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Empezando de cero por Pato359

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-¡Otabek! -Yurio se separó de Yakov para correr hacía el kazajo, que salía de la sede donde había ocurrido el Gran Prix.

-Yuri...

-Oye... lo hiciste muy bien. No... no había visto una coreografía tan buena... con... con Mozart -estaba nervioso. Eso de "elogiar" no estaba entre su vocabulario.

-Bethoveen -le corrigió, con un ligero tono de burla.

El rostro de Yuri tomo color rápidamente. ¿Cómo había sido tan tonto en decir que había sido una pieza de Mozart? Sus nervios crecían en su estómago. No lo hacía  sentirse bien.

-¿Te encuentras bien, Yuri?

-Sí, estoy perfecto. Solo venía a preguntar qué planes tenías ahora.

-Creo que seguiré practicando para el año próximo.

-¿Eh? ¿No piensas descansar?

Wow. Ahora sí Yurio no podía reconocerse a sí mismo. ¿Descansar? ¿él que casi muere esforzándose al máximo para alcanzar el oro en su debut como senior?

-No realmente. Hay mucho trabajo que ha...

-¿Qué tal si vienes a mi casa? -lo interrumpió. Por fin lo había sacado.

-Pero... vives en Rusia.

-Sin peros. Si no vas, podría dejar de llamarme tu amigo.

Sin más, Yurio metió las manos a sus bolsillos y se fue hacía el resto de su grupo. Con la capota de la chaqueta puesta, no se notaba su sonrojo de la vergüenza que tenía. Sentía su corazón completamente acelerado. Ni siquiera estaba seguro si Otabek llegaría a su casa. Quizá la forma de pedírselo no fue la ideal.

Suspiró y subió al avión, al vuelo que lo llevaría directo a casa.

***************

-Yo iré, abuelo -Yurio salió de su cuarto disparado.

El timbre de la casa sonó. Cosa que le parecía extraña pues ni su abuelo ni él esperaban algún tipo de invitado.

-Bu...

-Hola, Yuri -Otabek vestía un abrigo largo junto a una bufanda. A su lado, una pequeña maleta de ruedas.

Yurio intento no demostrar en su rostro tanta felicidad al verlo ahí de pie. ¡Sí había ido! ¡Otabek estaba en Rusia gracias a él!

-Yuratchka, ¿quién es?

-Eh... abuelo... él es Otabek Altin, un amigo que conseguí en mi estadía en España. Lo invité para quedarse con nosotros.

-Lamento las molestias, señor.

-Oh no, ninguna. Pasa, pasa. Ayudalo con sus maletas, Yuratchka.

-Yo puedo llevarlas... -pero ya era demasiado tarde. Yurio no se dio a esperar y corrió con la maleta de Otabek a su cuarto.

El kazajo ingresó a la casa. No era la gran cosa. Muy acogedora. En una repisa tenía fotos, la mayor parte de ellas de Yurio en sus inicios de patinaje. Recorriendolas con la mirada, había una donde se encontraba en compañía de una mujer.

-Es la madre de Yuri -le confirmó el abuelo, leyendo sus pensamientos. No dijo nada más sobre el tema y Otabek tampoco preguntaría.

-Ya acomodé todo, abuelo -el rubio apareció. Tenía una gran sonrisa en sus labios. Con su abuelo se sentía muy feliz, y ahora con su amigo también ahí, le parecía imposible dejar de sonreír.

-Bien. Podrá dormir en el cuarto de invitados. Prepara la mesa, Yuratchka, serviré la cena.

Asintió y desapareció con Otabek pisandole los talones.

-No es necesario que me ayudes. Eres el invitado. Puedo hacerlo solo.

-Pero... -el peli-negro sintió un escalofrío recorrer su espalda. Por el rabillo del ojo vio como el abuelo lo miraba de forma afilada como diciendo:

"O te quitas o te saco"

-Bien -Otabek tomo asiento en la mesa.

Con la cena ya servida luego de unos minutos, los tres se sentaron a comer.

-Espera a que pruebes todos los platos de mi abuelo. Nunca he comido nada tan delicioso más que de su cocina. Oh, ¿mañana podrías hacer pirozhki?

-Por supuesto -el abuelo le mostró una sonrisa amable a su nieto.

Otabek, disimuladamente, no apartaba la vista del rubio. El encanto de aquel quinceañero no se encontraba solo cuando patinaba. Sus facciones, su cuerpo, sus emociones, todo era un compuesto de su carácter. La palabra "delicado" no sería la apropiada para describirlo, o tal vez no la única.

Otro escalofrío cruzó su espalda repentinamente. Apartó la vista de Yurio para ver hacía el anciano.

"¿Qué acaso algo se te perdió?" Expresaba.

-¿Otabek? ¿sucede algo?

-Eh... no, nada. La comida de tu abuelo es realmente deliciosa.

-Te lo dije -Yurio sonrió con superioridad. Sabía que tenía la razón al hacer dicha afirmación.

La cena no había sido único momento incómodo en la estadía del kazajo en Rusia. Habían veces que se encontraba con Yurio a solas, pero cuando estaba a punto de dar un paso adelante para llegar a algo más con él, el abuelo intervenía. Se acababan los días en que se hospedaría ahí.

Mientras Yurio hacía un mandado, Otabek permaneció en casa junto al anciano. Se le acercó con su expresión seria y se paró al frente de este.

-He visto sus intensiones de no dejarme acercar mucho a Yuri. Y quisiera preguntar por qué lo hace -estaba exasperado.

-Hmm... bueno, es sencillo. No quiero que cualquiera esté con mi nieto.

-¿Cómo dice? -frunció el ceño.

-Sí... Yuratchka es joven todavía. Nunca ha tenido muchos amigos. Es un buen chico. Puede no parecer  inocente pero nadie lo aprende a conocer.

-¡Eso es lo que yo quiero! Conocer mucho más de Yuratchka Plisetski. Entiendo lo que dice. Pero yo no buscó sólo su amistad. Vine aquí a seguir avanzando. ¡No me rendiré aún si usted planea intervenir en cada momento!

La paciencia de Otabek estaba en su límite. Su vuelo sería al otro día y cosas que planeaba hacer, ninguna se había podido llevar a cabo.

Se molestó un poco más cuando escucho al abuelo reír y dar unas palmas lentas con sus manos.

-No he dicho ningún chiste.

-No -afirmó, secándose una lagrimita que había escurrido de su ojo-. No lo haz hecho Otabek. Quería ver qué clase de personas eras. Yuratchka es lo único que tengo, jamás permitiría que le sucediera algo. Y pareces ser alguien de confianza.

El kazajo estaba anonadado. ¿Una prueba? ¿Todo el tiempo había sido solo una prueba?

-Tú y mi nieto se ven bien juntos.

Otabek sonrió un poco, ya calmandose. No sabía cómo podía agradecer que el hombre mayor lo hubiera aceptado como alguien digno para Yuri.

***************

Yuri estaba preparado para dormir esa noche.

Su ánimo no era el más optimo pues hace unos minutos había estado viendo Instagram y las publicaciones de todo el mundo con pareja. Victor y el tazón de cerdo, el checo y el italiano, el yo-no-sé-qué de las estrellas y el chinito raro... hasta Giorgi parecía tener una nueva novia.

Había invitado a Otabek a conocer su casa porque quería pasar más tiempo con él. Se tiró en la cama y mientras veía el techo notó que por más que lo intentara, no podría avanzar con él. Yurio no sabía cómo demostrar abiertamente sus emociones. Sólo le salía bien con su abuelo. Al inicio no había sido difícil expresarse con su nuevo amigo, pero con su corazón cambiado, no estaba seguro.

Su brazo había llegado a cubrir sus ojos. El estrés lo llevaría a un colapso si no se relajaba. Pero ¿cómo?

¡¡BAM!!

Sus labios se sintieron realmente cálidos. Su nariz podía percibir cierto aroma. Retiro su brazo casi al mismo tiempo que Otabek se separaba de sus labios y lo miraba a los ojos.

-Ota...

-Tu casa es muy linda, Yuri. Espero que puedas venir a ver la mía.

Yurio sabía que eran compatibles. Ninguno de los dos era muy expresivo ni directo. Por eso mismo entendió el mensaje.

-Iré tan pronto como pueda.

Los dos se volvieron a besar con mas intensidad. Yurio rodeo el cuello de Otabek mientras sus labios se movían a compás. Ambos descubrieron que eran correspondido y que habían pasado del cero al uno en una ruta larga para formar su relación.

-Sigues teniendo la mirada de un soldado, Yuratchka.

Yurio se sonrojo y abrió espacio en su cama para que los dos pudieran acomodarse. Abrazados, durmieron bajo las mantas en la helada noche.

En la mañana Otabek comió de nuevo los deliciosos Pirozhki. Se llevaba unos cuantos para su casa.

-Buen viaje, chico. Por favor cuídate.

-Lo haré, señor.

-Y cuida de mi nieto -le susurró con aire cómplice.

Otabek asintió con fuerza, partiendo hacía el aeropuerto junto a Yurio.

No iban tomados de las manos por si había alguna fan o periodista que comenzara rumores sobre ellos. El rubio lo acompañó a hacer todo su papeleo y a la sala de abordaje.

-Te esperaré en casa entonces.

-Llegaré cuando menos te des cuenta. Ya lo verás... Cuídate en el viaje.

Otabek no pudo resistir a acercarse y besar la frente de Yurio.

-Te amo -susurró sobre su piel antes de separarse.

-Yo también...

"El vuelo 1508 con destino directo a Kazajistán, abordar por la puerta número 6" anunció una mujer en el citófono.

Como algo más que amigos, Otabek se despidió de Yurio y abordo el avión, feliz de que despegara su relación con el hada rusa.

 


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