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Con el calor de tu espalda por Pato359

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-¡Tsukki! -Yamaguchi corrió a toda velocidad para alcanzar a su amigo quien ya bajaba las escaleras para la estación del metro.

Eso de compartir apartamento con tu mejor amigo no era tan sencillo como se lo había imaginado unas tres semanas antes cuando escuchó a Tsukishima decirle la idea a su hermano.

-¿De verdad quieres hacerlo Kei?

-Es tiempo de independizarme.

-¡Oh, vamos! Hasta ahora vas a acabar la preparatoria.

Yamguchi vio como Tsukki permanecía serio, quieto, como una gran muralla alta e impenetrable, no abierta a una negación por respuesta. Akiteru suspiro y se llevo una mano a la frente.

-Vale. Creo que no podré interponerme a eso.

Su madre también aceptó la decisión.

Como si ya predijera el resultado, Tsukishima ya era recidente de un aparta-estudio cercano a la estación del tren. Incluso tenía un pequeño empleo para ganar dinero y pagar el alquiler. ¡Era tan maduro! Yamaguchi estaba impresionado.

-¡Tsukki! ¿me mostrarás dónde vives?

-No.

-¡¿Eh?! ¿por qué? -hizo un puchero.

Se encogió de hombros y se colocó sus audífonos.

-Entonces... ¿puedo ir a dormir contigo?

-No.

-Eres muy malo. Hace dos años que somos novios y no has cambiado en nada conmigo. Sigues tratandome igual que siempre.

Ninguno de los dos dijo nada. Yamaguchi perdía las esperanzas, incluso ya había suspirado en señal de derrota.

-Haz lo que quieras.

Fue un susurro que en los oídos del más bajo se hizo un grito que escondían un "sí" detrás. Convenció a su mamá diciendo que viviría con Tsukki y no quedaría mal alimentado, alistó una maleta que tuvo que desarmar al día siguiente pues la acomodación de las cosas no estaba completa. Espero impaciente por el fabuloso día.

El día que lo conoció se fijo que de verdad era lo suficientenmente grande para una sola persona. Estaba la cocina en un pequeño cuarto, a la salida de esta ya se encontraba la sala. No era solo dar unos pasos más y ya se encontraba la cama sencilla. Frente a esta, una ventana grande de cortinas medio transparentes. ¡Se veía tan iluminado por el sol! El armario ocupaba una pared, tenía una repisa para el televisor. Por ahí había un escritorio y una computadora. El baño era lo más pequeño. Tal vez no era tan pequeño como pensaba.

Ambos chicos desempacaron sus maletas y distribuyeron sus ropas en los cajones.

-Viendo que te vas a quedar -Tsukishima se levantó y de su bolsillo sacó la llave del departamento-. Algunos días tengo que ir a trabajar así que no llegaré temprano. Mientras esta lista la copia tendrás esta.

-¡Claro, Tsukki! -sonrió apretando el objeto en su mano.

Buscó un llavero en la cual ponerlo. Sabia perfectamente cuál: hace un año, como un pequeño regalo de aniversario, Tsukishima compró un dije de pareja. Era un baloncito de voleibol que se fraccionaba igual que el Ying y el Yang. Cada uno conservaba una mitad colgada en el celular, pero viendo la dirección, Yamaguchi lo iba a cambiar.

Al día siguiente, compraron todos los alimentos y productos que necesitarían. Yamaguchi pensó que tanta comida no podría caber en la cocina. Hicieron el aseo también, dejando todo limpio.

Todo iba bien los primeros días. Luego Tsukkishima parecía ignorarlo mas de lo normal. Desayunaba brevemente y salía corriendo sin despertar a su compañero, mucho menos le dejaba desayuno hecho. Al pobre de Yamaguchi le tocaba hacer todo a gran velocidad para poder llegar a tiempo a la estación.

Eso le pasaba ahora, precisamente. Bajó las escaleras de dos en dos y pasó su tarjeta.

-Hagase detrás de la línea amarilla, por favor. Las puertas se están cerrando -decía la voz de una chica. Yamaguchi corrió veloz y logro llegar al otro lado antes de quedar aplastado.

-¡Tsukki! Po-por qué n-no me des-despertaste -le reclamó a su amigo que estaba sereno al lado de la puerta.

-No soy tu mamá como para hacerlo.

-¡A-al menos hubieras de-detenido la puerta! -su reclamó perdió poder al tomar una bocanada de aire.

Tsukishima no respondió.

Ambos fueron al instituto y en la tarde asistieron a su práctica en el equipo de voleibol. Ya sería su último año ahí. Estaban en tercer año, después de todo. Faltaba poco para que tuviera  que empezar a ver opciones universitarias. A sus sempais les estaba yendo bien. A veces venían a los entrenamientos y jugaban un poco. Nuevos miembros se habían metido y eran entusiastas, sin contar que Hinata hacia que todo se viera genial.

Volviendo a casa tomaron el tren también. Tsukishima se bajo una estación antes y fue a trabajar. Yamaguchi siguió su camino hacía el apartamento. Abrió la puerta e hizo la cena.

-Listo -sonrió al probar que la comida estaba bien sazonada. Sacó los platos para servir. Sin querer su mano golpeó la taza donde Tsukki tomaba café. Esta cayó al suelo y el corazón de Yamaguchi se detuvo.

La taza estaba intacta.

-Uff... -se despegó la oreja.

-¡¡Ahh!!

La recogió en sus manos. Corrió como loco al escritorio y sacó pegamento. Un poco aquí, otro acá... la taza parecía mejor. Esperaba que pudiera secarse. La dejó a un lado mientras continuaba sirviendo.

Tsukishima no se demoró en llegar. Yamaguchi lo saludó y anunció que la cena estaba lista.

Se sentaron a comer y todo iba bien hasta que el rubio se levantó por algo de beber. Tomo su taza y esta volvió a separarse de la oreja.

-¡¡Lo siento!! Estaba sacando las cosas para la cena y s-se cayó... ¡L-la intente reparar pero...! ¡¡Lo sien....!!

Tsukki lo había callado con un beso en los labios.

-Cállate, Yamaguchi -dijo al separarse.

-Kei...

-De todas formas iba a comprar una nueva -tiró la rota a la basura y volvió a comer sin decir ninguna otra palabra. Yamaguchi tampoco lo hizo.

***************

En la noche, Yamaguchi se tumbó en su lado de la cama. Dormía apenas con una camisa manga corta y un short. No encendió la televisión porque desde donde estababa, podía ver por el ventanal la gente que estaba afuera. O mas bien, las luces. Eso era mejor. Se veían las luces correr, andar, moverse. Sonrió pensando que podrían se pequeñas luciérnagas.

La puerta del baño se abrió. Tsukki salió con una toalla en la cabeza, secandose las gotas de agua que quedaban en las rubias ebras. Yamaguchi lo miraba sonriendo. Tsukishima se acercó y se tumbó al lado de su compañero, luego le dio la espalda, el otro también lo hizo.

Durmieron así toda la noche.

***************

A la mañana siguiente sucedió lo mismo que la vez pasada solo que esta vez el tren lo dejó. Yamaguchi llegó tarde y tuvo dos castigos. Se le quedó la lonchera y no desayuno bien.

-¡¡Estoy cansado!! Nos mudamos juntos y lo que haces es ignorarme más -le gritó a su novio rubio en la tarde, ya en casa.

-Yo no me mude contigo. Tú viniste y entraste, estableciendote -respondió Tsukishima.

-Me dijiste...

-Te dije "haz lo que quieras", y lo hiciste. De todas formas, nunca quise compartir piso contigo.

Esas palabras dieron duro en el corazón de Yamaguchi. Las lágrimas cayeron por si solas y en un arranque, empacó unas cosas y salió de ahí. Fue corriendo hacía su casa, en su cuarto se encerró a llorar. El dolor era muy grande. Las palabras se repetían una y otra vez en su mente.

-Tonto... tonto Kei... lo.... lo... amo a ese tonto....

No pudo dormir. Aunque lo intentara no podía. Por más que le costara aceptarlo, sin el calor que la espalda irradiaba, se sentía helado y solo.

***************

Por muchos días no hablaron, no cruzaron mirada. No fue hasta que Yamaguchi necesitó un libro del departamento que se encontraron.

-Lo siento... solo vine por un libro... ya me marcho -bajó la mirada y camino hacia la puerta. Tomo el pomo y sintió cómo fue jalado del brazo con brusquedad.

Tsukishima lo sentó en la cama e hizo que se quedara ahí. Lo vio meterse en la cocina y sacar una bolsa del refrigerador.

-Ten -se la tendió.

Los colores de la caja le hicieron darse cuenta de que era una pastel. Dejo la bolsa a un lado y cuando abrió la caja, una tableta de chocolate rezaba "Feliz aniversario, Tadashi". Unos muñequitos en versión chibi de cada uno, estaban con el uniforme se Karasuno, tomados de la mano. El pastel de cubierta blanca escondía los sabores favoritos de los dos.

-Etto...

-Perdona por lo ese día... estaba molesto porque alguien había dañado el pastel y, bueno, descargue mi ira en la persona equivocada.

-O sea...

-Que nada de lo que dije es cierto. Eres un buen compañero de cuarto.

El rostro de Yamaguchi brilló como la más grande súper nova del universo. Dejo el pastel a un lado y lo abrazó con fuerza.

-¡Iré por unos platos! -le dio un pico y corrió a la cocina.

Sí, definitivamente quería mucho a Tsukishima y siempre volvería a él.

-Te amo, Tadashi.

-¿Qué dijiste, Tsukki? No te escuche -y era verdad, pues apenas fue un débil susurro.

-Nada -llevó el pastel al comedor y un rato muy agradable de risas y bromas ocurrió entre los dos.

En la noche, cuando Yamaguchi se acostó, no sintió en calor de su espalda, sino el de su pecho presionar contra su espalda. Unos brazos largos lo rodearon por la cadera y lo pegaron al gran cuerpo detrás. El pequeño se acomodó feliz, sonriente.

-Yo también te amo, Kei.

 


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