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Dulce Paga por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Krat viene con un desahogo... como siempre que está triste :v 

Notas del capitulo:

Holi~

Pos no shé, sólo salió de la nada

Tendrá dos capis, así que no es algo elaborado XD

 

Sólo bastaba una sonrisa. Sólo una y caería al acantilado. Sería su fin

 

 

mamá suele decirme que para ser feliz… — estiraba su mano y ofrecía la mitad de su galleta con chispas de chocolate — hay que saber compartir felicidad

—¿a qué te refieres? — voz aguda, correspondiente a un niño; pero mirada dura, como la de un adulto

—mi felicidad es esta galleta — sonreía con amabilidad, haciendo denotar sus mejillas levemente abombadas — mamá los hace especialmente para mí, porque yo soy especial — decía con orgullo

—me estás molestando — fruncía su joven ceño y hacía una mueca, negándose a tomar aquella galleta

—el sabor es muy bueno y eso me hace feliz… agradece que te estoy compartiendo de mi felicidad — hace un puchero mientras estira un poco más la galleta

—dices tonterías — pero seguía viendo esa galleta enfrente de sí y suspiraba — eres fastidioso

—vamos, muérdela — insistía acercándose para mirar la expresión del niño de ojos negros y un cabello de ébano — anda, hazlo — curioseaba las facciones ajenas, concentrándose en esas patillas tan extrañamente rizadas

—si lo hago, ¿me dejarás en paz? — suelta su aire y eleva una de sus cejas

—creo — decía elevando sus hombros, quitándole importancia. Tenía siete años, las cosas simples lo hacían sentir emocionado — cómela, vamos, ¡apúrate!

—ah — suspiraba con fastidio antes de hacer aquello. Le arrebató aquella galleta para que ese niño de cabellos lilas –que había llegado de la nada, a pedirle jugar y cuando intentó echarlo se había sentado junto a él- se callara — listo — mencionaba después de haber dado el primer mordisco

—qué falta de reacción — se quejaba haciendo un puchero, pues aquel niño que mordió la galleta, no cambiaba nada en su expresión facial— ahora deberías estar sonriendo porque el sabor es espectacular

—claro, claro — soltaba el aire y daba otra mordida. Aunque no iba a admitirlo, esa galleta estaba buena y el hambre que tenía se apaciguaba — ahora vete

—devuélveme el resto de la galleta — claro, no iba a desperdiciar su preciada posesión

—¿por qué?

—porque si no la disfrutas, entonces lo haré yo

—me la diste, ahora es mía

—pero no sonreíste, así que, ¡no hay trato! — cruzaba sus brazos mientras la brisa meneaba sus cabellos púrpuras

—pues mira cuanto me importa — saltó de la banqueta donde había estado sentado y empezó a alejarse mientras comía esa galleta

—¡sin sonrisa, no hay galleta! — no se quedó quieto, empezó a perseguir a aquel desconocido

—pues te robaré

—el gran Skull-sama no te dejará — amenazaba apuntándole con el dedo. ¡El sólo estaba tratando de ser buena persona! ¡Tenían que devolverme el favor!

—ja… no puedes contra a mí

 

 

Un juramento. Ese día se juró a sí mismo lograr que aquel extraño pagara por la galleta que le cedió; debía hacerlo con una sonrisa o con una galleta más grande. Doble o nada, esa era su ley. Al principio hasta le costó lograr saber el nombre de aquel niño escurridizo de extrañas patillas, pero después lo volvió su objetivo permanente. Así fue incluso después de que dejaron de vivir cerca, se separaron por años y volvieron a encontrar en extrañas circunstancias en donde fueron maldecidos a ser bebés eternos, llamados arcobalenos

Para muchos podría sonar estúpido y más si el gran Skull mantuviese ese objetivo hasta el punto actual de su vida; en donde ya era mafioso, podía comandar a quien desease en la familia Carcassa y fuera un inmortal con cuerpo de dios griego. Oh si, él era perfecto. O casi, porque aún le faltaba esa sonrisa o esa galleta. Sólo necesitaba eso para completar su grandeza y por eso fastidiaba a aquel maldito hitman del diablo, que le daba pavor en ocasiones porque podía ser demasiado sádico… ¡estaba perdido! ¿En qué punto de sus vidas habían cambiado tanto? Ni siquiera se dio cuenta

Pero Skull no iba a descansar en paz si es que no hacía que Reborn sonriera o que le diera una galleta muy grande. Esa era su misión final

Intentó muchas cosas para obtener la paga que se le debía desde que eran unos niños. Peleó, insultó, trató de apostar, le dijo directamente lo que deseaba, incluso atacó al Vongola… aunque no recordaba bien porqué hizo eso, si es que Reborn no estaba directamente involucrado; también le mandó una carta de amenaza, pero parecía que ser ignorado era su destino. Y aun así no quería rendirse… ¡Darse por vencido, jamás! No Skull

 

 

—¿qué haces, Enma? — Skull había ido a la casa de ese pelirrojo para distraerse mientras estaba en Italia

—hago galletas con chispas — sonreía con calma mientras seguía en aquella labor de mezclar la harina y demás ingredientes

—¿por qué? — balanceaba su cuerpo en aquella silla de la cocina y miraba el lento batir

—porque me parece un buen detalle hacia Tsuna. Hace mucho que no nos vemos y quiero hacerle un regalo

—te gusta mucho el décimo Vongola, ¿no?

 

 

Skull veía como el pelirrojo se detenía abruptamente, soltando aquella cuchara que usaba. Esas mejillas se encendían cual semáforo y negaba con las manos aun manchadas de la mezcla. Enma tartamudeaba, decía incoherencias, trataba de justificarse y finalmente resbalaba con alguna cosa inexistente y con ello se llevaba la mezcla también. Pero claro, Skull era único y por eso salvó el tazón de esa extraña masa, para terminar, riéndose al ver al pelirrojo en el suelo, aun negando. El inmortal no era tonto, captó esa extraña relación entre ambos jefes mafiosos, lo hizo desde hace años, lo hacía ahora y lo haría después.

Nunca juzgó aquello, es más, apoyó a Enma en muchas de las locuras que hizo para que el castaño –tal vez más despistado que el propio Simon– se diera cuenta de las intenciones de aquellos regalos, citas, paseos, convivencias. Pero ese par no tenía remedio. Tsuna parecía no darse cuenta de los detalles o de sus propios sentimientos hacia Enma y el pelirrojo, era un lío más grande cada día. Dos idiotas que no podían dar el siguiente paso, así los definía Skull.

Iba a burlarse una vez más al ver que el pelirrojo avergonzado se levantaba, pero vio una oportunidad que aprovechar. Una idea macabra que pasó por su mente con tan sólo ver la mezcla. Rió sutilmente mientras elevaba el tazón, miró a Enma y amplió su sonrisa. El pelirrojo no tenía que poseer la súper intuición de Tsuna como para saber que algo malo ocurriría con esas galletas y con el mismísimo Skull… pero sabía que al final iba a participar

Esas galletas debían ser perfectas para que el plan fuera un éxito, fue por eso que Skull se colocó el mandil floreado que halló por ahí y ayudó al pelirrojo en la labor de cocina. Rió de vez en cuando, mezclaba con fuerza, añadía algunas cosas, pedía a Enma otras más y al final se volvió el chef en jefe para ese gran día

 

 

—no sabía que sabías cocinar, Skull

—no sabes muchas cosas de mí — se jactaba mientras usaba el bolillo para extender la masa

—¿qué más sabes hacer? — Enma admiraba con curiosidad al jovencito a su lado mientras él también expandía la masa que restaba, pues habían hecho más de lo necesario

—no sé… sólo sé que hay que seguir las recetas

—o sea que tienes talento nato

—claro que no… es sólo porque yo soy la perfección en persona

—ya veo — sonreía divertido. Skull era así, pero no le molestaba en absoluto

—aprende mientras me tengas a tu lado, porque jamás volverás a tener un privilegio parecido

—gracias por la ayuda, Skull

—nada es gratis — sonreía mientras jugaba con los moldes de las galletas — tú me pagarás de una forma especial, Enma

—sólo no me metas en lío

—Que empiece el juego

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

La autora siempre quiso hacer un Reborn x Skull… así que, para matar su melancolía, la autora hizo un ¿RS? De dos capítulos.

Si se arriesgan, nos veremos en el siguiente~

Besos~


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