Tip Tap a la sombra del sauce, melancolía al andar.
El Bufón envuelto en colores, ataviado según su escena.
Oh, alguien triste se acerca; con gracia y naturalidad, los colores se tornan fríos;
Su rostro se tuerce en tristeza, lágrimas al mirarle;
Tip tap, melancolía al bailar.
Estira su mano, atrayendo al acongojado;
Venga, venga que siento su dolor.
Oh, se acerca alguien, se ve solitario; amable y encantador salta el Bufón;
Tip tap, resuena un contento danzar.
Sus colores se tornan alegres, abre sus brazos ofreciendo amor.
Tip tap, frente al Bufón aparece aquel que se roba su atención.
¿Tristeza, felicidad o miedo?
Sus colores cambian, blancos o negros;
Pero aquél que le interesa parece desinteresado.
Tip tap, sigue su ritmo, con todos los colores, opacando los de otros;
Interpretando todas las caretas;
Tip tap, resuena la danza del Bufón, de todas las tonalidades, y sin ningún color.
¿Atrayente, engañoso, o real?
No importa.
Todos siguen su ritmo, como aquella persona lo sigue,
y seguirá.
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1. Las palabras que llaman hogar
Como otras mañanas el sonido de las repisas; el tintineo de los cubiertos, una escena normal, algo hogareña.
Eso era lo que conforma lo común de un hogar, el ajetreo de la mañana, el acompañar las horas del alba para comenzar un día más.
Pero, para Bum le era algo extraño, algo difícil, algo ajeno; Sangwoo le miro crítico como otras veces, el silencio permeando como otras tantas. Sus dedos enredados en hebras negras, sus labios apreciando la dulzura del aroma de un Omega; el Alfa esperaba las palabras dichas por el otro cada mañana.
— Que t-tengas buen día Sangwoo— su voz era suave, pequeña; el miedo pululando en el fondo. El inconsciente le insistía de una amenaza presente, sin razón, sin fundamento; su mente insistía en los más profundos recovecos que solo era escenas superficiales, aun si no encontrará algo a lo que temer.
Sangwoo era amable, no le mancillaba, no le consumía en exigencias; pero si tenía reglas, si había expectativas, unas nunca habladas, pero ahí estaban. Algo tan simple como despedirle se convertía en una tarea, en la obligación de Bum, aunque esté no lo supiera.
El Alfa se alejó de sus cabellos, satisfecho y con una mirada le recordó ese impetuoso lazo marcado en su cuello;
Y su labio tembló, agitado por algo desconocido, por temerosa cautela de un viento helado sin explicación, sin origen.
Sangwoo no quiso formalizar la unión hasta que el estuviera listo, o eso le dijo; a él no le quedó más que creerlo. Su relación se estableció, y con un lugar propio el Alfa considero el momento apropiado.
La casa era bella, amplia, y las sombras eran muy largas por sus pasillos; aun si la claridad se encargaba de la iluminar,
Las sombras eran larguísimas.
La convivencia era pacífica, de una calma tensa, como si se mirase la superficie de un lago sin fondo, del cual no se puede ver más allá de la superficie.
Por la mañana Bum preparaba el desayuno; con los gustos de Sangwoo ya memorizados, se movió sin retraso para terminar rápidamente. El Alfa esperaba todas las mañanas a que le despidiera, y por las noches, ya entrada la negrura en el cielo, regresaba para ser recibido animosamente por Bum;
Así era como esperaba que fuera, aun si el Omega le observará cauteloso bajo una supuesta alegría;
O sin que Bum se diera cuenta, sus manos se estremecían solo un momento después de que Sangwoo sintiera el deseo de besarlo.
Nada de eso tenía sentido;
¿Que temía? ¿Que era ese vació después de sumirse en las caricias de Sangwoo?
¿Qué era lo que no encajaba?
Otro aspecto de su rutina, eran esa imperceptible dureza en las reglas silenciosas de esa casa, de las reglas para Bum.
Donde estaba y que hacía eran cosas que Sangwoo tenía que saber por derecho.
Su garganta se cerraba al sentir la mirada siempre profunda y vigilante de Sangwoo; esperando que siguiera sus obligaciones, aun si al equivocarse no había consecuencias visibles, ni físicas; pero las palabras eran navajas lo suficientemente filosas para destruir, formar, o amoldar.
¿Cuánto sabía de Sangwoo?
Bum se daba cuenta que él no tenía ápice de información del Alfa. Según hasta donde creía saber, o así le dijeron, Sangwoo era amable, perfecto y ellos tenían una relación larga.
Una relación ideal; ¿Que Alfa tenía la consideración de esperar a la decisión del Omega para ser marcado?
Entonces, ¿porque tampoco tenía memorias del tiempo antes de que su relación se formalizará?
¿Porque no sabía nada?
Bum suspiro cansado; se relajó en el amplio sofá de la sala principal de la casa, e ignoro sus reflexiones inconscientes, que eran un hábito incontrolable. Con todo lo que tenía que hacer en el día terminado, pensó en ver algo de televisión.
— Creo que hoy llegara tarde...— murmuró para sí, con ojos atentos en el reloj. Reviso mentalmente que cosas estaban en la cocina, y decidió hacer algo simple, esa noche cenaba solo después de todo; aunque dejaría algo preparado para el Alfa, no quería esa dura mirada que solía darle.
Pero odiaba estar solo.
Las sombras se volvían densas, y una tristeza profunda se aferraba a su cuerpo, de algo olvidado.
—No necesitas preocuparte mucho Bum, quita esa expresión— le exigió una vez Sangwoo, viéndole siempre ansioso, siempre cohibido.
Bum se recostó un poco en el sillón, algo adormilado, su celo no llegaría pronto, así que no tenía nada que comprar o preparar; el último período que tuvo fue cuando Sangwoo le marco.
La memoria de eso le estremecía placenteramente, como agobiaba, aumentando su vacío. Con Sangwoo siempre era así, un campo emocional con dos polos opuestos.
En su sociedad, estar a disposición del capricho de un Alfa era su destino, eran afortunados si uno decidía unirse contigo; Sangwoo era el perfecto epítome de lo que cualquier Omega desearía; pero, para Bum esa alegoría de lo ideal era inquietante.
Además, que él siempre tuvo miedo de la idea de tener un Alfa, aun si socialmente esa era su labor en la vida.
Pero así era, y él era... ¿Feliz?
La escasez de recuerdos tornaba todo en confusión, en cosas difusas sin forma.
— ¿Que más podrías desear Bum? — Voz grave le susurro, después de marcarlo—. ¿Acaso no es suficiente?
Recordaba Bum cada sílaba de lo que Sangwoo le dijo ese día, atemorizado ante algo que no lograba describir en la voz del Alfa.
El Omega dejo todo preparado para Sangwoo después de que el cenara, en caso de que llegará muy tarde. Bum dejo tan limpias como le era posible las repisas de madera oscura de la cocina.
El sonido de la puerta le hizo sobresaltarse, sabiendo quien era, aunque algo sorprendido por que llegase tan temprano.
Parado en la puerta, con ambas manos juntas al frente; Bum recibió a Sangwoo, cenaron y fueron a dormir; una escena normal, cotidiana, de algo que era rutinario;
Pero con algo fuera de lugar.
Con el cuerpo de Bum guardando terror, y profundo pesar.
Con las manos de Sangwoo enredándose en el cuerpo del Omega de manera posesiva, frenética y obsesiva.
Con alguien sin recuerdos, y otro que porta una enorme sonrisa ante la puesta en escena;
Su puesta en escena.
Porque eso era suyo, como lo era él.