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El regalo del Capitán. Stucky. por Ann Tucker

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——Felicidades mi cap ——Sam es el primero de tantas personas en felicitar a Steve palmeando ligeramente su espalda——. ¡Esta noche tenemos que divertirnos como nunca!

 

——Estoy de acuerdo con el disfraz de ave, tienes que dejar de ser un aburrido vejestorio ——Tony bromeó a la par de que abrazaba al rubio——. ¡Y que mejor manera de empezar que organizar una gran fiesta!

 

——No lo creo Stark, es muy tarde para eso ——la pelirroja entró a la sala——. Sugiero darle a Steve un regalo.

 

——¿Un regalo? Ya recibí demasiados Nat...

——Este es uno especial, puedes pedir lo que desees y nosotros trataremos de cumplirlo.

 

"¿Lo que desee?" Pensó Steve, pues estaba claro que el solo quería una cosa más que todas en este mundo.

 

——Hay algo... ——comenzó el capitán——. Pero esto sólo puedes saberlo tú.

 

——¿Por qué la pelirroja teñida y yo no? ——se quejó Tony molesto cruzándose de brazos

 

——Ella es mi amiga ——excusó Steve

 

——Yo también lo era ——murmuró——. Pero bueno, si necesitan dinero para esto pueden llamarme, los veré luego.

 

El hombre abandonó la sala.

 

——¿Sam?

——¿Si? ¿Qué sucede? ——preguntó distraído con su teléfono móvil.

 

——¿Puedes retirarte? Hay cosas demasiadas privadas que debo conversar con Steve.

 

El moreno se encogió de hombros y también salió, dejando al fin solos a Natasha y Steve.

 

——¿Y bien? ¿Qué es lo que desea Capitán Rogers? ——interrogó la chica con una sonrisa en su rostro.

 

——Se que eres demasiado buena en eso de convencer personas y si no en todo caso... comprarlas.

 

——¡Oh por dios Steve! ——Nat abrió su boca con sorpresa, más que nada fingiendo dramatismo——. ¿Quieres que te compre un esclavo?

 

——¡No! ——Steve negó apenado, pues básicamente se asemejaba a eso, pero aquel que quería no era un esclavo, no sería alguien a quien desechar luego, era especial——. Solo quiero que logres convencer a Bucky de...de...de estar conmigo, una noche y si es posible toda la vida. Pero más que eso quiero que actué conmigo de una manera particular, algo más allá que solo una noche de sexo, quiero que finja ser mi... ¿sumiso?

Al terminar de hablar el rubio bajó la mirada bastante avergonzado.

¿Qué pensarían los demás si se enteraran que al famosísimo Capitán América le pondría bastante excitado ver a su mejor amigo, desde la infancia y que después de años fue reconocido como El Soldado del Invierno, Bucky, de manera sumisa con el actuando como su amo?

 

——Oye no tienes que sentirte mal, entiendo que es lo que quieres Steve, pero...

La chica trato de poner alguna excusa coherente, porque si, todo esto le resultaba bastante extraño.

 

——¿Pero? Suena mal, lo sé, Nat él es mi mejor amigo, pero esta fantasía la he tenido desde que soy el capitán, de ver a Bucky así ante mí.

Pero, como mejor amigo tu papel ahí es apoyar a tu amigo, ¿qué no? Entonces la pelirroja creyó que después de todo ayudarlo era lo correcto.

 

——Te entiendo, solo dame unas horas ——contestó Natasha——. Barnes no será nada fácil de convencer y tendré que aplicar mis métodos, además debo comprar ropa y cosas para la ocasión. No te preocupes y deja todo en mis manos.

 

 

 

Steve yacía sentado sobre su sofá aun con su tradicional traje del Capitán América puesto, estaba más "ocupado" pensando si realmente era buena idea ese tan especial regalo que le había pedido a Natasha.

 

Eso hasta que el pequeño aparato móvil que emitió un sonido de alerta notificándole una nueva misión.

 

Suspiró y se puso de pie, guardando el celular y preparándose salió de su hogar.

 

 

No había sido nada difícil, pero tan poco tan sutil de hacer, aquella misión solo le llevó el tiempo en el que por lo menos no estuvo torturándose mentalmente aun pensando en Bucky.

En aquel precioso ser que luego de años ya había vuelto a sus brazos, aunque, claro estaba que era en sentido figurado, pues Barnes solo después de reconocerlo estuvo con él, un tiempo, mas no todo el que hubiese querido y tampoco se la vivió entre sus brazos.

 

Caminó hasta el sofá una vez entró a su casa y se hecho ahí, solo serian unos segundos. El Capitán Rogers no era una persona que gustase mucho de flojear o quedarse sin tener el orden de sus cosas.

 

Un simple descanso que terminó al instante cuando se acercó a su pequeña mesa al lado de la cocina

 

——¿Qué es esto? ——murmuró extrañado al ver una caja que él no recordara haber dejado ahí y una nota con esta.

 

"Abre esta caja y saca el contenido de esta cuando estés en tu habitación. Hay alguien ahí así que usa lo que hay dentro de aquí con esa persona. Sé que te encantará.

—Nat."

 

Mentiría si dijera que no estaba demasiado emocionado con todo aquello.

 

Demasiada emoción, tanta que ni siquiera se cambió de ropa ni hizo todo lo que planeaba una vez que estuviera en su casa. Ver quien estaba dentro de su cuarto lo valía más.

 

Abrió la puerta de su habitación despacio, se adentró en ella y cerró tras de sí aun con sigilo.

 

——¿Steve? ——preguntó James, toda la atención del rubio se centró en el——. ¿Eres tú?

Su mejor amigo estaba acostado en la cama, no desnudo, sin embargo la ropa que llevaba puesta era quizá un poco reveladora, además de que tenía sus ojos vendados, dándole una imagen aun más erótica.

 

Cabe decir que tampoco eran prendas de mujer, sabía que era ropa de hombre, esa que usa un hombre durante una sesión de sadomasoquismo.

 

Aunque aquello no era exactamente lo que Steve quería, por más extraño que sonara, el no quería maltratar a Bucky, no de cierta manera humillarlo.

 

Pero nunca se sabe y puedas cambiar de parecer…

 

Entonces, dejando de lado todos sus votos como el superhéroe correcto se acercó hasta el castaño decidido, quitó la venda de sus ojos y con voz dura comenzó a ordenar.

 

——Levántate y arrodíllate frente a mi ——a Bucky se le entrecortó la respiración——. Ahora.

——S-si St...

 

Ni siquiera terminó de hablar cuando recibió un jalón en su cabello semi largo, se detuvo haciendo una mueca de molestia ante aquello

 

——Capitán Rogers ——dijo firme——. Desde este momento vas a llamarme así Bucky.

Y ahí es donde todo comenzaría a tomar sentido, donde su tan peculiar regalo comenzaría.


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