Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Preview: Desastre temporal por Ghost princess Perona

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

One piece no es mío

Notas del capitulo:

Espero que les guste este fic... hace tiempo intenté publicarlo, pero no me salió bien. 

“Tengo que hacerlo… tengo que hacerlo…” una chica pelirroja con una alta coleta y ojos ambarinos muy extraños practicaba con su espada. En el East Blue no había muchas cosas que hacer a menos que te gustara la paz eterna… o el aburrimiento eterno si es que quería ponerlo así. Ella siguió con sus ejercicios hasta lograr un corte limpio. Se movió con la gracilidad de una bailarina… o de un espadachín muy capaz. Sin duda era la mejor en su clase. “Bien, lo tengo” sonrió muy ufana. “¡¡¡¡Viejo!!! ¡Ehhhh, viejoooooo! ¡Te reto!”

“¡Cállate!”

“¡Vete a casa, niña!”

“¡Cierra el pico!” las voces le llegaban de todas las ventanas de la pequeña villa en la que estaba. Algunos otros sólo suspiraban, deberían haberse imaginado que esto pasaría. Conocían a esa niña demasiado bien… aunque nadie estaba seguro de dónde provenía. Para ellos sólo era la adorable hija adoptiva del maestro de esgrima local.

“¡VIejooooooooo!” ella siguió gritando cuando llegó a su casa. Asustó a los pocos alumnos que ahí había, haciéndolos correr despavoridos. Ninguno de ellos quería terminar en el lado incorrecto de la espada de esa muchacha. El maestro simplemente levantó una ceja, sujetando las tres katanas que tenía en el cinto. “¡Viejo! ¡Te reto!”

“¿Cuántas veces tengo que derrotarte antes de que dejes de intentarlo, pequeña peste?” preguntó el peliverde con expresión gruñona. Cada día era igual, cuando estaba tratando de dar su clase esa loca venía y lo retaba. No se iba hasta que aceptaba pelear con ella, derrotándola con facilidad. “Parece que quieres que te corte en pedacitos.”

“Ja, me gustaría verte intentarlo” por un minuto, el hombre maldijo que ella hubiera heredado esa molesta personalidad de su madre en lugar de la más seria y reservada de su padre. Bueno, no le molestaba tanto. Estaba acostumbrado a lidiar con personas molestas.

“¿En verdad tengo que hacerlo? Todavía te falta mucho”

“Y lo dice el que está verde” esto sacó al mayor de quicio y sacó sus tres espadas, poniéndose una en la boca. Se lanzó contra ella, que paró una estocada que le habría dejado una fea herida en el pecho. En el otro lado de la casa, alguien cocinaba para los ocupantes de la casa. El rubio levantó la cabeza de su plato magistral cuando escuchó los sonidos de la batalla que de seguro iba a dejar muchos destrozos.

“Estúpido marimo y estúpida pajarita, ¿no puedes estarse tranquilos a la hora de comer? Voy a darles una paliza” gruñó mientras revolvía el guiso que serviría en el almuerzo. En otro de los fogones, una niña rubia revolvía el postre mientras tarareaba alguna melodía original. “¿Y tú? ¿No vas a ayudar?”

“No” otra niña de la misma edad que la anterior bostezaba en la mesa. A su costado tenía una katana, pero no parecía querer utilizarla en ese momento de pereza. Recostó su cabeza contra la superficie de madera del objeto para echarse una siesta.

“Estúpido genes del espadachín de cuarta” murmuró el chef mientras terminaba con la comida y la servía. La pelea debía durar unos cuantos minutos más, luego esos dos vendrían con hambre. “A ver, las dos, pongan la mesa”

“Awwwww, ¿tengo que?”

“Ahora, mamá”

“Las dos he dicho” el rubio respiró hondamente, pensando en que para ser mellizas esas dos tenían unas personalidades demasiado opuestas. Bueno, no las podía culpar. Él mismo tenía tres hermanos mellizos y no compartía personalidades con ninguno de ellos, gracias al cielo. Hablando de familias, hace mucho que Reiju no se pasaba por ahí, ¿habría pasado algo? No, seguro que estaba ocupada lidiando con esos idiotas y su maldito padre.

“¡Ehhhh! ¡Ero-cook! ¡Ya llegamos! ¡¿Dónde está el sake?!” preguntó el espadachín, entrando con el cuerpo inconsciente de la chica pelirroja sobre el hombro. No parecía muy herida, sólo golpeada. Suspiró, poniendo la comida en la mesa. El otro hombre entendió la indirecta y se sentó a comerla. En seguida sacó una botella de sake y la puso en la mesa.

“Hoy hiciste todo un número con ella”

“Ni creas, fui muy bueno” contestó tomando un sorbo del alcohol. Luego sonrió. “Ha mejorado mucho. Alguien debería aprender un poco de ella.”

“Awwww” la peliverde tapó su boca. “Mi objetivo no es continuar con tu absurdo título, viejo. Si es que quieres una heredera, entonces hazte otra hija” volvió a bostezar. “Tan pronto como cumpla 17 me voy de aquí a cumplir con mi propio sueño.”

“Vaya descarada” comentó echándole una mano a su espada. “Debería enseñarte modales.”

“¡Atrévete, marimo!”

“¡Tú también lo eres!”

“No peleen… auch” la pelirroja finalmente despertó, agarrándose la cabeza. Ahí le había caído el golpe que la dejó inconsciente, aunque no la había cortado. Tomó el tenedor y comenzó a comer. Mientras lo hacía recorrió la habitación con un poco de tristeza, ¿acaso estaba bien que ella…? No tenía que decidir. Hace poco más de siete años que había llegado ahí de la mano de esos dos y ya era hora de avanzar. “Vie… Zoro-san” el peliverde la miró. “¿Cómo fueron sus viajes por el mar con Luffy-sama? Tú también, Sanji-san.”

“Bueno… ¿únicos?” Zoro trató de describir sus aventuras con su antiguo capitán con unas pocas palabras, pero no le salieron más. “Sí, únicos sería la única manera de describirlos”

“Claro, con ese idiota arrojado de capitán que nos metía en peligro cada minuto no hay más formas de hacerlo” Sanji encendió un cigarro y lo caló antes de expulsar el humo por una ventana. Habían pasado tantos años tranquilos en ese sitio que los días en los que recorrió la Gran Línea con Luffy le parecían lejanos. “Hace siete años que murió… y se me hace imposible olvidarlo.”

“Ahhhh” bajó la vista hacia el guisado. “¿De verdad?”

“¡Por supuesto! ¡El maldito Rey de los Piratas no deja que lo olviden de tan fácilmente! ¡Todavía hay gente que escarba en la historia de Luffy y no pueden encontrarle sentido! Aunque dudo que lo encuentren, nosotros nunca lo hicimos.”

“Hummmmm” eso pensaba. Quizás lo que habían sentido en el mar realmente no se podía describir y ella tenía que vivirlo por sí misma. “Zoro-san, Sanji-san… yo… quiero irme al mar.”

“¿Ehhhh?”

“¡Lo que escucharon! ¡Voy a irme al mar y no podrán detenerme!”

“¿Detenerte? Niña, ya era hora” el peliverde se levantó de la mesa. “Ya no eres una niña, debiste salir tan pronto como cumpliste los 17. Me estaba empezando a preguntar si no ibas a seguir el camino de la espada y que te convertirías en una ama de casa aburrida como el cocinero idiota de allá atrás.”

“¡¿A quién llamas ama de casa, marimo idiota?!”

“Además cumplí los 17 hace apenas una semana” terció ella, cruzándose de brazos. “Pienso salir este mismo día, no voy a perder más tiempo.”

“Así me gusta” tomó lo que quedaba de su sake. “Y para prepararte para tu salida… ven conmigo, tengo un regalo para ti” la guio hacia un armario que decoraba su dojo, aunque permanecía cerrado todo el tiempo con candado. Estiró una mano para retirarlo, pero la detuvo antes de tocarlo. “¿Estás segura?”

“Claro, quiero vencerte” dijo ella como si fuera un hecho. “Ya lo verás, después de unos meses allá volveré y te venceré. ¡Reclamaré para mí misma el título de la mejor espadachín del mundo!”

“Confiada mocosa… ¿sabes a cuantos tuve que cortar antes de poder vencer a tu padre? ¡Miles de millones! ¡Y sigo entrenando para que ningún espadachín mediocre me gane! ¡Quiero entregarle el título a un espadachín que lo valore ya que mis hijas no parecen estar interesadas en quitármelo!”

“¿Te decepcionaron?”

“Nah, tienen sus propios sueños y yo respeto eso. Pongo mis esperanzas de encontrar un gran rival en ti” lo abrió. Los ojos de la chica se ampliaron cuando vio lo que había dentro. “Es para ti, te ha estado esperando siete años.”

“Pe… pero… tú”

“No la he usado nunca, es tuya. Así lo hubiera querido tu padre” la muchacha se quedó mirando el armario hasta bien entrada la tarde. Cuando Sanji y Zoro fueron a la playa desde donde se veía el atardecer, pudieron verla partir en un pequeño bote de vela hacia el horizonte… hacia la aventura.

-En otra parte, otro tiempo-

“¿Dónde están? ¡Hiah!” una nodachi casi decapita a una persona que se lanzaba contra su dueña, esta se flexionó hasta un ángulo que parecía imposible. La otra saltó y un cuchillo salió volando del piso como si siguiera una orden suya para atravesar a otra persona que venía por detrás. Esta lo desvió con una barrera, apuntando su espada. Esto resultó un error, porque el arma salió despedida de sus manos hacia otro enemigo.

“¡EHHHH! ¡Capitana, eso no se vale!” gritó la persona que había estado a punto de resultar empalada por el arma. La joven parecía estar ilesa, sólo que muy asustada. Alguien surgió de la espesura de la selva para ayudarla, pero otro cuchillo se lo impidió.

“¡Ella tiene razón! ¡Ya basta, capitana!”

“Si la capitana dice que no es suficiente, entonces no deberían dejar de atacar” dijo otro, lanzándose hacia sus nakamas con una velocidad muy alta. “Después de todo una pelea nunca va a ser justa.”

“Déjalos, Cuervo, vamos a descansar unos minutos” los nueve integrantes de la pequeña tripulación se metieron en el claro. La mayoría eran hombres, pero habían cuatro mujeres. Muchos de ellos aún no habían dejado la infancia completamente atrás… al menos físicamente. “Tienes razón”

“¿En qué, capitana?”

“En que las peleas nunca van a ser justas, sobre todo si nos enfrentamos a esas ratas de la Marina” la chica envainó su nodachi, suspirando. “Ustedes lo saben, todos lo sabemos. Hemos sufrido en carne propia lo injusto de las peleas.”

“Capitana, yo… lo siento” se disculpó la chica que hace poco había reclamado. “Debí haber reaccionado más rápido. Que estúpida fui” apretó los puños. “Si quiero hacerme más fuerte, entonces tengo que probar mis límites… ¡para que nadie me derrote otra vez!” todos sonrieron. “¡Esta banda de piratas tiene que ser la más fuerte del mundo y yo un miembro del que esté orgullosa!”

“Sí” la capitana, que debía ser menor que ella estiró el brazo. “¿Qué les he enseñado?”

“¡QUE LA DERROTA NO ES UNA OPCIÓN!”

“¡Exactamente!” gritó ella levantando una mano. “Y si hemos llegado hasta aquí es porque no nos hemos dejado derrotar por nadie. Ya se nos menciona en los periódicos, en todas partes. Pronto… ¡Seremos la tripulación de la que más se habla en la Gran Línea! Por eso vamos a ir al Nuevo Mundo… ¡y seré Rey de los Piratas! ¡La peor pesadilla de los Marines!”

“¡Sí!” todos corearon.

“¡Estremeceremos al mundo desde la raíz!”

“¡Haremos que los Marines se arrepientan de todo!”

“¡Y cumpliremos nuestros sueños!” los nueve juntaron sus manos y las lanzaron al aire, felices de haber llegado hasta ese punto a pesar de que todavía eran sólo unos niños. No importaba eso. Con muchas ganas de aventura, fuerza y empeño, justo como los Mugiwara antes de ellos, surcarían la gran línea y nadie los pararía.

“Bien, se acabó el descanso” la capitana se levantó, descubriéndose la cabeza. Nadie más que sus nakamas le había visto la cara. Tenía el cabello rojo muy punk, tres aretes en cada oreja y el inicio de unos tatuajes asomaban por su cuello. El anillo de calavera negro con un diamante negro que colgaba de su cuello le daba un toque aún más rebelde a su estilo heavy metal.  “Para sobrevivir el Nuevo Mundo no basta con toda la fuerza que hemos adquirido en Paraíso, tenemos que hacernos mucho más poderosos. ¿Quién está conmigo?”

“¡Yo!”

“¡Shishishishi!” una alegre jovencita cubierta con lo que parecía ser una sábana y un vestido morado fue la siguiente en alzar la mano. “¡Vamos al Nuevo Mundo!”

“Como dijo ¡Vamos!”

“¡Hay que hacerlo!” la que antes se estaba quejando se puso en posición de pelea, sacando un arco con flechas de su espalda. “Ya lo verán… no hay tiro mío que no acierte.”

“Ni nada que no pueda cortar”

“¡Adelante! ¡Muéstrenme lo que pueden hacer!” se colocó en posición de batalla. Iba a entrenar con su tripulación hasta que desfallecieran… o hasta que alguno de ellos aparte de ella misma y otras dos pudieran usar hakki. “Las cosas no van a ser tan fáciles a partir de ahora con los Marines.”

-En otra parte, otro tiempo-

“¿Sabes lo que va a pasar? ¿Ehhh? Vamos a entrar a una base de Marine para sacar algo potencialmente peligroso si mis cartas no mienten… y nunca lo hacen” dijo uno de los tres jovencitos agazapados en una roca frente a la mencionada base, algo no muy inteligente con el mar movido y siendo los tres usuarios. “Qué buena manera de tratar a tus aliados.”

“Nadie te pidió tu opinión” respondió una chica. En su cabeza usaba un gorro con estampado de patas. Su cabello rizado y largo caía por su espalda, agitándose mientras observaba el edificio con apariencia impenetrable con la palabra MARINE escrita en su portón principal. “Si no quieres participar entonces puedes quedarte aquí, nadie te pidió que vinieras.”

“Mis cartas también me dijeron que hay un setenta por ciento de probabilidades de que las dos acaben muertas si no voy con ustedes” se aferró aún más a la roca. “No me importa lo que te pase a ti, pero a ella le debo demasiado para dejarla morir” comentó calmadamente el único varón del grupo, barajeando un mazo de cartas. “¿Y? ¿Cómo diablos vamos a entrar si es que está tan fuertemente vigilada?”

“Primero, una horda de robots, luego un ariete” contestó ella.

“¿Y de dónde rayos vas a sacar un ariete?”

“Creí que veías el futuro… ese es tu papel”

“Estás demente” él se puso a la defensiva. Se volteó hacia la otra, que estaba observándolo todo por debajo de un característico sombrero naranja. “Dile que está demente, que no hay manera de que me lance contra esa puerta…”

“Vamos, ¿Dónde está tu sentido de la aventura, yoi?” ella estaba sonriendo bajo la sombra que proyectaba su sombrero. Sus ojos brillaban ante la expectativa de cargar en contra de ellos.

“Ahhhhh” se quejó. “Ustedes van a matarnos algún día”

“¿Te lo dijeron tus cartas?”

“No, mi sentido común” de todas maneras se paró, dispuesto a seguir con el plan que sus compañeras tenían trazado. “Más les vale que lo que sea que vamos a robar de adentro valga la pena, porque si no voy a devorarlas a ambas y escupiré sus huesos” saltó a un pequeño botecito, remando con dificultad hacia la base. “Voy primero”

“Si él es el ariete, ¿yo qué soy?” preguntó la chica del sombrero, levantándolo con una expresión fastidiada. “Espero que nada estúpido”

“Mi medio de transporte… y luego mi escudo humano” respondió ella estirando sus guantes. “Cuando terminemos yo soy el medio de huida” se ajustó bien el cinturón. “Recuerda, es un portafolio de metal con el nombre de Vegapunk en él.”

“Sí, sí, el nombre del científico loco número uno de la marina en un portafolio, ¿Cómo olvidarlo yoi?”

“¡Hablo en serio! ¡Si no puedes contenerte entonces…!”

“No soy una tonta, sé que diablos voy a hacer yoi. No destruiré tu bonito portafolios” la chica se paró y estiró los brazos, convirtiéndose en un gran pájaro morado llameante. “¿Vienes? Ya debería haber un bonito hoyo en la puerta de esos marines.”

“Siempre que ese idiota haya hecho su trabajo” cuando llegaron en ave a la isla, la puerta estaba abajo y los marines estaban peleando con un dinosaurio gigante que sorpresivamente tenía unos largos brazos de espantapájaros con afiladas garras negras. Les dio un rugido a unos de ellos que salieron corriendo tras ver los grandes dientes del reptil. “Vaya, supongo que sí es útil después de todo.”

“¡Vamos!” el pájaro movió sus alas y entró por la apertura. Muchos soldados rasos lo siguieron para intentar atraparlas, pero fueron dejados atrás. De repente un ataque inesperado casi las tiró del aire. El ave volvió a ser parcialmente humana y llamas rojas surgieron de él. Estaba lista para pelear. “¡Ve por lo que sea que quieras! ¡Yo me encargo de este!”

“¡Eso quisiera verlo!” respondió Smoker, adelantándose con su jitte. Sabía quién era ella… y por eso no le gustaba nada pelear. “Que le haya tenido un poco de respeto a tu tío no significa que no vaya a darte una paliza.”

“Me gustaría verte intentarlo… Smokey” comenzaron una pelea que ninguno de los dos iba a ser capaz de ganar. Mientras tanto su compañera avanzaba en la base, buscando el portafolios de Vegapunk. Finalmente llegó a una habitación fuertemente protegida, donde descansaba en un pilar con barras alrededor. “Te conozco, no será tan fácil” destrozó las paredes hasta encontrar el verdadero. “Bingo”

“¡Ehhhh! ¡Smokey! ¡Estoy aquí!” cada vez la voz de esa bocazas estaba más cerca.

“Ya no hay tiempo” dejó caer sus guantes y se adelantó hacia su aliada, golpeándola en el pecho con el portafolios y luego con la mano desnuda. Una gigantesca huella apareció, enviándola lejos volando. “Con permiso” esquivó al marine y luego salió corriendo hacia la salida.  “¡¡¡Hora de volar!!!!” golpeó al dinosaurio, que desapareció en el aire. “¡Adiós!”

“Espera…” se golpeó a sí misma y salió volando. Aterrizaron los tres con un estruendo en una isla cercana.

“Es la última vez que vuelo con tus poderes” dijo el chico, sobándose la cabeza. “Y espero que lo que robamos haya valido la pena.”

“Lo hará” abrió el portafolios, mostrándoles…

Notas finales:

¿Qué tal? ¿Quienes son mis personajes? ¿Cómo están conectados? Review!!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).