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Baile a la media noche. por Bestiamarina

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Notas del capitulo:

Enjoy! <3

“¿Cómo termine aquí…?”

Ese fue su primer pensamiento. Ok, se puso a recordar de manera  cautelosa, a repasar sus pasos de ese día, comenzando desde la mañana. Se levantó, se alisto para a ir a la universidad, fue a su primera clase y presento su examen de arqueología, ¿Aprobó?, no lo sabe. (Aunque llevaba más de un mes estudiando) luego de ello fue con unos amigos a desayunar, luego de eso… ¿Qué más seguía?

Oh, sí, llamo a su novia para invitarla a salir después de clases.

Su novia…

Ni bien pensó en esas dos palabras, los recuerdos le caen como agua fría al cuerpo. La llamo, y ella no contestaba, por lo cual fue a buscarla a su casa por que comenzó a preocuparse, cuando abrió la puerta de su apartamento  fue hasta la habitación que alguna vez ellos compartieron.

Y…

-         Ella…, Ella estaba con otro hombre. – Murmura completando la línea de pensamiento, nuevamente sintió todo de nuevo. La traición, el dolor y la rabia. Por eso estaba allí esa noche, estaba tomando cual desgraciado en un bar, no sabía cuántos vasos de cerveza llevaba, solo sabía que se encontraba increíblemente mareado y con un dolor de cabeza que no le dejaba ni siquiera pensar.

Comenzó a reír, si a reír de un momento a otro, pero la risa lentamente paso a ser llanto. Un llanto muy amargo, si sentía como idiota por llorar por algo así, pero no podía NI QUERIA evitarlo. Ella fue su novia de secundaria, llevaban años juntos y hasta habían planeado casarse en algún punto.

Ahora, todos esos planes  y esos sueños se fueron al caño.
Por supuesto que tenía que ponerse a llorar, era eso o volverse loco de tristeza. 

-         Eres patético, Yugi Mouto.- se dice a sí mismo, dejando caer sus lágrimas libremente por su rostro. No quería consuelo, solo quería llorar y sentirse la mayor basura de este mundo, tenía derecho a eso, cada quien supera el dolor a su forma. - ¡Cantinero! -  llama de forma amarga, este viene hasta el viéndole con una ceja alzada  y apoyando sus manos en la barra.- Otra cerveza, por favor, disculpe haberlo llamado tanto hoy. – Murmura el pobre chico, aun no estando en sus cinco sentidos no perdía lo educado.

-         ¿Seguro señor? – El aludido toma el vaso vacío del chico.- usted ya ha tomado bastante.

-          Tranquilo, no tengo auto y nunca conduciría en este estado. – Dice en un tono suave, arrastrando obviamente algunas palabras pero sin dejar ese tono educado.

-         Un niño como tú no perteneces a un lugar así, pero de acuerdo, uno más y es todo. – Le dice suavemente tomando el vaso, llenándolo otra vez de cerveza.

-         Gracias. – alcanza a decir antes de dar otro sorbo más a ese líquido alcoholizado, estaba comprometido a emborracharse hasta las cejas, no quería razonar esa noche y mucho menos escuchar consejos de nadie. Quería quedarse solo, solo con su corazón roto  y sus ideas (un poco suicidas, he de aclarar.)

-         Deberías hacerle caso al cantinero.

Una voz suave, le habla al costado. Lleva sus orbes amatistas a un lado topándose con una hermosa, pero que muy hermosa mujer. Alta, con un cuerpo atlético pero sin perder lo femenino, con una piel suave y de un tono exótico a canela. Estaba maquillada de una forma exquisita, pestañas largas cubiertas con mascara de pestaña haciendo ver su mirada aún más profunda  y fina. Sus ojos, eran de un color carmín intenso, un tono de rojo semejante al de la sangre. Labios finos pintados de negro a juego con su vestido  y  tacones, tenía una belleza tan abrumadora, tan salvaje  y a la vez elegante que el chico podía apenas creer que un ser tan bello se le acercara.

-         N-no se preocupe. – Murmura apenas, completamente embobado por la belleza de la chica tanto que había dejado su vaso a un lado.

-         Él tiene razón, este no parece un lugar  para un niño como tú. – La preciosa chica se sienta a un costado de él, cruzando sus piernas. Su perfume, era suave, a rosas olía y podía jurar que tenía toques de azafrán. - ¿Por qué alguien de apariencia tan inocente, viene a emborracharse aquí?, debería ser delito. – Le sonríe, de una forma comprensiva y amable, sin rastros de reproche alguno.

 

Solo había un pequeño, minúsculo detalle que no parecía calzar bien en la bella apariencia de esa chica tan amable: su voz.

-         “Su voz… ¿No es muy gruesa para ser la de una mujer?” – Piensa tragando en seco,  pero descarto la observación ameritándolo solo al hecho de estar embriagado, tal vez escuchaba cosas que no eran. – M-mi novia me dejo. – responde, bajando la cabeza.- Estuvimos juntos casi 8 años, y… Bueno, no encontré otra forma de sentirme mejor.


- Oh, lamento escuchar eso. – La chica tomo su mano, acariciando el dorso de esta, no había dejo de burla en su voz, parecía auténticamente preocupada por nuestro chico. – Pero embriagarse no mejorara nada, cosa linda.

-         Con aquí estabas, hermana mayor.

Otra voz se une, el chico voltea topándose con otra chica igual de hermosa que la anterior, al decir igual, es que ella era prácticamente idéntica a la otra. Solo con sutiles diferencia: La piel era blanca cual leche, sus ojos eran de una tonalidad violeta  y su pelo era mucho, mucho más largo. Voltea mirar a la otra chica y luego a la nueva, comprobando así que no era cosa de su embriaguez, ellas eran virtualmente iguales.

-         Perdona hermana, me entretuve con esta cosita linda.- La otra chica responde, con una suave sonrisa. Al parecer la susodicha hermana ve a nuestro chico y adopta la misma actitud sentándose al lado izquierdo del chico.- El pobrecillo tiene mal de amores.

-         Oh, eso no puede ser. – Murmura, ella toma la otra mano del chico viéndole de esa misma forma comprensiva.- Chiquito, sé que duele que te rompan el corazón pero embriagarse jamás es la respuesta.

- “Ella… también tiene una voz un poco gruesa. “ – Recalca el mismo detalle, ambas “hermanas” tenían una voz extrañamente gruesa para ser mujeres, aun así volvió a retribuirlo a su estado. – Lo sé, pero jamás fui bueno manejando la tristeza.

Las chicas lo ven de forma comprensiva y dulce, ambas acariciando los mechones del chico mirándose entre sí. Luego de un par de minutos sonríen cómplices y se levantan tomando cada mano del chico, viéndole con un toque divertido pero a la vez tierno.

-         ¡Ven, bailemos! – Proponen las dos al mismo tiempo, el chico las ve un poco confundido  y un tanto sorprendido. – Sé que no podemos hacer mucho, pero sabemos que bailar puede animarte, así que por favor… ¡Bailemos juntos!

El chico se sintió obviamente conmovido, esas chicas no solo eran lindas sino demasiado amables. Por lo cual, con algo de torpeza asiente dejando ver la que fue su primera sonrisa sincera de esa noche aceptando la amable oferta. El trio fue a la pista de baile y entre risas, jalones y movimientos torpes (provenientes del chico) bailaron casi toda la velada, el chico no recordaba divertirse de esa forma desde hacía tiempo y todos los pesares de ese día, lentamente se volvían cada vez más livianos.

Pero, todo tiene un fin desgraciadamente.

El bar cerraba, y nuestro grupo no tuvo más remedio que irse. El trio camina por las calles oscuras hasta llegar a un sitio iluminado, donde un auto bastante lujoso estaba estacionado (el auto de las hermanas, intuyo el), tocaba el momento de despedirse. Los tres comparten miradas tiernas y un poco tristes.

-         Yo… - Dijo el muchacho, un poco avergonzado y rascándose la nuca.- Esta fue, sin duda, una de las mejores noches de mi vida.  – Confiesa un poco apenado, se acerca a ellas tomando las manos de ambas besando el dorso de cada una.- Gracias, soy afortunado de que dos chicas tan hermosas bailaran conmigo hoy. – Dice tímidamente soltando sus manos con cuidado.

Ambas chicas comparten miradas, un poco sonrojadas y un tanto ¿confundidas?, ambas ríen discretamente y ven al chico un tanto apenadas.

-         Gracias a ti, por dejarnos compartir una noche contigo. – Dan un par de pasos al frente, se ponen a ambos lados del chico besando sus mejillas. Dejando una impresión perfecta de sus labios en las mejillas de él.- Esperamos verte de nuevo, alguna vez.

De esa manera el trio se despide,  el chico observa su reloj dándose cuenta que era más de media noche. Normalmente se alarmaría y se preocuparía por sus clases, pero por esa ocasión, solo soltó una tierna risilla.

Tal vez ellas fueron mi “cenicienta”

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

La chirriante alarma de su celular comenzó a sonar, con un dolor de cabeza de otro mundo y un mal humor prácticamente palpable, se  sienta en su cama, toma su celular apagando la dichosa alarma y lo tira por  ahí. Fue hasta el baño, viéndose al espejo. Parecía un gato atropellado por una voz de treinta ruedas, el chico usaba un estilo de cabello… particular. Lo usaba largo, demasiado largo y lo mantenía controlado con una coleta baja, tenía el pelo desordenado y enredado. También gustaba del estilo gótico/punk así que tenía la máscara de pestañas completamente corrida.

Se daba asco a sí mismo, hasta que noto un detalle. 

En sus mejillas, tenía dos impresiones de lápiz labial, uno negro y otro rojo vino tinto. Sonrió, embobado por completo y feliz de que esas chicas no hubiesen sido un sueño de su borrachera, tomo aire y sonrió ante el espejo.

-         Nuevo día, nuevo comienzo. – Se metió a la ducha, se lavó la cara y su larga melena, lavo sus dientes. Se colocó otra vez la máscara en sus ojos y se acomodó su melena salvaje como pudo. Tomo del closet sus janes negros del closet y su camisa favorita de nirvana.

También se tomó como veinte pastillas para la migraña, pero eso es lo de menos. Tomo otra vez su celular, notando que tenía unas quince llamadas perdidas de sus amigos, estaban preocupados por él. Había desaparecido la otra noche sin avisarles, se sentó en su cama desordenada y prendió el televisor, como ruido de fondo mientras escribía mensajes a sus amigos para decirles que estaba bien y que no había sido abducido por los aliens.

Y todo iba viento en popa hasta que.

“Siempre es un honor ser invitados a su programa…”

Esa voz, la reconoció de inmediato. Una voz gruesa y profunda, pero con toques femeninos. Era la voz de una de las chicas de la otra noche, la de piel canela. Alzo la cabeza para ver su televisión,  Era un show de entrevistas y esta vez entrevistaban a dos estrellas nacientes del modelaje.

Lo que hacía especial a estos modelos, es que tenían apariencia andrógina. Ambos vestían una chaqueta formal, negra, cerrada pero sin nada abajo dejando al descubierto su pecho varonil, eran dos chicos, un poco mayores que él, de cabellos particulares, los cuales lucían con trenzas africanas, eran mellizos o eso decía la presentadora.

Y mientras ella hablaba pasaba fotos de esos chicos, fotos de su trayectoria de modelos, vestidos como hombres… y como mujeres, eran totalmente andróginos y podían hacerse pasar por mujeres muy fácilmente, pero a la vez ser tremendamente masculinos.

El corazón se le paralizo y la sangre la bajo del rostro cuando termino de reconocer a esos dos chicos al ver fotos de ellos usando un elegante vestido cada uno. Oh si…

-         Esas dos “chicas”… - Dice con sonrisa nerviosa y con la cara completamente pálida. - No eran chicas.

Notas finales:

GRACIAS POR LEER.


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