Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

YOUTHFUL HATSUKOI por Lady Trifecta

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡Hola! 

A veces yo escribo, y muchas otras veces dejo mis fan fics tirados, así que con el tiempo muchísimas personas se han decepcionado y me han dejado de lado, pero he aprendido que debo seguir mi ritmo, valorar lo que hago, y aprender de los errores, así que de terca, aquí me tienen.

Este es mi fan fic más largo hasta ahora, a veces me cuesta muchísimo seguirlo, otras, raras veces, me siento iluminada. Esta historia la he empezado en el 2013, y aquí empiezo a publicarla, desde el primer capítulo y reeditada, desde hoy. 

 

Espero y lo disfruten, y tanto si es así como no, que dejen un comentario para hacerme crecer, y hacerme saber sus críticas y comentarios. 

 

¡Gracias, allí se los dejo! 

 

Mi link donde podrán encontrarme: https://www.facebook.com/LadyTrifecta/?ref=br_rs

 

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de la autora Shungiku Nakamura, los personajes nuevos sí son míos. Gracias por leer este humilde trabajo.

Notas del capitulo:

Este fan fic (y no me canso de repetirlo), va dedicado para Laura Puente, una de mis mejores amigas, y modelo a seguir.

Gracias por todo, aunque no leas esto. 

Él quiso quedarse un minuto más. Él desea poder cambiar de lugar con él y anhela con todas las fuerzas de su joven alma tan siquiera una segunda y última oportunidad para remendar sus errores. Una oportunidad para verlo, para abrazarlo y gritarle cuánto lo ama. Porque nunca quiso lastimarlo y jamás se imaginó que las consecuencias de sus actos terminarían de aquella manera. Más que nunca deseó no ser el joven estúpido, incrédulo, inocente y enamoradizo que era porque aquel sentimiento llevó a la persona más importante de su vida hacia la fatalidad. Deseó más que ninguna otra cosa, y por sobre todas las demás, recuperarlo, aunque ello significase perderlo para siempre. Aunque el único lugar que conservare en su vida fuera la de su mejor amigo.

 

 

—¡Haru chan! ¡Por aquí! —saludándolo con una mano en alto, lo llamó el joven de cabellos rubios y ojos almendrados de entre la multitud de personas conglomeradas fuera de las puertas de abordaje, donde cada uno esperaba ansioso a sus seres queridos, mientras otros se despedían en medio de las lágrimas y mil emociones revueltas que dejaban atrás—. Déjame ayudarte.

Una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en su angelical rostro en cuanto logró divisar a su amigo.

—¡Kaaai! —Literalmente lo echó boca para arriba, quedando el acechado debajo de su atacante, pese al detalle de que la víctima lo sobrepasaba por veinte centímetros y el castaño recién llegado pesara menos. Al final pudo más la emoción del recién llegado.

—¡Ouch!

—Ha pasado bastante tiempo —La evidente alegría lo superó y se dejó evidenciar en el tono de su voz.

—Sí, pequeño, pero ¿sabes? Me gustaría poder respirar.

—¡Hey! ¡No soy pequeño! ¡Acabo de cumplir veinte años ayer! Y crecí un poco más —protestó con un dulce puchero dejando notar las finas y hermosas facciones de su rostro y deslumbrando, sin saberlo, a su oyente.

—Eh, sí. Fui el primero en saludarte, ¿lo recuerdas? Ah, el segundo, luego de Onodera chichi. Ahora, ¿puedo respirar? —El castaño deshizo su efusivo abrazo.

 

—¡Mira Amy! ¡Kyaaa! ¡Son novios! ¡Y ni siquiera se averguenzan de demostrar su amor en público! ¡Son tan lindos! —Una chica completamente desconocida tomaba fotos a diestra y siniestra desde su iPhone 4, y otra chica se acercó a la que estaba delante de nosotros, uniéndosele en su celebración con chillidos y ojos de fan girl.

 

—¡No somos novios! —Al muchacho de ojos esmeraldas se le subieron todos los tipos de tono rojo a su pálido y fino rostro— Lo siento... yo... yo...

—Chicas, ¿podrían darnos un poco de privacidad? No lo veo desde hace cuatro años y realmente deseo poder recibirlo como se debe. No se imaginan cuánto lo he extrañado —La voz completamente seductora del rubio salió sin mucho esfuerzo, dejando ver el brillo de sus ojos almendrados. Formaban un perfecto cuadro, aun sin moverse ninguno de los dos del suelo del aeropuerto.

—¿Eh? —Fue entonces cuando Kai lo tomó de la mejilla, cubriendo su rostro y besándolo del otro lado, haciendo parecer de perfil que lo besaba directamente en los labios.
—¡Nyaaa! —Las fujoshis gritaron de emoción.

 —Jane, mejor démosles privacidad, ¿no te parece? —dijo la más sensata.

—Sí, sí. Aah... —suspiró— Qué lindos. Oh, espérame —Unas cuantas fotos más y luego, con un leve pesar, se retiraron “disimuladamente” de la escena flotando en sus nubes, ilusionadas.

—¡Kai! —Se separó de él, poniéndose de pie rápidamente y trastabillando por el apuro.

—¿Qué? Si fue un beso inocente entre primos, en la mejilla nada más.

—¡Estás loco! ¡Y borra esa sonrisa! Tsk —rechistó aparentemente molesto— Si fuéramos primos de verdad.

Kai solo rió.

—Eres tan lindo.

—¡Ya deja de jugar! —El rubor en su rostro era divino—. Vamos, te ayudo a levantarte.

—No estoy jugando —Terminó de decir en cuanto lo ayudó a ponerse de pie y este se encontró momentáneamente con su rostro a escasos centímetros, incomodándolo por unos segundos fugaces en que clavaron sus miradas una en la del otro. Uno rendidamente enamorado, el otro completamente ajeno al sentimiento provocado en su amigo.

—Esto...

—¿Nos vamos? —‹‹Es mejor así››, Se intentó convencer por milésima vez.

—Sí. Eh, acabo de notar que mis padres no han venido a buscarme.

—Haru... —Estaba reuniendo las fuerzas necesarias para poder decírselo.

—¿Eh? ¿Qué pasa?

 

How can I decide what’s right

when you’re clouding up my mind

I can’t win your losing fight all the time

How can I ever own what’s mine

when you’re always taking sides

 

—Kai, está sonando tu celular —‹‹Decode de Paramore. No has cambiado de tono ni de gustos, Kai››

—Ah, sí. Discúlpame —Estaba tan nervioso que no le había prestado atención al número y solo contestó.

—¿Hola?


Hola... —Miró instintivamente a Haru. Suspiró sin querer y se dio media vuelta.

 

—¿Qué pasó?

 

Es Ritsu chichi —Durante un momento el rubio se mantuvo con el semblante serio, dedicándose solo a escuchar lo que le decían del otro lado.

 

—Ya veo —Terminó por decir luego de un rato—. Por favor, mantenme al tanto. Si puedes ve a casa para recogerme un cambio de ropa, ¿va? Sucede que pasaré directo allí y de seguro me quedaré a dormir.

 

Claro —Una breve pausa—. Hey, ¿estás con él?

 

El silencio le respondió.

 

Ya veo. Cómo  me gustaría verlo. De seguro él no querrá verme, ¿no?

 

—No hay noticias.

 

Entiendo —El sincero sentir desde el otro lado del teléfono se hizo más que evidente, y hasta doloroso. Se trataba de su hermano después de todo, y esos sí que son para toda la vida.

 

—Nos vemos —Fue todo lo que dijo y sin ninguna otra contestación del otro lado más que una corta despedida, ambos colgaron.

 

—Era Sora, ¿verdad? —El castaño bajó automáticamente su rostro compungido. El rastro de su dolor era tan palpable que por más que intentara guardar su pesar, los sentimientos se desbordaban a través de su delicada voz—. ¿Cómo...? —Nuevamente levantó la mirada hacia su amigo— ¿Cómo está? Espero que bien —Su sonrisa fingida fue la que verdaderamente tocó un punto dentro de Kai.

—Él... —‹‹Si tan solo supieras›› pensó el rubio, pero prefirió callar. No sería el que creara cizaña entre su mejor amigo y su hermano, pese a su propio corazón roto por el desamor provocado— ...él está bien. Aunque te ha extrañado también. Ustedes nunca pudieron resolver el problema que surgió en aquel entonces, ¿verdad?

—¿Eh? Kai, ¿tú sabías?

—Haru, han pasado cuatro años desde que no se hablan. Te has ido sin despedirte de él. Créeme que no fui el último en enterarme.

—Eso... bueno, era de esperarse.

—Perdóname.

—¿Eh? ¿Por qué?  

—Creo te he recordado algo muy doloroso. Perdiste a un buen amigo en él, después de todo —‹‹Haru, ¿en serio sigues creyendo que nadie se ha enterado de tus sentimientos por él? Sigues siendo tan inocente e incrédulo como siempre. No quiero verte más en este estado››— Deberías hablar con él, no sé, intenten solucionar sus problemas —‹‹Hazlo porque...››

—Yo... no sé si pueda hacer eso —El rubio tomó de sus manos para luego abrazarlo en un agradable y necesario confort. Él solo quería lo mejor para el castaño.

—Tú puedes, si es lo que quieres. Yo solo quiero verte feliz —‹‹Porque te amo, aunque nunca pueda decírtelo››.

—Gracias. Kai, eres muy importante para mí. Eres mi mejor amigo —Los chicos deshicieron casi sin querer el abrazo y se sonrieron. Uno con una tranquilidad hallada, ahora la sonrisa forzada era de aquel que poseía un amor no correspondido desde su niñez.

—Vamos. Los chicos te están esperando.

—Adivinaré, ¿una fiesta sorpresa de bienvenida? —Kai sonrió.

—Finge sorpresa.

—Lo haré —Entonces lo recordó— Oye, Kai, estabas a punto de decirme algo sobre mi papá antes de contestar el celular.

—Eso... —Realmente lo colocaba en una situación difícil, pero finalmente este momento había llegado. Sabía que aquello no sería fácil para Haru y cada vez que este estuviera mal él también lo estaría. Sin embargo le correspondía a él conservar las fuerzas para poder sostener a Haru, quien por fuera podría aparentar ser muy fuerte, pero era el más débil de todos.

 

 

—Exageras Takano-san —Esa costumbre suya de llamarlo por su apellido no se había perdido a través de los años, aunque en algunas ocasiones, como en la intimidad, lograse poder desinhibirse un poco más. Cada detalle suyo, cada característica suya, hasta su carácter difícil y los mil defectos que pudiese tener eran el conjunto de toda su persona. Persona que era, en su totalidad, objeto de su devoción.

—Ritsu, u obedeces o te castigaré de formas que ni te imaginas —El castaño sabía de sobra la seriedad en las amenazas de su esposo.

—No te atreverías —No tenía las fuerzas que se requerían para regañarlo apropiadamente. En cuanto intentó levantarse y puso los dos pies en el suelo, sintió un fuerte mareo y de no ser porque su esposo que lo sostuvo de inmediato, habría caído de bruces.

—Sabes que sí. Llamaré al médico. No estás nada bien —Con sumo cuidado y una tierna delicadeza recostó al castaño en la cama—. Y de aquí no te vas hasta que te autoricen y estés completamente bien.

—Pero yo...

—No cambias tu testarudez por nada del mundo, eh, Onodera —El dueño de esa voz cruzó en esos instantes la puerta de su habitación, y venía acompañado de un hombre de aproximadamente cuarenta años aparentados, ojos almendrados y cabello castaño rubio. La verdad era que ya había pasado los cincuenta pero nadie apostaría a ello debido a su conservada figura y atractiva e imponente presencia— Hazle caso a Masamune.

—Yokozawa-san, Kirishima-san. Gracias por regresar.

—Y todavía con formalidades —Se rió ligeramente de él— Déjate de tonterías. Ya hace bastante que nos llamas por nuestros nombres.

—Es cierto, es que fueron tantos años que ya se me hizo una vieja costumbre. No deberían haber venido. Ayer ya se quedaron todo el día. Deberían ir a descansar.

—No te preocupes por nosotros, Ritsu. Mi lindo osito estaba tan preocupado por ti que también nos quedamos por la noche e intercambiamos un solo turno con Masamune, cuando cayó dormido. Fue solo por media hora. El tonto no quería apartarse de ti ni siquiera por un segundo. Ya sabes, en caso de asesinos seriales o asteroides.

—¡¿A quién llamas osito, imbécil?! Deja de molestarme, es muy temprano para eso.

—Con que solo te gusta por las noches, eh, travieso. ¡Ouch! ¿Por qué el codazo?

—Para que aprendas a comportarte.

—Yokozawa, Zen, muchas gracias en verdad. No sabríamos qué hacer sin su apoyo —Esta vez fue Takafumi quien habló.

—Tssk. No seas exagerado, no tienes por qué agradecer. Para algo tienen que servir los amigos. Ah, los demás acaban de irse. Como estabas dormido, decidieron no molestarte.

—Todos han estado con nosotros. Masamune tiene razón. Significa mucho para nosotros su presencia —Su sonrisa se mantenía sincera, aunque débil y cansada. Resulta impresionante cómo los más terribles pesares pueden aligerar su peso si puedes soportarlos con las personas que te aman y saben demostrártelo—. ¿Y Sora? ¿No estaba con ustedes? —La cara de Yokozawa se descompuso por un instante pero se recompuso rápidamente para no hacerse notar, sin embargo fue el otro quien respondió.

—Le dije que se fuera a descansar. Se fue hace como una hora. De seguro regresará a la tarde.

—Ya veo —Se sentía una atmósfera un poco distinta. Para apaciguar aquel incómodo silencio, Takafumi se acercó hasta Ritsu del otro lado de la cama, sentándose en un sillón cercano.

—Hey, ¿cómo te sientes? —No le importó demostrar un poco de blandura, sobre todo para con él, quien luego de Masamune y quizás hasta mucho más que él, se había convertido en un amigo muy cercano, tanto que se podría decir que eran como hermanos.

—Cansado. Me mata este lugar, tan solo quiero irme a casa.

—Estarás bien, pero deja de ser caprichoso. Primero está tu bienestar. No estarás aquí para siempre.

—Lo sé —suspiró profundamente—. Pero justo tenía que ser hoy —Pillando la intención en sus palabras, Takano, Kirishima y él se miraron entre sí.

—¿Qué...? —Ritsu comenzó a especular tardíamente  en el momento exacto en que alguien entraba a la habitación.

—¡Papá! —Con un poco más de cuidado delo que lo había hecho anteriormente con su amigo, un castaño ansioso había entrado como alma que traía el Diablo y abrazó a Ritsu con esa firmeza que se había hecho más fuerte durante los cuatro años de su ausencia.

—¿Haru? ¿Qué...? Pensé que regresabas hasta en la noche. ¡Takano Masamune! —Si lo llamaba de esa peculiar manera solo podría significar una cosa.

—¡Yo no fui! ¿Por qué te enojas ahora conmigo?

—No te enojes con papá. Fue Kai el que me dijo —Acto seguido, el mencionado entró a la habitación con las manos entrecruzadas entre sí en señal de perdón.

—Misericordia —imploró—. Gracias por cubrirme, eh, Haru. Con amigos como tú no necesito de enemigos.

—A mí no me culpen de su perfecta habilidad de permanecer con la boca cerrada heredada de su padre, eh —advirtió con sarcasmo Yokozawa.

—¡Takafumi!

—¡Papá! —protestaron al mismo tiempo los dos rubios, sintiéndose atacados sin motivo alguno.


—No te preocupes Kai. Está bien.

—Pero si era yo... —susurró el pelinegro sentado a su lado, con fingida pose de indignación.

—Haru, perdóname por no haberte ido a buscar del aeropuerto. ¡Takano! ¡Debiste haber ido!

—¡Yo no lo sabía! ¡Me enteré hace unos minutos nada más!

—Papá, ya no te preocupes por esas cosas —Haru tomó con cariño sus manos luego de haber limpiado unas inevitables lágrimas de alegría que caían por sus mejillas. Ritsu no podía dejar de sonreír tras volver a ver a su hijo después de todo el tiempo en que pasaron separados— ¿Cómo estás? ¿Qué pasó? Kai no quiso decirme nada.

—Nosotros los dejamos a solas para que hablen, mientras hablo con estos dos —añadió prudentemente Takafumi—. Estaremos en la cafetería, por cualquier cosa —Luego de él salieron siguiéndole sus dos amores. Los dos como niños que acababan de recibir un regaño y estuvieran a punto de ser castigados.

 



Una piadosa mentira es aquella “mentira blanca” para no dañar a nuestros seres queridos. Ahora, ¿quién dice qué es lo correcto y qué no? Y sobre todo, ¿cómo podemos medir cuáles son las penas que les dolerá menos a aquellos que amamos? Lo único que queremos es protegerlos. Pero por querer protegerlos terminamos dañándolos aún más.

 

 

Continuará...

Notas finales:

Gracias por leer esta historia.

Adelanto del próximo capítulo:

Vacío, era el sentimiento más cercano y la manera de describir su mirada esmeralda, la cual se hallaba perdida en la nada, varada en un lugar de donde no sabía cómo llegó ni cómo podría salir.

Ritsu, por favor…mi amor...háblame Masamune lo estrechó entre sus brazos con el más delicado de los cuidados, el más profundo amor que se pudiese sentir y el más inmenso pesar en su corazón junto con la culpa que lo consumía por no haberle podido evitar aquel tipo de dolor lacerante del cual jamás podría conseguir que quedara una cicatriz siquiera, porque sencillamente era una herida que no se podría cerrar jamás.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).