Uno, pequeñas lágrimas corrían por sus mejillas, impactando contra su pecho desnudo. Dos, la mirada lasciva de los hombres que lo rodeaban mientras el mercader que lo había capturado hablaba de lo maravillosa que era su apariencia para tener cachorros. Tres, el dolor insoportable de todas sus extremidades, atadas firmemente con una gruesa soga. Cuatro, un golpe, seguido por una extensa llamarada de fuego que carbonizó todo a su paso, menos a él. Cinco, un par de brazos increíblemente fuertes pero cálidos, que lo envolvían con ternura mientras lo sacaba de aquel lugar.
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Ligeros golpes en su puerta lo hicieron salir del sueño donde se hallaba sumergido, obligando a su aletargada mente a reaccionar con rapidez. Casi de inmediato sus pies tocaron el frío piso de su recámara, haciéndolo tiritar ligeramente, más ignoró aquello y se dirigió con paso suave hacia el baño de su recámara.
Del otro lado de la puerta los golpes no se detenían, eso lo hizo fruncir el ceño un poco, pero decidió no prestarles atención y seguir su camino hacia el lugar donde se daría una refrescante ducha, para luego empezar con la rutina que llevaba a cabo día tras día en la pequeña escuela de la aldea donde vivía junto a su familia.
—Yuri, ¿podrías abrirme la puerta? — la voz de su medio hermano lo hizo voltear un poco, enfocando su mirada esmeralda en la puerta de madera. Un suspiro abandonó sus labios y con una pequeña ráfaga de viento hizo que la puerta se abriera lo suficiente para darle paso a Viktor, quien lucía deslumbrante con su largo cabello platino amarrado en una coleta alta y ropas de color negro típicas de un cazador, cargo que el mayor ocupaba desde hace algunos años.
Con toda la gracia que era característica de ambos hermanos, Viktor caminó hasta la recién abandonada cama del rubio y dirigió su gélida pero hermosa mirada al menor, luego exhalo con fuerza y se dejó caer pesadamente sobre el mueble.
— ¿Qué querías decirme? Estaba por bañarme para ir con los chicos a la clase de congelamiento de la líder Lilia. — Yuri apoyó su mano sobre el pomo de la puerta del baño y miró sobre su hombro para no perder de vista los movimientos de su hermano, quien aún permanecía en completo silencio.
—Hoy encontraron el cuerpo de otro omega cerca de la frontera de Vozdukh y Kurai Geijutsu. Tenía apenas 15 años, aproximadamente, fue violado y torturado durante horas y luego lo dejaron morir, o al menos eso me dijo Christophe, ya sabes, desde que se volvió forense le toca ver todo tipo de casos horripilantes. — el rubio se tensó en cuanto escuchó la información dada por su hermano mayor. Un intenso sentimiento de rabia recorrió desde su estómago hasta su mandíbula, haciéndolo apretar con fuerzas sus dientes.
— ¿Lograron identificar el cuerpo? — la voz del más joven sonaba dura y grave, ligeramente temblorosa, sin atreverse a mirar de frente a su hermano.
Miles de pensamientos atravesaban la mente de Yuri en ese momento, pero el más sobresaliente era uno que pasaba constantemente por su mente, el trato dado a los Omega era simplemente inhumano.
—Sí, se trataba de Yuuto Omiki, un chico que pertenecía a Kurai Geijutsu, al parecer era uno de los asesinos pertenecientes a la secta de alabanza a la Diosa Oscura. Ya sabes cómo son los de esa aldea. — Viktor enfocó la vista en sus largas uñas, fingiendo que las limpiaba mientras dejaba que Yuri procesara todo lo que le había dicho. Quizás le estaba dando un mal inicio al día de su hermanito, pero era algo que debía decirse cuanto antes.
Yuri inhaló y exhaló un par de veces antes de dar media vuelta para mirar de frente al peli plateado, quien de inmediato alzó la vista y clavó sus ojos en el rostro de Plisetsky.
—Me estás diciendo esto porque...
—Porque sé que tu celo es irregular y puede llegar en cualquier instante. Solo quiero que te cuides, Yura. Eres mi hermanito menor, moriría si algo te pasa. — Viktor se incorporó rápidamente luego de decir aquello y revolvió con cariño los cabellos de Yuri antes de retirarse, dejando una estela de aire frío en la habitación de su hermano.
El menor dejó escapar un poco de aire que en cuanto salió de sus labios se condensó, formando una espesa nube de "humo" a su alrededor, realmente Vitya estaba logrando alcanzar resultados excelentes desde que fue capaz de contactar con su elemento interior. Sin esperar demasiado tiempo, Yuri giró el helado pomo de la puerta del baño e ingresó en aquel pequeño lugar, agradeciendo a los Dioses que esa parte de su habitación se hubiera salvado del aire congelante de su hermano.
Algo apurado, pensando que llegaría tarde a su clase con los chicos, se quitó la ropa de dormir y la lanzó hecha bolita a una de las esquinas del baño, para luego sumergirse casi por en el balde lleno de agua que se hallaba en el medio de ese lugar. El agua del envase estaba ligeramente más fría de lo que le gustaría y por ello Yuri no dudó a la hora de intentar contactar con su elemento interior, a ver si aunque sea pasaba alguna brisita caliente a través de la ventana que estaba en la pared frente al balde. Pasado unos momentos, el rubio se dio cuenta de que aquello era inútil, a pesar de tener casi 18 años y dominar completamente la estructura básica del elemento aire, no era capaz de alcanzar su elemento interior para saber si podía provocar fuertes ventiscas heladas como Viktor o cálidas brisas capaces de convertirse en un fuerte tornado que arrasaría todo a su paso.
Eso lo frustraba un poco, lo hacía sentir inútil y débil, y por ello no titubeó cuando su hermano mayor le ofreció la oportunidad de entrar a unas recién creadas clases de manejo elemental dirigidas por la estricta Lilia Baranovskaya, matriarca de la aldea y una de las consejeras dentro del Sovet, solo siendo superada en poder por el actual líder de la nación Yōso, Yakov Feltsman.
La estricta mujer era poseedora de una fuerza tan abrumadora y sublime que Yuri casi de inmediato la tomó como el mejor ejemplo a seguir, siendo capaz de decirle: "Si la venta de mi alma es lo que se necesita para mejorar, te daré este cuerpo, sin restricciones." Aquello sin duda había sido tomado muy enserio por Lilia, quién desde entonces le dio un entrenamiento más riguroso y exigente que los demás, llevando a su cuerpo al límite.
Yuri dio un par de vueltas más en el balde antes de salir y tomar la bata que se hallaba colgada a unos centímetros de él, envolviendo su delgado pero fuerte cuerpo en ella. Con pasos ligeros salió del baño y fue hasta su ropero, donde tomó un par de pantalones de cuero junto a una camisa manga corta de algodón color gris, sus pies fueron cubiertos por un par de botas viejas que Vitya le había regalado hace unos dos años y su largo cabello rubio fue recogido en una trenza que llegaba hasta la mitad de su espalda, ya estaba listo para irse.
Rápidamente bajó hasta la planta baja de la pequeña casa donde vivía con su abuelo, madre, padre y Viktor, buscando alguna fruta o una rebanada de pan para no ir con el estómago vacío a su entrenamiento. Un pequeño racimo de uvas fueron las victimas del joven rubio, quien con paso presuroso salió de su hogar, no sin antes avisarle a su abuelo de su partida.
En medio de su apresurada marcha se encontró con Mila Babicheva y Georgi Popovich, ambos compañeros suyos dentro de los entrenamientos de la matriarca, aunque Mila más que nada iba porque Lilia era su tía y como no tuvo hijos ella sería su sucesora en un futuro no muy lejano.
—Eh, gatito ¿qué tal? — fue el saludo que le dio la pelirroja en cuanto estuvieron a menos de un metro de distancia. Yuri apretó los dientes y casi le suelta un gruñido, pero se detuvo en cuanto la chica soltó una carcajada que le hizo entender que solo lo estaba molestando... nuevamente.
—Bastante bien, vieja bruja. ¿Cómo te va a ti con tu poción antiarrugas? — contestó el menor con sorna, haciendo que Georgi ahogara una risita y Mila hiciera un mohín con sus labios.
Entre insultos, juegos, risas y empujones, los cuatro aprendices de Lilia Baranovskaya llegaron a su lugar de entrenamiento, una alta construcción hecha completamente de vidrio que no permitía que los curiosos observaran que ocurría en su interior. Los tres jóvenes caminaron tranquilamente hacía el interior del lugar, pero el ver a Lilia rodeada por el comandante del ejército y el comandante de los cazadores los hizo detenerse. Aquello no era normal, por lo general Lilia era capaz de tratar con todos los asuntos de protección de la aldea desde la distancia, pero al parecer las cosas eran demasiado graves esta vez.
—Yuri, Mila, vengan acá. Georgi, apresúrate y crea una barrera de niebla entre nosotros y Kurai no Geijutsu para contenerlos durante unos minutos. — Lilia soltó aquella orden de forma dura y autoritaria, haciendo que los jóvenes la cumplieran inmediatamente. Mientras que Mila y Yuri iban con la matriarca de su aldea, Georgi se fundía con el aire del ambiente y se transportaba a través de el para llegar a la frontera entre ambas aldeas, esperando que su distracción fuera lo suficientemente buena.
—Lilia, ¿qué pasa? — el rubio fue el primero en hablar una vez que estuvieron frente a la mujer de severa mirada, quien enfocó su ceño fruncido en ambos chicos.
—Kurai Geijutsu nos ha declarado la guerra. Aseguran que la muerte del Omega perteneciente a su aldea fue culpa del escuadrón de cazadores de Viktor. — Mila soltó un fuerte jadeo y apretó sus puños. Ella sabía que esa declaración de guerra no se había dado por culpa de la muerte del Omega, no, claro que no... Los Omega de cualquiera de las 5 grandes aldeas eran tratados como lo más bajo de la población, dejándoles siempre el peor trato de todos. Mila lo sabía mejor que nadie porque lo había vivido junto a su hermano pequeño, Dema, un pequeño Omega que fue entregado como sacrificio al ex líder de Yōso para evitar el asesinato de una de las familias más poderosas de Vozdukh en aquel entonces.
— ¿No se puede llegar a un acuerdo con ellos?, ¿Yakov no ha dicho nada? — la voz de la pelirroja sonaba algo temblorosa, producto de la intensa rabia que recorría su cuerpo. Desde hace años, cuando Kurai Geijutsu fue acusada por Lilia de haber usado parte de sus hechizos para crear a un individuo capaz de dominar más de un elemento al mismo tiempo y luego obligada a vetar del uso de magia a más de la mitad de sus habitantes, la dirigente de esa aldea, Min-so Park, juró venganza.
El hecho de haber encontrado a ese Omega muerto solo fue la chispa que encendió la llama para una guerra que prometía ser sumamente cruel.
—Ellos no aceptarán ningún trato y Yakov se ha mantenido inusualmente callado... — Lilia cerró sus ojos por un segundo y dejó escapar una pesada exhalación, luego enfocó su mirada verde lima en Mila y apoyó una mano sobre los delgados hombros de la chica. —Quiero que ahora mismo vayas con el grupo principal de los cazadores justo al capitán Grisha y les digas a todos que es momento de activar el sistema de defensa. Preparen cuantas barreras les sean posibles y mantengan vigilada las puertas frontales y traseras de la aldea. —Mila asintió inmediatamente y junto al capitán de los cazadores se volvió una columna de aire intensamente caliente, la cual desapareció un par de segundos después.
Yuri observaba todo con estupefacción, con su mirada esmeralda clavada en el imperturbable rostro de Lilia, quien le daba un par de órdenes al líder del ejército.
—Yuri. —La voz de Baranovskaya lo hizo sobresaltarse un poco, pero supo cómo disimularlo. —Necesito que vayas con el líder y evacues a los cuidadanos. Llévalos a los subterráneos que hay cerca del bosque dormido. — el rubio se limitó a echarse a correr rápidamente, queriendo ejecutar la orden de Lilia.
En ese instante, fuertes trompetas sonaron por toda la ciudad, deteniendo a Yuri abruptamente.
La guerra entre aldeas ya había empezado.