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El Sirenito por Yakumo

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Notas del capitulo: Sé que tengo fic abiertos, pero creo que será el último One-Shot de Yu Gi Oh!, me iré a Full Metal Alchemist y a Gundam Wing, aunque aún no estoy segura ^^U no es que abandone mis demás historia de YGO. Está dedicado a todas mis lectoras, las quiero mucho, sin ustedes yo no sería nada en absoluto… ¡las adoro! Feliz Navidad!!!!

 

El Sirenito
Serie: Yu Gi Oh!
Yakumo Kaiba Eiri


Nota: Bueno, los personajes de Yu Gi Oh! no me pertenecen... solo los utilizo como forma de entretención para mi y para las personas que leerán esto (alguien lo leerá, cierto? ,o_o,)… la historia está completamente inspirada en el cuento de Hans Cristien Andersen “La Sirenita”, lo digo desde ya para que el siguiente mensaje no suene hipócrita XD ==> Yaku-chan se unen a la Campaña liderada por Katrinna Le Fay: No permitamos que el PLAGIO se lleve nuestro trabajo, así que si conoces una historia Robada, por favor denúnciala a sus respectivos dueños. No es justo que nuestras horas de dedicación se vayan a la basura y se vean inmiscuidas en una total falta de respeto para el Autor y los lectores. Entre más luchemos, más saldremos adelante. Muchas gracias Katrinna por prestar tus palabras y seamos muchos los que las gritemos. Ahora, sin más preámbulo, el fic...


El Sirenito
Yakumo Kaiba Eiri


One-Shot

 


Era una hermosa mañana de verano. El cielo azul tan solo surcado por unas pequeñas y adorables nubes como el algodón hacía que se viera totalmente pacífico.
Un joven caminaba por la playa privada de su mansión con su mirada azulina y melancólica puesta en la nada.
Vestía de azul con botas de montar mientras que su hermoso y ordenado cabello castaño enmarcaba su rostro de terciopelo a la que vez que sus ojos azules se perdían en la nada. Sus pasos cortos y sin objetivo le llevaban a través de aquella playa mientras que un par de ojos de color miel le espiaban desde unas rocas.
Una cabecita rubia se veía por entremedio de las rocas a la vez que sus manos blancas y delicadas se afirmaban y sus ojitos dorados seguían la masculina y alta figura del noble mientras sus mejillas tomaban un adorable color carmesí.
Pero una voz le despertó de su ensoñación y le hizo sumergirse más de inmediato pero sin dejar de ver al hermoso castaño que ahora miraba hacia aquel que venía corriendo con una sonrisa en los labios.
- ¡Niisan!!- se escuchó el grito nuevamente.
Un muchachito de cabellos negros tomados en una coleta y vestido de gris como sus ojos, venía corriendo al encuentro de su hermano mayor con una sonrisa.
- Mokuba…- sonrió el muchacho.
- Seto, la merienda ya está lista, Noah nos espera…- sonrió para luego borrar un poco su adorable sonrisa- Ah, y Gozaburo-sama te busca…- concluyó algo serio.
Seto asintió también serio pero acarició los cabellos de su otouto para luego tomarle de la mano y caminar hacia la gran mansión.
- Vamos… luego hablaré con él…- el pelinegro sonrió ampliamente.
- ¡Si, niisan!
Y ambos se perdieron en ese camino mientras esos hermosos ojos les miraban con profundo cariño.


+_+_+_+


- ¡Padre! Yo quiero ver el exterior…- lloraba un peliblanco frente al gran Tritón, el rey de las Sirenas y los Tritones-… no es justo que todos tengan derecho a hacerlo y yo no…- sollozaba.
- Ryou, comprende… eres el heredero, no puedes salir, no quiero ni imaginarme que algo te pasase…- le dijo con ternura acariciando su mejilla.
El muchacho de largo cabello blanco y ojos castaños tenía en la parte inferior de su cuerpo una hermosa y plateada cola de pez. Su piel se veía clara pero con brillos plateados por todas partes.
En esos momentos lloraba fuertemente mientras que hermosas perlas caían de sus ojos, pues en eso se transformaban sus lágrimas.
- Ryou, no llores… lo siento mucho, pero así es… ahora, necesito pedirte que te retires…
El muchacho lloró aún más mientras se daba vuelta y se iba nadando para salir del palacio el cual estaba hecho de nácar y coral.
Su padre suspiró triste. Lo sentía por Ryou, pero así eran las cosas.
Mientras tanto, afuera del palacio habían dos muchachos esperando con ansias. Uno tenía el cabello hasta los hombros de tres colores, rojo, negro y dorado. Grandes y hermosos ojos violetas, piel suave y negra cola de pez. Su compañero era un muchacho de idénticos ojos violetas aunque más delineados, y de cabellos rubios ceniza. Tenía la piel morena y la cola era media dorada.
Ambos estaban allí esperando cuando de pronto vieron salir a Ryou sollozando por lo que lo atraparon a la pasada y le cobijaron entre sus brazos los que pronto estuvieron llenos de perlas las que dejaron caer a la arena del fondo del mar.
- Ryou… papá te dijo que no nuevamente, ¿cierto?- preguntó el tricolor apenado. El peliblanco asintió sollozante.
El rubio cenizo le acarició los cabellos.
- Sabías que sería así, pequeño…
- Pe-pero…- hipó llorando-… yo creí que…
- ¡Ya llegué!!
Los tres miraron hacia arriba y vieron como un hermoso tritón rubio venía nadando a toda velocidad hacia ellos.
Tenía la sonrisa más encantadora del mundo. Unos ojos mieles bellísimos y un largo y sedoso cabello dorado que le llegaba hasta más allá de la cintura. Su cola de pez era sumamente dorada, casi tanto como su cabello.
El chico rubio frenó justo a su lado, pero quedó con la cola hacia arriba y la cabeza abajo haciendo que Ryou riera por las ocurrencias del ojimiel.
- Ay, Joey…- se limpió una perla de sus ojos.
- Jejeje…- rió nerviosamente mientras se ponía bien y miraba a los otros dos- ¿Y a ustedes que les pasa? ¿Yugi, Marik?
Ambos miraron a Ryou.
- Papá…- comenzó el tricolor, pero el rubio le interrumpió mirando a Ryou.
- ¿Te lo volvió a negar?- preguntó serio. El peliblanco asintió.- ¿Sabes? Un día de estos me voy a aburrir y te voy a llevar aún contra la decisión de mi padre…
Se cruzó de brazos en apariencia molesto. Ambos ojivioletas bajaron la cabeza con un suspiro mientras Ryou miraba medio esperanzado, medio triste hacia arriba donde algún rayo de luz alcanzaba.
- Quiero ver el sol… quiero sentir el viento moviendo mis cabellos…- decía mientras nadaba alrededor de sus hermanos-… quiero ver a las aves volar, ver un amanecer y sentir la frescura de la noche… quiero ver a aquellos hermosos seres de los que tanto me hablan…- terminó quedándose quieto con la cabeza gacha dejando caer un par de perlas.
Joey no soportó más y le abrazó hacia su pecho dejándole llorar.
- Vamos…- le susurró en el oído.
- Lo sé… no debo llorar… es mi destino…- asintió Ryou, pero el rubio negó.
- No… vamos, yo te llevaré a conocer todo eso…- le tomó de la mano y comenzó a nadar para alejarse del palacio.
- ¡Espera, Joey!- el peliblanco le miraba asombrado, pero esos ojitos idénticos a los suyos le sonrieron por lo que solo se dejó llevar feliz.
Yugi y Marik se miraron sorprendidos pero les siguieron a toda prisa.


+_+_+_+


Luego de haber merendado con su hermano menor, el castaño se dirigió al despacho de su padrastro. Iba con una media sonrisa, su pequeño hermano siempre tenía ese efecto en él, pero antes de tocar la puerta del despacho borro la sonrisa poniendo una expresión seria y fría, tal como le gustaba a Gozaburo Kaiba, su padrastro.
- Adelante…- escuchó la horrible voz de su padrastro.
El joven de ojos de zafiros entró en la oscura habitación y se topó con aquel hombre de ojos grises y cabellos negros el cual en ese momento estaba leyendo una carta.
- ¿Me necesitaba?- preguntó de manera fría.
- Siéntate…- fue toda la respuesta de Gozaburo a lo que Seto no opuso resistencia-… Seto, ya hemos conversado esto, pero quiero que…
- No…- los grises y fríos ojos de su padrastro le miraron con rabia.
- Ya lo hablamos, te casarás con ella…
- ¡No lo haré!- exclamó molesto.
- Es tu prometida y…
- Me vale que sea mi prometida…- se levantó dispuesto a irse.
Gozaburo se quedó en silencio mientras su hijastro se marchaba.
- Ni no lo haces, Mokuba te reemplazará…
Tan solo con esa frase logró que el castaño se detuviese en seco para voltear a mirar a aquel detestable hombre.
- ¡Tan solo tiene 12 años!!- Gozaburo sonrió macabramente.
- Es tu decisión, querido Seto…
El muchacho le miró con odio para luego dirigirse a la salida de aquella habitación.
- Recuerda el baile de la próxima semana en el palacio del Rey…- le recordó el pelinegro con una sonrisa burlona.
- “muérete”- pensó Kaiba mientras cerraba la puerta con rabia.
+_+_+_+
Ryou estaba maravillado… no podía creerlo, todo aquello era tan… tan…
- Hermoso…- susurró mientras que sus hermanos le miraban con cariño.
El peliblanco estaba sentado en una roca mirando el cielo, recibiendo el viento y los rayos del sol, mientras que las gaviotas amables y graciosas volaban a su alrededor, haciendo que el chico sonriera ampliamente moviendo tiernamente su cola de pez.
Joey, Marik y Yugi le miraban apoyados en la roca con el cuerpo en el mar. Ver aquella expresión de felicidad en su hermano era su mayor felicidad.
Era cierto que estaban cerca de la orilla, pero dudaban que alguien les viera, puesto que la playa estaba abandonada.
Ryou tarareaba alegre una canción mientras que se estiraba en la roca para recibir más aquel calorcito.
- Que bien se siente…- susurró con sus ojitos castaños cerrados.
Joey sonrió alegre tomándole la mano haciendo que su hermanito le mirase sorprendido.
- Aún tienes mucho que ver… ven…- le jaló haciéndole caer al agua chapoteando.
- ¡Hey!- reclamó el peliblanco mientras sus hermanos se carcajeaban.
- ¡Haber si me alcanzan!- exclamó Marik comenzando a nadar mientras sus hermanos le perseguían.
Iban muy felices nadando, mientras se acercaron aún más a la orilla cuando escucharon de pronto unas voces. Los cuatro sirenos (N/Y: sé que son tritones, pero sireno es más lindo, no? ;.;) se apresuraron a ocultarse entre unas rocas, aunque Ryou lo que más quería era poder ver a aquellos de los que tanto hablaban sus hermanos.
Por un lado de la playa aparecieron dos muchachos vestidos elegantemente que iban conversando. Joey el pegó un leve codazo a su hermano peliblanco.
- Esos son dos hombres… ¿a que son lindos?- dijo sonriente.
¡Y si que lo eran! Ambos eran altos y esbeltos y tenían los ojos de un color rubí muy bello. Uno tenía el cabello blanco y largo tomado en una coleta (era algo parecido a Ryou) y el otro lo tenía liso hasta los hombros, peinado elegantemente, de tres colores, violeta, negro y rubio.
Ryou se sonrojó levemente mientras no podía dejar de mirar al peliblanco que vestía de negro… era… tan… tan…
- Muy lindo…- susurró respondiendo a su hermano.
Joey sonrió satisfecho mientras que Yugi muy sonrojado no quitaba la vista de uno. ¡Por fin le veía! Era la segunda vez que lo hacía, y ya había pasado tanto tiempo que casi había perdido la esperanza de poder verlo… pero allí estaba… tan guapo y elegante como siempre… ¿lo recordaría?... lo dudaba…
Marik mientras tanto solo estaba cruzado de brazos levemente aburrido. ¿Qué de entretenido les encontraban a esos tontos humanos que caminaban en dos piernas? Eran aburridos, era cierto que algunos eran guapos, pero… nunca podrían acompañarlos a ver las bondades del océano, como tampoco ellos podrían acompañarlos a ellos a ver las bondades de la tierra… ¿Por qué torturarse viendo algo que jamás tendrían? Jamás entendería a sus hermanos…
- Hey… ya es hora de volver, Padre puede notar nuestra ausencia…
Joey asintió a las palabras del rubio cenizo, pero sus hermanos estaban tan felices...
- Hey, chicos, ya debemos irnos…
El rubio tomó a Yugi de la mano, pero el pequeño tricolor no quería marcharse, de igual manera que el peliblanco.
- Si no nos vamos quizás no podamos volver…- regañó Marik, con lo que consiguió que ambos pequeños suspiraran y asintieran para irse.
Mirando levemente hacia atrás, los cuatro sirenos se sumergieron de una vez en el mar para ir a su hogar, llamando la atención de uno de los muchachos con el ruido.
- ¿Escuchaste eso, Bakura?- preguntó el tricolor mirando hacia el mar curioso, había sonado como una zambullida.
El peliblanco miró la playa, la cual se veía tranquila y clara.
- ¿Qué cosa, Atemu?- preguntó confundido. El tricolor negó.
- Debe haber sido mi imaginación… bien, sigue…
- Pues, ya te lo dije… así que ahora tengo que escoger… ¡no es justo! No me pueden dar un período para escoger esposa…- se quejó molesto Bakura.
Atemu sonrió de costado. Su primo era muy especial… mira que andarse quejando por algo así.
- Es tu obligación como príncipe, Bakura… agradece que te dan la posibilidad de escoger, recuerda que a Seto le están obligando… y eso de que solo es un Duque…- Bakura frunció los labios.
- Lo sé, Kaiba no es un santo de mi devoción, pero debo aceptar de que es injusto lo que le hacen… el Duque Gozaburo es un maldito…
- Así es, nuestro primo no se merece eso…- suspiró Atemu. Bakura estaba pensativo.
- ¿Sabes? Hablaré con mi madre…- el tricolor le miró sorprendido.
- ¿Y qué pretendes conseguir con eso?- una sonrisa malvada se posó sobre los labios de Baku.
- Sabes como es Gozaburo, si mi madre le comenzara a decir…- se quedó callado-… conseguiré que a Kaiba le den la misma posibilidad que a mi de escoger…- volvió a fruncir los labios-… no es lo mejor, pero si es mejor a que te obliguen…
- ¿Y por qué ese acto de caridad?- preguntó divertido Atemu mientras tomaban el camino de regreso al palacio de Bakura.
- Por que casase con esa cotorra no se lo deseo ni a mi peor enemigo…- rió el peliblanco malvadamente.
- Que cruel eres con ella, pobrecita…- rió Atemu, pero sin desmentir las palabras de su primo.


+_+_+_+


Habían pasado tres días desde que Ryou había conocido la superficie y no podía esperar a ir de nuevo.
Era tanta la emoción del pequeño peliblanco, que los otros tres hermanos habían decidido tampoco ir ellos puesto que Ryou se podría sentir dolido, es por eso que el rubio de ojos mieles se veía bastante decaído.
En ese momento estaban en su habitación en el palacio del Rey Tritón.
Yugi se entretenía tejiendo una capa con seda marina, mientras que Marik comía unas frutas. Ryou estaba mirando a través de una pequeña ventana circular hacia arriba del mar, como intentando poder ver el celeste cielo.
Joey se encontraba recostado en su cama, aunque su cabeza colgaba de uno de sus costados mientras suspiraba a veces.
Marik no pudo seguir comiendo y mirando ceñudo a su hermano rubio se decidió a encararlo.
- ¿Qué te pasa, Joey?- el rubio le miró abriendo uno de sus ojos para luego cerrarlo.
- Nada…
Yugi dejó su costura.
- Es cierto, andas extraño… ¿qué pasa, niisan?
Ryou solo miró con curiosidad, haciendo que el de ojos castaños se sintiera observado y cohibido.
- ¡Ya, no me miren!- tomó una almohada y se tapó el rostro.
Marik parpadeó confundido.
- Joey… ¿es que acaso tú…?
Pero su frase fue interrumpida por la puerta que se abrió de golpe.
La que había abierto la puerta de tal manera era una muchacha de largo cabello pelirrojo y ojos castaños iguales a los de Joey y Ryou. Tenía unas conchas en los pechos y una larga cola de pez de color verde. Sonreía.
- ¡Hermanos! Padre nos llama a todos…- sonrió tierna.
Joey se levantó de inmediato sonriendo a su hermana favorita, puesto que eran más de 10 y hombres solo 4.
- Serenity… hermana, hola…
- Hola, Joey… buenos días… vamos, hermanos…- se marchó.
Los cuatro hermanos dejaron lo que estaban haciendo y se dirigieron de inmediato al salón del trono.
Allí se encontraban sus demás hermanas. Todas tenían el cabello de distintos colores, largo y hermoso, además de ser muy bellas todas.
Los cuatro hermanos fueron recibidos con regocijo por sus hermanas, puesto que estas casi siempre salían al igual que los chicos, por lo que no se veían mucho.
- ¡Silencio!- dijo de pronto su Padre.
Todos se quedaron en silencio, algo asustados cuando de pronto el Rey Tritón de manera fría a su hijo menor…
Ryou tembló ante esta mirada. Su padre jamás le había de una manera tan fría y antipersonal… se sentía… amenazado…
- Ryou, ven aquí…
El peliblanco asintió dirigiéndose hasta su Padre mirándole temeroso, mientras sus otros tres hermanos estaban espantados ¿Qué había pasado?
- Hijo…- Ryou bajó la mirada-… me has desobedecido…
Un gran silencio inundó la habitación mientras los cuatro sirenos aguantaban la respiración. ¿Cómo? ¿Cómo lo sabía?
Una de las grandes manos de su padre se posó sobre su barbilla haciendo que le mirase con sus ojos castaños inundados en lágrimas.
- Me has desobedecido… tus ojos muestran tu desobediencia y tu piel muestra la visita a la superficie…
- Padre… yo…- hablaba con voz quebrada. El Rey negó.
- Tienes dos posibilidades… o te casas de inmediato o… el destierro…
Todos en la habitación soltaron un gemido. Las sirenas no pudieron aguantar las lágrimas mientras que los sirenos estaban paralizados… casarse o el destierro…
- No, Ryou…- dijo Joey con una mano sobre la boca. Maldita sea, había sido su culpa… su pequeño hermano.
- Tienes dos días para decidir, hijo… retírense todos…- dijo sentándose en su trono.
Ryou estaba paralizado con la cabeza gacha, pero en menos de 10 segundos estaba entre los brazos protectores de todas sus hermanas.
Ellas le consolaban, le acariciaban la frente susurrándole palabras y frases tiernas para subirle el ánimo, pero eso solo le hizo sentirse aún más triste…
Sus hermanos estaban totalmente desolados, y apenas pudo liberarse de los brazos de sus hermanas se apresuró a llegar a los de sus hermanos, los cuales le afirmaron, pero no dijeron nada, si no que salieron del salón.
Salieron del palacio y se dirigieron al jardín secreto de Ryou, el cual lloraba suavemente en el regazo de Marik, mientras que Yugi abrazado a Joey imitaba a su hermanito menor.
Ambos rubios contenían sus propias lágrimas tratando de consolar a sus hermanitos, pero…
- Lo siento tanto, Ryou… de verdad… es mi culpa, mi maldita culpa…- habló finalmente Joey con la voz quebrada.
El peliblanco levantó su rostro del regazo de su hermano ojivioleta para luego nadar hacia Joey y abrazarlo sollozante.
- No es tu culpa… no lo es, hermano…- lloraba.
Marik les miró muy triste aún alejado, pero Joey le llamó con una mirada y el rubio cenizo no tardó también en abrazarse a sus hermanos, pero sin llorar, tan solo… abrazándoles.
Permanecieron así unos minutos, hasta que Marik pensó que ya era necesario hablar.
- Ahora… ¿qué haremos?- preguntó tembloroso. Los otros tres se soltaron suavemente para mirarse a la cara. Nadie sabía que hacer.
- Debes irte…- dijo Yugi seguro, pero con la voz temblorosa-… casarte no puede estar en tus posibilidades…
- ¿Por qué no?- preguntó Marik cruzándose de brazos-… que consiga a una buena sirena, la despose y ya está…
Pero Ryou bajó la mirada mientras Yugi miraba fijamente a su hermano mayor.
- Ryou está…
-… estoy enamorado de otra persona…- completó el peliblanco las palabras de su hermano.
Tanto Joey como Marik miraron sorprendidísimos al ojicastaño el cual estaba levemente sonrojado.
 
- Pero… ¿Cómo?- preguntó Joey sorprendido.
- No, espera… está bien… cásate con esa sirena entonces…- se encogió de hombros. Ryou se sonrojó aún más fuerte apretando sus puños mientras movía su cola plateada (estaban sentados en unas rocas).
- Es que… no es una sirena…
- O.o ¿Un tritón? No creo que a papá le moleste, sabes que…
- Tampoco es un tritón…- le interrumpió.
Joey se puso pálido y se pasó una mano por el rostro mientras Marik también comprendía sacudiendo la cabeza.
- Maldita sea… un humano…- Ryou asintió sonrojadísimo.
Los cuatro se quedaron en silencio hasta que Yugi lo cortó.
- Ve a por él…- dijo de pronto. Los otros tres sirenos le miraron confundidos-… ve por tu príncipe azul, Ryou…- sonrió tierno.
Las mejillas de Ryou (que habían regresado a su color natural) se pintaron de escarlata nuevamente.
- Pero… pero… eso es… imposible…- Yugi tomó sus manos.
- La bruja May lo podrá hacer… ella podría darte la posibilidad de ir…- dijo sonriente.
Marik y Joey le miraron asustados.
- ¿La bruja May?- Joey estaba sonrojado. Esa sirena le ponía los cabellos de punta, puesto que estaba algo así como obsesionada con él.
- Si, no es mala…- sonrió Yugi. Marik entrecerró sus ojos mirando acusadoramente a Yugi.
- ¿Cómo sabes tú eso?- preguntó.
Entonces el tricolor se sonrojó fuertemente.
- Pues… Pues…- los tres le miraban fija y acusadoramente por lo que decidió sincerarse-… una vez durante una horrible tormenta hubo un naufragio…- explicó-… yo encontré a uno de los hombres del naufragio, pero él…- suspiró triste-… él ya estaba muerto…
Sus ojos estaban muy tristes pero continuó.
- Me enamoré de él a primera vista, aún cuando estaba muerto…- sonrió negando divertido y triste-… por lo que me apresuré a la vivienda de la bruja May y le pedí que me diera la posibilidad de regresarlo a la vida…
- ¡No me digas que te lo cumplió!- exclamó sorprendido Marik. Yugi asintió.
- Pero a cambio de mi cadena…- sonrió bajando la mirada.
Los tres le miraron sorprendidísimos.
- ¿Tu cadena? ¿Tu alma?- él asintió.
- Mi Alma y mi Corazón en este momento pertenecen a aquel al que ella le otorgó la vida… y siempre se lo voy a agradecer… no pidió nada para ella…- sonrió, ella no era mala como siempre les habían hecho creer.
Los cuatro se quedaron callados.
- Si es así quizás haya una posibilidad de que puedas ir…- dijo pensativo Joey. Los ojitos de Ryou brillaron.
- ¡¿Ustedes aceptan que me haya enamorado de un humano?!- Marik le abrazó.
- Claro que si, onii-chan… lo que nos importa es tu felicidad, al lado de quién sea da lo mismo…- le besó la frente.
- Nosotros te ayudaremos para que te vayas…- sonrió Joey.
Pero Ryou bajó la mirada triste.
- Claro… ustedes dicen que me vaya… pero… yo no podré vivir sin ustedes…- dijo mirándoles con sus ojitos inundados en lágrimas. Todos sintieron un estremecimiento. Como odiaban que Ryou fuera así… aich!-… acompáñeme, nii-san…
Los tres esquivaron sus miradas poniendo cara de dolor. ¿Cómo decirle que no?
A su vez Yugi pensó en cierto muchacho, al igual que Joey. Ambos se sonrojaron.
Mientras, Marik solo lamentaba que su hermano fuera tan persuasivo.
- Está bien…- dijeron los tres a la vez haciendo que su pequeño hermano se emocionaran mucho, besándolos muy contento, logrando de que los tres sonrieran.


+_+_+_+


Ese mismo día más tarde, los cuatro hermanos habían salido del palacio submarino a escondidas de los guardias y luego de nadar un rato llegaron a una enorme caverna frente a la cual se detuvieron.
Los cuatro estaban algo nerviosos… ninguno se atrevía a entrar.
- Hee… después de ti, Marik ^^U…- sonreía nervioso Joey.
- Oh, no, después de ti, querido hermano mayor…- le respondía Marik con una sonrisa falsa.
- No, insisto que seas tú, hermanito…- el rubio trataba de empujarlo mientras que sus dos hermanos menores solo reían.
- ¿Por qué arman tanto alboroto?
Los cuatro se repegaron mirando a sus espaldas donde se veía una hermosa sirena de largo y hermoso cabello rubio y ojos azules, de exuberante figura y hermosa cola de pez media azul. Les sonreía altaneramente. (N/Y: En este fic May es buena ^^)
- ¡M-May!- exclamó Joey sorprendido.
La sirena sonrió aún más coquetamente y se acercó al rubio acariciando su mejilla con su dedo índice.
- Tal como le dije a tu padre cuando naciste… eres bellísimo…- rió suavemente para luego mirar a los demás-… pero miren nada más, si tenemos a todos los príncipes juntos…- pasó su mirada de uno a otro-… y están mucho más apetecibles que cuando les conocí… jajajaja… miren, si es el pequeño Ryou…- tomó sus mejillas con cariño-… dulzura, están guapísimo… lástima que tu corazón ya tiene dueño…
Puso cara de pena mientras ponía su mano en su pecho de manera teatral. Ninguno de los que allí estaban pudo evitar la risa. Ella les sonrió.
- Me alegra que les divierta, pero mi trabajo no es de payaso, si no que de bruja, así que… ustedes me dirán para que soy buena, pero mejor entremos…- ella nadó hacia el interior de la cueva haciendo que los cuatro príncipes se miraran entre ella.
- Ya estamos aquí, entremos…- Marik tomó de las manos a Ryou y a Joey entrando mientras que Yugi solo sonreía y les seguía.
El interior de la cueva era frío y oscuro. Las paredes estaban llenas de frascos con sustancias extrañas que los sirenos prefirieron ignorar ^^U. May se encontraba sentada frente a un espejo en el cual se peinaba sus largos cabellos.
- Bien, mis niños… ¿me cuentan para que me necesitan? No tengo todo el tiempo del mundo y creo que ustedes tampoco.
Ellos asintieron, por lo que Yugi explicó todo.
-… por eso…
- … por eso desean poder ir a la superficie a buscar al príncipe azul del pequeño Ryou, ¿no?- los cuatro asintieron. May se levantó para mirarles directamente-… darles piernas no es TAN complicado… pero… el amor si lo es…- los cuatro vuelven a asentir-… para darles piernas deben entregar cosas que para ustedes valgan mucho… pero el hechizo solo durará hasta la nochebuena, puesto que en ese momento el mundo se llena de energía positiva y todos los hechizos (aunque sea con buena voluntad) se deshace, a menos que sea que el amor lo bloquee…- sonrió ante los rostros confundidos de todos.
- Am… ¿lo podrías decir en un idioma que entendamos? ^^U- May rió ante las palabras de Joey.
- Está bien… me deben dar algo valioso para ustedes y tendrán las piernas, pero si no logran enamorar y enamorarse mutuamente de sus “príncipes” o “princesas”, el hechizo se romperá en nochebuena… y si no están en mar justo a las 12, morirán…
- Y nochebuena… ¿En cuanto es?
-… En cuatro días…
Los cuatro se quedaron en silencio, meditándolo.
- Bien, ¿Qué dicen?


+_+_+_+


El sol estaba saliendo por el horizonte mientras que Mokuba caminaba por la playa. La verdad es que le encantaba salir a esa hora, todo se veía tan hermoso…
Sonrió tiernamente mientras sentía el olor al mar cuando de pronto vio algo que le dejó paralizado por un segundo para luego correr hacia ellos.
En la orilla de la playa de la Mansión Kaiba, bañándoles suavemente las olas, se encontraban cuatro muchachos.
Se encontraban desmayados, vestían elegantemente, pero algunas de sus ropas estaban rotas y empapadas.
Acercó sus oídos a sus pechos y notó que todos respiraban por lo que se tranquilizó un poco.
Con cuidado, comenzó a despertar a uno. Tenía el cabello rubio cenizo hasta los hombros y vestía de gris cuando de pronto comenzó a abrir sus ojos violetas los cuales le miraron al comienzo con confusión para luego sentarse y mirarle fríamente. Mokuba no pudo dejar de recordar la mirada de su hermano cuando estaba con su padrastro.
- Disculpa, ¿Estás bien?- preguntó tratando de ser amable.
- Si…- dijo levantándose algo tembloroso para luego ver a los otros muchachos y acercarse al que estaba más cerca de él comenzando a despertarle. Se notaba que le costaba mucho permanecer de pie, por lo que se agachó.
El muchacho tenía el cabello tricolor, rojo, amarillo y negro. Vestía un traje rojizo. Cuando despertó mostró unos ojos del mismo color que los del otro muchacho.
- Yugi, ¿te sientes bien?- preguntó el rubio cenizo, haciendo que el otro se sentase.
Yugi solo asintió, por lo que el mayor se dirigió a despertar al siguiente.
Mokuba miraba anonadado todo eso… ¿Quiénes eran?
Al ver que el tricolor trataba de levantarse le tendió su mano la cual Yugi miró confundido para luego aceptar tratando de levantarse, pero cayendo en los brazos del pelinegro.
- ¿Estás bien?- preguntó preocupado abrazándole. El chico asintió- ¿Cuál es tu nombre?
Pero el tricolor solo abrió su boca de la cual no salió sonido alguno. Apuntó su garganta y luego cerró los ojos negando mientras Mokuba trataba de ayudarle a permanecer en pie.
Mientras, el otro muchacho había despertado a un chico de corto cabello rubio que vestía de blanco nieve el cual se incorporó de un saltó pegando un leve grito y luego cayendo de rodillas al no poder mantenerse en pie.
- ¡Joey!- le regañó el otro sentándole bien.
- Marik, ¿Qué pasó, dónde estamos?- preguntó mirando su alrededor y quedando boquiabierto al ver al pelinegro sujetando a su hermano.
- ¿Dónde crees tú?- preguntó el rubio cenizo dirigiéndose hacia el último muchacho de largo cabello blanco el cual se había despertado y que movía sus manos al aire muy nervioso- Ryou, Ryou, tranquilo…- le dijo tomándole de las manos y levantándole sujetándole de la cintura.
- Hermano… no veo…- susurró angustiado. Marik asintió triste.
- Lo sé…
Los ojos castaños de Ryou estaban vacíos y sin vida.
Mokuba les miraba a todos confundido hasta que les preguntó.
- ¿Quiénes son, de donde vienen?
Los cuatro se quedaron callados, pero Joey se levantó con algo de dificultad y habló.
- Somos príncipes de un reino lejano… nuestro barco naufragó y por cosas del destino llegamos aquí…- miró fijamente a Mokuba-… suplico un poco de hospitalidad.


+_+_+_+


La Mansión Kaiba estaba revolucionada cuando Seto se levantó.
Él era de aquellos que siempre se levantaba de los primeros. Por eso le llamó sumamente la atención que todos los sirvientes estuvieran despiertos cuando eran apenas las 7 de la madrugada.
Se vistió con un traje elegante azul y se arregló su rebelde cabello el cual luego de más de 15 minutos de acción se dejaba domar. Finalmente bajó las escaleras dispuesto a saber por qué tanto alboroto cuando se quedó anonadado.
Allí, conversando animadamente con su hermano estaban cuatro muchachos… esperen, ¿Muchachos? ¡No! Eran unos Adonis, unos dioses griegos, unas bellezas más allá de lo imaginable…
Pero el siempre estoico joven Kaiba tuvo que detener sus pensamientos ¿En que diablos estaba pensando?
- Es demasiado temprano, eso es…- se justificó mientras entraba al salón.
Todas las miradas, excepto una, se clavaron en él.
- ¿Qué pasa?- preguntó tiernamente aquel que tenía el cabello blanco y largo atado en una coleta al sentir el silencio.
Los cuatro chicos que acompañaban a su hermano estaban vestidos con ropas que obviamente no eran suyas, puesto que a los mayores les quedaban grandes y a los menores, que decir…
- Niisan…- Mokuba se levantó sonriendo-… ven, te quiero presentar a unas personas. Príncipes, él es mi hermano Seto… Seto, ellos son Príncipes de un reino lejano… su barco naufragó, los encontré en la playa…- les presentó.
- Mucho gusto, príncipes…- hizo una semi reverencia.
Los cuatro dieron un leve asentimiento.
- Yo soy el mayor, el príncipe Joey…- se presentó el rubio, pero ninguno se levantó-… aquel…- señaló al rubio cenizo-… es mi hermano menor, Marik… el tricolor es Yugi, mi otro hermano… y el…- abrazó a Ryou que estaba a su lado-… es nuestro hermano menor, Ryou…
- Mucho gusto…- dijeron Ryou y Marik.
Kaiba encontró un gran parecido entre Ryou, Marik y Yugi con personas que él conocía, pero prefirió guardar silencio. Miró a Yugi.
- ¿El príncipe Yugi no saluda?- preguntó con sarcasmo sorprendido por la descortesía del ojivioleta el cual se sonrojó apenado y bajó la mirada. Mokuba regañó con la suya a su hermano mayor que se mostró levemente confundido.
- Duque Kaiba…- le miró con algo de enfado Joey-… mi hermano Yugi es mudo…- Kaiba se quedó totalmente paralizado pero aún más con lo que siguió-… y Ryou es ciego, por favor no vuelva a hacer bromas como esa… no es agradable…- muy fríamente.
El castaño se sentía tonto.
- Lo siento… yo… lo siento mucho, príncipe Yugi…
El tricolor asintió dándole una tierna sonrisa al ojiazul mientras que sus dos hermanos mayores suspiraban.
- También lo siento mucho, príncipe Joey…- Joey no pudo evitar sonrojarse al verse reflejado en aquellos hermosos ojos. Tantos meses y semanas deseó esto y ahora...
- No hay problema…- esquivó su mirada.
Kaiba recuperó su manera fría.
- Mokuba, supongo que invitaste a sus majestades a tomar el desayuno…
- Si que lo hice, pero ellos me dijeron que preferían descansar un rato… estábamos esperando de que las habitaciones estuvieran listas…
- Y nosotros le dijimos que preferíamos estar en solo una…- dijo fríamente Marik.
- Pero…- se quejó Mokuba.
- Mokuba, has lo que los príncipes piden…- pero una sirvienta le interrumpió.
- Amo Mokuba, las habitaciones están listas…
- Espero que no le moleste, jovencito Kaiba, que usemos solo una…- sonrió Joey levantándose lentamente pero perdiendo el equilibrio cayendo…
Aunque jamás tocó el suelo, puesto que unos brazos le sujetaron por la cintura haciendo que su rostro quedara en aquel pecho fuerte. El rubio de cabello corto elevó su mirada muy sonrojado a aquel que le sujetaba perdiéndose en los ojos azules.
- Mu-muchas gracias… joven Kaiba…- Seto asintió.
- Están muy débiles… será mejor que les llevemos nosotros…- hizo una seña y su mayordomo, un muchacho de cabello castaño y ojos marrones vestido elegantemente se acercó-… Tristan, ayuda al joven Ryou…
- Si, señor Kaiba…- Tristan tomó en brazos a Ryou el cual muy nervioso se afirmó del cuello del mayordomo el cual sonrió ante el gesto tierno de aquella belleza.
(N/Y: no sé que opinan ustedes, pero estos sirenos son lo más lindo que hay!! *o*)
Marik se levantó por sus propios medios, y aunque se tambaleaba un poco, comenzó a caminar con seguridad hacia la escalera. Mokuba le tendió su brazo a Yugi el cual se afirmó de él para comenzar a caminar.
- ¡No, Joven Kaiba, suélteme!!- insistía el rubio sonrojadísimos mientras Kaiba le sujetaba por la cintura ayudándole a caminar.
- ¿Para que caiga? No, no quiero que vaya a ensuciar mis costosos tapices con su sangre real…- dijo bajito con sarcasmo.
Joey abrió ampliamente sus ojos comenzando a casi gritar, pero Kaiba le tomó por la cintura echándoselo sobre el hombro cual costal de papas.
- ¡suéltame, suéltame, suéltame!!!- exclamaba furioso pataleando y golpeando su espalda.
Pero Kaiba no le puso la menor atención mientras que los sirenos, Mokuba y el mayordomo estaban anonadados.
La sirvienta con una gotita abrió la puerta de la habitación.
- E-esta es…- Seto entró y dejó descuidadamente al rubio sobre la cama.
- Huy, lo siento su excelencia…- Joey apretaba sus puños muy molesto mientras el castaño salía de la habitación con una última frase y una sonrisa sarcástica-… que descansen…
El mayordomo dejó con delicadeza a Ryou sentado en la cama el cual agradeció pasito mientras Marik se sentaba en una silla y Mokuba dejaba a Yugi en otra.
- Yo… lo siento mucho, príncipe Joey… no sé que le pasó a mi hermano…- dijo avergonzado, pero el sonrojado Joey negó como si no tuviera importancia-… espero descansen, cuando necesiten algo o deseen el desayuno tiren de esta cuerda- apuntó una cuerda dorada-… llamará al mayordomo… que descasen…- salió de la habitación.
Los cuatro sirenos se quedaron callados un buen rato hasta que Yugi sonrió ampliamente tapándose la boca como si estuviera riendo. Pronto las risas de Ryou inundaron toda la habitación, Marik solo tenía una sonrisa sarcástica mientras el sonrojado Joey ponía un puchero.
- No te rías, no molesten…
- Ay, Joey… no lo vi pero debe haber sido tan gracioso… ¿Qué te hizo que gritabas tanto?
- Lo tomó como un saco de papas y se lo echó al hombro hasta la habitación- explicó Marik con su sarcástica sonrisa.
Hubo un silencio y nuevamente las carcajadas cristalinas de Ryou.
- Ay, ¿y como es?- preguntó interesado el sireno menor- por su voz puedo suponer que es muy guapo…
Joey se sonrojó enormemente mientras que Yugi no podía evitar sonreír ampliamente.
- No es feo…- dijo Joey al ver que Marik no decía nada-… ¡pero no es guapo! >.<…
- Tiene el cabello castaño corto, ojos fríos de un color azul muy profundo y un cuerpo magnífico…- le describió Marik mirando fijamente a Joey.
- ¡Si lo dices así si parece guapo!- se quejó el rubio-… es un arrogante, antipático, malvado, inconciente y…
- Y te gusta…- completo Ryou sumamente divertido.
- Si… digo, NO!! O/////O
- Vamos, Joey…- Marik le miró fijamente. El rubio bajó la mirada. Le gustaba, si…
- Si… me gusta… es más…
Yugi les hizo una seña y colocó una mano en su corazón sonriendo a Joey el cual asintió.
- ¿Eh, eh? ¿Qué pasó?- preguntó Ryou preocupado por el silencio.
- Joey está enamorado de Kaiba…- explicó Marik-… estoy casi seguro que por él es por el que estaba suspirando antes…
- Así es…- dice Joey suspirando suavemente.
Ryou se acercó a donde estaba Joey (por la voz) y cuando lo sintió cerca lo abrazó acariciando sus cortos cabellos rubios.
- Diste tu cabello, que era tu mayor orgullo…
- No es cierto, mi mayor orgullo son ustedes- le besó la frente- pero como no podía darlos, di mi cabello… pero tú diste tu vista, con la que querías ver todo este nuevo mundo…- sonrió tierno besándole cada párpado-… ese si fue un sacrificio.
- Yugi dio su voz… la más hermosa del mundo submarino…- dijo Marik serio mientras Yugi le miraba con una sonrisa.
- Pero tú fuiste el que diste más, Marik… tú diste tu corazón y tu alegría…- dijo Ryou triste Marik sonrió levemente.
- Pero, por lo menos mi amor por ustedes es tan grande que ni siquiera eso puede evitar que les ame…
Marik y Yugi se levantaron acercándose a la cama en la que se sentaron para abrazar a sus hermanos y cerrar sus ojos dispuestos a descansar… había sido una noche agotadora… y los tres días siguientes también lo serían.


+_+_+_+


Kaiba estaba en la mesa del comedor bebiendo elegantemente de su taza de té mientras que su hermano menor bebía leche con su mirada gris pegada en su niisan, con una sonrisa divertida.
El castaño dejó la taza en el platillo para luego clavar su mirada en su hermano e interrogarle.
- ¿Qué te causa tanta gracia?
- Tú…- respondió Mokuba haciendo que su hermano frunciera el ceño, pero continuó antes de que Seto le regañara-… es que te has comportado tan extraño, jamás me imaginé que tomarías de esa manera al príncipe Joey…
- Ese perro rubio es un terco…- gruñó llevándose nuevamente la taza a los labios mientras su hermano reía.
- ¿Perro?- sacudió su cabeza-… cuidado, es un príncipe…
- ¿Estás seguro? ¿Te dieron pruebas de ello? ¿Algún anillo, algún emblema, algún nombre famoso?
Mokuba se quedó en silencio, pero sin dejar de sonreír.
- No debes ser tan ingenuo, Moki…
- Ellos son príncipes…- aseguró el pelinegro-… sus miradas me lo dicen… a pesar de que los más pequeños se ven dulces, se nota que tienen una gran fuerza y… sé que son príncipes…
Seto suspiró.
- No quiero pelear contigo, Mokuba…
En ese momento el saludo respetuoso del mayordomo al jefe de aquella mansión hizo que ambos hermanos guardaran silencio.
La fría figura de Gozaburo Kaiba entró en el comedor cuando el reloj daba las 9 campanadas en punto.
- Buenos días, Mokuba, Buenos días Seto…- dio su saludo acostumbrado. Si no fuera por su fría voz y su cero emotividad podría incluso tomarse como un saludo amable, pero no era así.
- Buenos días…- respondieron ambos.
Le sirvieron a Gozaburo y este se llevó la taza de té a los labios (el mismo gesto de Kaiba) para luego mirar a sus hijastros.
- ¿Qué es eso que tanto comenta la servidumbre? ¿Príncipes?
Mokuba asintió y no tardó en explicar todo (omitiendo el show de Kaiba y Joey).
Gozaburo escuchó en silencio para luego asentir cuando el menor de los chicos Kaiba acabó.
- ¿Príncipes, no?- sonrió malvadamente-… está bien, ya veremos si lo son o no…
Ambos Kaiba se miraron levemente para luego asentir a las palabras de su padrastro.
- Por cierto, recuerden que hoy vienen sus primos…- Mokuba sonrió ampliamente.
- ¡Cierto! Vendrán Atemu y Bakura, hace mucho que no los vemos juntos…- Seto solo cabeceó en acuerdo.
El Duque se levantó con elegancia.
- Estaré en mi despacho, si el Príncipe pide mi presencia llámenme, si no, no…- replicó y se marchó.
Seto miró como su padrastro se iba y suspiró levemente. Mokuba en ese momento recordó aquel problema que le quitaba el sueño antes de lo sucedido esa mañana, con lo que lo había olvidado completamente. Tomó la mano de su hermano mayor y le sonrió.
- ¿No te quieres casar con ella, cierto?- Seto sonrió sarcásticamente.
- ¿Cómo se te ocurre Mokuba? ¿No ves que estoy bailando de contento?- Moki sonrió.
- A pesar de todo Tea es una buena chica…
- Una cotorra…- replicó el castaño levantándose-… pero, si… una buena chica…- con mirada triste y seria.- Iré a dar una vuelta…- salió del comedor dejando a Moki solamente con el mayordomo.
- El Amo Seto no se ve nada feliz…- comentó el mayordomo castaño. Mokuba sonrió tristemente.
- ¿Tú lo estarías con un matrimonio arreglado?
- Supongo que no…- dijo mientras comenzaba a recoger la mesa con ayuda de una de las sirvientes mientras que Mokuba ayudaba- ¡Señoriíto, no!
- Ay, déjame… además debo ir a la cocina, viene el príncipe por lo que la señora Mila (^) tendrá que hacer pasteles, jijiji…
Tanto la sirvienta como Tristan sonrieron.


+_+_+_+


No tenía sueño por lo que se levantó con cuidado dejando a sus hermanos durmiendo en la cama.
Les miró con amor para luego tomar las frazadas y acomodarlas sobre los cuerpos de sus orgullos.
Aún le costaba permanecer en pie, pero debía hacerlo, por lo que comenzó a entrenar en la pieza, aunque cayó un par de veces, con lo que decidió bajar a la playa, allí no importaba si caía.
Afirmándose de las paredes salió de la habitación y bajó las escaleras hasta llegar al Hall. No había nadie por lo que abrió con cuidado una de las puertas y salió.
¡Qué hermosa vista tenía el portal de la Mansión Kaiba! La Mansión estaba en un pequeño valle que daba al mar y desde entre los cerros venía un camino de tierra, seguramente para los carruajes y los caballos. Había un gran campo y bosque por la parte trasera, mientras que por el frente había un gran jardín, un laberinto y un poco más haya unas escaleras de piedra que daban a la playa…
- Definitivamente hermoso…- susurró comenzando a caminar con cuidado por el jardín.
Los olores y colores de tantas flores diferentes le embriagaban, tanto que incluso olvidó que no podía caminar bien.
De esta manera llegó hasta las escaleras de piedra las cuales bajó hasta que vio aquella inconfundible figura.
Bueno, era hora de arreglar cierto asuntillo pendiente.


+_+_+_+


La sirena pelirroja se había escapado del palacio el cual estaba totalmente alborotado.
Los cuatro príncipes habían desaparecido desde el día anterior. Todos, desde el Rey Tritón, las hermanas y los sirvientes, andaban angustiados buscándoles, y ella no era la excepción. Si que estaba preocupada por sus hermanos, pero tenía algo más importante que hacer en ese momento.
De solo pensarlo, sus mejillas se colorearon de carmesí a la vez que salía a la superficie y para su sorpresa y alegría le vio allí.
Su cabello castaño, sus ojos azules como el mar profundo, su cuerpo de ensueño…
Hace unos días que Serenity le había visto en la playa y se había enamorado de él a primera vista. Era tan guapo y elegante… era un hombre, pero no importaba… ella conseguiría un par de piernas y le enamoraría… ese hombre sería solo suyo, no podía ser nadie más…
- Solo mío…- susurró con sus ojos castaños brillando.
Pero sus pensamientos fueron interrumpidos al ver como una segunda figura se juntaba con la de su príncipe azul…
Sus ojos se abrieron ampliamente… no podía ser…
Pero lo vio… lo abrazó y vio como su amor le hablaba a su hermano en el oído.
No pudo evitar que las lágrimas inundaran sus ojos mientras que una expresión de dolor y rabia se posaba en su rostro. ¡¿Por qué su hermano?! ¡¡¿Qué hacía él allí?!!! ¡Ese hombre era suyo!! ¡¡SUYO!!!
Sin querer torturarse más se sumergió entre las olas con promesas de venganza… ese hombre sería suyo, no importaba si tenía que luchar contra su propio hermano…


+_+_+_+


Hace un rato que paseaba por la playa pensando en muchas cosas. Primero estaba ese problema del matrimonio… segundo estaba la visita de sus primos… y tercero… aquel hermoso príncipe.
- Estúpido Seto…- se regañó a si mismo molesto-… es un hombre, no puede ser hermoso…-pensó y luego dijo en voz alta-… y es tan solo un perro, no es un príncipe… aunque trate de simularlo no tiene la arrogancia de uno…
- ¿Ah, si? Así que es eso lo que crees…
El castaño se volteó y se sorprendió de ver al príncipe rubio el cual con una sonrisa arrogante se acercaba a él. Él sonrió sarcásticamente.
- Así es, solo un tonto perro… que, por lo que veo, ya puede hacer el truco de mantenerse en dos pies…
Joey borró la sonrisa y le miró con algo de rabia para luego inconcientemente tratar de golpearle, pero Kaiba se corrió levemente haciendo que perdiera el equilibrio y cayera… nuevamente entre los brazos de aquel arrogante Duque.
Le miró con rabia, mientras el ojiazul pasaba sus brazos por su espalda afirmándole.
- ¿Quiere soltarme, Duque Kaiba?- habló con sarcasmo. Kaiba sonrió irónicamente y se encogió de hombros.
- Cómo desee…- y se le acercó susurrándole en el oído-… aunque sepa que para mi siempre será un tonto perro rubio, su majestad…- y le soltó.
Joey se quedó de pie mirándole con expresión indescifrable, por lo que él solo hizo un leve movimiento de cabeza y se dirigió nuevamente a la mansión, con el sabor de su primer triunfo en los labios…
- Y las manos…- le dijo su subconsciente haciéndole gruñir por lo bajo.
Mientras tanto, Joey se quedó mirando la figura de aquel ojiazul irse con el corazón acelerado.
A penas estuvo a una distancia prudente se permitió soltar todo aquel aire que sus pulmones estaban conteniendo mientras que sus mejillas se sonrojaban.
Cayó de rodillas al suelo mientras cubría su rostro con sus manos. Mantenía sus ojos cerrados mientras pensaba en aquella situación. Sin lugar a dudas le quería… le adoraba, le idolatraba desde el primer momento en que le vio hace casi un año.
Sus manos bajaron por su cuerpo hasta abrazarse a si mismo comenzando a llorar.
Le quería… y tenía la oportunidad de tenerlo para él ahora que podía estar en la tierra… pero, ¿Por qué cada vez que lo veía peleaban?
Su mirada triste se perdió en cielo mientras se estiraba en la arena de espalda. Tenía que solucionar eso, enamorarlo y quedárselo… o en su defecto…… olvidarlo.


+_+_+_+


Yugi abrió sus ojitos luego de merecidas tres horas de descanso. Sonrió al ver el brazo de su hermano Marik en su cintura, y durmiendo en su pecho al pequeño Ryou, pero se asustó al no ver a Joey.
Aún recostado observó cada rincón de aquella habitación y cuando estuvo seguro de que su hermano mayor no se encontraba allí se soltó del abrazo de su hermano tratando de despertarlo.
Marik gruñó levemente intentando dormir más pero el constante e insistente movimiento de Yugi terminó por despertarle.
Abrió sus ojos violetas topándoles con sus gemelos preocupados.
- Hmm…. ¿Qué sucede, Yugi?- preguntó con un gran bostezo.
Yugi apuntó a Ryou.
- ¿Qué pasa con Ryou?- Yugi negó y luego se apuntó- ¿Tú?- pero el tricolor luego apuntó al propio Marik- ¿Yo?- y finalmente apuntó la nada. Marik tardó en notarlo pero se dio cuenta despertando por completo- ¿Dónde está Joey?
Yugi se encogió de hombros, feliz de por fin haberse podido dar a entender con su hermano.
Marik despertó pronto a Ryou el cual se veía totalmente desorientado.
- ¿Mmm? ¿Qué pasa? Eh… ¿Por qué no veo?- preguntó preocupado pero luego se quedó en silencio y solo rió-… ah, cierto……. Eh, ¿Qué pasa?
- No sabemos donde está Joey…
Ryou se mostró igual de preocupado por lo que los tres salieron de la habitación. Marik guiando al peliblanco y el tricolor siguiéndoles con algo de dificultad.
Se acercaban a las escaleras cuando de pronto se toparon con un hombre de edad algo mayor de cortos cabellos negros y ojos grises que les miró inspeccionantemente.
Marik abrazó a él a Ryou y acercó a Yugi a su costado. Gozaburo les miró fijamente para luego hacer un leve movimiento de cabeza que fue imitado por ambos ojivioletas.
- Ustedes son…
- Son los príncipes…- interrumpió Seto que salía de su habitación y miró fijamente a su padrastro. Este solo le respondió la mirada para luego hacer un leve asentimiento.
- Es un placer tenerles en mi hogar, majestades…- los tres asintieron.
- Por el contrario, mi señor Duque, no sabemos como agradecerle su cordialidad y hospitalidad…- respondió Marik con su voz seria.
- No es necesario agradecer… en este momento ha llegado el príncipe, supongo que les apetecerá conocerles, si lo desean pueden bajar…- con esto último el hombre se perdió por las escaleras mientras Seto solo hacia un gesto de desagrado por tanta hipocresía.
- ¿Se fue?- preguntó tímido Ryou.
- Si, Ryou…- asintió Marik. El peliblanco suspiró suavemente.
- Que bueno, es muy hipócrita… me llegó a doler su forma de tratarnos…- Yugi solo cabeceó en acuerdo.
Marik miró a Kaiba.
- El Duque se fue, pero su hijo mayor está aquí…- Ryou se sonrojó fuertemente y no tardó en hacer una reverencia, aunque no fue para el lado donde estaba Seto.
- Mil perdones, joven Seto…- pidió avergonzado y apenado-… no debí decir eso de su padre, mil perdones…
El ojiazul solo sonrió levemente sorprendiendo a Yugi y a Marik.
- No se preocupe, majestad… yo opino igual… y no es mi padre…- dijo mientras pasaba por su lado-… es mi padrastro…
Iba a bajar las escaleras cuando Marik le habló.
- Disculpe que le moleste más…- Seto le miró por sobre el hombro- ¿Sabe donde está nuestro hermano mayor?
El corazón de Seto se aceleró levemente pero se controló como siempre.
- La última vez que le vi estaba en la playa…- y bajó.
- ¿En la playa?- preguntó anonadado Ryou.


+_+_+_+


Cuando Seto llegó a la Sala de Estar no pudo evitar sorprenderse con la escena.
En uno de los sillones se encontraba su padrastro con la propia Reina con la cual conversaba. A sus espaldas de pie se encontraban los guardias reales, uno de cabello cenizo y mirada rubí aterradora y otro de cabello negro y ojos verdes.
Pero no era eso lo que le sorprendía de la escena, si no que el otro sillón.
En este se encontraba el príncipe rubio sentado entre sus dos primos los cuales le charlaban animadamente, incluso podía ver un leve sonrojo en sus mejillas.
Sin saber por qué se sintió furioso y entró de golpe en la habitación haciendo que todas las miradas se posasen en él.
La Reina sonrió ampliamente mientras que sus primos le miraron con afabilidad. El cachorro rubio apenas le dirigió una mirada.
- Joven Seto…- sonrió la mujer levantándose con elegancia para acercarse a su sobrino favorito. Quería mucho a Atemu y a Mokuba, pero desde siempre que Seto había sido su favorito.
- Tía…- sonrió sinceramente por primera vez desde que el rubio le conociera. No pudo evitar embelezarse por aquella mirada y esa sonrisa.
La Reina besó sus mejillas con dulzura, mientras los dos primos se levantaban también para acercarse a su primo y tenderle la mano primero Bakura y luego Atemu.
- Hola, Seto… tanto tiempo…- sonrió Atemu. Kaiba sonrió altaneramente.
- Mucho tiempo… por fin están juntos, ahora si son los “Yami al cuadrado”
Tanto Atemu como Bakura se sonrojaron y le miraron feo, mientras la Reina reía. Al ver la mirada confundida de Joey ella se apresuró a contestarle.
- Sus nombres son Yami, tanto de Atemu como Bakura… por eso Seto siempre les ha llamado “Yami al cuadrado”…
Joey solo se rió por compromiso, pues la verdad no entendía… ¿Qué era eso del cuadrado? @@
- Veo que ya conocen al príncipe Joey…- dijo Seto mirándole fijamente.
Bakura asintió abrazando por sobre el hombro al rubio haciendo con este gesto que este se sonrojase y que Seto se sintiera levemente ¿celoso?.
- Si, estaba en la entrada de la Mansión… cuando entraste nos estaba contando de sus hermanos y de algo así como un naufragio…
- ¿Mokuba no les dijo?- preguntó extrañado Kaiba.
- Dijo algo de bebidas…- explicó Atemu, y justo en ese momento entraron en la habitación Mokuba y Tristan, ambos con una bandeja con copas con algo como agua.
- Mokuba, debes dejar eso para los sirvientes…- le regañó su padrastro.
- Pero… me gusta ayudar…- se quejó el pequeño pelinegro. Gozaburo le iba a responder, pero su hermana le detuvo.
- Vamos, Gozaburo… el chico quiere ser útil, a mi también me gustaba ayudar, no tiene nada de malo…- la Reina le sonrió a Moki el cual le entregó una de las copas-… gracias, dulzura…
- Fleir… no debes consentirlos tanto…- le regañó su hermano molesto-… por eso es que el príncipe es así…- la mujer (que era bastante joven) le miró molesta.
- No vengas a decir nada, Gozaburo… yo prefiero que mi hijo sea consentido a abandonado como tú tienes a los tuyos, lamento por Seto y Mokuba, se han tenido que criar solos!
Todos estaban muy sorprendidos, nunca habían visto una pelea entre ellos… aunque sus personalidades eran muy parecidas (en lo tercos sobre todo) nunca habían peleado, no por lo menos frente a más gente.
- Hee… Joey, ¿Qué te parece si vamos a dar una vuelta?- preguntó Bakura sonriendo nerviosamente para salir de la habitación.
- Si, Seto, Mokuba, acompañémoslos…- le siguió el juego Atemu tomando a sus primos y sacándolos de la habitación.
- Me llevaré las copas…- dijo Tristan tomándolas con cuidado.
- Te ayudo…- se apresuró a decir el guardia pelinegro ayudándole. El mayordomo Kaiba le sonrió levemente.
- Gracias, Capitán Devlin…
El rubio cenizo solo rodó los ojos y salió de la habitación para ir a seguir al príncipe, esa era su obligación.
Se los encontró en el hall y se quedó totalmente paralizado.
Frente a él estaba la criatura más bella que jamás hubiera visto. No es que fuera narcisista, pero se parecía mucho a él… pero… tenía algo diferente… era…
- un ángel…- susurró.


+_+_+_+


Apenas salieron del hall se encontraron con los otros tres príncipes que venían bajando, por lo que Mokuba se apresuró a presentarlos.
- Primos, ellos son los hermanos del príncipe Joey… Marik, Ryou y Yugi…
Los tres estaban sorprendidos pero hicieron una leve inclinación.
Moki pudo darse cuenta como Atemu se fijaba en Yugi… se notaba que estaba sorprendido… y a su vez el príncipe sin voz estaba tan rojo como una cereza mirando tímidamente el suelo.
A su vez, el príncipe Bakura estaba embobado por la hermosa figura de aquel peliblanco que era tan parecido a él y a la vez tan distinto… era una luz… era un belleza incalculable e inimaginable…
- Un ente santo…- pensó sonrojado, mientras veía como el peliblanco se afirmaba del brazo de su hermano rubio cenizo que sorprendentemente se parecía mucho a su guardia.
Marik mientras se mostraba serio y frío. Miró a su hermano rubio, el cual se soltó del brazo de Bakura para acercarse a Ryou y tomarle de la mano, el cual le identificó de inmediato afirmándose de su brazo y dejando a Marik el que se quedó de pie frente a los demás.
Al ver que todos estaban en silencio, Mokuba pensó que era momento de presentar a los otros dos.
- Príncipes… he aquí a Yami Bakura, el príncipe de nuestro reino, y al Conde Yami Atemu…
- Mucho gusto…- dijo Bakura e inconcientemente Ryou tembló… pero de felicidad. No sabía como, pero su corazón saltaba con emoción… sabía quien era… no sabía como ni por qué, pero lo sabía…
- Es un placer conocerles…- dijo más formalmente Atemu, pero sin quitar su rúbea mirada de Yugi, el cual muy sonrojado le miraba un poco y luego bajaba la mirada.
Tristan y Duke salieron de la sala de estar con las bandejas con las copas rumbo a la cocina, y en ese momento Marik miró a la puerta viendo a aquella persona que le miraba de manera intensa. Sin saber por qué, se puso nervioso y evitó su mirada.
- Disponíamos a dar un paseo… ¿Nos acompañan?- casi suplicó Bakura.
Marik miró a Joey el cual asintió.
- Estaremos honrados…- aceptó el rubio cenizo serio.
- Que bien… entonces vamos…- pronto el príncipe peliblanco se acercó a Joey junto a su hermoso hermano-… príncipe Ryou, ¿Me concedería ir tomado de mi brazo en vez del de su adorable hermano?- Joey se sonrojó levemente mientras que Kaiba gruñía simplemente saliendo de la mansión junto con su divertido hermano menor.
Ryou estaba temblando muy sonrojado por lo que Joey contestó.
- Lo siento, príncipe Bakura… pero mi hermano necesita un lazarillo…- al ver la mirada confundida del otro explicó-… mi hermano no puede ver…
Como para darle la razón, Ryou levantó la vista directamente a Bakura para que viera sus ojos sin vida.
El corazón de Bakura se estrujó ante aquella tierna e inocente mirada… vacía… no podía ver…
- Insisto… yo seré su lazarillo… ¿Por favor?- Joey estaba muy reahuyente, pero Ryou finalmente sonrió y soltó a su hermano extendiendo su mano hacia donde creía estaba el príncipe.
Bakura, muy feliz, tomó aquella blanca y pequeña mano sintiendo todo su mundo estremecer, hasta que lo tuvo del brazo. No sintió cuando ni como estaban ya en la playa caminando con el viento en el rostro, con Ryou riendo por algo que él había dicho… se sentía tan… completo…
Marik había comenzando a caminar con Yugi agarrado de su brazo el cual era prácticamente comido por los ojos de Atemu.
El hermano mayor estaba bastante molesto, era sumamente incómodo para él que aquel tipo mirase así a su hermanito, y más encima detrás de él venía el otro sujeto igual, pero comiéndoselo con la mirada a él.
- No, señor Atemu, no puedo darle un tiempo para charlar con mi hermano…- repitió por enésima vez Marik molesto. Atemu tenía fruncido los labios y arrugado el entrecejo.
Yugi tenía una media sonrisa divertida y a la vez apenada. Es que era tan gracioso verlos pelear de esa manera disimulada.
- ¿Por qué? Déme una razón convincente, príncipe Marik…
- ¡¡Por que él es MUDO, por eso no puede charlar con usted, ¿Conforme?!!!!!- estalló finalmente Marik furioso para luego apretar el paso. Iban por el laberinto.
Atemu se quedó paralizado mientras que Yugi le miraba tristemente por sobre el hombro.
Esa mirada fue la que le dio las fuerzas, por lo que corrió y antes de que Marik pudiera detenerlo, tomó a Yugi en brazos y corrió perdiéndose en el laberinto dejando pronto atrás al rubio cenizo, que, al no tener experiencia con sus piernas, no pudo alcanzarle.
- ¡Maldición!!- se quejó Marik luego de haber llegado a un callejón sin salida. Había perdido a ese maldito ojirubí.
- Ese Atemu es un dolor de cabeza, y muy rápido…- escuchó una voz detrás de él.
Marik se volteó rápidamente y se topó con los ojos rubís de aquel hombre que le miraba desde que estaban en la mansión. Frunció sus labios.
- ¿Qué quiere? ¿Por qué me sigue?
- ¿Quién dice que le sigo?- dijo divertido con una sonrisa sarcástica. Marik sintió deseos de golpearle.
- Entonces, ¿Por qué otra razón no me quitaba la vista de encima?
- No lo miraba a usted, miraba al joven Atemu, soy el Capitán Malik, de la Guardia Real…
- La verdad es que no me interesan sus títulos, Capitán…- dijo poniendo énfasis en la última palabra-… prefiero buscar la salida de esta cosa…
- Me lo sé de memoria, podría decirle la salida…- sonrió burlonamente el capitán.
- No, gracias, prefiero salir solo…- agradeció sarcásticamente.
- Pues, eso quiero verlo…- sonrió burlón siguiéndole.


+_+_+_+


Yugi se había afirmado del cuello del ojirubí cuando éste le había tomado en brazos y aún no le soltaba, aunque Atemu ya había dejado de correr. Habían salido del laberinto a toda velocidad y el tricolor se había metido en el bosque para vergüenza de Yugi. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos Atemu dejó de correr y comenzó a caminar.
Si Yugi hubiera tenido voz le hubiera preguntado a donde le llevaba, pero como no tenía y si tenía vista, se dedicó a mirar aquella hermosa faz.
Su corazón saltaba apresurado en su pecho mientras que recordaba todos aquellos momentos en los que estuvo con él.
Fueron apenas unas horas, pero eran unas horas las cuales llevaba clavadas en el corazón…
No, error… ¿Qué corazón? Él suyo lo tenía aquel hombre que en ese momento le llevaba en brazos… su corazón y su alma…
- Suyo…- pensó Yugi sonrojado. Solo suyo.
Como acto de inercia, cerró sus ojos y se apoyó en el pecho de Atemu escuchando su acelerado corazón y sonriendo con ternura… su olor era tan embriagante… tan delicioso.
Cuando Atemu se detuvo en su lugar secreto y miró a su hermosa carga se topó con el espectáculo más bello que jamás pensó ver. En ese momento la belleza del paraje que le quería presentar al príncipe quedó reducida a nada al compararse con la belleza del propio príncipe.
Sus ojitos cerrados, una tierna sonrisa en sus labios entreabiertos, su cabello cayendo por su rostro enmarcándole y su faz sonrojada… era tan hermoso…
- Tan bello…- susurró Atemu y en ese momento Yugi abrió sus ojitos violetas clavándoles en los rubís de aquel que le llevaba, como interrogándole con ellos-… llegamos… lamento haberte “secuestrado”, ¿te gusta?- preguntó mientras lo sentaba en el suelo.
Se encontraban en una especie de claro en medio del bosque… pero en el centro había un gran roble el cual tenía el tronco lleno de enredaderas de distintos tipos que justo en ese momento estaban llenas de flores de hermosos y muchos colores diferentes, las cuales estaban invadidas por picaflores e insectos muy variados.
Yugi se quedó sin habla (N/K: ¬¬ Yakumo tonta… pésimo chiste. N/Y: =///= tienes razón, gomen Yugi XD) ante el hermoso espectáculo. Miró a Atemu que esperaba una respuesta y solo sonrió asintiendo.
- ¿Si te gustó? ¡Que bueno! Como te tardaste en responder pensé que no…- se sentó a su lado mientras que Yugi solo sonreía.
Atemu le miró sonreír y se dedicó a hablarle para entretenerlo, manteniéndole la sonrisa en el rostro.


+_+_+_+


Joey estaba conversando con Mokuba mientras caminaban por el campo hasta que llegaron a las caballerizas.
Seto les seguía de cerca con su típico rostro sin emociones más que frialdad.
- ¿Caballerizas? ¿Qué es eso?- preguntó Joey dejando salir por primera vez su personalidad curiosa.
Mokuba y Seto se miraron sorprendidos, pero Mokuba respondió.
- Es donde se guardan los caballos de la familia, príncipe…
- ¿Caballos?- preguntó confundido, pero en ese momento llegó uno de los empleados trayendo un hermoso potro blanco que pertenecía a Seto-… ah, claro, los caballos, perdón, fue un lapsus…- se disculpó nervioso.
Claro, esas enormes bestias en las que habían llegado Bakura y Atemu y que tiraban el carruaje de la Reina Fleir.
- Señor Kaiba, le vimos venir hacia aquí y pensamos que quizás querría montar…- dijo uno de los empleados.
A Joey le brillaron los ojos, pues comprendió que se referían a andar sobre aquellas bestias.
Mokuba vio el brillo de los ojos castaños del rubio y asintió a su hermano.
- Está bien…- asintió el mayor de los Kaiba-… príncipe Joey, supongo que sabe montar…
El rubio se sonrojó fuertemente y bajó la mirada para luego negar.
Mokuba iba a decir algo, pero Seto se le adelantó.
- No importa, ya le enseñaré… ensilla a Yohko (N/Yohko: O_O Hey! >_<.N/Y: ^O^)…- dijo al empleado
- Yo montaré a Yaku (N/Yohko: Touché! ¬__¬. N/Y: ¬///¬)…- dijo sonriente Mokuba con lo que no tardaron en traerle una yegua de pelo castaño.
Así es como pasaron las siguientes dos horas montando y riendo. Al comienzo Seto llevó a Joey en su montura, para vergüenza del rubio, pero más tarde le comenzó a enseñar, como tomar las riendas, como guiar al potro… y Yohko se comportó totalmente dócil con el príncipe, por lo que no hubo ningún inconveniente.
Cuando estaban regresando a la mansión Mokuba y Joey conversando nuevamente con un Seto serio a su lado, se sorprendieron de ver como Marik todo sucio y lleno de ramitas estaba bajando de una de las paredes exteriores del laberinto de setos (N/Y: No es Seto ¬///¬ el laberinto está hecho de “SETOS”… Ou! >///< no sé como explicar), y poco después bajaba un muy elegante Malik.
- ¿Marik?- preguntó Joey sorprendido.
Pero su hermano muy molesto simplemente se dirigió a la mansión dentro de la cual se perdió.
- ¿Qué le hiciste al príncipe, Malik?- preguntó Seto con el entrecejo fruncido.
- Nada, Duque Seto… se lo aseguro…- sonrió el Jefe de Guardia-… solo que perdió la paciencia y comenzó a escalar los muros hacia la salida ^o^
- ¬¬UU
Pronto vieron venir desde los bosques a Atemu que traía del brazo a Yugi mientras que le hablaba sin cesar cosa que sorprendió a todos, pues Atemu acostumbraba a ser tan silencioso como Seto.
- Yugi…- sonrió Joey y el tricolor le correspondió la sonrisa, pero no se soltó de Atemu para sorpresa de su hermano rubio.
- Bien, supongo que entremos…- propuso Mokuba.
- ¿Y Ryou y el príncipe Bakura?- preguntó Joey.
- Ellos ya se encuentran dentro de la mansión, su majestad…- se escuchó la voz del mayordomo de los Kaiba que hablaba desde la puerta-… el Amor Gozaburo les manda a decir que los que necesiten que se den un baño y que luego bajen a tomar el almuerzo…- hizo una semi reverencia y entró nuevamente a la mansión.
Joey tomó del brazo a Yugi haciendo que se soltase de Atemu y que se despidiera con una mirada llena de cariño.
- Hasta la vista, príncipe Yugi…- dijo Atemu sonriente. Este solo le correspondió la sonrisa entrando a la Mansión con su hermano.
- Despierta una vez, Atemu…- se burló su primo ojiazul haciéndole reaccionar mientras que Kaiba entraba a la mansión seguido de Malik y Mokuba.
Atemu se sonrojó fuertemente al notar que se había quedado solo afuera, por lo que se apresuró a entrar en la mansión.


+_+_+_+


Cuando Joey entró a la habitación junto con Yugi escucharon el sonido del agua caer en el baño (N/Y: ¬¬ no he pensado en que época están, pero… tienen ducha u///u) por lo que se sentaron a esperar.
Al rato salieron Marik y Ryou, ambos bañados y con toallas alrededor de su cuerpo y sus cabellos largos.
- ¿Se bañaron juntos?- preguntó sorprendido Joey.
Ryou iba del brazo de Marik.
- ¿Cómo piensas que me hubiera podido bañar solo?- preguntó sonrojado el peliblanco y Joey se sintió avergonzado.
- Lo siento, yo…
- No importa, Joey…- le sonrió tiernamente Ryou.
Yugi tocó el hombro de Joey mostrándole algo. Eran cuatro elegantes trajes, botas y todo. A sus medidas.
- ¿Quién habrá sido?- preguntó Marik soltando la toalla que llevaba en la cintura haciendo que a Yugi y a Joey se le subieran los colores al rostro. Él les miró sorprendido para luego negar- Por favor… somos hermanos…
- Pero… pero… nunca te habíamos visto con… con…
Ryou se sonrojó y se puso a reír.
- Si… es muy extraño…- dijo abrazándose a si mismo.
Marik se estaba vistiendo ya mientras se encogía de hombros.
- No le veo lo raro…
- Eso es por que no tienes emociones…- dijo Joey sonrojado. En ese momento el rubio cenizo se quedó quieto si le miró con furia en la mirada. Su hermano mayor estaba paralizado, muy sorprendido.
- Nunca vuelvas a decir eso… maldito desgraciado…- masculló saliendo de la habitación a zancadas.
Los tres hermanos se quedaron paralizados de la sorpresa. Joey miró a Yugi.
- ¿Me dijo eso a mi? OO


+_+_+_+


Marik estaba bajando las escaleras cuando le detuvo aquella detestable voz por la cual había insultado a su hermano mayor.
- Su majestad, le están esperando a usted y a sus hermanos en el comedor…
Marik clavó su mirada en la figura del Jefe de Guardia rubio cenizo que le sonreía altaneramente. Solo frunció el ceño mientras pasaba por su lado.
En este ya se encontraban casi todos, pero no sentados, si no que de pie charlando. Ninguno de los hermanos Kaiba se encontraba, solo estaban la Reina, el Duque Gozaburo, el Príncipe y su primo Atemu. La reina charlaba animadamente con su hijo y su sobrino, mientras que el Duque permanecía en silencio.
Cuando el rubio cenizo entró en la habitación no tardó en ser invitado a la conversación por la misma Reina Fleir que le sonrió.
- Príncipe Marik… estábamos comentando el gran parecido de sus hermanos con mi hijo y mi sobrino… ¿no cree usted que es sorprendente?- preguntó sonriente.
Marik solo asintió. Era cierto, Yugi se parecía mucho a Atemu, mientras que Ryou tenía un extraordinario parecido con el príncipe Bakura… ¿A qué se debía? No tenía idea…
- Pero no solo nosotros nos parecemos…- dijo Bakura con su típica sonrisa entre altanera y burlona-… el príncipe Marik se parece mucho a Malik, el jefe de Guardia…
- ¡Es cierto!- asintió la Reina-… su parecido es asombroso…
Marik estaba totalmente enfurecido. ¿Cómo se atrevían a compararle con ese maldito guardia? Que más encima se había atrevido a decirle que parecía una roca sin sentimientos, solo por que dijo que no le importaba que le gustase.
El sonrojo invadió sus mejillas, pero le salvó la entrada de Kaiba a escena, el cual se llevó todas las miradas.
- Querido Seto…- le sonrió la reina cuando se hubo acercado-… Gozaburo tiene algo que decirte…
El castaño miró a su padrastro el cual siguió bebiendo de su copa, sin dirigirle ni una sola mirada.
Bakura dirigió una mirada cómplice a Atemu el cual le elevó una ceja. Este gesto solo lo vio Marik el cual entrecerró sus ojos al encontrar pez gato encerrado (N/Y: XD).
- En el almuerzo…- fue todo lo que salió de los labios del Duque.
Al poco rato entraron en el salón los príncipes junto con Mokuba.
Joey llevaba a Ryou del brazo con una mirada sumamente triste, lo cual fue percibido en el acto tanto por Kaiba como por Marik el que se sintió sumamente culpable.
Apenas habían dado unos pasos en el interior de la habitación cuando Joey sintió como el príncipe Bakura le arrebataba la mano de su hermano menor, el cual no se veía ni por asomo molesto.
Yugi pronto fue tomado por el brazo de Atemu alejándole de Mokuba el cual solo rió pasito.
- Creo que será mejor sentarnos, príncipe Joey…- propuso el pelinegro mientras que todos tomaban asiento.
Marik se sentía sumamente culpable, por lo que buscó sentarse al lado de su hermano rubio, pero para su desgracia este ya había sido ubicado por el pequeño Moki entre él y su hermano mayor.
No le quedó más que sentarse al otro lado de Mokuba, en frente de Yugi el cual estaba a un lado de Atemu y este al de Bakura, que tenía a Ryou al otro.
A las cabeceras de la mesas se sentaron la Reina y en la otra el Duque Gozaburo.
Pronto el almuerzo fue servido por las eficientes empleadas mientras que el mayordomo, con el Guardia de cabello negro y ojos verdes a su lado, vigilaba todo al igual que Malik que estaba en la puerta.
Todos comían en silencio hasta que la Reina lo cortó con una sencilla frase.
- Bien, Gozaburo… ¿Qué es lo que le tenías que decir a tu hijo?- preguntó con cierta arrogancia, mientras que el Duque depositaba su servicio en el plato mirando fijamente a su hermana.
- No es el momento…
- Claro que lo es, vamos, díselo y quítale de una vez un peso de encima…- sonrió.
Seto estaba totalmente confundido e intrigado, de igual manera que Marik… los demás (los otros príncipes y Mokuba) ni siquiera sabían de que se trataba.
El Duque tomó aire y comenzó.
- Hoy he tenido una conversación con mi hermana…
- Una LARGA conversación, por cierto…- acotó la Reina a lo que Gozaburo solo bufó.
- Si… bueno, y ella me ha expuesto su punto de vista… está molesta con mi decisión de escogerte esposa, por lo que…
En ese momento los cuatro sirenos se miraron espantados, sobre todo Joey. ¿Seto Kaiba tenía prometida?... el sireno mayor bajó levemente la vista. En ese caso… nada había para él.
-… por lo que he decidido cancelar el compromiso…- terminó con hastío.
De pronto toda la habitación se quedó paralizada y en silencio. Seto era el que estaba más confundido y anonadado. Entonces… ¿No había boda?
- Eso significa que… ¿Seto podrá escoger pareja?- preguntó Mokuba completamente feliz. Gozaburo asintió mientras que se levantaba.
- Lamento irme así, pero tengo una larga carta de explicación para la ex-prometida de Seto…- se marchó dejándoles a todos anonadados.
Todos estaban en silencio hasta que el pequeño Mokuba pegó un leve gritito de emoción, y, pasando a Joey, abrazó a su hermano mayor que aún no se daba cuenta de la magnitud de las palabras de su padrastro.
- Seto, Seto, Seto… ¿Te das cuenta de lo que esto significa?- preguntaba emocionado. El ojiazul dejó de mirar la nada para mirar a su hermano y asentir levemente.
- Creo… creo que si…- sonrió.
Bakura se acercó a su madre y le dio un beso en la mejilla.
- Muchas gracias, madre…
- No es nada, mi cielo…- sonrió la Reina palmoteando su mano-… es lo mejor… pero, recuerda Seto que tienes hasta Año Nuevo para escoger con quien te vas a casar, igual que Bakura…
- ¿Tengo que escoger antes de diez días?- preguntó él con el ceño fruncido.
- Así es primo…- asintió Bakura-… así que te propongo que vayas mirando… quizás en la fiesta de navidad en el palacio veas a tu princesa… o a tu cenicienta…- se rió.
- Yo te recomiendo que mejor lo hagas tú, hay muchas más posibilidades de que te obliguen a ti que a mi…- dijo mordaz el castaño haciendo que su primo entrecerrara sus ojos y le mirase frío.
- No peleen…- les detuvo Atemu.
- Es cierto, ¿Qué imagen se están llevando de ustedes los príncipes?- dijo la Reina haciendo que Bakura se sentase de inmediato al lado de Ryou-… discúlpense…
- No hace falta, su majestad…- sonrió Joey negando.
- Por cierto, príncipe Joey… también hablé con mi hermano de ustedes y hemos pensado que se sentirán más cómodos en el palacio por lo que se irán con nosotros, ¿De acuerdo?
Los hermanos Kaiba se mostraron muy sorprendidos, al igual que Bakura y Atemu, aunque estos lo estaban muy gratamente.
Ryou y Yugi no pudieron evitar sus sonrisas, mientras que el rostro de Joey se mostraba algo confuso… Marik mostraba una faz indescifrable mientras miraba a aquel guardia el cual se sonreía amplia y descaradamente.
- Pues…- comenzó el príncipe rubio-… supongo que debo preguntarles a mis hermanos…
- No hay problema…- respondieron los dos sirenos menores a la vez sonrojándose por hablar al unísono. Marik se mantuvo en silencio lo que Joey tomó como un “lo que sea”.
- Bien… supongo que estará bien…- terminó con una media sonrisa.
¿Estaba decepcionado? No………… bueno… quizás un poco…
- ¡Perfecto! Entonces nos iremos en una hora… aún hay muchas cosas que hacer para el Baile de Navidad por lo que nos necesitan en el castillo… supongo que se quedarán para el Baile, ¿no?
Los cuatro sintieron un leve estremecimiento al pensar en su fecha fatal, pero asintieron.
- Pues entonces bien…- en ese momento entró el mayordomo detrás el cual iba la sirvienta con el postre, con lo que la conversación acabó… aunque todos se quedaron pensando.

Continuará...


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