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Speak politely to an enraged dragon por Valeria Penhallow

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Notas del fanfic:

¡Hola! Aquí está la historia larga (calculo que unos 10 capítulos más o menos) que venía prometiendo de un tiempo a esta parte. Decir que no está finalizada, pero sí algo adelantada. Sin embargo, quería ver qué acogida tendría, así que hoy os dejaré el prólogo y el primer capítulo.

 

En fin, si tenéis cualquier tipo de duda o algo por el estilo, no dudéis en preguntar y las críticas (constructivas) siempre serán bienvenidas, así que no seáis tímidos y dejad reviews, que los fanfickers vivimos de nesto.

 

Finalmente, mencionar que este es un fic especialmente escrito para la Comunidad KakaIruKaka de facebook, que es maravillosa.

 

Psdta.: la imagen de cabecera no sé de quién es. estoy intentando hacerme con el nombre de su autor/autora. En cuanto lo sepa, todos los derechos y aplausos le serán concedidos explícitamente.

Notas del capitulo:

Aquí la URL de lo que sería la portada del fanfic: <url>https://scontent-mad1-1.xx.fbcdn.net/v/t1.0-9/18402973_10154862647552946_8239180189938927427_n.jpg?oh=7c5b1cead001add128e17e379e1ff6f5&oe=59FCBE99</url>

PRÓLOGO

 

«Dice una antigua leyenda ya casi olvidada que, cuando el mundo fue creado, los elementos primordiales para la vida, el agua, el fuego, la tierra y el aire, poseían espíritus tan salvajes y libres que, finalmente, tomaron forma propia y se alzaron como dragones. Pero incluso las criaturas inmortales se despiden del mundo llegado el momento.

 

El dragón de la tierra, un buen día se quedó dormido soñando con su padre Sol, escuchando a su hermana la lluvia. Ya nunca más volvió a abrir los ojos, su cuerpo convertido en montañas, su aliento, nutriendo de vida los primeros brotes.

 

El dragón del aire, capaz de escuchar las voces que el viento traía consigo, terminó enamorado de la voz de una muchacha. A penas era un susurro, pero era suficiente para hacer a su antiguo corazón latir. Sin poder evitarlo, el dragón del viento comenzó a perseguir aquél susurro, pero el viento siempre era más rápido y nunca era capaz de alcanzarlo, así que cada vez voló más y más deprisa, hasta que su cuerpo se desvaneció en el cielo, volviendo a su forma incorpórea. Dicen los ancianos que hay unos vientos llamados aulladores, que los más fieros de todos son, pues el dragón todavía hoy intenta alcanzar aquella voz que en un susurro le enamoró.

 

El dragón del fuego y el dragón del agua crearon lazos con los humanos, totalmente fascinados por aquellos extraños seres bípedos. Pero no todos los humanos querían aprender de ellos. Algunos tan solo ansiaban su poder, no su sabiduría. Así pues, ambos dragones se unieron en espíritu a aquellos humanos que más lealtad y pureza habían demostrado hasta entonces. Habiendo cedido sus habilidades, las voces de los dragones quedaron silenciadas en la oscuridad consciente de sus guardianes. Desde entonces, cada heredero de los dos primeros Kantoku, pues dicho nombre recibirían estos guardianes, poseería su propio Seishin, un retazo de lo que en su día fueron los grandes espíritus del fuego y del agua.

 

Pero  antes de que las leyendas pasen a ser leyendas, primero son historia, primero son verdades, lecciones del pasado. Es el olvido, el egoísmo y la estupidez lo que convierte la verdad que inicia el ciclo en un simple cuento para niños. Durante años, los descendientes de los primeros Kantoku fueron perseguidos por sus habilidades. Algunos Kantoku lograron huir; otros murieron, pues rumores sobre los poderes curativos que poseía la sangre de los Kantoku dio inicio incluso a peligrosas sectas… Pasaron mil desgracias para muchos de los Guardianes Seishin. Pero otros se unieron, creando sus propios clanes e iniciando linajes lo suficientemente poderosos como para que aquellos que les perseguían les dejaran en paz.

 

Los Kantoku, los pocos que quedaban, ahora ya dispersados por el mundo entero, parecían haber encontrado la paz. Sin embargo, la Primera guerra mundial shinobi no tardó en estallar y los clanes más fuertes de algunas zonas trataron de reunir a todos los Kantoku posibles bajo la afirmación de que buscaban el amparo de sus aldeas. Muchos Kantoku acudieron a la llamada, su naturaleza protectora latiendo con fuerza. Quizás había llegado el momento de dejar de esconderse y demostrar al mundo que no eran presas de caza o monstruos, sino guardianes de vida y transmisores de conocimiento.

 

Pero la realidad distaba de aquella inocente excusa… Los grandes clanes ninja creían que mediante los Kantoku y sus Seishin, podrían invocar a los dos dragones legendarios y, de este modo, ganar la guerra. Cuando los Kantoku se enteraron de esto, desertaron, siendo desde entonces marcados como traidores y perseguidos como tales. Solo sobrevivieron unos pocos, que lograron confundirse con la población civil y ninja. Con el paso de los años, los cuatro dragones pasaron a ser un mito y sus herederos, los Guardianes Seishin, una leyenda.

 

Aquellos países que no habían sabido nunca de la existencia de los Kantoku simplemente dejaron que los rumores y las historias rozaran sus oídos sin más preocupación, pero aquellos que eran conocedores de la existencia y las habilidades de los Kantoku nunca desistieron en su empeño, siempre ansiando un poder que ni siquiera les correspondía».

 

La voz de Jiraya dejó paso al silencio. Sarutobi Hiruzen no daba crédito a lo que sus oídos escuchaban. Durante la Primera Guerra Mundial Shinobi, en la que su maestro Tobirama había perecido tras designarle a él como sucesor al puesto de Hokage, se habían escuchado rumores sobre una fuerza descomunal que Kirigakure (la Aldea Oculta de la Niebla –País del agua-) y Kumogakure (Aldea Oculta de las Nubes –País del Rayo-) pretendían emplear para ganar la guerra, pero, como finalmente no ocurrió nada fuera de lo común, las noticias terminaron olvidándose.

 

-Tu contacto en Kirigakure… ¿Es fiable?- preguntó Hiruzen a su alumno. Jiraya asintió.

 

 

-Yo mismo he visto a su Seishin -. Kakashi lo miró estupefacto y la pipa que el Hokage tanto amaba fumar cayó de los labios del gobernante. Jiraya contuvo las ganas de reír.- Sí, yo también reaccioné así cuando lo vi.

 

-Pero ¿podrá ayudar a Naruto?- cuestionó Kakashi cuando se recuperó de la sorpresa.

 

-Bueno, por lo que mi contacto dice, algunos de los primeros Jinchūriki buscaron la ayuda de los Kantoku en ocasiones para aprender a controlar a las bestias. Al parecer, los Seishin poseen la habilidad de atravesar cualquier cuerpo y ver en el interior del alma. Dicen que son seres capaces tanto de calmar como de destruir espíritus, incluso si estos son malignos, por eso mismo muchos Kantoku terminaron dedicándose al sacerdocio. No obstante…- Jiraya suspiró. Tras pensar durante varios segundos en la mejor forma de explicar la cuestión, continuó.

 

»Según la información que me ha hecho llegar, cuanto más puro es el linaje de un Kantoku, más poderoso es su Seishin. Y después de semejante matanza por parte de los grandes clanes ninja de Kirigakure y Kumogakure, quedaron muy pocos Kantoku que pudieran unirse con otros semejantes a ellos y, así, continuar un linaje que permitiera la continuación de los Seishin. Hoy en día, tan solo quedan tres clanes de Kantoku en Kirigakure… Aunque no sé muy bien si se le puede llamar clan a unos pocos supervivientes escondidos…

 

-Escondidos… Cómo no…- musitó Hiruzen, quien empezaba a encontrar todo demasiado fácil.

 

-Tengo entendido que incluso aquellos que ya habían cambiado de vida después de la primera matanza, se trasladaron y cambiaron sus nombres de nuevo tras la última. De eso hace ya más de veinte años.

 

-Y ¿ese contacto tuyo nos recibirá?-preguntó Kakashi. Al fin y al cabo, estaban hablando de los supervivientes de lo que podría ser una raza propia que se ha pasado casi 100 años huyendo, escondiéndose y siendo masacrada. Era ingenuo pensar que alguien así fuera a salir a la luz sin más, sobre todo si el País del Agua y el País del Rayo todavía guardaban con tanto recelo el secreto de la existencia de semejantes seres. Si alguien se enteraba de que tan precioso secreto había llegado a Konoha, Kakashi estaba seguro de que esas dos naciones no tardarían en hacer alguna estupidez que pusiera en peligro la delicada paz que se mantenía entre los distintos países tras la última guerra shinobi. Debían de tener en cuenta que no solo se jugaban la vida de Naruto en esta empresa, sino también las vidas de aquellos a los que pretendían pedir ayuda, así como los frágiles acuerdos de paz internacionales.

 

-Él no, pero no porque no quiera ayudar. Si no quisiera hacerlo, hubiese bastado con ignorar mi mensaje. Al parecer, su Seishin es demasiado débil y no puede penetrar el alma de ciertas personas. Resultado de mezclar la sangre Kantoku con simple sangre humana, supongo- razonó Jiraya. -Sin embargo, me ha dado el nombre de la ciudad en la que antiguamente residía uno de los clanes Kantoku más poderosos, el clan Hisakawa. Tras la última matanza Kantoku, se declaró que el clan había quedado completamente exterminado; al menos, de forma oficial. Mi contacto sabe de buena tinta que el último Hisakawa, un niño de apenas unos 5 años por aquél entonces, sobrevivió.

 

»Cuando la noticia del fin del clan se expandió por Kirigakure, los Kantoku que quedaban perdieron toda esperanza, puesto que el can Hisakawa, junto al Shimizu, eran los únicos que, pese a estar ya casi extintos, poseían todavía la suficiente pureza de linaje como para mantener vivo el legado de sus antepasados. Sin embargo, esa misma noche pasó algo extraño: mi contacto recibió la visita de un dragón de ojos dorados en sueños. Tan solo los Seishin lo suficientemente poderosos pueden viajar a través de los sueños, del mismo modo que solo ellos pueden penetrar el alma de las personas. Pero, sobre todo, solo los Seishin del clan Hisakawa poseían ojos dorados.

 

-Así supieron que el último Hisakawa seguía con vida- supuso Kakashi. Jiraya asintió.

 

-En cuanto lo encontraron supusieron que los ANBU del Mizukage debieron haber confundido al pequeño con otro niño o lo creyeron muerto. En cualquier caso, sacaron de allí a la criatura y se la llevaron. Mi contacto no podía criar al niño; su Seishin no era lo suficientemente fuerte como para poder enseñarle de forma útil a un niño cuyo espíritu poseía semejantes aptitudes, así que lo llevó junto a uno de los últimos miembros del clan Shimizu, que lo acogió como su alumno.

 

-Entonces, ¿esos dos podrán salvar a Naruto?- preguntó el Hokage.

 

 

-Eso creo, maestro- le respondió el ermitaño-. Si el Seishin que vi aquella vez se supone que no es tan fuerte como el de esos dos que mi contacto menciona en su carta… Ni siquiera puedo imaginarme hasta qué punto… Podríamos estar hablando de seres tan fuertes como los propios Jinchūriki…

 

-Seres de leyenda, ¿eh?- resopló Hiruzen, divertido.

 

- ¿Señor?

 

-Tranquilo, Kakashi. Tan solo encuentro la situación divertida desde un punto de vista irónicamente retorcido… Sobre todo por una cuestión… Jiraya- llamó el Hokage a su alumno mientras posaba los codos sobre la mesa y entrelazaba los dedos de las manos en un gesto que invocaba paciencia-, ¿cómo es que conociste tú a un Kantoku?- El ermitaño respondió inconscientemente con aquella sonrisa de connotaciones no muy inocentes que se posó sobre sus labios. Su maestro suspiró.- ¿Cómo diablos es que te confía a ti toda esa información? –La sonrisa tan solo creció, esta vez acompañada de un leve sonrojo. Sarutobi comenzaba a sentir la vena de su frente palpitar, pero entonces se fijó en Kakashi. Para cualquier civil, el joven y fuerte shinobi ni siquiera se habría movido. Quizás un ninja promedio podría haber notado la inclinación de su cabeza y el leve pliegue en la máscara que dejaba percibir la sonrisa que el peliplateado escondía. Pero Sarutobi Hiruzen era el Hokage de Konoha y había visto prácticamente crecer a ese joven… Pero sobre todo había visto ese maldito libro naranja que siempre andaba leyendo el último Hatake. Y por eso mismo Hiruzen sabía que la conversación no podría terminar en nada bueno o remotamente cercano a santo si dejaba que los recuerdos de Jiraya continuaran inundando su memoria de imágenes indebidas que seguramente no tardaría en compartir con Kakashi.

 

- ¡Suficiente!- exclamó el Hokage tras dar un puñetazo sobre la mesa que puso firmes a sus soldados. El anciano respiró profundamente.- Entiendo que prefiero no saber el carácter de vuestro… encuentro… y creo entender también que, si viste a un Seishin y sigues con vida –o al menos con todas las pares de tu cuerpo intactas-, es que peleó contigo, no contra ti… -Jiraya asintió, demasiado contento para el gusto de su maestro.

 

El viejo suspiró.- ¿Por qué será que los pervertidos siempre hacen bando?- se preguntó a sí mismo en un susurro. Kakashi y Jiraya tuvieron la decencia de apartar la mirada.

 

Horas más tarde, el Tercer Hokage había armado una misión extraoficial con un equipo de cuatro hombres formado por Hatake Kakashi, Sarutobi Asuma, Shiranui Genma y Yamato para llevar a Naruto a Kamisama no sosu, una de las islas más pequeñas del País del Agua, así como la más cercana al país del Fuego. La isla en la que residían las únicas personas capaces de salvar a Naruto.

Notas finales:

Espero que os haya gustado! Owari~


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