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-Hombre o bestia- por AGR

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Notas del fanfic:

Informo que los personajes de Saint Seiya no son de mi auditoria.

 

Notas del capitulo:

Siempre se tiene la opción de elegir y al hacerlo forjamos nuestro camino.

 

-Hombre o bestia-

 

Siempre he sido tan distinto a otros, creo que lo suficiente para mantenerme alejado de los demás, mamá siempre me decía que nunca dejara que nadie me lastimara y eso fue hace tiempo antes de que el cáncer se la llevara lejos.

Papá marcaba las ofensas de los chicos con su cable cuando lo dejaba caer con ira sobre mi cuerpo, pero nunca hice nada para defenderme, solo me acurruco en algún rincón cubriendo mi rostro, pero esta noche era distinta me tenía atado al cepo y ante mis ojos el cuchillo de cacería candente al estar en el fuego por un limitado tiempo y fue cuando entendí todo. Papá no me quería.

-Esto no es por ti.

-Te amo papá.

No puede evitar gritar y desmayarme cuando cortó mi cara dejando una profunda cicatriz en la frente, pero no lo podía odiar de alguna forma creo que hice algo malo para que él me castigara así y solo lo he aceptado.

Las mañanas de invierno resultaban ser más frías que de costumbre o quizá era porque antes del amanecer y sin abrigo estaba trabajando en la granja, reparando alguna cerca que la habían cortado y una que otra vaca había escapado así que debía tener control de ello y terminar justo antes de las siete de la mañana para irme a la escuela, la caminata no es fácil pero te ayuda a estar en forma, ¿quién no lo estaría caminando diez kilómetros ida y regreso?

Las notas no siempre salen bien y un nuevo recado para mi padre enviado por la profesora informando que debía presentarse a la mañana siguiente. Eso solo significaba una paliza al entregarlo y otra frente a la profesora, pero eso ya no importaba solo debía convencerme de las palabras de mi padre.

"Sus actos tienen consecuencias", yo lo sabía muy bien, así que después de que mi padre me golpeó frente a la profesora esta nunca más mandó recados a mi padre, nunca me dijo nada y yo estaba agradecido de eso ya que me libraba de otra paliza y de ser burla de mis compañeros cuando saliera de aquel salón tras mi padre que no miraba a nadie manteniendo el ceño fruncido y la mirada cansada.

-¡Miren!, al chico granjero, al asno de la mierda de cerdos.

-Dicen que su madre es la puta del pueblo donde vive.

Ahí estaba yo sujetando su garganta con mis manos en un gruñido profundo y cubierto de dolor con ira, mi madre no era eso, solo era una mujer hermosa que me había defendido de la crueldad de todos, esa misma crueldad que aún no logro entender, pero que a pesar de estar mal yo solo debo de aceptar. Nunca había atacado a nadie cuando me ofendían al ser el más alto y torpe del salón de todos ellos, pero no podía permitir que mi madre y su amor se vieran manchados por ellos, aunque esta siempre me decía que no debía golpear a los más pequeños que yo, así que en ese momento no supe que pensar.

Expulsado por tres días, los cuales mi padre me gritaba la bestia que era, que no era diferente de los cerdos o animales de la granja y yo solo le decía que sí. No importaba si el pensará así era mi padre y yo lo aceptaba. Teniendo ahora un ojo morado al bajar mi puño ante el recuerdo de mi madre.

Me mantuve alejado de mi padre por ese tiempo, tres días sin comer, ni bañarme solo trabajando la tierra y en las cercas, dando de comer a todos los animales, mientras que él estaba borracho. Robé un pedazo de pan que una rata estaba comiendo y fue un error tenía veneno y estuve muy mal así que duré cierto tiempo en el hospital y mi padre molesto porque le hice gastar su escaso dinero al pagar la cuenta.

-Estoy cansado de ti. Debiste haberte muerto en lugar de ella.

-Perdón

-Solo mira lo que eres. Estúpido, una bestia que hay que doblegar y por Zeus que he intentado domesticarte, pero ni los golpes ya resultan, ya no gritas ni imploras...

-Lo lamento, te amo papá.

-Eres una basura...

Mi vida se reducía en las burlas, golpes y las constantes letanías de la profesora que no iba a pasar de año, que si no me comprometía y que por ende me volvería a quedar, pero mamá insistía que debía seguir estudiando, que cuando fuera mi tiempo yo pasaría de grado. Ya estaba pensando que eso no iba hacer, pero igual sigo asistiendo.

Los mejores momentos es cuando te dan de comer gratuitamente en la escuela y ahí las señoras cocineras me daban una parte extra para llevar a casa y cenar a escondidas de mi padre ya que sabía que no iba a recibir sus migajas. Apenas lograba pellizcar algo para comer aunque no fuera mucho, una fruta un poco de leche, quizá una vez al día o cada dos, todo dependía del estado de ánimo de mi padre.

Nadie se metía en mi vida, ni en la de mi padre, una vez que una trabajadora social llegó esta salió con un brazo astillado y nadie dijo nada y nadie volvió a molestar y yo estaba bien con ello. La profesora decía que el abuso debía terminar y yo solo respondía es el hombre que me cuida, él lo hace por mi bien.

Papá llegó temprano, se le veía cansado y con bolsas bajo sus ojos con venas azules más pronunciadas que hace un par de días atrás, se acercó posando su gran mano sobre mi hombro apretando con cierta fuerza mientras que sacaba el aire demás de sus pulmones en un gruñido de alguien fumador tan ronco y agitado. Sus orbes oscuros como la noche y el sombrío e inexpresivo semblante que no dejaba ver que pensaba o que sentía, pero eso ya lo sabía. Él estaba cansado de todo el trabajo, de la vida y de mí.

-¿Cuántos años tienes?

-Doce años señor.

-En un par de horas cumplirás trece.

Me dio como regalo un par de zapatos nuevos, una camisa y uno de sus pantalones y luego se sentó en la vieja silla que rechinaba ante su peso mientras yo mantenía el regalo como un tesoro mirando el humo que salía de su boca, sin duda estaba sobrio porque no me estaba golpeando y eso me hizo sentir bien. Cerró sus ojos por unos cuantos segundos los que conté como como veinte para ser exactos y luego me miró.

Dejando ver en sus oscuros orbes una angustia o quizá era cansancio, pero algo estaba en su cabeza y yo sentía la piel ponerse tensa temiendo escuchar lo que pensaba o sentía, seguro era algo malo, nunca era nada bueno y fue cuando le vi levantarse y se encerró en la habitación que compartía con mamá dejando que pasará el resto de la noche solo cumpliendo mis trece años.

Pasé de año no con buenas calificaciones pero el trabajo extra había ayudado eso me hizo sentir importante al lograr algo aunque seguían los chicos diciendo y haciendo cosas en mi contra. Ellos siempre bien vestidos y yo con el hedor de alimento, sudor y estiércol. Las mujeres de la escuela me miraban con algo que podía llamar asco, otras ni me miraban, los hombres no eran mucho mejores preferían insultarme haciendo reír a todos.

Mis manos eran grandes y llenas de cayos, áspera, mis brazos desarrollados con músculos marcados, pero era torpe y silencioso, siempre con tanto que decir pero nunca podía decir más de dos palabras haciendo que no tuviera amigos y eso era bueno para mí. A nadie le importa escuchar las penas de otros, pero si desean ser escuchados cuando todos les va mal, pero ello no va conmigo nunca los he necesitado aunque debo decir que muy en el fondo me gustaría saber lo que es un amigo y compartir.

No es grato que se hagan pasar por amigos para luego divulgar las condiciones en que vives o eres educado. No pedí mi existencia, pero es lo que soy y eso me alegra. La soledad junto al silencio puede doler pero te llena de paz.

Mamá había muerto cuando yo tenía diez años y siempre dijo que cuando cumpliera los quince me haría algo especial y hoy estaba cumpliendo los quince años. Pero eso especial que recibí fue la carta que dejó mi padre en la mesa junto con una caja de herramientas. Corrí como un demente hasta llegar a la estación y ahí estaba él en espera de que llegara el tren, la maleta en su mano y esa expresión dura y llena de ese algo que no puedo descifrar, pero te hace dudar en continuar o no alguna protesta.

-¿Por qué te marchas y me dejas?

-Ya eres un hombre Ikki, ya te puedes defender por ti mismo.

-Pero eres mi papá. Te necesito.

-No te soporto, te pareces tanto a su madre que te odio Ikki.

-Yo no te odio.

-Nunca te he querido, eres el error de nuestras vidas, solo eres una bestia.

Le sujeté el brazo antes de que pudiera entrar al tren, pero recibí un fuerte golpe de su parte que caí de culo al suelo mirando el mohín de decepción al verme suplicar. Me quedé ahí hasta que el tren se marchó con todo lo que tenía, mi padre, y ahora solo había miedo y frío el cual debo de enfrentar como el hombre que dijo, pero que ambos sabemos que no es así.

Caminé hasta casa sintiendo el paso cada vez más pesado y fue cuando sentí la humedad en mis mejillas, no debía de llorar, pero lo estaba haciendo. Las cosas ahora eran distintas ya no estaba mi madre que me cantaba en las noches ni mi padre sentado en la vieja silla fumando y tomando. Ahora estaba solo con tantos recuerdos que arden en el corazón.

La navidad se avecinaba así que corté una rama grande de pino y decoré como pude la casa, con el papel de las cajetillas de cigarros que recolectaba en las afueras de la cantina del pueblo, hice pequeñas figuras que colgué en las ramas, no tenía luces así que puse un foco que iluminara. En la noche buena y el fin de año la cena era modesta, no había pavo y ensalada de papa o una copa de vino, solo preparé un pedazo de pan tostado con mantequilla, un huevo y leche. Canté esas canciones navideñas y luego me acosté temprano porque debía de trabajar antes del amanecer. No hubo regalos.

La clases comenzaron y yo estaba en el último nivel pronto me graduaría y de alguna forma eso me pone feliz, pero fue cuando vi los más hermosos orbes celestes y unos cabellos amados por los rayos del sol. Miré al joven que entraba en el salón su nombre Hyoga, no sé pronunciar su apellido se asemeja como algo de reloj, pero es el chico más perfecto que logró calentar mi tostada piel y aflojar mis duras piernas de tanto trabajo y de caminar kilómetros. Algo me estaba pasando y no sé que podría ser, pero no podía dejar de verlo y la necesidad de acariciar sus cabellos de oro.

Hyoga venía de Rusia un país muy lejano y frío por lo poco que pude averiguar, su padre es alguien muy importante y hermoso como él, pero siempre viajaba por sus negocios así que dejó a su hijo establecido aquí para que no perdiera sus clases. Él me miró preguntando si podía sentarse a mi lado y yo solo encogí mis hombros, mientras que me tendió la mano para presentarse y yo la estreché llenando esta de suciedad, pero no dijo nada solo me sonrío y yo lo miraba.

-¡Hola! Soy Kanon, eres hermoso Hyoga, ¿te gustaría comer conmigo?

-Claro, apenas toquen el recreo. Soy Hyoga.

-¡Oye Ikki! Es mejor que te pierdas.

-No seas grosero.

-La bestia estará bien. Será mejor que no te fijes mucho en un estúpido.

No me gustaba escapar, pero era lo mejor, no deseaba más peleas así que solo me retiré a otro asiento en la parte más lejana mirando como Hyoga se veía feliz con Kanon así que solo me quedé viendo como ellos disfrutaban el momento, imaginando que era yo aunque nadie se podría fijar en mí de esa forma bonita.

Los días eran siempre lo mismo pero había una razón por la que intentaba verme bien y eso tenía un porque con el nombre de Hyoga escrito en todas partes, pero este ya estaba envuelto en una relación con Kanon, no me agradó para nada esa noticia, me molestó mucho lo suficiente para mantenerme alejado de cualquier saludo por parte suya. Solo obtenía un gruñido de mi parte y yo lo prefería así. Las cosas del corazón son complicadas y no las comprendo.

A mediados de año las cosas eran diferentes, Hyoga había terminado con Kanon porque le engañó con Seiya un nuevo estudiante que venía de Grecia, no lo sé bien pero me convertí en el pañuelo de Hyoga y me había confesado que Kanon no lo dejaba tranquilo pese estar con ese nuevo chico. Yo lo escuchaba pero nunca dije nada.

El fin de semana había llegado así que me dediqué a tiempo completo en el ganado ya que tenía un buen comprador para una nueva raza que logré sacar de un pura sangre el semen es sin duda una mina de oro y yo ya era experto en eso a mí dieciocho años. La voz de Hyoga me dejó congelado en mi lugar, mientras que se acercaba a mí con ese paso calmo pero de depredador. No lo esperaba tan temprano pero quizá estaba tan ansioso como yo por vernos. Es la primera vez que viene a hogar.

Lleno de suciedad con la mezcla de sudor recibí mi primer beso y sin saber qué hacer, pero él me guió haciendo que lo abrazara y abriera los labios para que él pudiera meter su lengua y yo lo dejé, mientras me envolvía en su bruma y ese aroma a verano en el campo. Hyoga el chico más hermoso era mi novio y yo estaba orgulloso y confundido por eso, incluso besaba mi cicatriz en la frente sin asco y me abrazaba aunque estuviera con estiércol, me hace sentir pleno y deseado, aunque el merece algo mejor que yo.

-Me daré un baño y podremos dar un paseo. Hay un río cerca es un lugar muy hermoso.

-Quizá podemos estar en casa.

-Si es lo que deseas no hay problema.

El agua fría siempre ayuda para calmar el ardor del cuerpo cuando se trabaja seguido y duro, es relajante, pero ahora no me puedo relajar ya que Hyoga mi novio me espera y debo hacer algo para invitarle a comer, no tengo mucho pero algo podré improvisar. La verdad su visita no la esperaba.

Un par de minutos y toda la mugre fue alejada de mí, eso es bueno ya que no es grato oler a excremento. Al salir él estaba en mi cama desnudo con una sonrisa apenas dibujada y un extraño destello en sus ojos, no entiendo la verdad de lo que sucede, pero no me moví ya que algo pulsaba en mí llenando de calor mi cuerpo, pero alejé la mirada y caminé para vestirme. Me detuvo pasando sus brazos por mi cintura y besando mi cuello.

-No es correcto, tienes que vestirte.

-Te deseo Ikki, solo quiero estar contigo hoy más que nunca.

Sus labios envolvieron mi intimidad, sus dientes raspando de forma extraña la carne suave que se eriza, no puedo comprender lo que está haciendo pero me pone caliente y con una necesidad distinta algo fuerte que me hace respirar con rapidez.

Mis brazos a los costados y mis manos empuño puedo sentir la tensión en cada parte de mi cuerpo, Hyoga no se separa, solo murmura algo que no entiendo. Su melena se mueve al ritmo constante mientras hace una mamada o algo así había dicho él que me haría antes de seguir al otro paso. Ha logrado que borre de la mente cualquier objeción que pudiera decir y no es para menos cuando es mi primera vez, solo esperando que sea para él de la misma forma.

Se apartó dejando que su saliva comenzara a enfriar y eso me dejó desconcertado ya que deseaba que continuara pero negó con su cabeza y lo entendí, me acerqué para besarlo de forma torpe creo que le he roto su labio porque el sabor de la sangre la pude saborear y me quise separar pero él no me dejó por el contrario parecía gustarle mucho me guiaba las manos para que lo tocara pero solo podía ver que mis callos le estaban raspando su fina piel. Los extraños sonidos que sacaba no los entiendo creo que es porque se siente bien.

-Quiero que lo metas en su boca.

Así que lo hice he metido su miembro en mi boca recordando como lo había hecho Hyoga sus manos jalando mis cabellos y yo encantado de lo que estaba haciendo con su cuerpo. Se volvió a separar de mí solo para que me acostara sobre mi espalda, fue cuando el metió mi pene dentro de su entrada y los dos gemimos por la extraña sensación que estamos sintiendo al mismo tiempo.

Sus caderas se mueven en un ritmo que me hace jadear y yo más osado le toco su duro eje que se encuentra erguido y glorioso, mojado por algo pegajoso, creo que es el semen, pero es distinto al de los animales. Hyoga es mi novio y solo tenemos un mes y ahora estamos unidos con un amor de lazo fuerte.

Me salí de su cuerpo para ponerlo bajo del mío y lo penetré él se quejó y me dio miedo por lo que detuve todo movimiento así como estaba de agitado, pero solo sonrió y pensé que estaba bien así que continuara. El cuerpo temblando ante la danza de estocadas profundas, pausadas con besos que ahogan todo gruñido saliente por el deseo o lujuria, pero es bueno sentirlo, es algo nuevo y hermoso. Quiero perderme en ese cuerpo y sentir paz, saber que pertenezco a alguien y que ese alguien me ama como soy.

Descargando todo lo que tenía quedamos los dos en silencio por largo rato y fue cuando miré a Hyoga dormido abrazado a mí y yo lo envolví protegiendo su cuerpo de todo.

Desperté a la mañana siguiente y el peso del cuerpo de Hyoga no estaba, mis piernas estaban cansadas y ya era tarde lo sé por la posición del sol quizá es el mediodía del domingo. Me levanté mirando mi pene lo tenía lleno de algo blanco y sensible, me duché para quitar cualquier cosa pegajosa que eso era y salí a trabajar.

Los exámenes pasaron así como el mes después de lo sucedido y ya Hyoga no era mi novio, supe que él solo me había utilizado para ganar una apuesta con Kanon y que ellos nunca terminaron, que Seiya era solo un amigo. No importa fue bueno mientras me creía la mentira aunque duele ya que siento algo profundo dentro de mí por él. Me gusta la idea de que alguien me ame, pero ahí están de nuevo las palaras de mi padre que me dice con dureza lo bestia que soy.

Era de comprender que un chico refinado nunca estaría con alguien como yo que no vale nada y que siempre comete errores. Había expuesto mis secretos a los oídos de todos ellos. El cómo mi padre marcó mi rostro porque soy un animal que debía ser domesticado y el cómo me golpeaba porque no entendía, dijo que era virgen y que no sabía nada de mamar. Dijo todo lo que le confesé creyendo que realmente me amaba y no importa lo grande de la herida yo si lo amo y llevo sus secretos atados en mi corazón que se enfría cada día.

Yo solo lo miré deseando poderlo proteger de todo con mi cuerpo, quiero hacer el amor como esa vez, escuchar su gemidos y mi nombre salir de sus labios, pero ya no sería así, no cuando él ya no me mira y solo me ignora pese que en más de una ocasión intenté platicar, pero recibí muchas patadas por parte de Kanon y sus amigos al intentar acercarme a Hyoga y este solo bajó su mirada.

Gané los exámenes y me he graduado así que ya podría decir que era un hombre de verdad, pero creo que siempre lo he sido ya que trabajo cada día y he salido solo adelante desde que mi padre me dejó dejando claro cuánto me odiaba.

-Feliz cumpleaños Ikki. Ya tienes veintitrés años.

Asentí a sus palabras cuando lo vi frente a mi puerta con ese aspecto enfermo y supe que lo seguía amando. Después de siete años de su ausencia, pese a que me dijera que yo era un gran error en la vida de su madre y de él, lo abracé escondiendo mi rostro en su cuello aunque me tuve que encorvar un poco, él se había encogido o yo era más alto y fuerte. Me separé abriendo más la puerta lo dejé entrar y he notado que no traía su maleta. Le ayudé a sentarse en su vieja silla y le di un trozo de pastel que me di el lujo de comprar pese de tener dinero y en abundancia, pero eso no lo iba a decir. Mi profesora me había ayudado a entender sobre finanzas y esas cosas, ahora ya no era tan ignorante en ese tema.

-La habitación permanece limpia, puedes descansar cuando termines de comer.

-Eres un hombre, pero aún tienes esa mirada inocente. La heredaste de ella.

-Mamá era hermosa.

-Si lo era. Ikki no espero que me perdones, no después de todo lo que te hice sufrir.

-Te amo papá.

El entierro de mi padre fue corto y silencioso solo el cura y yo nadie más se acercó al cementerio. Cáncer de hígado dijo el doctor que en más de una ocasión atendió mis heridas causadas por la ira de mí padre cuando era más joven. Ya no está, se ha marchado con mi madre y me alegra saberlo porque quizá de esa forma pueda encontrar alivio en el alama aunque soy yo quien siente dolor.

Todo estaba perdonado, todo iba a salir bien o eso es lo que siempre digo y fue cuando al ir a la ciudad por negocios a un fino restaurante lo encontré y él me miró abriendo sus hermosos orbes celestes y esa cabellera tan rubia como los rayos del sol, aparté la vista atendiendo al hombre que cerraba un importante negocio conmigo que lucía un traje muy fino, mientras que yo solo unos vaqueros y una camisa blanca con una chaqueta de cuero, nada fino pero eso no importaba. Era yo mismo y ya nadie me llamaba bestia.

Hyoga no dejaba de verme y yo no puedo estar tranquilo aunque procuraba mantener una actitud fría y de negocios. Cenamos y luego despedí con apretón de manos al hombre. Dohko un hombre que sabe mucho de caballos pura sangre y buen colaborador, siempre eran de gran importancia hacer negocios con él.

El valet me dio las llaves antes de montarme en el vehículo cuando sentí una mano que sujetaba mi brazo con fuerza, molestó miré a Hyoga y su mano, quizá notó mi disgusto porque de inmediato me ha soltado y me vi atrapado en su mirada y su vacilante sonrisa.

-Me alegra verte Ikki. No tienes idea cuanto he deseado poder...

-¿Una nueva apuesta?

-Lamento lo que sucedió, fui un estúpido, me di cuenta muy tarde de mi error. No te pude olvidar, te amo Ikki.

-También lo lamento Hyoga. Debo de irme.

-¿Podemos platicar? hay algo que necesito decirte.

Me tomó unos segundos para registrar sus palabras, no se puede creer en alguien que te había apostado para dañar y él me ha dañado, pero aún lo amo y mucho. Asentí dejando a este de pie mientras que conducía por la oscuridad hasta llegar a casa, mi vieja casa aunque remodelada y era perfecta.

Solo mantenía la luz del corredor prendida para no entrar a oscuras del todo, hay cosas que aún no cambio como el miedo a la oscuridad y la luz aleja las pesadillas de mí, hace que pueda respirar mejor. Calentando un poco de té mientras que me adentro en el estudio para analizar el nuevo proyecto con Dohko, pero en mi mente solo está Hyoga y sus hermosos orbes celestes y es cuando a veces me pregunto tantas cosas, pero solo una en especial. ¿Qué sería de nosotros dos si se hubiera quedado a mi lado?, todo lo que poseo se lo daría, pero eso solo es un vago sueño de lo que viví.

El verano suele ser implacable cuando se trabaja duro con el ganado, vas de un lado a otro mirando la cerca, que los animales tengan buen alimento y agua, que los caballos estén en formación antes de ser vendidos, siempre hay movimiento en todo y no son ni las diez de la mañana y creo que ya he perdido al menos treinta kilos por causa del sudor. Los ayudantes ayudan mucho aligerar la carga, pero es mejor tener un ojo cuando eres el dueño ya que muchos se aprovechan como sucedió hace un par de meses con Mu, con su rostro hermoso, pero de malas intenciones, no presenté cargos pero si le dejé claro que no lo deseaba ver o no respondería. Se marchó y no lo volví a ver, así como no supe más de Hyoga.

Hoy es 15 de agosto y estoy cumpliendo veinticuatro años, mi único amigo Shiryu celebra conmigo este día, él toma unas cervezas yo solo jugo de naranja, nunca me ha gustado el sabor del licor, me produce asco y malos recuerdos, pero está bien para mi amigo, pero no toma mucho solo tres y no pasa dice que no es bueno abusar de esa bebida y yo estoy de acuerdo con eso.

Me ha enseñado a jugar cartas y apostamos barras de chocolate, dice que es su vicio y sí que lo es por eso siempre le regalo una cada día y él me regala una botella de jugo de naranja. Partimos el pastel en porciones nada regulares, pero estaba delicioso, pero creo que lo que hace todo tan lleno de vida es con quien disfrutas los momentos.

Shiryu vive en la pequeña casa que he construido cerca de la mía él vive con Afrodita ellos se aman mucho y son buenos trabajadores, me alegro por eso se bien que han pasado por mucho, pero eso es algo que no quise preguntar, no deseo saber, a veces necesitamos tener ocultos los secretos y solo se dicen cuando uno esté listo, es notorio que no lo están para compartir, no me hace sentir mal porque sé que son mis amigos. Afrodita siempre canta cuando cocina creo que debió ser en otra vida un cantante famoso, pero sabe cocinar muy bien y aquí nos prepara bocas exquisitas para festejar mi vigésimo cuarto cumpleaños.

Mamá ni papá están pero los recuerdo con amor y de alguna forma ellos están presentes, me siento feliz.

-Ikki, creo que debemos comenzar con un nuevo establo este se vuelve muy pequeño para las crías.

-Si tienes los planos listos para ello podemos iniciarlo, solo una llamada a Milo tiene un buen equipo de construcción,

-¡Hey! Ikki, alguien te busca. Tienes que apúrate el que seas el cumpleañero no te quita el trabajo de asar la carne. Los bocadillos ya están.

Los vestigios del recuerdo de aquel chico de cabellos dorados como el sol golpean duro, logrando que el sudor baje, provocando al corazón latir con más fuerza. Sin duda no ha cambiado nada, quizá se ve más maduro y demacrado, ignoro que le sucede pero siento el dolor en mis brazos por tenerlo aferrado a mi pecho, pero no me moví solo le he mirado a sus orbes celestes y sin brillo, eso me ha dejado un extraña sensación que me apuña todo por dentro.

Su sonrisa vacilante, debe ser por los nervios ya que ambos lo estamos, recuerdo cuando llegó antes de lo previsto a casa, ese día conocí el amor del cuerpo y como lo llegué a disfrutar, no importaba si a la mañana después ya no estaba o si el día después de ese domingo él se había burlado de mí junto con Kanon y sus inseparables amigos, pero él está aquí frente a mí tan cerca y tan lejos al mismo tiempo.

Las risas de Shiryu junto con su pareja me hacer recordar que estoy celebrando mi cumpleaños y debo asar la carne, seguro que mis amigos están colocando la parrilla para comenzar. Hyoga estaba en mi casa, Hyoga era real al punto que su aroma me abruma.

-¡Hola!, ¿estás ocupado?

-Estoy celebrando mi cumpleaños. Me esperan.

-¿Es su compañero?, es un hombre muy atractivo.

-Afrodita, es amigo vive aquí con Shiryu, son buenos amigos, me ayudan con el trabajo.

-He venido en mal momento, nos veremos después.

-No tienes que irte, puedes quedarte, asaré la carne.

-¿Quieres que me quede?

-Si deseas quedarte.

-No he venido solo. Tengo que decirte algo muy importante.

Se alejó hasta su vehículo es un BMW del año, seguro que huele a nuevo, es de color azul, cuatro puertas y saliendo de una de ellas un niño no mayor de siete años, la verdad eso no importa cuando no comprendo la lógica de un Hyoga con un niño. ¿Se habrá casado?, no sé porque ese pensamiento me lastima, solo no comprendo nada.

Shun, es mi hijo, eso me ha dicho Hyoga y por alguna razón le creo, tiene el color de los cabellos iguales a mamá, él me mira curioso sin soltar la mano de Hyoga. No entiendo cómo pudo tener un hijo mío, no comprendo la naturaleza, pero la realidad de ese hecho consumado me sonríe mientras que su rostro está lleno del lustre del pastel. Afrodita y Shiryu se ven tan sorprendidos como yo, dijeron que nos dejarían solos, pero dije que no ya que era un momento especial, así que disfrutamos hasta que la noche se hizo presente.

Shun duerme en plenitud en mi cama, la otra habitación la hice un estudio y la de mis padres nunca la abrí. Aferrado a un vaso caliente de café, mientras que Hyoga me explica lo sucedido.

Aquél fin de semana en que nos unimos en carne yo me corrí en su interior varias veces y en una de tantas descargas se fecundó Shun, a las semanas empezó a sentir un cambio y no había intimado con Kanon y este al enterarse lo dejó. Pero no tuvo el coraje de venir a mí para decirme que yo era padre no hasta ahora que los dos estamos sumidos en nuestros pensamientos.

Seis años sin saber de mí hijo y no sé qué es lo correcto para hacer. Miro a Shun correr alegre directo a uno de los cerdos y yo temo ser como mi padre, eso me hace tener miedo de mí mismo. Me duele la cicatriz en mi frente, las que fueron hechas por el cable, el dolor por causa del hambre. Tengo miedo de hacerle daño de ser una bestia con mi propio hijo.

<<Las bestias se domestican con mano dura, por eso te castigo, para que aprendas cual es el lugar que debes adquirir. No sirves para nada solo eres un animal de carga.>>

Sus cortos brazos me abrazan y me entrega un libro de cuentos al dejar atrás a los cerdos, Hyoga nos mira con amor, creo que de verdad me ama, espero que no me deje nunca porque me he entregado a él aunque sea una bestia sucia. Sentado en mis rodillas leo el cuento de la Rana, su cabeza descansando en mi pecho y el dolor junto al miedo se desvanece con su aroma de inocencia, me siento bien con ello, no quiero perder lo que me están dando.

-Lo haces bien. Eres un buen padre Ikki, nunca te compares a él, adquiriste el gran corazón de ella.

-¿De mi madre?

-Sí, es el mejor regalo que te ha heredado. Fui un idiota haberte dañado tanto, sé que me has perdonado, pero...

-El ayer pasó, estás aquí y somos parte de algo, ahora sé dónde pertenezco y quiero esto. Tengo miedo, soy torpe, pero estoy dispuesto a intentar a protegerlos como siempre he deseado.

Shun miraba curioso mis heridas y sus pequeños dedos trazando estas con un gesto sorprendido, yo no le detengo soy su padre y no me puedo esconder por siempre de él ni de nadie. Las acaricias son sin asco, no tiene lástima de mí es solo curiosidad, pero mantiene el ceño fruncido al mirar mi frente, no estoy seguro de lo que piensa y me angustia.

Hyoga me tranquiliza con su mano sobre mi hombro antes de sentarse a mi lado, me hace sentir seguro, así como en esas noches cuando despierto sudado y llorando por alguna pesadilla, él es real igual que Shun que me da un beso cada vez que corre a mí, se siente bien ser amado.

-¿Papá, eran enormes los dragones que te atacaron?

-¿Dragones?

-Sí, pero yo no dejaré que te hagan daño, se cómo alejarlos para que no te lastimen nunca.

Hyoga me explicaba cómo ser padre y ahora puedo entender que son los dragones y mi hijo me salva de ellos y le cuenta a todos sus compañeros que tiene dos padres que son cazadores de los dragones malos. Me hace sonreír cuando dice cosas que solo el comprende, pero la mejor sensación es cuando llego del trabajo y salta a mis brazos o se sube a mi espalda, solo para decirme que me ama. Tengo una familia.

Fuimos al cementerio mamá y papá deben conocer a su nieto y a mi pareja, pronto nos podremos casar para formar una familia como debe ser, muchos no lo ven bueno, pero ya no tengo miedo sé que Hyoga me ama y sé que Shun es un regalo, yo ya no estoy solo ahora soy feliz, no soy una bestia y aunque tengo miedo por momentos. pero el amor tiene más poder y los fantasmas ya no lastiman y los dragones ya no me golpean.

Ya no soy una bestia soy un hombre de veinticinco años que pertenece aquí, al lado de quienes me aman y no me juzgan.

-Fin-

 

________****_______

 

Epilogo

-Todo lo malo queda atrás dando espacio a lo bueno, hijo recuerda que tenemos el derecho a elegir y esas decisiones cambian nuestras vidas para bien o mal. Nunca dejes de ser quien eres Ikki, eres un ser muy especial y hermoso, te amo hijo.

-Yo elijo estar siempre contigo mamá.

Aún le leo ese cuento de la Rana no importa que tenga sus doce años, seguiré leyendo hasta que decida que ya no lo desea. Supe que se había dormido cuando soltó mi camisa y besé su frente con amor arropando su cuerpo. Sin duda está agotado al disfrutar de su cumpleaños y yo no lo he dejado solo, sigo aquí para ellos.

Lo miré una vez más antes de irme al encuentro con Hyoga que me esperaba paciente en nuestra habitación la que una vez fue la de mis padres y que ahora hicimos nuestra con nuevos recuerdos.

Él me tomó de la mano haciendo un agarre firme yo por mi parte sintiendo esa misma extraña sensación en mi piel como si se incendiara. Mi beso fue torpe y las caricias algo descoordinadas, su piel es hermosa, suave al tacto, un aroma abrumador que aún no me puedo acostumbrar y me dejo llevar. Me di cuenta que mi experiencia solo era reducida a Hyoga y sé que él lo sabe porque muestra esa sonrisa ladina en sus labios, pero compresión en sus ojos. Creo que aún no soy un hombre completo, sigo sudando cuando nos entregamos el amor del cuerpo.

Me dice que hacer el amor conmigo es como la primera vez y que eso le gusta mucho, yo solo deseo verlo feliz y que no me deje. Mis manos por si solas ya saben lo que deben hacer y lo mejor es desprender la ropa que cubre el cuerpo de Hyoga, mientras que él hace lo mismo conmigo dejando un rastro de besos por mi cuello.

Ambos jadeamos por el contacto de nuestros cuerpos ahora desnudos, deslicé mi mano por su terso pecho memorizando cada rincón de su piel, llevé mis dedos hasta su miembro acariciando ligeramente la cabeza algo mojada, pude ver el gesto en su rostro mostrando el placer en este. Su vello rubio apenas crecido, dan una visión ardiente a mis deseos de poseerlo, aunque me tiemblan las manos, pero sé que no le haré daño.

Mi mano bajando y subiendo en una lenta masturbación, mientras el me besa enredando sus dedos en mis cabellos, apenas puedo mantenerme cuerdo para no saltar sobre su ser, el hacerlo bien es parte del amor que le tengo. Su mirada suplicante y perversa me hizo soltar su eje así que le cubrí de besos hasta llegar a la ingle, obligando a este a poner sus rodillas hasta su pecho y admiré el arte de la pasión.

Rocé la punta de mi lengua desde su entrada hasta la parte atrás de aquellas bolsas duras, haciendo varias veces lo mismo, mordiendo la carne sensible de su falo que pide ser atendido, así que lo acogí en mis labios al extender un poco sus piernas para darme espacio, su sabor es un fino licor que no puedo dar nombre, solo sé que es Hyoga. Puedo registrar su suplica y estoy de acuerdo con ello, también necesito estar dentro, pero aún no, quiero sentirlo y que solo recuerde mi nombre.

Mordiendo sus nalgas, apretando un poco sus bolas dando una que otra palmada a su polla, me tiene jadeando bajo un sudor candente que ya me hace perder la razón de lo que hago con su cuerpo y como este me pide más. La saliva recorriendo su agujero fruncido y suave cual penetro solo la punta de mi lengua, sintiendo el peso de sus piernas en mis hombros, mientras le mantengo firme al sujetar la cadera para que no se impulse y folle mi boca. Es torturante para ambos, pero lo necesito a mi forma.

Me separé a sabiendas de que estaba por correrse, pero no lo deseo así quiero estar enterrado y sentir como se deja llevar por la lujuria entre mis brazos, puedo notar su disgusto, pero es reemplazado cuando vio como me frotaba mi pene ante sus ojos.

-Te necesito Ikki, quiero sentirte y perderme en ti.

-Ambos nos perderemos Hyoga.

-Entonces deja que te haga sentir cuanto tengo para darte.

Sus palabras fueron promesas cuando atacó con su boca mi extensión jugando con sus dedos en mis adoloridas pelotas, sabía que me haría tocar el cielo. Tiré la cabeza atrás moviendo mis caderas para marcar el ritmo deseado, me entregué a él una vez más.

Sus dedos en lo más profundo haciendo que mi punto sacudiera con violencia cada terminación nerviosa mientras que me aferro a las sabanas hoy sería de Hyoga como él ha sido mío. Sus dedos habían desaparecido y no dudó en reemplazarlos por su pene, doloroso, exquisito mientras de hundía hasta la empuñadura, no pude evitar soltar un gruñido cantando su nombre.

No se movió, bajó para besarme, para susurrarme que todo estaba bien y que me podía relajar, que me haría sentir bien y que despertaría a mí lado. Le creí y sus movimientos eran lentos, profundo, mientras que sus gotas de sudor caían en mí y las mías se perdían en alguna parte de mis cabellos azulados. Enterré sin herir las uñas en sus nalgas bronceadas para que se adentrara más, así que levantó mi pierna en su hombro marcando ahora el ritmo de lujuria que me hace gritar su nombre.

Se salió de mi cuerpo y sabía que deseaba y lo complací cuando me adentré en su interior, mientras que le masturbaba ambos envueltos en un beso, sudor, desesperación. El sentir su cuerpo tensarse y la espalda arqueada solo muestra las señales que disfruta tanto como el amarnos en el cuerpo. Mis estocadas más furiosas el instinto más primitivo mientras que entraba y salía haciendo añicos toda razón.

Descargué mi semen en lo más profundo de sus entrañas y el me marcó mojando mi pecho, estaba con los ojos cerrados y cansado. Solo me dejé caer a su lado y lo atraje a mí para envolverlo y protegerlo como siempre quise cuando en aquel momento cuando le entregué mi corazón.

-No me puedo mover, creo que me has partido en dos.

-Te asearé y luego podrás partirme en dos si es que no cambias de posición de nuevo.

-Ponte de cuatro, te mostraré algo nuevo.

-¡Joder!, eso duele…

-Es solo el inicio de lo que te haré Ikki.

-Fin-

Notas finales:

Después de tanto tiempo sin publicar y escribir aquí les dejo mi nuevo proyecto de Ikki x Hyoga, espero que les guste.

Sobre todo les doy gracias a dos hermosas personas que siempre me apoyan en todo momento. Lau, Isa. Gracias. 

Kisus pervetidos.


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