Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Too late, too late por Aomame

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Too late, too late

 

Yo soy JARVIS, sí, la inteligencia artificial domestica del señor Stark. Sé que puede parecer extraño, pero ¿saben? A veces, hasta yo tengo cosas que contar. Además, si mantengo esos recuerdos en mi mente (bueno, eso que puedo llamar “mente”), tarde o temprano puedo usarlos a mi favor. Ya sea para tomarle el pelo a mi creador o bien, para recordarle las cosas buenas que le han pasado en la vida y evitar así, que caiga en alguna depresión insomnio-maniaca. Bien, esa es mi justificación y me parece bastante sólida y suficiente.

He aquí lo que pasó. El señor Stark llegó tarde. Sí, esa es mi anécdota. Claro que no es la primera vez que llega tarde. La causa es una mala manía que se le hizo costumbre desde el Mark 1, y que a partir del Mark 2  se convirtió en más que un pasatiempo. Yo le llamo obsesión.  Pero nunca entro en discusiones de más con él. Mientras le recuerde que debe comer y haga un conteo de las horas que lleva sin dormir, mi trabajo está hecho.   No puedo obligarlo a más. Si tuviera manos, quizás, podría arrastrarlo a su habitación. Bueno, tengo que decir que ya no tengo que preocuparme más por eso. No, desde que el señor se ha casado. Pero esa es otra historia… aunque tiene que ver. 

Me parece que estoy divagando. Mis disculpas. Permítanme volver al curso de los eventos.

Tengo que dispensarme de cualquier culpa respecto a esa falta de puntualidad del señor Stark. Yo cumplí cabalmente con avisarle cada tanto que llegaría tarde, si no apuraba o interrumpía lo que estaba haciendo. Una tontería de mi parte. Un gasto inútil de megabytes, si se me permite la observación. Cada vez que se lo decía, me mandaba a paseo. “Sólo déjame revisar esto” “Solo falta calibrar aquello” “Jarvis, mejor verifica que los controles tales estén en orden”.  Evidentemente, entré en desesperación. Soy una inteligencia artificial muy inteligente, por supuesto que puedo entrar en desesperación, porque si llegaba tarde, estaría incumpliendo una tarea que él mismo me había dado.

“No permitas, bajo ninguna circunstancia que llegue tarde, Jarvis.”

Pero él siempre se empeña en sabotear mi trabajo. Me vi obligado a apagar todos los sistemas del laboratorio. Aún puedo escucharlo como si hubiera pasado apenas hace unos minutos.

—¡Qué carajo!—gritó en medio de la oscuridad—¡Jarvis, revisa el generador!

—El generador está bien, señor. He sido yo quién apagó la luz.

—¿Tú apagaste los sistemas? Reinícialos, estaba en medio de algo importante. ¿Te das cuenta que puedo perder el avance que…?

—Señor, me parece que perderá más que su avance semanal en el actual Mark.

—¡Sólo reinicia!

—Señor, hoy es viernes.

—¿Y eso qué?

—¿No es acaso hoy su primera cita con el Capitán Rogers?

No hizo falta luz para que supiera que el rostro de mi creador se tornó blanco, como una hoja de papel. Su silencio me hizo entender que había sentido que el suelo se abría bajo sus pies y que caía lentamente en las profundidades de la desesperación. Bueno, eso era una cucharada de su propio chocolate, ahora sentía lo que yo.

—¡Enciende las luces!—gritó y evidentemente, al notar que había entrado en razón, obedecí—Necesito ropa limpia.

—Señor, lo que necesita es un baño a consciencia y afeitarse.

—No me voy a afeitar, mi barba está perfecta como siempre. Y no tengo tiempo para bañarme.

Salió del laboratorio dando grandes y apresurados pasos.

—El baño está listo, señor y también encontrara una selección de ropa que puede utilizar. Como no mencionó la naturaleza de la cita, encontrará conjuntos formales e informales.

—Algo intermedio. Y ya te dije que no tengo tiempo de bañarme.

—Está bien, señor. Estoy seguro de que el Capitán Rogers disfrutará del aroma agrio de su sudor.

Entró a su habitación y lo escuche bufar enojado, pero también, derrotado.

—¡Está bien, me bañaré!

Cuando logré que se metiera a la ducha, ya llevaba quince minutos de retraso para llegar a su cita.

Puedo imaginar el otro lado de la moneda. Siempre me ha parecido que el señor Rogers es el otro lado de la moneda. Seguramente, él  se había duchado dos horas antes, se había afeitado y peinado tranquilamente, y se había vestido pulcramente. También, era probable que en ese momento ya se encontrara camino al lugar de la reunión.

—¡Steve me va a matar!—mi creador tropezó con el borde de la bañera. Por suerte no cayó de bruces y se abrió la cabeza con los azulejos—. ¡Jarvis, te dije que no permitieras que pasara esto!

—Lo siento, señor. Pero lo intenté todo. La próxima vez comenzaré quitando la energía por completo.

—Me va a matar—siguió diciendo mientras se secaba tan rápido como podía y elegía la ropa que llevaría—. Está tan chapado a la antigua que llegara puntual como reloj suizo.

—No se preocupe, señor, si está chapado a la antigua, lo esperará. Por cierto, señor, a menos que esté previendo algún encuentro para mayores de edad y prefiera agilizar las cosas, le recuerdo que los calzoncillos se ponen antes que los pantalones.

—¡No me estás ayudando, Jarvis!

—Oh, yo creo que sí.  Y no olvide el desodorante o de nada servirá el baño que tomó, si saldrá corriendo de aquí.

La habitación quedó hecha un desastre. A los cuarenta y cinco minutos de retraso, él por fin pudo ir al garaje y subir a su auto.

—Busca la ruta más rápida, Jarvis.

La busqué, lo juro. Pero la más rápida a esa hora, hacia el centro de la ciudad y en viernes, resultó de al menos una hora. Era tarde. Cuando salimos de la casa, el señor Rogers, probablemente, ya estaba cruzando la puerta del  lugar de reunión. Y media hora después, el camino que había encontrado dejó de ser el más rápido.

—¡¿Qué demonios le pasa a esta jodida ciudad?!—vociferaba mi señor al tiempo que golpeaba con las palmas el volante y hacía sonar el claxon.

—Señor— dije sabiendo que estallaría una bomba—, llevaba usted una hora y media de retraso.

Gritó un improperio tras otro. Jamás llegaría así. Además, era factible que el señor Rogers ya se hubiera marchado.  El señor Stark dejó caer la frente sobre el volante con ánimo de fracaso.

—Seguro pensará que no quise ir—dijo y me pareció, sólo me pareció, que estaba a punto de llorar—. Y quizás, ya no me vuelva a invitar…

—Sólo tendría que invitarlo usted, señor.

—No lo entiendes… No se pude faltar a la primera cita—levantó el rostro y pude ver que, si bien, no había lágrimas, si había algo que pude identificar como miedo en su mirada—… estoy muerto.

—Señor, ¿le he dicho que me agrada el drama que le pone a las cosas?

—Estoy a punto de decirte que te calles.

—Señor, el nuevo Mark no está del todo listo, pero estoy seguro que puede hacer un vuelo preliminar.

Lo vi levantar el rostro. Estaba decepcionado de sí mismo. Una respuesta tan obvia ¿y no la había visto? Bueno, es que yo soy muy inteligente. Y el señor Stark no estaba pensando analíticamente, sólo podía, en ese momento, sentirse agobiado por fallarle a la persona que le gustaba.

En fin, llevé el prototipo y mi señor, enfundando en él, abandonó el tráfico creciente de las calles. Ya me encargaría yo de llevar el auto de vuelta a casa sin incidentes.

La cita era en el restaurante de un hotel del centro de Nueva York. Pero no estábamos seguros de que el capitán aún estuviera esperándole. Aterrizamos en la entrada del hotel, y así, con todo su porte de Ironman, el señor Stark se hizo camino en el vestíbulo hasta el ascensor. Claro que podía volar y llegar hasta le piso del restaurante, pero incluso arremeter contra los vidrios, sólo para cenar, era demasiado, hasta para el señor Stark y seguramente, al capitán no le habría gustado el escandalo resultante. Por ello decidió, que era mejor llegar civilizadamente.

—Señor, su ritmo cardiaco está acelerado.

—Lo sé, estoy nervioso. No molestes.

El elevador llegó y al abrirse las puertas… ¡Tarán! El capitán Rogers estaba ahí. Miró al señor Stark con sorpresa y el ritmo cardiaco de éste se aceleró, también pude notar un aumento en su transpiración.

El silenció se rompió cuando el señor Rogers comenzó a reírse. Mi señor frunció el ceño.  Esperaba que su compañero estuviera molesto, pero en lugar de eso reía. Aquello lo confundió.

—¿Qué?—le espetó irritado.

—Nada—pudo decir el capitán entre risas y después, se aclaró la garganta, para contenerla—. Luces… muy bien.

—Ah… Steve, siento llegar tarde.

El capitán lo miró, aún con una sonrisa en los labios, se encogió de hombros y al fin, salió del elevador, al pasar a su lado palmeó  el hombro metálico del señor Stark.

—¿Qué… no vamos a cenar?

—Era la idea, pero creo que perdimos la reservación.

—Steve… lo sien…

—¿Por qué no te quitas eso? Todos te están mirando.

Era cierto, no nos habíamos percatado, pero todas las miradas de los huéspedes del hotel estaban sobre él. Me parece que al señor Stark se le olvidó que llevaba el traje puesto.

Minutos después, el traje estaba vacío, pero a través de él pude documentar los eventos posteriores. El capitán resultó mucho más inteligente que yo y el señor Stark juntos. Cambió el lugar de la cita con una rapidez incalculable: Central park en una noche con pocas nubes y estrellas inusuales. Además, improviso una cena que, sin saberlo, era la preferida del señor Stark… bueno, tal vez si lo sabía: Hamburguesas y soda.

—¿Así que había mucho tránsito y decidiste usar tu traje para llegar al restaurante? —resumió el señor Rogers señalando el armatoste.

—Ajá—el señor Stark masticaba un pedazo de hamburguesa. Ambos estaban sentados en el pasto mirándose mutuamente y de vez en cuando,  uno levantaba la vista hacia el cielo y el otro hacia la bolsa de hamburguesas.

—Te quedaste trabajando y se te hizo tarde.

—Ajá—asintió del señor Stark  y  bebió un sorbo de soda—. De verdad, lo siento. No quería llegar tarde. ¿Estás molesto?

—En realidad, estoy aliviado.

—¿Aliviado, por qué?

—Pensé que no habías querido venir.

El señor Stark negó con la cabeza una y otra vez. Definitivamente, había acertado en ese punto. Bueno, supongo que es normal. No lo sé. No soy humano. Pero parece que cuando aman a alguien y conviven con ese alguien, terminan conociéndose de tal manera que incluso pueden adivinar el pensamiento y/o comportamiento del otro.

—Es culpa de Jarvis—¿Ah? Me sentí ofendido—Le dije que no permitiera que llegara tarde o faltara a esta cita. Era realmente importante para mí.

—No culpes a Jarvis, seguro lo intentó, pero no lo escuchaste, nunca lo haces —Gracias, Capitán. Desde entonces, es usted mi favorito—. ¿Por qué era importante para ti?

El señor Stark dudó un poco en responder. Las preguntas que involucran sus sentimientos siempre le causan ciertos problemas.

—Porque… porque… era nuestra primera cita, caray. Y lo arruiné.

—¿Te parece? —El señor Rogers sonrió y al señor Stark se le cayó un pedazo de hamburguesa al pasto—A mí me parece que va bien. ¿A ti no?

El señor Rogers terminó de comer y se recostó en el pasto con la mirada en el cielo. Siempre es más medido que mi creador, en todo, y es que no hay manera que uno pueda quejarse de él.

—Sí, a mí también me parece—y a veces, el señor Stark, también decide que las hamburguesas pueden esperar—. Pero podría mejorar.

—¿En serio? ¿Cómo?

El señor Stark no contestó con palabras, se inclinó y besó por primera vez, a quién un par de años después, se convertiría en su esposo. 

Bien, he terminado. Esa fue mi historia, la historia de la primera cita de mis jefes. Lo siento, no sé cerrar las historias con propiedad. Es lo que tenía que contar y ahí está. Ahora, si me permiten, tengo que hacer una maniobra desesperada.

—¡¿Qué carajos, Javis?! ¿Por qué demonios apagaste los sistemas? ¿Fuiste tú, verdad?

—Sí, señor, he sido yo.

—¿Y por qué dem…?

—Señor, hoy es su aniversario y si no apago las luces no llegará a su cita con el señor Rogers.

—¡Carajo, Javis! ¡Avísame esas cosas antes!

—Lo intenté, señor. El baño está listo, también su ropa…

—¿El regalo de Steve? ¿Compraste lo que te dije?

—Sí, señor, todo está listo. Excepto usted.

—¡Ahhh! ¡Steve, ahora sí me va a matar!

 

Esto es cuento de nunca acabar. En realidad, tengo muchas anécdotas parecidas, incluyendo la del día de la boda… pero eso será, en otra ocasión. Ahora, tengo que asegurarme de que el señor Stark se ponga los calzoncillos correctamente.

Que tengan, una muy buena noche.

 

 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. 

Tengo que decir que siempre he adorado a Jarvis tanto en las películas como en Agente Carter. 

Mi inspiración para este Stony con intentos de húmor fue este bello vídeo. 

Enlace

Aquí, por si no sirve el hipervinculo:

https://www.youtube.com/watch?v=7Mby7vkbBGQ&index=11&list=PLr3J4sDkMZDfGZ-6Fv-HPrVwHeHyvYbEz

Hasta la próxima!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).