La pareja mantenía su porte serio e imponente, sabían que sus vidas estaban muy cerca de terminar.
Miradas de seres crueles y fríos caían sobre ellos. Todos mirando con desaprobación, esperando con ansias ver sus cabezas rodar por los suelos.
-Han traicionado su juramento. –Decía una potente voz. –Y todo por proteger a unos inmundos donceles. –
La mujer puso una expresión de furia al escuchar que sus hijos eran llamados inmundos. Una lagrima de impotencia se le escapó, deseando que ojalá nada hubiese cambiado en los años anteriores.
Hace mucho tiempo en el año dos mil treinta surgió un tercer género. Hombres con apariencia andrógina y capaces de concebir como las mujeres.
Estos fueron denominados como criadores como término coloquial, otro más sofisticado fue donceles.
Rápidamente fueron rechazados por el vaticano, que con horror miraban a esos niños como una abominación, como la última señal antes de los últimos días de la tierra.
La ciencia buscaba las respuestas, pero nada acerca del origen de estos seres. Simplemente tenían órganos sexuales masculinos externos, y femeninos internos. Nada de eso tenía sentido.
Pero al poco tiempo estos fueron integrándose, y la humanidad que en ese entonces era más abierta de mente los aceptó.
Los donceles eran un misterio y al mismo tiempo algo común en el mundo. En cualquier embarazo podría nacer alguno de estos.
Pero pasaron los años y algo ocurrió que no les gustó para nada al ya establecido orden mundial.
Los donceles o criadores, comenzaban a nacer con ciertas características que sobrepasaban a los otros dos sexos. La fuerza física sobrepasaba a la de un hombre adulto entrenado. Eran inmunes a algunos virus o enfermedades. Y su cuerpo no envejecía tan rápido como los demás seres humanos.
Los altos mandos iniciaron una investigación acerca del tema, una hipótesis dictaba que estos eran seres que estaban en constante evolución. Tenían la capacidad de seguir mejorándose y se desconocía hasta donde podrían llegar.
Así como los seres humanos habían evolucionado desde el mono, justo como la teoría de Charles Darwin. Pero por ciertos factores nos estancamos en lo que somos ahora.
¿Era acaso que los donceles eran el siguiente escalón en la evolución? Fue la pregunta que todos se hicieron.
De ser esto cierto, así como con las evoluciones anteriores los humanos desaparecerían. Quedarían atrás y olvidados, los donceles serían lo último que quedaría en el universo.
Esta teoría era inquietante para las personas egoístas que no querían aceptar que hubiese seres superiores sobre los humanos comunes.
Sin embargo, no querían alterar a la humanidad, ya que esto causaría que el muy bien controlado y manipulado orden sería roto, y perderían el control. Prefirieron mantener en secreto esta investigación esperando encontrar una forma de solucionar ese problema.
Un año más tarde se creó la ley de Asignación filial; Esta misma fue establecida para bajar la tasa de natalidad en todo el mundo, ya que la sobrepoblación era un problema y de paso se reduciría el número de donceles.
Al paso de los años esta ley parecía funcionar correctamente, o eso creían. Hasta el año 2417 el nacimiento de mujeres bajaba rápidamente, era difícil encontrar a las de este género. Esto era bastante preocupante.
Las cosas empeoraron cuando los donceles empezaban a ser todos sin excepción superdotados, con una facilidad de aprendizaje sorprendente. Su coeficiente sobrepasaba los límites a tempranas edades.
Y por fin la gota que derramó el vaso fue la siguiente; los donceles encontraron una nueva anomalía en su organismo. Desarrollaron la capacidad de poder embarazar. Su esperma ahora era fértil y utilizable. Pero esto funcionaba con otro doncel.
Ellos tenían el útero dar la vida a un niño sano, y la posibilidad de engendrarlos. Las mujeres y los hombres dejarían de ser necesarios.
Y esto fue una luz de alarma que sacudió al mundo entero. La élite comprobó que su teoría de la evolución era cierta.
Todos llegaron al acuerdo de que los donceles deberían dejar de existir. Así que crearon una ley que dictaba que todos los del tercer género serían ejecutados al nacer.
Los acusaban de portar enfermedades muy dañinas, que eran los responsable de que las féminas comenzaran a escasear. Simplemente eran un peligro para la supervivencia humana.
Desde ese hecho fueron fundados los Arcángeles que eran los encargados de asesinar a los pequeños, dando alusión a que los bebés serían recogidos por ángeles, que irían a un mundo mejor.
Los miembros de esta organización eran personas sin escrúpulos, sin miedo a hacerle volar la cabeza a un bebé.
Dos de estos, los más reconocidos, eran Kushina y Minato Namikaze. Una pareja sanguinaria que repudiaban tanto a los donceles que eran los más aptos para este trabajo.
La mujer era la encargada de monitorear los embarazos de cada mujer en el mundo, ya que nadie podía esconderse de su ojo grisáceo. El cual perspicaz y juzgador cuidaba cada movimiento. Si detectaba a un doncel en camino enviaba a un Arcángel para que cumpliera su trabajo.
Su esposo Minato, creó algo a lo que llamaban la salvación del mundo. Era una dosis de una fórmula que aumentaba la probabilidad de tener a un varón o a una mujer hasta un noventa y cinco porciento.
Pronto la vida les regresaría lo que han cosechado con sus ruines actos, en nueve meses exactamente…