No era más que otra cara bonita en su lista de conquistas. Tim lo sabía, tan perfectamente bien que después del sexo siempre se quedaba largas horas pensando en lo masoquista que era, en como el dolor empezaba a ser parte de su rutina. ¿Quién era el chico principal? Sería un idiota si no lo supiera y aun así, seguía colgado por Jason. Cada maldito momento que podía se colaba en su cama. Movía sus caderas como quien tienta con agua a un sediento, Jason era demasiado hedonista como para rechazarlo y Tim, se maldecía al terminar. Patético, sucio y desesperado.
─ Eres un tonto Drake ─Damian había exclamado con molestia y preocupación al mismo tiempo en cuanto lo vio desnudo en la cama─, solo una cara bonita.
Tim rio con fuerza, sus ojos lagrimearon y acepto cada jodida palabra dicho por el chico. Él lo sabía, cada fibra de su cuerpo lo sabía, constantemente una tortura. Damian se lo recordaba desde aquella noche cuando los encontró a ambos, con desprecio y resentimiento lo había insultado, pero aun así volvía después de que Jason se iba. No podía culparlo, Dick le había enseñado muy bien.
Damian solo lo observo, ya habían pasado dos meses desde aquel accidente. Sin palabras, solo un gesto de compasión le lanzo ropas limpias. No podía encontrarle un sentido a todo esto Alguien como Tim ¿Por qué? La respuesta nunca llegaba a su mente y preguntarle a Grayson no estaba en sus planes.
─ Deja de verme ─Tim exclamo con algo de vergüenza cubriéndose con las sabanas. Aun no podía hacerle frente a la mirada profunda de Damian, sus ojos verdes siempre le causaron cierto miedo y ahora que sabía lo que pasaba entre Jason y él, no tenía cara para verlo─. Me dices lo mismo cada jodida noche, Damian.
Una risa sarcástica e irónica rompe el silencio en la habitación. Damian lo observa con ojos penetrantes y se va. Drake era un maldito idiota, un tonto que amaba demasiado.
Tim suspira al darse cuenta de lo cotidiano que todo se volvía. Una rutina silenciosa que ocurría cada viernes por la noche. Con Damian como su pepe grillo y Jason como el bastardo que era.
Siete noches después, la misma escena se repetía. Damian entrando a su habitación con ropa limpia, Tim aceptaba cada palabra con resignación. Era su pequeño acuerdo tácito. Se odiaban frente a todos, pero cuando el reloj marcaba las 4, Damian dejaba en claro que se preocupaba a su manera por él haciendo que Tim llorase cuando se iba. No comprendía como pasaron de los golpes a miradas de consuelo, acuerdos silenciosos de complicidad y amor fraternal. Posiblemente todo fue por influencia de Grayson, el único que había sido capaz de aceptar a Damian como realmente era y estaba seguro de que Dick sería capaz de hacerlo lo que sea por él chico.
Para nadie era un secreto como Dick miraba a Damian cuando entrenaban o compartían las duchas. La pubertad había hecho maravillas en el chico, incluso Tim se permitia algunas noche donde el alcohol y el dolor lo consumían fantasear con Damian, con sus caricias, su voz ronca susurrándole al oído obscenidades para terminar corriéndose en su propia mano.
A veces Tim en silencio se preguntaba qué hubiera pasado si escogía a Damian cuando tuvo la oportunidad.
Cuando el único hijo de Bruce había cumplido los veinte años para nadie había sido sorpresa que Dick le armara una fiesta en el mejor bar de la ciudad declarándolo oficialmente como ‘ciudadano legal’. Cuatro horas después y bastantes botellas de alcohol por el piso Jason había exclamado abiertamente su amor por Grayson y Damian, él lo había mirado en medio de aquel ruidoso lugar fijamente esperando por una palabra suya. Estaba seguro de que si Tim le hubiera dicho un “Estoy jodido” Damian lo habría llevado muy lejos.
Nadie lo sabía, ni podían comprender que con los años tanto él como Damian habían cambiado, experimentando la ira de Ras al’Ghul, los intentos de asesinato y el constante peligro que soportaban al tener sus cabezas un precio exorbitante. Dick como el alma errante que era, no estaba y Jason, parecía seguirle los pasos.
Todo para que al final de la noche, había quedado en simples pensamientos donde el hubiera jugaba un papel importante.
Damian observo con cuidado la silueta de Drake al caminar. Apenas habían pasado un par de horas desde que Jason dejo la mansión y Tim parecía andar como si nada hubiera pasado.
Grayson tenía los ojos puestos en él, pero a Damian realmente eso no le importaba. Había descubierto su amor por Dick cuando tenía quince, época donde las hormonas adolecentes hacían estragos en su cuerpo, pero al mismo tiempo sabía que Dick Grayson era un alma libre y que nunca iba a estar atado a alguien. Shaw, Bárbara y Kori eran grandes ejemplos, Damian realmente no quería estar en esa lista. Su madre había sido sabia al decirle que los sentimientos te destrozaban lenta y dolorosamente el alma, luego la mente y al final tu cuerpo.
─ Veo que tienes intereses nuevos ─Dick comenta observando fijamente el rostro de Damian. Su voz cantarina tenía cierto toque malicioso que Damian no quiso comprender e ignoro.
─ ¿Y? ─Había preguntado con fastidio. Su voz salió grave y fuerte. A sus 23 años, Damian intimidaba igual que su padre─ ¿Qué tiene que ver eso contigo?
Dick lo había mirado con sorpresa e indignación─ ¿Es en serio, Damian?
─ Tu lo dejaste en claro, solo sexo Grayson. Yo no soy más que uno de los muchos que pasan por tu cama, así como tú tampoco eres el único que me visita en las noches ─Damian expreso con serenidad, había aprendido a ocultar sus emociones, reprimirlas y esconderlas de su corazón.
Damian se levantó de su asiento sin esperar por una respuesta de Grayson. Pero antes de salir de la cocina se detuvo girando sus pies para observarlo─ No soy ningún idiota, se perfectamente lo que haces con Jason ─. Había resentimiento, dolor y emociones que Damian recordaba de cuando aun recibía su entrenamiento como asesino─ y a diferencia de mí, que puedo soportar toda tu maldita mierda, Tim no puede hacerlo. Te aseguro por mi vida que te vas a terminar rompiendo y me voy a reír tanto por eso.