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Amargo como tu mirada, dulce como tu sonrisa por Dtzo

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Notas del fanfic:

Yu-Gi-Oh! ni sus personajes me pertenecen, son total obra y propiedad de papi takahashi =w=

Notas del capitulo:

=w= llevo que lo subo desde el año pasado pero ya saben que cuando me bloqueo nomas no sale un carajo, así que me prometí lo publicaba bien y sin fecha de aplazamiento este año <3 espero les guste tanto como a mi.

No estaba seguro si le gustaba el dulce ni mucho menos el chocolate. En general no le agradaban las cosas dulces pero uno de tantos días tuvo la oportunidad de probar nuevas tentativas y fue entonces que se llevó a cabo una de sus mayores experiencias.

 

POV’S Yugi

 

En un inicio tampoco me consideraba fan, pero después de un par de veces me volví adicto al sabor. Los más comunes son los dulces y semi-amargos, pero el amargo es otra historia. Fácil puedo decir que el simple sabor me recordaba a la fiereza de su mirada y el dulce a la amabilidad que irradiaba su sonrisa. Ahora puedo decir que su personalidad es semi-amarga, así de sutil, suculenta y excitante.

Y así fue como empezó este dulce experimento.

Ella no conoce nada de Yami pero sobre todo jura estar enamorada ¿Saben que es lo peor? Qué mi exquisito cuerpo en forma de un sexy adolescente con pinta de chico rudo, dice también estar “interesado” de algún modo en ella. Claro que está confundido y es todo por el mero hecho de que en el juego del amor, Tea juega sucio. Esos acercamientos descarados cuando se le cuelga del brazo y esos abrazos por la espalda en los que aprovecha para pegar su voluptuosidad, no son jugadas legales. Pero muy a mi pesar, en el amor y la guerra todo se vale ¿Quién demonios dijo eso?

Mi lindo y despistado Yami jamás presto mucha atención al atractivo de las mujeres pues en su pasado las únicas chicas allegadas a él eran Mana e Isis, una era como su hermana y la otra pertenecía a su corte ¿Cuándo iba a tener tiempo de fijarse en sus encantos? Bastante tiempo le consumía el ser faraón y cuidar de su nación, inclusive cuando le presentaban candidatas para contracción de nupcias tenía su cabeza en otro lado.

Ahora que todo ha terminado y tiene tiempo para disfrutar de su vida adolescente, resulta que mi mejor amiga y antiguo amor platónico aprovecha cada instante a su favor.

El caso estuvo así:

El duelo ceremonial se llevó a cabo y gané, por fuerzas místicas que aún desconocemos, mi otro yo no podía pasar a más allá. Ishizu mencionó algo similar a una recompensa para Yami de parte de Ra. Como sea. No volvimos a ocupar el mismo cuerpo, ahora podía estar más tiempo con él de un modo físico. A todos nos dio gusto el que pudiera permanecer en el presente, la duda que emergió fue en donde se alojaría. Obvio con la persona que estuvo con él desde el inicio.

Pasaron unas semanas y se acoplaba bien a ser un ente independiente, incluido el hecho de asistir a la escuela y demás. La prueba que presento para ser ubicado en un nivel académico resultó acorde al que cursamos. Así que fue bien recibido.

Entonces, Tea, tomó el campo de juego, perfume, brillo labial y todas esas supuestas “armas seductoras” de chicas, aunado a eso la mini falda del uniforme, trajeron a mi Yami con la cabeza en las nubes.

Dos podemos jugar el mismo juego.

Seré hombre pero sobre todo, Yami, soy yo mismo después de todo. En un modo metafórico claro está. Tengo mis encantos masculinos.

Debía idear un plan para atraerlo directo a mí, una estrategia el doble de efectiva y sutil.  Además cuento con la ventaja más grande de todas. Yami vive, duerme, come y respira bajo mi techo.

Para ser honesto, no tengo la menor idea de cómo echar en marcha mi plan. Y como todo chico, tengo mi orgullo, así que me basaré por mi observación e intuición. Sólo no me transformo en chica por mi fisionomía.

Entre más lo pensaba menos sabía cómo empezar. Es decir ¿Cómo competir contra la chica que alguna vez me traía igual de idiota que a Yami? Si analizo lo que me atraía de Tea… ¡Mierda!  Odio admitirlo pero su principal atractivo es su cuerpo.

Debía de haber algún punto vulnerable desde donde pudiera tomar el control.

 

 

No creí que tuviera que recurrir al espionaje, esto no me tiene muy cómodo que digamos.

Espiar su “salida casual” me tiene muy cabreado. Lo sé, lo sé ¿Por qué antes de ciudad batallas prácticamente lo eché a los leones en vez de hacerme cargo? Bueno… Don Atem tuvo que ponerse difícil conmigo. Imaginé que una presencia femenina le soltaría la lengua. Así que, sí, ahí estuve pegado a la puerta de su conciencia en busca de algo.

En fin.

Ahora Tea luce más relajada a su lado y sé porque. No tiene miedo de que me manifieste de pura casualidad frente a sus narices al tiempo que le dice sus verdaderos sentimientos al “otro Yugi”. De algún modo u otro, hasta sus oídos llego la noticia de que la veía de un modo romántico.

No me gustaría pasar por su situación moral… ¡Pero justo ahora mataría por estar en su lugar!

La están pasando tan bien que en cierto momento un hormigueo hace acto de presencia iniciando en mi nariz y se expande hasta mis ojos queriendo hacerlos lagrimear. Los cierro con todas mis fuerzas para que ninguna lágrima asome y es entonces que sucede.

Una exquisita esencia inunda mis fosas nasales, las cuales se expanden para familiarizarse con el aroma, intento adivinar los componentes pero es prácticamente imposible pues es un solo ingrediente, ingrediente que no logro identificar sino hasta estar frente a un enorme ventanal que exhibe en enormes letras doradas y manuscritas la palabra “Chocolate”.

Se me hace agua a la boca e inconscientemente relamo la comisura de mis labios.

-¿Qué tal, Yugi? – Volteo al escuchar una voz familiar.

-Mai ¡Qué sorpresa! – Y ciertamente es una sorpresa pues sus vestimentas son formales y reservadas a diferencia de su estilo rebelde, libre y atrevido que usualmente porta. Ella sólo sonríe.

-Yo misma, así es ¿Qué trae por aquí?

Por unos instantes todo parece difuso en mi mente, desvarío y sólo atino a tartamudear. Le causa gracia.

-No te fuerces, mataras tus neuronas – lo dice seguido en un ademán con su índice dando golpecitos sobre su sien – Imagino que compraras algo, de otro modo no estarías babeando.

-¡Ah, no! No me gusta el chocolate.

Ahora cambia su pose, se apoya en una pierna mientras cruza la otra por detrás, con un brazo en la cintura y el otro sosteniendo su mentón su mirada se torna picara y peligrosa.

-Vaya, vaya. Yugi Mutou enamorado, no pensé llegar a ver esto.

No me atreví a negarlo, mi rostro hierve, mis manos tiemblan ¿Para qué negarlo? Lo estoy, pero no sabe de quién.

-¡Te equivocas, Mai! Sólo salí de compras y al pasar no pude evitar ser atraído por la esencia.

Ahora que lo pensaba, gracias al hipnótico aroma fue que perdí de vista mi objetivo. Sí que el olfato es manipulable para hostigar la conciencia… ¡Eso era!

-Oh, vamos. Yugi. Ya casi es San Valentín. Seguro que recibirás miles de chocolates y cartas de tus admiradoras.

-¿Admiradoras? ¿De qué hablas? – Me apena que diga esas cosas, que yo sepa, nadie está interesada o interesado en mí.

-No seas modesto, eres el rey de los duelos ¿Crees que la publicidad no te ha usado de ícono? Además hay chicas duelistas te recuerdo, así que no dudes que seas el amor platónico de algunas – Me guiña y nuevamente siento un bochorno en mi rostro.

-¿Puedo preguntarte algo?

-Seguro.

-¿Cuánto tiempo te llevó el familiarizarte con cada perfume de tus cartas? Es decir ¿Cómo no las confundías?

La pregunta le toma por sorpresa, su expresión lo demuestra. Pienso que se imaginaba algo más como un consejo de amor. Ahora se cruza de brazos, se recarga en la pared y en el cielo busca algo, como si en él pudiera encontrar la respuesta.

-Bueno, hace tiempo que ya no uso esa técnica. Pero primero debes grabarte hasta el cansancio la misma esencia, después de que ya la tienes identificada a la perfección, toca que la asocies al objetivo. En mi caso a cada carta. Así funciona la memoria olfativa, inclusive aún, cada que uso alguna colonia puedo decirte con exactitud que carta poseía el aroma ¿Por qué?

 Después de su explicación una idea increíble asalta mis pensamientos.

-Curiosidad, siempre me pareció una técnica asombrosa. Eso es todo. Gracias, Mai.

Sonrío amenamente.

-De nada, supongo.

-Sabes, creo que no me haría mal conocer de chocolates.

-¿Compraras?

-Claro pero necesito un asesor ¿Me ayudas? – Apenas reparé en que trabajaba en el local.

Ella sólo asiente, al entrar el aroma es tan embriagante, me saturo y por unos instantes siento la enorme necesidad de buscar el sabor con mis papilas gustativas, mi cuerpo se sume en un éxtasis en que casi me veo desnudo pero suprimo mis impulsos al volver a escuchar su voz dando la explicación. Parece un museo, hay muchas variedades. Entonces empezamos con las muestras ¡Por Ra! ¡Es delicioso! ¿Cómo me he podido privar de este deleite?

Al final del recorrido compro varias muestras para llevar a casa y experimentar un poco hasta encontrar lo que busco. Todo era chocolate y aun así desprendían aromas distintos ¿Es por los rellenos? ¿Depende del sabor?

 

Esto me tomará más tiempo del que creía.

Si en un día probaba todo me hubiera hartado y muy seguramente terminaría odiando el chocolate  con cada célula de mi ser.

 

FIN POV’S Yugi

 

Los días volaron así como los progresos de Yugi con los misterios que guardaban los chocolates. De vez en cuando pedía recomendaciones a su amiga cada que regresaba por mercancía y esta le asesoraba.

Finalmente llego el día de San Valentín y la ciudad Domino estaba que centellaba entre colores rojizos y rosados, los centros comerciales estaban a reventar así como los restaurantes y demás locales.

Yugi pasó por el local, que ahora frecuentaba más que seguido, para saludar a su amiga y agradecerle por todos los consejos.

-Creí que estarías más ocupada, Mai. – La tienda se encontraba tranquila en el sentido que no había tanto frenesí de parte de la clientela por adquirir la mercancía, era como cualquier día.

La rubia limpiaba el mostrador – Bueno, la mayoría de las chicas prefieren hacer los chocolates por si mismas a comprarlos. Creo así sienten más especial el obsequio, claro además de agregar algún tipo de ingrediente que los vuelva locos.

-¿A quién le darás tú? – Tuvo curiosidad por la vida amorosa de la chica quien se quedó pensativa por unos instantes.

-Además de mis círculos sociales, a nadie. No he conocido alguien que lo merezca, Yugi. Simplemente no conecto con quienes intentan acercarse de un modo romántico.

-¿Por qué? ¿No te agradan?

-Pues, detesto que intenten quedar como caballeros. El arte del amor se basa en llegar por sorpresa, no alardeando ser experto en la materia. Si las intenciones se atisban desde el inicio no es divertido.

-Supongo que tienes razón. No lo había visto de ese modo.

-Bueno y ¿A dónde la irán a pasar?

-¿Quiénes?

-Tú y tu bola que siempre te acompaña.

-¡Ah! Sobre eso… - se rascó incomodo la nuca – Joey la pasará con Kaiba, Tristán…

-¿Joey y Seto Kaiba en una relación? ¡Vaya! Ya puedo decir que lo he visto todo.

-La verdad se lo tenían bien guardadito, tampoco es algo que supiera desde hace tiempo. Hasta hace un par de meses nos lo contó, en fin. Como te decía, Tristán trabajará hasta tarde y Tea… tiene otros planes.

-¡Oh! Pero al menos te queda tu alter ego de compañía.

-¿Yami? No, él también tiene planes.

 

FLASHBACK

Días previos al 14 de febrero, Yugi quería organizar una tardeada en el centro comercial o algo por el estilo y pensó en consultar a cada uno de sus amigos por separado para que todos confirmaran.

El primero de todos fue Joey, no creyó que tuviera la fecha ocupada. Después de todo estando al lado del CEO de Kaiba Corp, este buscaría todo tipo de atenciones para su pareja, con Tristán no hubo mucho problema pues sabía de antemano que si su compinche de toda la vida no asistía, muy difícilmente él lo haría.

Sólo quedaba Tea y su querido Yami.

No se atrevía a saber si ya tenían algo planeado entre ellos pero sólo para ellos.

-Yugi – era Tea - ¿Tienes planes para el 14?

Por unos instantes sus ojos brillaron esperanzados que estuviera siendo invitado. No respondió directamente, primero debía cerciorar la situación.

-¿Por qué la pregunta?

Ahí estaba entonces esa rara sonrisa.

-¿No te importa que te robe a Yami por la mitad del día?

¡¿Qué cosa?! ¡¿Cómo demonios no le iba a importar?! Su corazón hizo un sonoro “crack” que sólo él pudo escuchar y sentir ¿Qué podía hacer ahora? Realmente no quería dejarlo en manos de su amiga, no, sabiendo que sin él a su lado haría algún truco para marearlo aún más. Ya lo tenía bajo su atención, sólo necesitaba de un tiempo a solas para que cayera a su merced y eso si no lo permitiría si estaba en sus posibilidades evitarlo. Estaba por aceptar su invitación cuando repentinamente apareció Yami.

-¡Yugi, ahí estas! Te he estado buscando.

-¡Yami! – lo llamó Tea – parece que no le has dicho nada ¿Verdad?

-¿Decirme qué? – incurrió Yugi.

-El 14 hay un evento de baile en el centro comercial y Tea me ha pedido que la acompañe ¿Quieres venir? – pudo percibir en la mirada de Yami un ligero “por favor, di que sí” el problema era que Tea iría con algún atuendo provocativo, más que el acostumbrado, y no soltaría ni un segundo a Yami además, dudaba mucho que sólo fuera por el evento.

Le costó pero logró reunir el valor suficiente para decir:

-Chicos, me encantaría pero ya tengo un compromiso.

Si Yugi hubiera prestado más atención al ambiente hubiera notado dos cosas:

1.- Tea se alegró de su respuesta.

2.- Yami se afligió por la respuesta.

Y así era la cosa, Yami fue quien le pidió a Tea llevar a Yugi con ellos, esta aceptó un poco contrariada, estaba al tanto de los sentimientos de Yugi y le afligía de algún modo no corresponderlos pero era Yami por quien se volvía loca.

-Espero la pasen bien – Yami iba a decir algo hasta que la campana de la escuela dio anuncio de regreso a clases.

FIN FLASHBACK

 

 

-Sí que este año no te pinta bien la fecha ¿Eh?

-Así parece ser, bueno, no es como si hiciéramos eso durante años. Hasta hace poco, cuando Yami apareció, no era amigo de ellos y durante nuestra misión con mi otro yo no tuvimos un tiempo libre sin que se presentara una propuesta de duelo con fines maliciosos – miraba hacia el ventanal y entonces pensó en algo - ¿Tienes algo que hacer después del trabajo?

Mai se recargó sobre el mostrador con la mirada fija en Yugi y sonrió coqueta.

-Yugi Mutou ¿Me estas invitando a salir?

El mencionado regresó su vista hacía el mostrador.

-Bueno, no tengo nada que hacer y a ti te da igual.

Mai suspiró - ¡Ay, Yugi! ¿Por qué no hay más chicos lindos como tú?

Un halago contundente que avergonzó al menor.

-¿Eh? – Agachó la cabeza avergonzado - ¿Eso es un sí?

 -Podría serlo si no trabajara aquí y mi jefe no fuera un pesado.

Esbozó una ligera sonrisa irónica – Lo suponía. Debo irme, mi abuelo sale de viaje y debo encargarme de cerrar la tienda. Cuídate, Mai.

-Seguro ¡Oye, Yugi! – Cuando este estaba por salir del local, la voz de Mai le hizo voltear al tiempo que sus reflejos captaron un objeto pequeño que resultó ser un bombón.

-Creí que no dabas chocolates.

-Dije que no había encontrado a alguien que lo mereciera.

-¿Me estas coqueteando, Mai Valentine?

Esta rio por lo bajo – Eres lindo pero no mi tipo.

-Lo mismo digo, Mai.

- Además es una muestra especial de la semana, ya eres cliente frecuente así que es más una cortesía. Si te gusta, habrá más. Siéntete libre de volver cuando gustes.

 

 

 

-¿Seguro que estarás bien? Podría no ir.

Solomon era un hombre que conocía todas y cada una de las facetas de su nieto, sus cambios de humor e inclusive sabía que pensaba cuando él salía de viaje.

-Nada de eso, abuelito. Estaré bien. Tú disfruta el viaje ¿Sí? – decía con una cálida sonrisa al tiempo que lo abrazaba.

-Puedo sentirlo, Yugi. Algo te preocupa.

El que conociera tanto de él le agradaba en algún sentido y en otro no tanto, más que nada por no preocuparlo innecesariamente. No contestó, sólo hundió su rostro en su hombro.

-¿Se trata de Yami?

-¿Eh?

No iba a negarlo y Solomon no iba a insistir.

Finalmente, Yugi veía a su abuelo tomar el taxi que lo llevaría al aeropuerto.

Hacía un clima excelente, el cielo estaba despejado y aún era medio día, no tenía a donde ir ni con quien así que regresó al interior de su hogar, cerró la tienda y a pesar de no haber nadie se sintió con la urgencia de limpiar todo rincón. Usualmente entre los tres hacían la limpieza general pero ahora Yugi restregó hasta que todo rechinara de limpio.

Para cuando terminó eran las 3 de la tarde.

Estaba exhausto así que tomó una siesta en su habitación, se recostó mientras observaba la cama de su Yami y entre susurros de “vuelve pronto” cayó en los brazos de Morfeo.

Las horas pasaron y en un sobresalto Yugi despertó, con la respiración desbocada, sudando y con el rostro tibio.

“¿Qué me sucede?” se dijo para sus adentros. Se incorporó a la orilla de la cama para ocultar su rostro tras sus manos e intentar espabilar un poco, fue entonces que se percató de una pequeña protuberancia entre sus piernas.

“No puede ser ¿Por qué hoy?”

Todo gracias a como vio vestido a Yami antes de irse a su “cita”. No recordaba haberlo visto a su propio estilo pues normalmente se limitaba para la comodidad del pequeño. Usaban atuendos que de algún modo no difiriera mucho de sus personalidades, un punto medio.

Esa camisa negra abierta de los primeros tres botones traía a su mentecita por las nubes así como una quinceañera enamorada, no dejaba de pensar ni un segundo en esa pose provocativa frente al espejo mientras se arreglaba y rociaba su colonia, ahora que lo pensaba, aún se percibía levemente.

Dicha esencia trajo a Yugi dando vueltas por la habitación siendo guiado por su nariz cual sabueso hasta encontrar un punto en donde fuera más intensa, así llegó a la cama de Yami en donde, sin pensarlo, se tumbó aspirando cual drogadicto el mínimo atisbo de fragancia necesitando cada vez más. En la almohada residía potentemente, la abrazó hundiendo su cabecita en ella para asfixiarse de la colonia, se recostó boca arriba, aún abrazando la almohada, mientras llevaba lentamente su mano por su torso hasta llegar a la pelvis  en donde con la yema de sus dedos delineó esa línea en donde comenzaba su pantalón al son de leves suspiros.

Sobre la ropa bajó por los muslos y entonces tocó un objeto en los bolsillos del pantalón, era el chocolate que le obsequió Mai. Lo miró curioso, lo olfateo aún con la envoltura, con los dientes sostuvo un extremo de esta mientras que con una mano daba vuelta al dulce para descubrirlo.

Su procedimiento para comerlo fue el mismo que usaba con las muestras, salvo que esta vez lo hizo a su manera.

Primero; el aroma era esencial para despertar el apetito y la curiosidad del sabor, cerró los ojos y lo pasó cerca de su nariz, aspiró lento y profundo, era semi-amargo, uno de sus favoritos, segundo; la prueba superficial, por el peso del dulce pudo deducir que este tenía un tipo de relleno líquido, lo humedeció con su lengua para después pasarlo sobre sus labios y degustar la cubierta, era avellana, tercero; era hora de la verdad, mordió sutilmente por la mitad del chocolate, el relleno se desbordó por sus labios, un líquido ambarino con sabor fuerte y dulce, era ron.

Lo último desbocó su mente, dejó que su mano libre viajara hasta ese lugar que ansiaba atención mientras que con la que sostenía el dulce ahí dejó que permaneciera.

Introdujo el chocolate por completo a su boca, evitó morderlo para que se disolviera lentamente con su saliva, sus dedos acariciaban sus labios.

La mano que atendía su miembro hacía leves y delicados masajes en toda la extensión de este.

Una vez que el chocolate terminó disolviéndose en su saliva, jugueteo con sus dedos en su boca al tiempo que su tortuoso vaivén subía la intensidad, con sus brazos se presionaba a sí mismo junto con la almohada mientras se retorcía entre corrientes sensoriales que erizaban cada vello de su piel, gracias a sus movimientos espasmódicos chocaba contra la pared. No sabía que le excitaba más ¿El hecho de haber tenido su fetiche con el chocolate o el estar masturbándose tan descaradamente en la cama de su Yami? Ambas cuestiones elevaban todavía más su libido acercándolo a ese punto que anhelaba, ese punto en que pudiera gritar el nombre de quien imaginaba que lo tocaba al tiempo que se corría sobre su mano.

Tras unos segundos de su frenesí comenzaron las frases y palabras pecaminosas y nada cohibidas, en todas y cada una iba grabado el nombre de Yami, resonaba cada cinco palabras hasta que fue lo único que lograba articular a duras penas entre jadeos y alaridos nada entendibles pues su lengua chocaba con sus dedos.

Sus ojos estaban brillosos, comenzaban a lagrimear, su espalda arqueada formaba una perfecta parábola, las piernas le temblaban frenéticamente hasta que su cuerpo tuvo un espasmo violento junto a un sonido gutural seguido de un grito ahogado en el que nombro a su antiguo alter ego.

Estaba agitado, sus mejillas completamente rosadas y su cuerpo recibía una placentera sensación electrizante que recorría desde la punta de los pies hasta la cabeza. Se relajó, abrazó la almohada acurrucándose con ella.

No tenía ni diez segundos que cerró los ojos cuando escuchó un ruido proveniente de la sala en la planta baja.

 

 

 

No tenía la menor intención de ir solo, Ra supo que lo intentó.

No quería aparentar que no le importaba pero tampoco ser tan obvio. Si le atraía de cierto modo pero no se sentía listo para dar el siguiente paso, lograba mantenerse sereno gracias a Yugi y Joey que no los dejaban solos ni a sol ni a sombra y ahora el estar completamente solos le hacía sentirse el ser más pequeño e insignificante del mundo.

Lo normal, y a su estilo, vistió completamente de negro de pies a cabeza. Hacía un día soleado y aun así no quiso deshacerse de la maldita chaqueta negra, se podría estar calcinando y ni así se la quitarían.  

 Era un desastre mental, quería ser el chico rudo, serio, frío y enigmático que solía ser cuando se manifestaba a través del cuerpo de Yugi… ¡Pero ya no compartían el mismo cuerpo! ¡Mierda! Si no se tranquilizaba terminaría hastiado.

¡Por Ra, gastó media botella de colonia gracias a esos malditos nervios! Y terminó por derramar un poco del líquido sobre la cabecera de su cama.

Quiso rogarle a Yugi por última vez que los acompañara pero para cuando lo buscó en la sala ya había salido.

Habían acordado encontrarse en el reloj de la plaza central, el mismo en donde se encontraron antes del inicio de ciudad batallas.

Los colores se le subieron al rostro al contemplar a la chica castaña. No eran ropas reveladoras como aquella vez, eran un poco más reservadas pero sin perder ese toque coqueto.

Deambularon por los alrededores charlando trivialidades, tomaron fotos, hubo helado y uno que otro bocadillo. Agradecía enormemente que no le hubiera pedido que se quitara las gafas porqué en verdad no podía mantener el mínimo contacto visual con Tea sin poner cara de idiota, así, gracias al tono oscuro de estas, podría estar “viéndola” mientras perdía la vista en cualquier punto.

Era hilarante, según tenía entendido que en la festividad del catorce sólo se daban chocolates, las citas y demás regalos ya no eran propios de la celebración, al menos no en Japón. Pero ya estaban ahí paseando como cualquier otro día común y corriente.

Entre tantos lugares que recorrían pasaron frente al arcade, entonces recordó aquel duelo de baile entre su amiga y Jhonny Steps, vaya sorpresa que se llevaron cuando los retó a Duelo de Monstruos. Su día había sido el más aburrido salvo por la exposición egipcia, en aquel entonces los duelos se volvieron, además de frecuentes, necesarios en su día a día. No podía concebir uno sólo sin tener al menos un enfrentamiento, era el mejor pero no quería darse el lujo de que alguien lo superara, así que gustoso lo aceptó.

Fue sacado de su memoria por el insistente llamado de su amiga.

Él no bailaba, no entendía del todo la mecánica del ritmo o los pasos, sólo se acoplaba al compás de la música e intentaba uno que otro movimiento. Todo gracias a que Tea no le dejaba excluirse en ese asunto, no había tanta gente y la plataforma estaba despejaba para dos jugadores.

Exhausto y con la respiración errática se rindió por primera vez en su vida, definitivamente el baile no se le daba a comparación de Tea, quien sin lugar a dudas, poseía el don.

La tarde voló y la ansiedad de estar olvidando algo muy importante crecía a medida que se acercaba el ocaso.

Estaban sentados en una banca del parque, ya las luces encendían conforme el sol se ocultaba y de nuevo esa inquietud, de repente sintió muy cercana a la chica al tiempo que sus manos se rozaban “accidentalmente”. Giró su rostro hacía el cielo en busca de algo ¿De qué? Algo que decir para no pasar el silencio incómodo.

-Quizá sea tiempo de regresar – mencionó al tiempo que se incorporaba de la banca justo después de haber visto un avión sobrevolando la ciudad.

-¿Te sientes incómodo, Yami? – preguntó la chica.

-¡Ah, no! Es sólo que… me preocupa Yugi. Recordé que el abuelo salía de viaje hoy y como sólo cenaremos nosotros no quiero dejarlo mucho tiempo solo. Lo siento, Tea.

-Descuida, entiendo. Regresemos – dijo sonriendo al tiempo que se colgaba del brazo de Yami.

El trayecto fue ameno, la conversación fluía con naturalidad.

-Yami – el aludido entornó su atención a su amiga que acababa de tomar su mano en un ligero apretón de manos.

-¿S-sucede algo, Tea? – Lo tomó desprevenido.

No le tomó ni cinco segundos darse cuenta de la gran cercanía de sus rostros. Por acto de reflejo, Yami retrocedió hasta topar con un farol y aun así no logró tanta distancia. La chica se detuvo a escasos centímetros y lo observó fijamente.

-Me he estado preguntando esto todo el día pero ¿Por qué las gafas?

Intentó tomarlas para ver esa enigmática mirada que la cautivaba cada día pero no se esperó que Yami detuviera su mano en el acto, cosa que puso nerviosos a los dos. Desviaron la mirada en direcciones opuestas, el chico la soltó para, él mismo, despojarse del artículo.

-¿Mejor?

Rieron sin más ¿Por qué? Por vergüenza y nervios.

-Mejor – dijo sin dejar de sonreírle al ex faraón – bueno, te veré en clases.

Se despidieron en el mismo lugar de la tarde y tomaron sus respectivos caminos, cada uno con una constante y fuerte arritmia que no mermaría por un buen rato.

 

 

Para cuando Yami llegó a casa ya casi oscurecía por completo. Al abrir la puerta procuró no hacer mucho ruido, temía parecer despreocupado por haber olvidado que el abuelo salía de viaje y no estuvo para despedirse.

Al entrar encendió las luces, le resultó extraño tanto silencio ¿Aún no llegaba Yugi?

Subió rumbo a su habitación con la intensión de recostarse mientras esperaba que regresara, la agitación que tuvo por la tarde lo había dejado molido y un poco abochornado a tal grado de hacerle desear una ducha fría para no morir asfixiado en su propio calor corporal. No contó con lo la escena que le esperaba tras la puerta, estaba entreabierta y había luz en ella, no se aproximó inmediatamente gracias a unos cuantos alaridos incoherentes ¿Era Yugi? ¿Estaba bien? Parecían lamentos, así fue que se acercó lo más silencioso que pudo a asomar la vista.

Ante sus ojos estaba la imagen que quedó fundida profundamente en su mente, su pulso se detuvo abruptamente para luego tomar vuelo y querer salir de su pecho, se le secó la boca tras la tanda de bocanadas que daba como pez fuera del agua, el bochorno del cual quería deshacerse hace unos instantes regresó a reclamar su cuerpo en un frenesí que apenas y pudo contener gracias al entumecimiento que sufrieron sus piernas. Se abrazó a sí mismo, cubrió su boca con la mano y tuvo una ligera sesión de convulsiones involuntarias. No podía creer lo que sucedía, así como no comprendía las reacciones de su cuerpo.

No era que jamás hubiese visto a Yugi desnudo, fueron incontables veces pero jamás como ese preciso instante, tan… erótico, su voz, su respiración y lo más afrodisiaco: que gritara su nombre.

Cuando retomó el control de su cuerpo se alejó lentamente de la puerta mientras intentaba procesar lo acontecido, pero por más vueltas que le daba al asuntó no podía.

Bajó en silencio, no quería que Yugi se percatara de su presencia, además de que le comenzaba a agradar escuchar su nombre con ese tono e intensidad. Inconscientemente fue llevando sus manos, de sus costados, a su camisa para comenzar a desabrochar botón por botón, ante el leve roce de la camisa con su piel, ligeros suspiros salieron por fin de sus labios.

Tan ensimismado estaba en sus acciones que olvido por completo que aún estaba en las escaleras, dio un paso en falso y cayó del tercer escalón.

¿Qué estaba a punto de hacer? Se incorporó inmediatamente y corrió a la cocina a buscar cualquier cosa para hacer, no tenía el valor para decirle a Yugi que lo acababa de espiar. Y sobre todo no sería muy cómodo hablar sobre el tema.

 

 

Bajó despacio las escaleras hasta llegar a la cocina donde estaba Yami con un par de tazas y una tetera en la mano, el alma se le cayó a los suelos ¿Lo habría escuchado? ¿Desde cuando llegó?

-Yami, regresaste temprano.

El contrario sintió una pequeña punzada de culpa, bien sabía que llegó más tarde de lo contemplado y Yugi no quería restregarle ese hecho.

-L-lo lamento, Yugi. No recordé que el abuelo se iba hoy.

Ambos sabían algo que el otro no, eso les hacía pensar que no sabían nada.

-Pondré agua para café ¿Quieres? – Yami cambió el tema.

-Sí, seguro.

Mientras esperaban que la tetera silbara, se sentaron a la mesa en silencio, uno sepulcral y bien disimulado. No era la primera vez que no tenían algo que decir, sucedía más a menudo de lo que parecía, Yugi estaba completamente recostado sobre sus brazos en la mesa y Yami con la cabeza echada hacia atrás en el respaldo de la silla, cada uno en sus respectivos pensamientos sobre lo recién acontecido. Y a la vez el sueño los consumía.

-¿Cómo fue tu cita con Tea?

Eso no se lo esperaba ni de chiste, Yugi evidentemente debía estar molesto pero no era así, al menos no le parecía eso a Yami quien meditó unos segundos antes de responderle a su compañero.

-No puedo decir que era un cita sabes. La verdad no estuve del todo concentrado en ello, fue una salida casual, común y corriente.

Yugi entonces incorporó su rostro y recargó su barbilla entre sus brazos que aún estaban sobre la mesa haciendo de colchón.

-Yo no diría eso.

-¿A qué te refieres? – Ahora Yami se sentó adecuadamente en la silla y lo miró directamente a los ojos.

-Bueno, tú sabes. A Tea le gustas mucho, así que para ella fue algo muy importante.

Yami de algún modo ya lo sabía, realmente era muy obvio, todos lo sabían pero no quería aceptarlo tal cual era, algo un poco melodramático de su parte pues no hacía mucho que él también comenzó a descubrir cuanto le atraía su pequeño compañero, claro eso hacía unos instantes en que encontró una escena que le seguía revoloteando en la cabeza que ni tiempo le dio de considerar que previo a eso también tenía un atisbo de atracción por la chica en cuestión.       Ahora tras esos pequeños instantes que tuvo la curiosidad de asomarse a la puerta sabía que Yugi también lo veía con otra perspectiva, una muy similar a la de él, y lo gracioso del caso era como ninguno se atrevía a dar ese paso. Y tal vez Yami comprendía el porqué de Yugi, es decir, hasta ahora no había hecho amago de sus sentimientos, a este paso no llegaría a nada y sin embargo ahí iba de nuevo ese círculo vicioso: no se atrevía.

-No me dirás que por ello decidiste no acompañarnos – ahora le preguntaba inquisitivamente con ese don que tenía de vez en cuando para atemorizar a quien fuera que estuviera frente a él.

Yugi por su parte estaba más que acostumbrado a esos lapsos de imponencia de su contraparte, motivo por el cual se alzó, muy quitado de la pena, de hombros para indicar que así había sido y no le importaba en lo mínimo que se molestara, él había tomado una decisión y punto ¿Qué más daba negarlo o huir del tema? Hacía tiempo que se había resignado a verlos juntos y comenzó a pensar en Yami como una mera fantasía egoísta para él. Eso último era reciente, las pequeñas visitas a la chocolatería le abrían de algún modo un nuevo panorama de la situación.

-¿Hablas en serio, Yugi?

Y lejos de ser un asombro fue más un tono de molestia, a lo que el mencionado hizo una mueca de desentendido.

-Tal vez, después de todo tenía cosas que hacer.

“Como quedarme pensando en ti mientras me auto complacía”. Pensó.

-Como ¿quedarte pensando en mi mientras te auto complacías?

Ya no había vuelta de hoja, lo había dicho en voz alta.

La sangre de Yugi corrió desde su cabeza hasta los pies en un torrente helado que lo dejó sin aire o palabras para la declaración de Yami. Rio nervioso y pensó que aún podía salvar algo.

-No seas arrogante, Yami. No todos mueren por ti.

Yami se levantó un poco de su asiento para inclinarse hasta Yugi y levantar un poco su mentón para obligarlo a verse directo a los ojos.

-Tienes razón, no todos lo hacen. Pero tú sí. No puedes negarme algo que vi con mis propios ojos, Yugi.

Por reflejo se apartó del sutil agarre de Yami, retrocedió, no admitiría que fue cierto porque no sabía si realmente lo vio o sólo quería jugar con una ilusión que jamás presenció.

-Soñabas, Yami. Hice la limpieza y dormí hasta que te escuché, eso fue todo.

¡Ah, no! Eso sí que no sucedería, no dejaría que Yugi encubriera lo obvio. Era tiempo de admitir sus sentimientos. Se puso de pie, rodeó la mesa y tomó a su compañero de la muñeca para llevarlo a la sala de estar y arrojarlo sobre el sofá tirándose sobre él para aprisionarlo evitando que escapara.

-¿Eso crees?

-¿Qué te ocurre, Yami?

Ya comenzaba a convencerse de que hablaba en serio pero ¿A qué punto quería demostrarlo? Si se dejaba llevar habría caído, tenía que poner mucha resistencia de su parte, cosa que parecía casi imposible pues la mayoría de sus fantasías siempre fueron similares a la misma situación que vivía, su Yami siendo rudo con él, arrinconándolo sin dejarle salida. Centró sus pensamientos en la cita de la tarde para tenerle algo de rencor y no sucumbir a su destreza seductora. Pero no contaba con que sentiría la mano de Yami subiendo sobre su ingle hasta sus pantalones que ya se encontraba desabrochando para hurgar su anatomía encontrándola levemente despierta, la ropa seguía húmeda. Esa fue su carta del triunfo.

-Niega lo que quieras pero la evidencia sigue aquí, Yugi.

Ya no pudo más, su rostro se encendió en un bonito tono rojizo que agradecía a la poca iluminación que Yami no viera.

-Eres lindo sonrojado, es la primera vez que lo haces frente a mí.

-No lo estoy…

Yami tocó con el dorso de su mano las suaves mejillas de su compañero encontrándolas a una temperatura considerable.

-Claro, lo que tú digas, Aibou.

-Bueno ¿Y si es así, qué? ¿Eh? ¿Qué piensas hacer al respecto?

Yami llevó su dedo índice a sus labios.

-No te conviene ponerte a la defensiva conmigo, Yugi. Lo que quiero es que lo admitas.

¿Todo para admitir el hecho de que se sentía irremediablemente atraído por él? Tal vez lo hubiera hecho en otras circunstancias pero ya comenzaba a aceptar los hechos, así que el cambio brusco de panorama le tenía atrofiada la cabecita entre un sí o un no.

-¿Y si no lo hago?

Mentiría si dijera que no esperaba esa respuesta, ya habían comenzado y definitivamente no pararían cuando se fundieran sus labios. Después de todo ambos se estaban orillando el uno al otro a llegar a ese punto.

-No hay problema, lo dirás tarde o temprano.

Se relamió sus labios, los acercó a centímetros de los de Yugi, quien por cierto ya los tenía entreabiertos esperando por la intromisión, echó una risa burlona y se separó al instante. Si así quería jugar Yugi, jugarían.

-Esperaré que lo admitas.

Le despeinó, se alejó y regresó a la cocina para apagar la tetera que ya comenzaba a silbar. Por lo tanto Yugi quedó más petrificado que una gárgola ¿Qué demonios había sido eso? No se esperaba esa reacción, para él en su mente ya se hacían semidesnudos repartiéndose besos por todo el cuerpo mientras poco a poco se deshacían de la ropa. Pero no pasó y en cierta medida lo dejó alborotado por dentro.

La frustración que crecía de su pecho y el bochorno lo dejaron a punto de admitirlo solo por seguir disfrutando de esa sensación tan mágica al ser devorado con la mirada, pero fue salvado por la campana, ya se escuchaba el silbido de la tetera.

Yami por su parte disfrutó bastante el momento, que Yugi no fuera tan tímido y sumiso lo dejaba con un cosquilleo agradable, volteó a verlo sonriendo con un gesto sumamente dulce que empalagó y derritió el corazón de Yugi.

-¿Café o té?

Notas finales:

<3 la fecha de continuación y final de esta pequeña historia es para el 14 de marzo 100% real no fake :3

besos y abrazos.


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