Os contare una pequeña historia, quizás no sea la más divertida ni la más inspiradora, pero aquí va…
Había una vez un chico solitario, no tenía amigos ni la atención de sus padres, estaba en completa soledad, pero eso no le importaba mucho… en fin, entonces llego un chico de hermosos ojos ámbar que insistía en ser su amigo y aun que el chico solitario intentaba alejarlo, no lo conseguía, así que no tuvo de otra que ser su amigo, poco a poco el chico fue agradándole y se hicieron muy unidos, eran solo ellos dos contra el mundo. Hasta que un día por casualidades del destino decidieron entrar a una pandilla, el chico solitario no estaba muy de acuerdo con eso, pero seguiría al chico de ojos ámbar a donde fuera, grave error. El tiempo pasaba y separaba cada vez más a ambos chicos, el chico solitario volvía a estar solo, pues el chico de ojos ámbar ya no le prestaba atención y tenía nuevos amigos…
Dijiste que estaríamos juntos, que seriamos amigos por siempre... pero ahora me cambias por ese montón de salvajes de HOMRA, pero está bien, yo estoy bien en Scepter 4 con los azules, no me importa haber traicionado a tu queridísimo rey Mikoto, ni a ti, de hecho logre lo que quería, tu atención, tu maldita atención por un momento, ver tu cara de enojo y odio creciente hacia mí fue lo mejor, cada encuentro que tenemos es sumamente emocionante para mí, es una batalla con sentimientos confusos de por medio, pero siempre hay una sola cosa clara, por más que digas que me mataras, que me odias y solo quieres verme bajo tierra... sé que no es así, haz tenido millones de oportunidades para hacer tu "sueño" realidad, sin embargo te detienes, me observas con furia e impotencia y te marchas en tu skate, se por qué no puedes asesinarme, es la misma razón por la cual yo tampoco puedo hacerlo y no es porque en el pasado fuéramos buenos amigos, sino algo más intenso como amor, un amor que nunca fue expresado en palabras por ninguno, pero sabíamos que existía, estaba ahí, sigue estando ahí y no puedo soportarlo.
Ahora te tengo frente a mí, acorralado entre la espada y la pared, literalmente, solo basta un leve movimiento para cortar tu cuello y todo acabaría, pero como siempre no puedo hacerlo, tu rostro se muestra afligido, temeroso de la muerte, pero deberías saber tan bien como yo que no puedo hacerte daño. Baje mi espada rápidamente y antes de que pudieras escapar te sujeto de la cintura y apoyo mi frente en tu hombro muy cerca de tu cuello
— ¿Qué haces mono estúpido? — soltaste en un susurro tan cariñoso como siempre
—Te importaría cerrar la boca un momento Misaki— susurre cerca de su oído— escúchame bien, porque no volveré a repetirlo, estoy enamorado de ti —...bueno ahora puedo morir en paz
Levante mi cabeza para poder ver su expresión, Yata estaba completamente rojo, nervioso, movía sus labios pero nada salía de ellos, las palabras morían en su garganta, junte mi frente con la suya y lo mire fijamente.
—Sé que tú también me amas así que te ahorrare la vergüenza de decirlo, no espero nada la verdad... como que estemos juntos, tengamos muchos hijos y un perro, a decir verdad seriamos la peor pareja que haya existido sobre la faz de la tierra... —me detuve, estaba hablando por hablar, diciendo cosas sin sentido.
Yata se removió incómodo y cerró los ojos con fuerza, como si deseara desaparecer, aproveche ese hermoso momento para besarlo, cuantas veces había imaginado este momento, cuantas veces había soñado con besarte, acariciarte y lo más importante, tenerte para mí, que seas solo mío, porque yo solo quiero ser tuyo, aunque solo sea un segundo, llevas tus manos a mi nuca, lo que me sorprende, esperaba un golpe o cualquier otra cosa. Me apego más a ti, sujeto una de tus piernas para subirla a la altura de mi cadera, al fin podía estar cerca de ti como tanto deseaba.