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Un lugar lejos de aquí por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

Los personajes de Yuuri on Ice y Kyo Kara Maoh pertenecen a sus respectivos creadores.

 

En un lugar lejosde aquí 

 

Quien lo iba decir... luego de cumplir su sueño de patinar al lado de su ídolo... luego de haber compartido más que la pista de hielo con quien le inspiró a ser patinador... luego de haber conocido una ilusión tan hermosa como lo era el amor... quien diría que por una lesión en su tobillo dejaría de patinar profesionalmente, una lesión en la final del Grand Prix le quitaría la oportunidad de ganar su quinta medalla de oro, tal vez plata o bronce, Yurio había sorprendido a todos una vez más quizá le hubiera arrebatado el oro a Viktor, el caso es que, luego de la lesión y el retiro de la competencia... todo cambió.

 

Y no, no es por insertar 'drama' en esta narración que usaron esas palabras, no, en realidad para alguien con problemas de autoestima y ansiedad que aunque parecieran haber desaparecido en realidad nunca lo hacen, esos problemas hay que estar combatiéndolos a cada momento y, con algo como una lesión en alguien como Yuuri, en alguien como el tierno Yuuri... es lo que marca un cambio definitivo. 

 

Los días de entrenamiento se convirtieron en días de terapia, horas de práctica extra se convirtieron en descansos para evitar complicaciones y un alejamiento parcial de sus compañeros de pista en San Petersburgo... al evitar temas dolorosos al platicar con su querido Viktor; sobre todo temas de la terapia de Yuuri estaban más que prohibidos, los repasos de las coreografías de nuevas rutinas de Viktor que sorprenderían al público eran incómodos, además lo poco que se veían por sus desordenadas agendas, dejaba casi nada de qué hablar. 

 

Macachin había partido a encontrar a Vichan hacía un año, Yurio se dedicaba en cuerpo y alma al patinaje para supera a Viktor además de pasar tiempo con su amigo Otabek, los demás integrantes del equipo ruso no eran tan cercanos al japonés y los nuevos reclutas lo eran menos pues se dejaban guiar por la competitividad, se cegaban por sus fobias o se dejaban intimidar por sus ídolos.

 

Poco a poco Yuuri sintió cómo su relación descendía poco a poco, de couch y atleta a solo pareja, de pareja comprometida a casarse luego de cinco medallas (de oro) ganadas en el Grand Prix a pareja que a penas va conociéndose, de pareja que evalúa el futuro juntos a pareja novicia, y, volvieron a donde todo empezó, a ídolo y fan... donde Yuuri seguía la carrera de Viktor por los diferentes medios de comunicación porque apenas y se hablaban dentro del departamento que supuesta mente compartían, de ídolo y fan a... ¿qué seguía? 

 

¿simples conocidos? 

 

¿solo dos hombres que compartían un departamento?

 

Al caer en cuenta de su situación, Yuuri tomó el primer avión a Japón. 

 

Siempre regresa a Japón, a su casa, cuando parece que el mundo se le derrumba regresa a lo que fue su hogar en la infancia, y... no, claro que hubo problemas pero no eran comparación a lo que ahora aflige su tierno corazón. No, no regresó a Yuutopia, ni siquiera pisó Hasetsu, ahí podrían encontrarlo. Se fue en el tren durante todo su recorrido y bajó hasta donde ya no había más camino por recorrer, llegó a una zona más rural, pocas casas dedicadas a la siembra, un lugar bastante tranquilo para vivir. 

 

¿Era tan malo resignarse? se preguntó, luego de un par de años sin nadie que fuera en su búsqueda se sentía tonto cuando lo recordaba su efímero pensamiento.

 

Logro asentarse bien, amaba las primaveras y otoños pero le rehuía al invierno, el frío hacia que la lesión de su pie doliera como si nunca hubiera sanado; algunos de los vecinos lo llevaron con otro joven que también había ido en busca de alejarse de su hogar, llevaba un par de años más que los que Yuuri llevaba a cuenta, el joven con cabellos de sol como le llaman los locales es un experto sanador.

 

Sí que tenía cabellos de sol, su tono de cabello era un poco más dorado que el de Yurio y sus ojos verdes eran un poco más grandes y un poco más profundos que los de su contraparte rusa, a diferencia de Yurio y su salvaje inocencia, este joven Wolfram tenía una mirada que hablaba de experiencia un poco más allá de competencias y responsabilidades normales de todo chico, además, el aire que lo rodea, los movimientos con cierta gracia como si fuera un tipo de realeza... no debería meterse en asuntos de otras personas así como él evitaba hablar de su pasado con sus vecinos.

 

Wolfram era un joven hermoso, era arrogante y orgulloso en ocasiones que se veía desesperado luego miraba a lo lejos, perdido en sus memorias, y regresaba a la tierra con una sonrisa triste e intentaba resolver lo que lo irritaba o atendía a quienes llegaban a su pequeña casa y le pedían sanara el dolor. Los vecinos que lo llevaron hacia Wolfram los presentaron, hicieron una breve plática y luego procedieron a revisar el pie de Yuuri. Wolfram se negaba a llamarle por su nombre y solo le llamaba Katsuki-san, cada que alguien más pronunciaba su nombre había un reflejo de nostalgia en los verdes ojos del rubio; se hicieron amigos no por otra cosa en común que el que ambos parecían ocultarse de alguien, ocultaban su corazón roto.

 

Fue un día de verano, sentados bajo un frondoso árbol en una colina que por las plantaciones y los riegos naturales de agua lo hacían un lugar perfecto para soportar el calor, donde Yuuri contó parte de su vida, su carrera, su inspiración y su amor, también contó el cómo terminó y su decisión por retirarse a ese lugar; Wolfram contó parte de su historia, provenía de una familia acomodada y luego llegó alguien a mostrarle una parte diferente de la vida, estuvieron comprometidos desde el principio pero el otro nunca vio a Wolfram más que como un buen amigo, Wolfram no lo soportó y terminó por darle su libertad al anular el compromiso, se fue en busca de un lugar donde estar tranquilo y tal vez, solo tal vez alcanzar la resignación de volver y ver a su 'amigo' ya con una familia.

 

El resto del verano compartieron comida y fruta fresca, Wolfram se quejaba de no comer más que sandía pero no dedicaba ni una mirada a las fresas o mangos que Yuuri conseguía de otro pueblo; en otoño recolectaron las pequeñas huertas que tenían tras sus casas, cubrir las raíces además de intercambiar con sus vecinos lo que les hiciera falta y Yuuri intentó cocinar katsudon para su amigo; en invierno Wolfram daba alivio al pie de Yuuri con sus cálidas manos luego que le convenciera de  bailar para él las piezas que recordaba de su infancia, tomaban chocolate caliente e intercambiaban historias de sus vidas y en primavera... en primavera juntaron su coraje y decidieron visitar a sus familiares y amigos.

 

No, no fueron juntos. Solos llegaron a ese poblado arrastrando un corazón roto y solos iban a enfrentar sus miedos.

 

Pasaron dos semanas para volverse a ver, en un restaurante modesto de estilo europeo cerca de la central de trenes bala en Tokyo; Yuuri estaba en una mesa contemplando sus opciones: irse, salir de ese restaurante con delicioso aroma a café y regresar a la casa que compartía con Wolfram muy lejos de ahí o... o esperar, tragarse el poco orgullo que le queda, y esperar a que Viktor termine su cita inesperada a dos mesas de donde él estaba. 

 

Es decir, no podía negar que le dolía ver a quien una vez quiso tanto como adentrarse a un deporte tan único y particular como lo era el patinaje artístico sobre hielo con alguien más aún sabiendo que ellos ya habían establecido el lugar, la hora y el día de su 'encuentro'. La 'cita' inesperada de Viktor era linda, elegante y toda una estrella con luz propia como el mismo Viktor... tienen más cosas en común que lo que un día ellos tuvieron. En un rincón de su mente, algo le susurraba que Viktor lo había hecho a propósito, que lo estaba evitando o que le estaba provocando. 

 

Suspiró, esa sería la última y única vez que Yuuri aceptaría verse con Viktor para hablar de su pasado y tal vez quedar amigos, paso gran parte de los 23 años que tenía cuando lo conoció a ser reconocido por su ídolo, el tiempo que pasó con él y a su lado fueron fantásticos y puede que prefiera quedarse con esos buenos recuerdos con este último que se estaba formando y luego, en el futuro, bueno ya se vería pero eso sí, ya no habría un futuro junto a Viktor.

 

Antes llamara a un mesero para pagar su café e irse, la silla frente a él se ocupó con un rubio bien conocido para él. Wolfram lo miró a los ojos y le empozó a contar de su 'enfrentamiento' con su antiguo prometido; saludos y regaños de su madre, tío y hermanos, reproches de Greta y su ex, calmó a Greta y le prohibió a su ex que le exigiera explicaciones, se sorprendió de no hallarlo con una familia y le felicitó por los tratados de paz que consiguió con quienes antes ni se les acercaban; hubo varios ofrecimientos de puestos para que se quedara, hubo propuestas y hasta quisieron retenerle a la fuerza, lo evadió todo y los demás aceptaron su decisión cuando dejó en claro que alguien lo estaba esperando.

 

Yuuri estaba tan atento al relato de su rubio amigo que se había olvidado de Viktor y su cita, no fue sino hasta que frente a Wolfram y él había platillos y bebidas que pidieron distraídamente durante su charla que una sombra les bloqueó la luz de la lámpara que iluminaba la discreta esquina en la que estaba su mesa, cuando Yuuri y Wolfram alzaron la mirada para notar lo que les bloqueaba la pálida luz que les iluminaba fue para encontrarse con un serio Viktor Nikiforov con molestia en sus ojos. 

 

No, no hubo una discusión, no, no hubo un enfrentamiento verbal ni física entre Wolfram y Viktor, no, Yuuri no le agradan ese tipo de escenas y menos por algo que no tienen razón a ser discutido. Con calma se levantó y le explicó a Viktor que "su tiempo de hablar"  había terminado, le pidió que se fuera, que tal vez en un futuro podrían verse, mientras tenía a alguien que le estaba platicando cosas que quería compartir, tenían una cena que terminar y un viaje que planear... el tiempo que le iba a dedicárselo a él se había terminado mientras estaba con su cita inesperada.

 

Yuuri regresó a su plática con Wolfram, distrayéndose con comentarios sobre sus platillos y pensando en lo que pedirían de postre, Viktor seguía ahí parado sin saber cómo actuar, sin saber a qué emoción darle paso, ¿molestia? ¿celos? ¿angustia? ¿arrepentimiento?

Un mesero, testigo de la larga espera que el ruso había sometido al tierno japonés que ahora se veía más feliz en compañía del otro extranjero, guió al famoso deportista hacia la salida... no era justo que luego de lo que hizo esperar, lo que le hizo presenciar durante tanto tiempo fuera ahora a arruinar el momento agradable de los hombres que discutían sobre ordenar pie de manzana con helado o puddin.

 

No era la despedida que Yuuri esperaba, pero no dejaba de ser una despedida definitiva.

 

 

Fin.

Notas finales:

Gracias por leer, 

Kunay_dlz 

 

Miércoles 8 de noviembre, 2017


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