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sud'ba (Destino) por Aurora Execution

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Notas del fanfic:

Los personajes utilizados no me pertenecen. Son propiedad de Stan Lee, Marvel y todos aquellos que posean derechos sobre estos.

Notas del capitulo:

¡Hola gente bella! He decidido dar fin a esta serie de historias que tienen a Tony y James como protagonistas, llegando hasta donde todos conocemos; Civil War. y por supuesto su relación a partir de lo sucedido. No tengo idea de cuántos capítulos me llevará esta historia, sólo espero ser constante para no decepcionarlos. Si bien, será basada en el MCU, como siempre, cambiaré detalles a conveniencia, no descarto agregar también algunos guiños de los cómics y series animadas.

Las historias previas son Héroe y Salvador, la cual recomiendo leer para entender mejor esta. Sin más que agregar por el momento, los dejo con la lectura. Espero y disfruten.

Prólogo

 

«Así que eres el hombre que lo tiene todo, y nada.»

 

 

1992

 

¿Qué tan malo podría llegar a ser? Al momento se arrepiente de hacerse tal cuestionamiento consciente de que bueno o malo, no iba a poder escapar, así que el joven de ojos avellanas se limita a maldecir todo. Si, qué más daba igual. Maldice los Colores. Que por cierto son cientos de ellos. Maldice a las más inverosímiles parejas – y con mucho más brío, todo sea dicho – a las otras que parecen haber nacido el uno para el otro. ¡Oh! Los llantos infantiles, esos mocosos que arman un escándalo tan sólo por haber perdido un juego, las quejas de novias celosas. Sonrisas, más llantos.

 

Si, sabe que muy probablemente este exagerando, pero se ve incapaz de empaparse de aquel espíritu festivo.

 

Tanta algarabía le produce jaqueca. Piensa, sin embargo, en los años en el Instituto, junto con las fiestas desenfrenadas que se producían en la noche (cómo no), mientras los profesores y padres – tan ingenuos – creían que sus niños genios no son del tipo que pierde el tiempo entre alcohol y compañía de una noche, como si aquello no formara parte esencial de ser un humano. Mundanos actos para personas que terminarán reinventando el futuro. No, los mayores no creerán que alguien con el intelecto que él posee, terminaría convirtiéndose en el monstruo de Frankenstein.

 

Cuenta con dieciocho años ahora y también cuenta con una cicatriz que no se borrará jamás. Eso nadie lo ve. Eso todos lo saben.

 

Anthony Edward Stark observa las luces de colores que cuelgan en zigzag sobre sus cabezas tan innecesarias a esas horas de la tarde, mientras el olor a dulce rancio por doquier le pica la nariz provocando que la arrugara en un gesto de asco que no pasa desapercibido por sus acompañantes, ellos disimulan una risa, ya acostumbrados a sus actitudes.  Escucha que alguno de sus «amigos» comenta algo sobre los juegos de azar y el engaño de estos para sacarle dinero a los imbéciles, mas otro dice que es lo divertido de las ferias, gastar dinero, conquistar chicas y comer dulces hasta hartar. Tiene un punto a su favor, Tony no iba a mentir que su motivo para estar ahí, aparte de darle el gusto a quién tenía colgada del brazo en esos momentos, era encontrar alguna niña ingenua que se creyera sus versos de conquista. Esas eran las mejores, una mujer tan inocente sólo puede esconder perversión bajo sus ropas.

 

Tony asiente a las palabras de su amigo, y sus cabellos se mecen. Los lleva largos, un estilo que muchos otros copian de la surgente moda grunge, el suyo cae lacio un poco más allá de sus hombros, lo suficiente para amarrárselos. Una avejentada tía Peggy se gira a mirarlo, reafirmando su agarre en el brazo de su niño, le sonríe cuando los cabellos del menor le acarician la mejilla, Tony siente su mirada y le sonríe de vuelta, justo ahí, sus miradas se conectan tratando de disimular la espesa tristeza que tratan de ocultar. Ahora no por favor.

Da un suspiro y vuelve la vista al frente, Peggy le aprieta y tensa su cuerpo, y Tony sabe que sus ojos ya se encuentran húmedos y sus labios apretados para callar lo que él no está dispuesto a escuchar. Demasiado le pesa el hecho de que su tía dejara Londres para instalarse junto a él en una etapa que a ninguno le sienta bien, pero de la que tampoco pueden escapar. Menuda mierda.

A su lado, un joven moreno y apuesto aprieta una sonrisa. James Rhodes, aspirante a militar y su mejor amigo. Rhodey, apodo cariñoso que se había ganado del genio, había estado genuinamente preocupado por Tony, después de la tragedia que había vivido, se esforzó por evitar que su amigo cayera en una depresión a pesar de aquel aspecto estoico, arrogante y muchas veces egoísta que Tony dejaba entrever, repitiendo con hastío que se encontraba bien. Él lo sabía, no lo estaba, y cuando sus esfuerzos para que Tony se distrajera y saliera de ese condenado taller fueron inútiles, recurrió a la única cosa – o más bien, a la única persona – por la que Tony se mantenía; Peggy Carter. Un llamado por teléfono y una maldición en voz baja y el joven genio se vio acarreando a Peggy así como a Rhodes y un joven llamado Tiberius Stone, o Ty, como solía decirle Tony. Ambos se habían conocido en el instituto, y a pesar de que para Rhodey, el mayor escondía algo, no podía negar que el de cabellos negros parecía llevarse bien con Tony, incluso protegerlo.

 

Los cuatro han estado recorriendo los puestos de juegos y artesanías, mientras conversan. Han subido a la rueda de la fortuna y comido cuanta chatarra encontraron. No ha sido un mal día, ha de reconocer, pero no puede dejar de sentirse fastidiado, sobre todo cuando un puesto fotográfico exhibía una gran figura del Capitán América hecha de cartón y sin cabeza, momento que Peggy aprovechó para contar esa vez – hace ya varios años atrás – cuando en un mismo parque de diversiones un pequeño Tony se sacó una fotografía con el cuerpo decapitado de Steve, fotografía que ella aún conserva. Tony bufa, pero sede, y se une a las risas de sus amigos y por supuesto le da el gusto a su mujer favorita de sacarse nuevamente una fotografía simulando ser su tan añorado Capitán. Pasado el momento vuelve a observar a Peggy, luce agotada, pronto el frío se tornara demasiado para una persona de su edad. Sabe que tendrá que llevarla de nuevo a su hogar, y se siente miserable al estar deseando que así sea. Quiere beber, quiere olvidar la mirada triste en sus bellos ojos marrones, quiere olvidar que está solo en una mansión enorme, sintiendo como entra a la oscura garganta de un demonio que no le permite dormir por las noches, mientras le conversa de las cosas que podría haber evitado si le decía a su padre que quería pasar más tiempo con ellos, en vez de portarse como el maldito egoísta que es y alegrarse por su viaje así tendría la casa para llenarla de personas desconocidas, música y cantidades exageradas de alcohol. Quería besar a su madre, quería hacer las paces con su padre, quería recuperar el tiempo y hacer las cosas bien, pero ahora sólo tenía fotografías y dos cadáveres que ya nunca le mirarían de nuevo.

 

Odia todo eso. En lo se convirtió su vida desde el instante en que la policía llegó a su casa ni una hora después de que sus padres se fueran, para entregárselos en bolsas de plástico. Odia sentirse ahogado por el recuerdo y no saber cómo expresarse, cómo llorarles. Tony no sabe llorar.

Y lo había hecho, en munchas ocasiones. Despertando en medio de la noche con la sensación de estarse congelando, de estar caminando sobre cadáveres sin rostro, había llorado con el alma al poder recordar vagamente la explosión que se cobró la vida de Jarvis y a fantasmas vestidos de negro que le perseguían. Sin embargo en nombre de su padre y su madre, no lo había hecho. Se lo habían arrebatado de adentro.

 

—Tony, cariño, ¿me has escuchado?—Tony pestañea varias veces, frunciendo su ceño al sentirse observado por las tres personas que lo acompañan.

 

—No, lo siento.

 

—¡Oh! Descuida cariño, sólo decía que James se ha ofrecido a llevarme a casa, tú quédate y disfruta de la noche.

 

Tony observa a su amigo, y asiente aliviado, después de todo confía en Rhodey. Se acerca con cuidado, depositando un beso en la mejilla arrugada de la mujer, Peggy larga un suave quejidito de satisfacción, tomando su rostro luego para devolver el beso con mayor vigor, acariciando sus cabellos.

 

—Hay que hacer algo con ese rebelde cabello que llevas.

 

—Oh mi preciosa Peggy, sabes que te traigo loca con este estilo—dice socarrón mientras sus ojos se iluminan ante la imagen de la mujer sonriendo. Necesita eso como el agua para vivir.

 

Saluda una vez más a la mujer, pero en esa ocasión, le abraza con fuerza. Tony sabe que no necesita de palabras cuando se trata de Peggy, sabe que ella comprende, que le entiende en otro plano, muchos años leyendo entre líneas a través de sus ojos. Y así la ve partir, del brazo de su moreno amigo, caminando despacio hasta el estacionamiento, su cuerpo sigue rígido cuando siente la mano de Ty posarse sobre su hombro. Tony gira para encontrarse con una sonrisa traviesa en ese rostro bonito, y no es que Tiberius le atrajera – No. Para nada. En lo absoluto – pero debía de reconocer que su amigo era muy bien parecido. Siempre teniendo una ventaja sobre él a la hora de la conquista, competencia que se había tomado muy en serio.

 

Una ligera rigidez le atraviesa el rostro, una sabor agrio al pensar en las mujeres que han pasado por su cama. Y en los hombres que desearía haberse llevado. Pronto decide dejar ese pensamiento lejos, no le hace bien.

 

—Vamos por una cerveza—Tony no dice más, asintiendo mientras sigue los pasos del mayor rumbo a los puestos de bebidas.—Creo que Peggy tiene razón—dice de repente , el castaño arquea una ceja,—es decir, pronto serás CEO de Industrias Stark, la imagen lo es todo mi amigo.

 

Tony bufa nuevamente encogiéndose de hombros—Cuando llegue ese día, quizá y me lo corte, ahora no molestes, sólo lo dices porque así atraigo más mujeres que tú.

 

Ty se gira un momento a observarlo, Tony le sostiene la mirada con toda la dignidad y altivez que posee, refunfuñando cuando lo escucha reír. Palmea la espalda del genio en un intento por apaciguar la molestia que ya se hace visible en el menor, pero el momento termina rápido, Tony no puede evitar alzar una ceja cuando la risa del mayor se detiene cambiándola por una mueca que Tony conoce bien. Nada bueno, debe reconocer.

 

—¡Mira ahí! ¿Qué dices? Sería interesante—Tony sigue con su vista la dirección donde apunta el mayor, y su incredulidad aumenta cuando se da cuenta que se trata de una carpa con un gran letrero;

 

«Conozca su suerte y lo que el futuro le depara»

 

—¿Es en serio?—dice incrédulo y con su mejor sonrisa sínica—No fuiste tú acaso, quién dijo que esas cosas son una estafa.

 

—¡Oh, vamos! Será divertido—insiste.

 

—Es una completa pérdida de tiempo y lo sabes, no le daré dinero a una bruja que finge leer tu suerte diciendo un montón de cosas trilladas que por alguna razón las personas creen ciertas.

 

—Creo que tienes miedo de lo que te pueda llegar a decir, y además, creo que prefieren ser llamadas videntes. ¡Vamos! No seas aguafiestas, yo invito las cervezas luego.

 

—¡Agh! No te detendrás hasta que acepte, ¿no es así?—Ty vuelve a asentir. Tony da un suspiro, sabe que no tiene más remedio que seguirle las locuras a su amigo. Bueno, bien podía dar media vuelta y regresar a su casa. Pero no. Todo menos eso.—Vamos.

 

Apenas ingresar el olor a sahumerios le marea, cientos de amuletos y objetos raros cuelgan de cordones mal colocados, dando un aspecto un tanto sombrío, junto a la poca iluminación. Una mujer joven, con ropas coloridas, joyas y un cabello pulcramente peinado en un rodete sujeto con un pañuelo a la mejor usanza gitana, se presenta. Tony piensa que todo eso no podía ser más cliché, pero se sorprende de que la vidente sea una mujer joven y por demás hermosa. Los labios perfectamente rojos, sus ojos grisáceos, la tez ligeramente morena y sus finas facciones hacen el combo perfecto.

 

Tony sonríe. Bien, esto no será tan malo después de todo.

 

—Es interesante que siendo tan escépticos hayan ingresado a mi carpa. ¿Qué se les ofrece?

 

—Pues, queremos conocer nuestra suerte y ver qué nos depara el futuro—Ty habla guiñándole el ojo al terminar. Tony rueda los ojos.

 

La mujer poca atención le presta al mayor de los dos, posando sus ojos de inmediato en Tony. El genio percibe su escrutinio, frunce el ceño, sintiendo una incomodidad nacer en la boca de su estómago. Algo muy en su interior le dice que no es buena idea haber ingresado y como si esa mujer supiera exactamente lo que está sintiendo y pensando, le sonríe.

 

—Hay algo que te inquieta—dice sin apartar su mirada.

 

—Creo que mejor nos vamos Ty, esto es ridículo—Tony da un paso hacia atrás, pero la firme mano de su amigo le impide salir del lugar.

 

—¡Oh no! Ya estamos aquí, ahora escucha lo que tiene que decirte—El de cabellos oscuros lo toma de los hombros, obligándole a sentarse en la silla frente a la gitana.

 

—No hay nada que usted pueda decir para que le crea, lo siento pero todo esto me parece un fraude.

 

—Sin embargo sigues aquí y tus ojos me dicen lo contrario, sientes curiosidad, aquello que te inquieta no tiene nada que ver con la pérdida que has sufrido, Tony Stark.—el aludido la observa casi ofendido.

 

Tony entorna sus ojos sintiendo como la ira cobra fuerza—¿Ahora qué? ¿Me dirás que puedes comunicarte con los muertos?—la ofuscación le pica en medio de su pecho y no puede evitar subir la voz—¡Oh! Adelante, invoque a mis padres así puedo decirles con gusto que pueden regresar al infierno… ¡Haga un favor y deje de estafar a las personas!—la garganta le vibra al tiempo que Ty lo observa sorprendido por la actitud tan brusca, su amigo podía llegar a ser bastante irritante cuando se lo proponía, pero nunca le había visto tan iracundo. Tony da media vuelta, iba a correr las cortinas cuando la gitana vuelve a hablar con una calma que le heló hasta el interior de sus huesos;

 

—Yo no puedo hablar con los muertos, Tony Stark. Simplemente ayudo a las personas a enfrentarse con esos sentimientos que se aferran al alma y no dejan que avancen.—el genio gira nuevamente enfrentando sus ojos grises, con la barbilla en alto, molesto como pocas veces en su vida—tienes muchas sombras que poco a poco te consumen desde adentro.

 

—No creo que usted pueda ayudarme en algo con respecto a eso, simplemente son habladurías.—Tony sonríe soez, no se la iba a dejar fácil—pero le daré el gusto de quitarme el dinero y liberarme de mis demonios.

 

—Tony, deja ya, vamos—Ty intenta tomarlo del brazo, pero el menor se zafó en un movimiento brusco, sentándose nuevamente delante  de la mujer.

 

—Adelante, quíteme las sombras ¡haga de mí un hombre nuevo y renovado!—grita con burla y desprecio, sosteniendo ese duelo con aquellos ojos grises tan enigmáticos.

 

—Tony ya basta, te estás sobrepasando.

 

—Si tanto te molesta puedes largarte—le escupe. Los ojos de Tiberius se encienden, pero no abandona el lugar.—bien, como quieras. Termine con esto—dice volviendo su atención a la mujer que le observaba impasible.

 

—Deberá tener cuidado, todo ese rencor e indiferencia algún día se volverá contra usted, Tony Stark. Algún día, cuando quiera tender su mano buscando ayuda, encontrará que lo único que ha conservado, son sus sombras.

 

—¿Es lo único que tiene para decirme? ¿Esa basura?—si su comentario llegó a ofender o molestarla, no lo demostró.

 

El silencio se hace presente de manera aplastante, Ty traga en seco lo bastante incómodo para comenzar a jugar con las piedras que están sobre la mesa, la mujer le ignora. Tony siente como las manos le sudan, fregándolas disimuladamente sobre sus jeans, el rostro femenino cambia a una expresión que Tony no puede describir, siguiendo con su mirada el recorrido de los ojos contrarios, hasta ubicarse en su pecho donde, se supone está su corazón, la expresión en la mujer endurece y Tony carraspea tratando de que su nerviosismo no aflore.

 

—Hay alguien en su vida, un amor.

 

—¡Oh, vamos! ¿Es en serio?—Tony ríe, mas la boca se le seca. Comienza a sentirse expuesto de una manera espeluznante.

 

—Contesta de una vez Tony—dice Ty ya cansado de la actitud infantil de su amigo.

 

—No fue una pregunta—afirma la gitana, haciendo que ambos jóvenes le observaran.—Sientes vergüenza de admitir que sueñas con esa persona.

 

Para Tony, cualquier muralla que pudiera haber tenido, termina por derrumbarse, pero terco, permanece altanero ante la mirada insistente de la vidente.

 

—No tengo novia señora, sus visiones le están fallando tal parece—y resopla, ya harto de ese juego y la actitud de esa mujer. Iba a dar por terminado ese ridículo encuentro para largarse y beber, esperando así que esos ojos grises desaparecieran de su mente, los odiaba. La sensación de estrangulamiento se le hacía cada vez más sofocante.

 

La mujer apoya ambos codos en la pequeña mesa, entrelazando sus manos para finalmente apoyar su mentón en estas. Ty vuelve a removerse incomodo en su lugar, sintiéndose completamente excluido por ambos, y es que desde que ingresaron nunca la vidente había apartado sus ojos del castaño, lo observaba tan insistentemente que asustaba. Algo en su rostro le dice que no debería escuchar lo que iba a decir, pero prefiere mantenerse ahí, ya no sabe cómo es que su amigo podría llegar a reaccionar.

 

—Tienes razón, es inútil tratar de ayudarte, Tony Stark, pero esa persona que usted guarda en su corazón, está sufriendo, hay mucho dolor, a su alrededor no hay más que oscuridad y frío. Algún día volverá por usted, y esa parte de su historia que se halla dormirá, despertará y recordará su rostro, su voz y ya no necesitará escudarse en una moda para explicar algo tan simple como el porqué lleva el cabello largo. Esa nostalgia que le aprieta el corazón desaparecerá; pero le advierto Tony Stark, ya nada será igual.

 

—Qué ridiculez, vamos Tony, tú tenías razón sobre esto—Tiberius quiere incorporarse pero frunce el ceño ante el rostro pálido y desfigurado de su amigo.

 

Tony siente como poco a poco su respiración se corta. Él genio había estado convencido de que, siendo una figura tan pública como era, el hecho de que esa mujer conociera la muerte de sus padres y su actitud descarada de la que hablaban en las revistas, no era para nada sorprendente. Pero Tony no puede creer lo que había oído, las palabras se cuelan por su cerebro transformando su cuerpo en un cumulo de nervios y miedos, las piernas se le aflojan al escucharle hablar de algo que él guardaba con tanto celo para sí. Desde su supuesto secuestro, Tony siempre había tenido la sensación de que una parte de su historia había sido borrada, que le habían arrebatado un recuerdo que él no había querido perder. Algo importante y sobre todo a alguien. Por un tiempo se había convencido de que esa persona era Jarvis, pero al recordar su muerte, el castaño se dio cuenta que no se trataba de su mayordomo, era alguien más, alguien que le hacía acelerar el corazón y perder la respiración al mismo tiempo, una efímera sensación de unos brazos protegiéndolo, prodigándole miles de caricias sobre su cuerpo, erizándole la piel sin llegar a recordar la textura de esas manos que buscaban su rostro para rozarlo con dulzura. Luego todo desaparecía y Tony jamás llegaba a saber si alguna vez había ocurrido o simplemente era parte de algún sueño.

 

Y jamás iba a admitir que esperaba algún día hallar a esa persona.

 

—Sí, vamos—dice después de unos segundos, disimulando con maestría el nudo horrible que tiene en la garganta.—¿Cuánto le debo?—habla sofocado, una sonrisa se dibuja en los labios rojos de la mujer.

 

—No aceptaré su dinero, pero espero y usted acepte un consejo o advertencia, tómelo como quiera; recuerde, un pequeño sol brillará en su pecho, úselo para el bien. —ambos jóvenes arquean una ceja, pero no dicen nada más, dispuestos a olvidarse rápido de esa desagradable experiencia. Cuando abandonan la carpa logran escuchar a la mujer hablar por última vez;—adiós, Tony Stark.

 

Cuando al fin salen de la carpa, la sensación de pesadez en su estómago se agiganta con los colores del día muriendo sobre ellos. Ese maldito y helado azul.

 

Tony después de mucho tiempo, siente la necesidad de llorar.

Notas finales:

Decidí cambiar el nombre de la historia, creo que no me convencía muy bien el anterior xD Bueno hasta aquí el prólogo. Espero sinceramente hayan disfrutado de la lectura. Será hasta el próximo capítulo.

Gracias por leer.


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