“En la tierra de dioses y monstruos,
Yo era un ángel.
Viviendo en el jardín del mal.
Jodida, asustada, haciendo todo lo que fuera necesario.”
God & Monsters – Lana del Rey.
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El laptop ha sido colocado estratégicamente sobre la cama de manera que lo único que Marco tiene que hacer para ver la pantalla es mirar hacia el frente. Ha entrado a su sitio de porno predilecto y elegido la categoría que más disfruta: omega recibiendo el nudo de un alfa. Baja a través de la página, ojeando las sugerentes imágenes de los recuadros, buscando algo que llame su atención y rodando los ojos porque los nombres bajo los cuales han subido los videos siempre son tan ridículamente informativos.
“Hermosa omega con culo enorme cabalga a un dotado beta”
“Omega juega consigo mismo mientras un alfa folla su boca”
“Par de omegas dándose mutuamente placer oral”
“Doctor alfa hambriento por sexo folla sin piedad sobre la camilla a exquisito e indefenso omega”
La imagen en el recuadro del último título llama inmediatamente su atención, un chico de cabello negro alborotado, desparramado con las piernas abiertas sobre la camilla, cubierto en sudor, con la lengua afuera y saliva deslizándose por la comisura de sus labios mientras lo que parecen ser manos tatuadas juegan con sus pezones. La imagen es sumamente erótica, la hombría de Marco parece latir y sin pensarlo dos veces abre el vídeo que carga rápidamente y los créditos iniciales aparecen en pantalla, en una estilizada fuente de letra y en color rojo contrastando con el fondo negro se lee “Paraíso”; el nombre de la compañía a cargo de la película.
Luego de los créditos iniciales aparece en escena una pequeña sala de hospital, en medio de esta hay un hombre de estatura media, tez morena y amplios hombros vestido en una bata blanca con un estetoscopio colgando alrededor de su cuello, su cabello es negro azulado con patillas y una perilla bien cuidada. Todo en su postura grita alfa en celo, desde su respiración agitada, el tono rojo de sus mejillas y sobretodo el visible bulto en sus pantalones. Dos golpes en la puerta llaman la atención del doctor, quien con una voz ronca autoriza el paso. Un joven de cabello negro, piel bronceada y un poco realista traje de enfermera entra en la habitación, cerrando la puerta detrás de sí y caminando rápidamente hasta el doctor con una mueca de preocupación.
–Doctor – murmura el joven, sus manos acunan el rostro del hombre más alto quién se inclina en la caricia casi temblando y hace un sonido gutural de alivio al sentir el contacto del omega– trabajo tanto que olvido que su celo estaba cerca.
–Es tu culpa, Haruo– dice el doctor, sus manos sujetan al joven por el mentón, en una clara señal de mando para que lo observe a los ojos – inclinándote sin cuidado frente a mí con ese vestido tan corto que deja poco a la imaginación, oliendo tan endemoniadamente bien a omega dispuesto y sin marcar.
El omega tiembla en anticipación cuando los largos tatuados dedos se deslizan por su cuello hasta el escote del vestido donde se detienen y son reemplazados por una boca deseosa, que deja besos abiertos por toda la piel a la que tiene acceso. El hombre mayor toma la mano del joven para colocarla sobre su erección y frotarse contra esta.
–Doctor... – susurra el joven, jadeando en sorpresa cuando los botones de su vestido vuelan en todas direcciones al ser arrancado de golpe. La erección que se ha formado en su ropa interior es enfocada en primer plano, el doctor junta sus cuerpos y frota ambos sexos mientras su boca ahora conquista la del joven quien no le opone resistencia. Es tomado entre los brazos del hombre mayor sin dificultad y puesto sobre la camilla donde el doctor le arranca la ropa interior, descartándola a un lado junto a su bata blanca y camisa.
Haruo está desparramado sobre la camilla, sus brazos sobre su cabeza y las piernas abiertas de manera incitadora, exponiendo su pene curvado contra su abdomen y el lubricante natural que produce su cuerpo deslizándose por sus muslos y mojando las sabanas. Los ojos de Marco no pueden separarse del joven, ha cautivado completamente su atención y comienza a mover su mano sobre su erección.
–Mírate, que imagen tan escandalosa pintas – dice el doctor a su enfermero, quien hace pequeños sonidos de inconformidad en su garganta y separa más sus piernas, invitándolo a que lo tome sin más rodeos; el alfa toma su considerable longitud en la mano y sin delicadeza embiste contra el cuerpo sobre la camilla. Haruo jadea, largo y agudo, el sonido de un omega siendo complacido por un alfa capaz, el agarre de Marco sobre su erección se vuelve ligeramente más fuerte, empujando contra su mano hecha puño pensando en cómo el también sería capaz de complacer al joven, como lo haría sentir en el cielo mientras su pene gordo y largo lo llena hasta la base.
El doctor sigue embistiendo contra el cuerpo pequeño, sus dedos tatuados juegan con los pezones de rosa color sin delicadeza, retorciéndolos y jalándolos mientras sin piedad se entierra una y otra vez en el cuerpo del joven, quien ha dejado de formar frases coherentes siendo reducido a balbuceos incomprensibles y saliva deslizándose por la comisura de su boca ansiosa, de su lengua que busca la del doctor sin tener éxito y que lo hace lucir frustrado aun cuando perece estar cerca de alcanzar su clímax. Los movimientos de la cadera de Marco se han vuelto más violentos y puede sentir como su nudo comienza a formarse en la base de su pene.
–Voy a darte mi nudo – avisa el Doctor quien también esta al borde del orgasmo, sus manos sujetan la cintura del joven bajo el, quien asiente de manera impaciente – Y voy a llenarte con mi esperma, tanto semen que tu estomago se inflara como si estuvieras encinta.
El omega gime deseoso como si la idea de cargar un bebe del doctor fuera lo que más quiere en este mundo, moviendo sus caderas sin parar y envolviendo sus piernas alrededor del alfa, echando su cabeza hacia atrás cuando siente el semen caliente llenarlo y el nudo expandiéndose dentro de él, haciendo imposible que se separen de momento y eso gatilla el orgasmo del joven quien mancha su abdomen. Marco hace un sonido gutural que asemeja un gruñido cuando encuentra su liberación contra su puño, su nudo se forma en la base de su falo pero se deshincha al no tener nada a lo que aferrarse y Marco no puede pensar en ninguna otra cosa que el rostro del joven omega al recibir el nudo del alfa. Una vez ha conseguido calmarse y limpiar la evidencia de su orgasmo de su mano, busca en los créditos finales el nombre del actor y sonríe victorioso al encontrarlo.
Petite Luffy.
Una rápida búsqueda en google le da a Marco información sobre el joven. Luffy, 19 años, un año dentro de la industria del porno con el mayor número de ventas de películas en la categoría de omega en su compañía y la empresa internacional de entretenimiento para adultos, Raftel, desea firmar un contrato con él.
Marco recuerda el nombre para no tener que perder tiempo bajando a través del buscador de la página para una próxima vez e ir directamente al contenido del joven omega, que sin duda alguna ha flechado al alfa interior de Marco.