su cuello para volver a besarle.


 


Las manos del mayor fueron casi al instante a tomar con firmeza la cintura de su pareja, caminando hasta poder hacer que cayera en el sofá y colocarse sobre su cuerpo, mordiendo, besando y lamiendo sus labios en el proceso, repitiendo este una vez bajo al blanco cuello que se ofrecía ante si. Sus cuerpos ardían ante el deseo de esa nueva reconciliación.


 


_______________________________________________________________________


 


Habían comenzado a salir cuando tenían 17 años, luego de haber sido amigos desde que nacieron prácticamente, al ser sus familias amigas. Se criaron juntos, protegiéndose mutuamente de cualquier persona que les quisiera hacer daño. El amor no había tardado en florecer en ellos. Pero en la adolescencia las hormonas son muy traicioneras y Yongguk lo descubrió cuando despertó en la cama de una persona que no era la de Himchan. Estaba demás decir que su ropa estaba esparcida por el suelo, junto a la ropa de la chica que estaba a su lado.


 


De una forma u otra, Himchan siempre se enteraría, provocando fuertes discusiones. Pero nunca terminaban su relación, solo prometían no volver a hacer nada de eso. Pero luego esas promesas eran llevadas por el viento.


 


Las personas cercanas a ellos catalogaron su relación como algo enfermizo, pero nunca lo dirían si alguno de los dos estaba presente, temían que estos tomaran alguna represalia contra ellos.


 


A los 19 se mudaron juntos a una casa que compraron con los ahorros que habían juntado tras meses de trabajar sin descanso. Pensaban que al comenzar a vivir juntos su relación mejoraría.


 


Pero no hizo ninguna diferencia. Yongguk llegaba a la vivienda con el perfume de otra persona impregnada en su piel o Himchan traía la marca de otros dientes en su cuello. Llantos, gritos, empujones e incluso golpes eran lo que predominaban en aquella casa.


 


Ya era algo normal ver el color morado oscuro adornar el pómulo de Himchan, como era normal ver también algunos golpes y rasguños en el rostro y torso de Bang.


Siempre que uno decía de decidirse por dejar la relación el contrario le quitaba aquella idea, primero a agresiones que terminaban con ambos desnudos. Sus reconciliaciones se basaban en sexo sin delicadeza alguna, que les hacía olvidar cualquier falla que el otro tuviera, solo recordando sus nombres y dejándose llevar por el calor de sus pieles.


 


Una de esas noches que compartían habían decidido salir a un bar, invitación del hermano gemelo de Yongguk. No habían tardado en aceptar y tardaron menos en alistarse para la noche que les depararía.


 


En cuanto llegaron al lugar ambos tomaron caminos diferentes. Yongguk por su parte se junto con su hermano, bebiendo cuanto trago se había colocado frente a si. El alcohol quemaba su garganta, pero a la vez le producía una relajación increíble. Himchan en tanto se había ido a jugar billar en cuanto vio las mesas, aceptando uno que otro trago que el particular chico con el cual jugaba le invitaba.


 


— Un gusto, soy Kim Himchan.


 


— Moon Jongup, el gusto es mio, precioso.


 


Las conversaciones de ambos siguieron por unas cuantas horas. Lo increíble era que no hubiera ningún inconveniente, Bang ya se encontraba con un chico que le llevaba al menos 5 años, pero no le interesaba, ni siquiera prestaba atención a la mirada de preocupación que su gemelo le dedicaba, solo gustaba seguir presionando el delgado cuerpo contra el suyo. Eso fue hasta que escucho la voz que se asemejaba a la propia.


 


— Gukkie, creo que... Himchan quiere irse.


 


Las palabras ''Himchan'' junto a ''Irse'' siempre activaban algo en su organismo, así que levanto su mirada, encontrándose con la escena de que un chico de una estatura un poco menor se encontraba sonriendo de manera coqueta en tanto miraba a SU novio.


 


La ira le nublo todo sentido coherente que podría tener. Un empujón fue el dado a quien estaba a su lado, ignorando el insulto que ese chico que respondía al nombre Junhong le había dado. Le importaba una mierda lo que un cualquiera le dijera.


 


Se acerco con un aura amenazante hasta la zona de las mesas de billar, agradeciendo que todas las personas notaran su enojo y por ello se movían para dejarle el paso. Noto como su pareja elevaba su rostro para verle, provocando que el chico con el que estaba tuviera curiosidad y volteara.


 


Una muy mala idea.


 


En cuanto ese hombre volteo hacia su dirección no dudo en estrellar la botella que tenía en su mano contra un lado de su cabeza, provocando que el contrario cayera al suelo mientras de fondo se escuchaba el ligero grito dado por Himchan.


 


La gente se amontono a su alrededor al tiempo que Yongguk se colocaba sobre el cuerpo de ese chico para comenzar a golpear una y otra vez su rostro. Podía sentir como la sangre ahora adornaba sus nudillos, el como sus oídos captaban cada quejido o suplica porque le soltara. ¿Como soltar a quien le coqueteaba a su novio?


 


Los dueños del lugar se acercaron como pudieron debido a la gran multitud y con ayuda de los guardias pudieron sacar a Bang del lugar. Este emitió un gruñido al aún sentir su sangre hervir. Vio a Himchan salir también, pero en vez de acercarsele solo le miro para luego irse tras dedicarle una mueca de enojo.


 


Había arruinado por completo aquella noche.


 


Al llegar a donde vivían los gritos no se hicieron esperar, cada uno se echaba la culpa y sacaba a relucir todas las cosas de hace tanto tiempo atrás a la luz. Himchan caminaba por los pasillos, cerrando las puertas tras de si, las cuales Yongguk abría con toda la fuerza que poseía y tiraba algunos objetos que se cruzaban en su camino.


 


— ¡Te he dicho que vengas aquí, Himchan! —Un florero fue el próximo objeto que el mayor agarro, tirándolo de forma en que impacto contra la ventana, rompiéndose esta también en el proceso.


 


— ¡Y yo te he dicho que puedes irte a la mierda! —Las lagrimas caían sin parar por el rostro del más joven, pero no eran lagrimas de tristeza, sino que eran de varias cosas, enojo, rabia, depresión. Todo eso se desbordaba en las gotas que se deslizaban por las pálidas mejillas.


 


— ¡Oh si claro! ¡Seguro que lo que realmente quieres es ir y abrirle las piernas a ese imbécil! —En cuanto esas palabras fueron dictadas pudo ver como Himchan se adelanto un poco más hasta llegar al baño. Yongguk por su parte dio una corrida para intentar llegar, pero solo logro que la puerta se cerrara en su rostro, por lo que comenzó a golpear con fuerza esa puerta— ¡Ábreme en este mismo momento!


 


— ¡¿Por qué mejor no te vas con ese chico rubio de mechón azul?! ¡Si se veía que te gustaba tenerlo junto a ti! —Claro, porque Himchan si había notado como su novio había estado muy pegado a un chico más joven, por lo que no pensaba quedarse callado, hacía mucho había aprendido que para él también la carne era débil, más si su pareja le daba las razones necesarias.


 


— ¡¿Acaso no te das cuenta que solo te quiero a ti junto a mi?!


 


Esas palabras retumbaron en la cabeza del chico de cabello negro. Sabía que era una mentira, pero a la vez no, porque no dudaba de que Bang le amaba con la misma locura que él.


 


Ambos se amaban profundamente y por eso la idea de separarse era peor que cualquier golpe que se hubieran dado antes o que cualquier engaño que se hubieran profesado.


 


La puerta no tardo en abrirse y antes de que el mayor de cabello rubio pudiera reaccionar termino por recibir a su amado en brazos al este haber saltado hacía si.


 


La ropa termino esparcida por todo el camino que habían hecho hasta la habitación de ambos, la cual fue el único testigo de los sonidos de placer, de las confesiones de amor, de las nuevas promesas. Solo la habitación era testigo de esa amarga y dulce relación que esos dos chicos llevaban.


 


Porque ambos amaban la forma de mentir del otro.
Notas finales:

Espero les haya gustado.

Y muchas gracias por leer~


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