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Cuando los santos van marchando por algodon Sibyl

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Notas del fanfic:

Esta historia la inspiré de la canción When the saints go marcin in, para ser exactos, se trata de la versión de Dyonisos, que se caracteriza por cantar algunos versos del estribllo en forma de negación.

¡Disfruten amiguitos!

p.d: Acabo de entrar al fandom y aún no termino outlast 2, así que disculpen si tiene algunos errores

Waylon Park manejaba a toda velocidad por el inmenso bosque que se encontraba a las afueras de Mount Massive. Sin un buen auto era casi imposible acceder, por lo que agradecía a todos los dioses haber encontrado ese jeep con todo y llaves puestas ¡Tendría que hacer un altar para el dueño! Suspiró cansado y comenzó a husmear en la guantera del vehículo en busca de algo que delatara la identidad del aludido, hallando así una carpeta llena de documentos de la cual cayó una hoja. Al notar esto, y percatarse de que estaba seguro, paró el auto, tomó la hoja y la leyó, grande fue su sorpresa al percatarse de que se trataba del correo que le había enviado al periodista Miles Upshur.

—No puede ser… ¡Él vino! T-tal vez siga ahí… —Dijo mirando el espejo retrovisor, que reflejaba una de las torres de Mount Massive.— ¡Mierda, mierda! —Golpeó el volante y se recargó en el asiento. De alguna manera se sentía horrible, por su culpa aquél joven podría estar en peligro, fue sin imaginarse cómo era en verdad ese maldito lugar del diablo. Hojeó los papeles encontrándose con algunos archivos de Massive, al parecer Upshur había estado investigando un poco antes de ir. —Maldita sea, no puedo parar ahora. —Se dijo y continuó su camino, no debía mirar atrás, no podía.

Siguió unos kilómetros más hasta llegar a la carretera, desde hacía unos metros atrás no había parado de escuchar la radio que lo hacía olvidarse de la culpa que sentía al imaginarse al pobre de Upshur rondando por ahí, siendo víctima de los enfermos que tratarían de matarlo. Tomó aire y en eso el auto fue disminuyendo de velocidad.

—No, no no no no —Exclamó horrorizado al ver que el auto había parado, en una carretera en medio de la nada. Miró las manecillas de suministros y se percató que el auto ya no tenía combustible. — ¡Me lleva la-! —Golpeó su rostro contra el volante, frustrado. —Ok, tengo que relajarme, no pasa nada —Suspiró por enésima vez. —Estoy cerca de la civilización, si me apresuro puedo… —Sus palabras fueron calladas cuando, de repente, en la ventana que estaba a su lado un hombre se pegaba a ella pidiendo ayuda. Por lo repentino de la escena Waylon gritó aterrorizado y bajó como pudo del Jeep, cayendo entre los matorrales de la zona donde se encontraba la carretera.

— ¡Por favor! ¡Ayuda! —Un hombre, Park calculó unos veinte o treinta años, con sus ropas sucias, ensangrentadas, su mano derecha tomaba con fuerza su hombro y en su rostro había una mueca de terror absoluto. Se sostenía del Jeep para no desplomarse por el cansancio.

—Jesús. —Exclamó Park con horror y lo sentó en el asiento del copiloto. —A-aguarda, por aquí debe haber algo-

—Hay un botiquín en la cajuela. —El otro se sorprendió, mirándolo extrañado. — ¿Cómo lo sé? Esta camioneta es mía. —Waylon abrió los ojos sorprendido y fue hacia le cajuela para tomar el botiquín, ayudando en las heridas de Miles.

—Lamento habérmela llevado sin avisar. —Se disculpó mientras desinfectada la gran herida de bala en su brazo. —Tú debes ser Miles Upshur, el periodista. —Dejó la herida y subió al asiento del conductor. —Creí haberte dejado atrás, sabía que irías a ese maldito infierno, ¿Cómo me alcanzaste?

—No tienes que preocuparte, hubiera hecho lo mismo, tu nombre es…

—Waylon Park.

—Pues verás Waylon —Tomó aire. —Tampoco regresaría a loco landia. —El otro soltó una risa seca. —Respondiendo a tu pregunta, la verdad no lo sé. Lo último que recuerdo fue haberme topado con unos sujetos en el sótano, ellos me dispararon y azoté como res en el piso, creí que había muerto pero desperté en esta carretera cuando vi la camioneta. —Tomó su cámara revisando el material grabado. —Ahora, ¿Cómo sabes que soy periodista?

—Pues… yo fui el que te contactó. —El otro se paralizó por unos momentos y lo miró horrorizado. —Ehh… ¿Miles?

—Tú… —Como pudo lo tomó de la camisa y lo acercó a él de forma amenazante. — ¡¡Por tu culpa ya no tengo mis dos dedos favoritos!! ¡¿Cómo te atreves a mandarme a la boca del loco maldito pelotudo?! —Lo zarandeó con fuerza, el pobre de Waylon trataba de zafarse como podía.

— ¡Pero la corporación Murkoff-!

— ¡¡Me importa un carajo!! ¡Eres un madito animal! —El auto se movía de un lado a otro, Miles de verdad tenía mucha fuerza, mucha más que Park.

— ¡Eras la única manera de desenmascarar a Murkoff! —El otro paró su intento de asesinato y se quedó quieto, viendo a Waylon con un rostro sin expresión. —Tú eres el único que puede ayudarme con eso, lo que hacen es una monstruosidad ¡No podemos permitir que sigan haciendo lo que les da la gana con las personas como si fueran ratas de laboratorio!

Miles alejó sus manos bajando la cabeza, volvió a mirar a Waylon e hizo su cabello hacia atrás.

— ¿Quieres saber una cosa? —Tomó una bocanada de aire para poder hablar. —La verdadera razón por la que me interesé tanto en esto, fue para poder salvar a alguien. —Park lo miró sorprendido. —Por desgracia no fue así, él… Ya se había vuelto un variante. —Apretó los puños mientras unas lágrimas escapaban de su rostro. —É-él, es Chris Walker. Trabajaba en el asilo como guardia de seguridad. —Esnifó. —Éramos una gran pareja pero su mente comenzó a deteriorarse al entrar a ese maldito lugar. Un día, desapareció sin dejar rastro, la verdad es que no sabía mucho de su trabajo hasta que encontré unos documentos y supe que eran los responsables de esto. —Se limpió las lágrimas con su brazo. —Lo vi, pero ya no era ese hombre amoroso que yo conocí hace diez años; sólo me miró a los ojos por última vez y acarició mi rostro, alejándose de mí.

Park lo miró con tristeza, el pobre de Upshur debió haber pasado momentos hermosos con él, y ahora por culpa de ese monstruo gigante no volvería a verse con su amado.

—Miles… —Dudó un poco. —Por eso debes ayudarme. —El otro le miró, ahora que lo pensaba, esa sería una buena venganza contra Murkoff por lo que le hicieron a su novio, esos hijos de puta pagarían. —Tú también grabaste mientras estabas ahí ¿Verdad? Ambos tenemos suficiente evidencia para acabarlos.

— ¿Sabes que eso implicaría acabar con nuestras vidas verdad? —Reconoció Upshur sonándose la nariz. —Pero estoy dispuesto a eso.

—Es lo que quería oír. —Park sonrió. —Pero antes de planear algo debemos irnos, ¿Acaso no guardas gasolina de reserva por casualidad?

—La próxima gasolinera no está muy lejos, puedo caminar hasta allá.

—No, lo haré yo, después de todo por ti es que salí rápido de ahí. —Salió del auto sin tiempo a que Miles pudiera replicar. —Sólo espérame y no te muevas ¿De acuerdo?

—Bien. —dijo con resignación y le entregó una lámpara de mano y un recipiente para cargar el combustible.

///////

Luego de cargar el gas en la estación, Waylon se dirigía al auto de Miles cuando escuchó un ruido entre los matorrales. Asustado y paranoico tomó su lámpara para alumbrar las plantas que se movían, como si algo estuviera yendo hacia él.

— ¿¡Quién anda ahí!? —Se atrevió a gritar temblando, vaya que su estadía en Mount Massive le había dejado secuelas, aunque de algún modo se le vino a la cabeza la idea de que pudieran estarlo siguiendo, era obvio que la gran cantidad de información que poseían tanto él como Miles era un verdadero peligro para la empresa. — ¡Muéstrate! —Sintió cómo su sangre se congelaba al ver que algo se dirigía a él, quería moverse, correr, hacer algo, pero el miedo lo paralizó a tal grado que sólo pudo tomar fuertemente el recipiente de plástico que contenía el gas mientras temblaba como gelatina. Estuvo a punto de darle un ataque cardiaco cuando de los matorrales salió un zorrillo corriendo a toda velocidad, lo que hizo que Park se desplomara en el piso tratando de recuperar el aire perdido, debía calmarse y darse prisa. Podrían estar en peligro, así que, cuando dobló su pierna para levantarse miró unas botas estilo militar negras, desgastadas. Sus ojos se abrieron como platos y su vista subió poco a poco hasta encontrarse con un muchacho como de su edad, sucio, con heridas en todo el cuerpo, llevaba unos lentes igual de dañados que sus prendas y miraba la nada, con sus manos cubiertas de sangre.

—Q-quién… —Waylon estaba a punto de decir algo cuando el joven se desplomó, Park se espantó ante esto y, como pudo, arrastró al hombre hasta la camioneta. Agradeció estar cerca ya que su nuevo acompañante pesaba unas tres veces más que él y digamos que el bote de gasolina en su mano izquierda no aligeraba la carga, al ver de lejos a Miles un enorme alivio se apoderó de él.

—Creí que sólo ibas por gasolina, pero también conseguiste un esclavo. —Dijo mientras lo ayudaba a llevarlo al Jeep.

—No es momento para bromas, parece que lo atacó un oso. —Lograron colocarlo en los asientos traseros mientras revisaban sus heridas. —Mira —Tomó de una de las bolsas de su chaqueta una pequeña cámara de mano pequeña.

—Vaya, parece que es de los nuestros. —Waylon reprodujo uno de los vídeos, en él se mostraba una mujer que al parecer era su esposa en un helicóptero que volaba en la noche. La chica explicaba que estaban ahí para investigar cierto caso extraño de una mujer embarazada. Todos los metrajes mostraban el cómo el joven –que ahora sabían se llama Blake Langermann- luego de que el helicóptero se desplomara, comienza a buscar a su esposa en un extraño pueblo lleno de fanáticos religiosos que le hicieron de todo, incluso, su esposa dio a luz. Blake tomó al supuesto bebé cuando Lynn, su mujer, pronunció no hay nada ahí antes de morir, cosa que era cierta; no había nada en las manos de Blake.

—Este chico… Vaya… —Miles lo miró con compasión, al parecer era una víctima, como ellos. Tal parece que después de aquello caminó sin rumbo fijo hasta llegar a la carretera, no le extrañaría si su mente estuviera bastante dañada, después de todo había perdido a su esposa y los lugareños de aquél pueblo trataron de matarlo. —Tenemos que ayudarlo.

—Entonces arranquemos, no es seguro estar aquí mucho tiempo. —El otro asintió, colocó la gasolina en el vehículo y arrancaron a la civilización mientras trazaban un plan. Tal vez ese sería el comienzo de una gran lazo entre esos tres...

…y sus vidas…


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