Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Diez mil por qués por Eurus

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

________________________________________________
Si las historias las escriben aquellos que ganan siempre
Nosotros que hemos perdido ¿qué diremos de aquello que mataba 
pero nos hacía más fuertes?
Como echarnos de menos y después a la cara
diez mil porqués.

-Beret
__________________________________________________

Le jodía admitirlo pero estaba dividido. Dividio entre el que fue el amor de toda su vida y el amor que cambió su forma de ver el mundo. Antes de Kaito él nunca antes había sentido nada así hacia un chico. Y es que Kaito era... Era Kaito. Kaito lo enamoró siendo él, y luego lo enamoró más aún cuando le confensó su identidad. Se le encogió el corazón. Era una sensación fantástica. Si le había desvelado su identidad era porque confiaba en él.

 

¿Y ahora? Ya ni lo miraba a la cara. Pero Ran, a pesar de todo, sí, y a ella le había hecho probablemente más daño que a nadie en el mundo. Ella sí que era fuerte. Pero, ¿era atracción lo que sentía hacia ella, o era simplemente pena?

 

¿Perder a Kaito o perder a Ran? He ahí la cuestión.

 

En el autobús estaba sentando de espaldas al conductor, casi al final. Miraba absorto en sus pensamientos cómo llovía através del cristal, con el puño apoyado en el mentón. Sonrió levemente al recordar que el primer San Valentín que pasaron juntos llovía a cántaros.

 

Kaito, sentando en frente de él, también se acordó, pero mantuvo su cara de póker.

 

Estaban tan rotos, tan destruidos...

 

—¿Por qué has vuelto? —preguntó al fin Shinichi. Se mordió el labio. ¿Fue buena idea romper el silencio? Por unos segundos le pareció lo mejor, arrancándose una espina clavada en el pecho

 

—¿Por qué lo preguntas? —Y no lo miraba— ¿Acaso te habría gustado no volver a verme?

 

En circunstancias normales Shinichi se habría levantado y lo habría besado para luego decirle mil y una cursilerías, pero sabía que en esos momentos Kaito no quería ni un suspiro suyo.

 

Pero suspiró, sintiendo que iba a morir de aflicción. Y él sí lo miró.

 

—Diablos, Kaito, ¿por qué sigues con eso?

 

Porque es lo que siento quiso contestar él, pero, se prometió a sí mismo no volver a hablarle de sus sentimientos a nadie, y menos a Shinichi.

 

—Lee mi poker face.

 

***

 

Cada uno se había preparado su propia cena, y a diferente hora. Todo para no tener el porqué cruzarse. Era una buena táctica, pero en realidad no arreglaba nada ni lo iba a hacer. Shinichi pensó que lo mejor era dejar actuar al tiempo y al destino. Mientras Kaito buscaba preguntas y respuestas inesperadas para alejarse cuanto antes de él, por mucho que doliera. Tenía que desaparecer de su vida.

 

Estaban sentandos en la misma mesa. A la misma distancia que siempre, pero a Kaito le pareció que su novio estaba más lejos que nunca, tanto física como psípicamente.

 

—Oye —Lo llamó así porque no se atrevía a pronunciar su nombre. Porque sabía que caería rendido ante lo rápido que hacía latir su corazón ese nombre que empieza por S y la sigue una H y luego una I luego una N luego otra I luego C y de nuevo otra H y por último la tercera I—, ¿alguna vez... Te has avergonzado? Eh... —No lo estaba mirando, y parecía que ni lo escuchaba— Esto...

 

—Qué dices —espetó él. Cortante, frío y crudo. Igual que en su segundo y último encuentro hasta la fecha como perseguido y perseguidor. Seguía sin mirarlo. Jugueteaba con los paillos dentro de su cuenco de arroz.

 

Kaito sintió un escalofrío recorrerle la columna vertebral. Shinichi había decidido seguir con el juego cuando Kaito ya había abandonado la partida. Ahora sabía lo que se sentía. Y jodía. No tanto como lo que había presenciado varias horas antes, pero jodía.

 

Tomó una bocanada de aire. No le gustaba hablarle cuando estaban enfadados, pero esa pregunta era urgente y crucial para él.

 

—Que si alguna vez te has avergonzado de lo nuestro...

 

Se quedó a gusto cuando lo soltó. Tanto que hasta tenía esperanzas en una respuesta positiva por parte de su novio.

 

El susodicho al fin lo miró. Kaito suposo que inmediatamente iba a responder. Pero no lo hizo. Tardó un rato, en el que los ojos azules de ambos se quedaron conectados. Kaito no pudo encontrar sentimiento alguno en ellos.

 

El detective, finalmente, murmuró un «¿Qué?» que acabó con la paciencia y la esperanza que quedaba en el joven mago (ésta última era muy escasa). Se había reído. Eso no era para nada bueno. Sí, le había alegrado oír su risa, pero no... No en ese momento. ¿Era imbécil o qué?

 

Dio un fuerte golpe a la mesa que hizo levitar todo lo que había sobre ella unos instantes, se levantó mientras su novio apartaba automáticamente la mirada, se colocó a su lado, y lo miró...

 

Lo miró por última vez, antes de marcharse.

 

Lo miró por última vez, antes de abrazarlo, pillando a Shinichi desprevenido, ¿qué coño estaba pasando?

 

Shinichi escuchó a Kaito suspirar al lado de su oreja. Toda su muralla de orgullo se derrumbó. Él hacía mucha presión con sus brazos, apenas le dejaba respirar.

 

No le correspondió el abrazo, porque no lo entendía. Pero le gustó. Había echado de menos sentir así el calor de Kaito. El latido de su corazón con el suyo propio... Que pronto se desincronizaron. 

 

La decisión había sido tomada. Kaito no iba a echarse atrás. No era su estilo. Una vez decía que iba a hacer algo, lo hacía. Si decía que iba a robar, robaba. Si había decidido largarse, se largaría.

 

Deshizo el abrazo, suspirando de nuevo, con los ojos cerrados. No los abrió hasta que le dio la espalda al detective, cuya cena había acabado en el suelo.

 

—A... A dónde... ¿A dónde vas, Kaito? —Shinichi se maldijo a sí mismo por su voz temblorosa. Poker face, poker face...

 

Rezó para que sólo fuera al servicio. O a dormir. O a cometer algún robo. O a llamar a alguien haciéndose pasar por él. Rezó para que no se fuera de su vida, aunque se lo merecía, porque había sido un necio, y también estaba muy, muy confundido. No tenía claro sus sentimientos. Sólo uno: no iba a poder vivir si Kaito o Ran le faltaban...

 

Joder... pensó cuando pasó el nombre de su amiga por su mente.

 

Kaito ya no estaba en la sala, aún así, oyó su voz:

 

—No sé...

Notas finales:

Holaa, aquí está el primer capítulo, espero que os haya gustado


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).