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El amor no es una mentira por Marieene

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Notas del fanfic:

Okay, sinceramente no se que opiniones tendrán de este nuevo proyecto, pero yo estoy encantada con la idea. Espero sea aceptado. 

Este primer capítulo es cortó y marca el inicio, me gustaría ver sus opiniones antes de continuar. 

Abrió muy lentamente sus ojos, sus parpados se sentian pesados, y su vista dolió cuando una luz blanca lo cegó. Le resultó un dolor punzante, como dagas clabandose en sus globos oculares. Con fuerza cerró los ojos, y con las manos se tapó la cara. Su cuerpo dolia, sus ojos ardian, su boca estaba seca y su cabeza parecia querer explotar dentro de su craneo.
 
Poco a poco comenzó a persibir mas sensaciones, a tener conciensia de lo que lo rodeaba, como el suero en su mano, las sabanas amildonada cubirendo su cuerpo, el pitido de una maquina a su lado. ¿Que estaba sucediendo? 
 
Con cuidado se frotó los ojos quitandose de paso algunas lagañas, calmando su dolor ocular y con la consiensia suficiente como para sospechar donde se encontraria, sus ojos observaron con timidez y cuidado su entorno. Paredes grises, 
cortinas claras, suelos brillantes. Estaba solo, su unico compañero era el equipamiento medico que media sus signos vitales. Miró hacia el aparato y por un rato quedó hipnotizado, viendo la imagen grafica de sus pulsaciones, luego miró su dedo apretado. 
 
Suspirando con pesadez y con cansansio corporal, miró el techo, quieto en la cama, sin pensar ni sentir nada. Los minutos pasaban y él inmutable, sin dejar de contemplar el durloc blanco sobre él, entre tanta blancura y brillo un nombre apareció en su vaciada mente. 
 
Aioria. 
 
Sus ojos verdes brillaron con intensidad ante tal repentino y solitario recuerdo. Aioria. Sonrió con inocensia al sentir el alivio de poder recordar algo, por minimo que fuera, aunque no era algo insignificante. Era su nombre. 
 
Con lentitudo se sentó en la cama e intentando quitarse el suero y demas conexiones, obteniendo resultados negativos, una muchacha lo detuvo antes de que pudiera intentar por tercera vez arrancarse los tubos. 
 
- Por favor, no haga eso. Recuestese, enseguida llamaré a su medico. -Y mirandola como un niño que habia sido atrapado haciendo una travesura, obedeció a la joven de blancas prendas, quien le sonrió con dulzura antes de marcharse. 
 
Otra vez observó el techo. Pero nada nuevo apareció en su mente. Estaba todo tan oscuro y vacio. Su corazon dolió y cerrando los ojos para descansar quedó dormido. 
 
El ruido de la puerta al cerrarse lo despertó con algo de brusquedad, parpadeó varias veces para poder ver con claridad al hombre que se estaba sentando junto a la cama. Suponia era el medico que lo habia atendido. Era un hombre ya mayor, con el cabello blanco y arrugas en todo su rostro. Se notaba su larga carrera y experiencia de solo mirarlo. 
 
- Buenos días. Soy el Dr. Floros. -Se presentó el hombre con cordialidad, a lo que asintió comprendiendo lo que decia. - Has estado en coma por dos meses. ¿Recuerdas algo? ¿Tuviste algun accidente? -Luego el Dr. lo observó con atencion, esperando que le contara su historia. 
 
- No recuerdo nada. -Respondió. -Solo puedo asegurar que mi nombre es Aioria. 
 
- Exelente, Aioria. No te esfuerses, has pasado por algun tipo de traumatismo. En este tiempo nadie denunció tu desaparicion ni tampoco hubo testigos en el lugar donde te encontraron inconciente. ¿Recuerdas tu apellido o el nombre de algun familiar o amigo al que podamos contactar? -El hombre cuestionó con suavidad. Luego de meditarlo por uno segundos, Aioria negó con frustracion. - Esta bien. Cuando ingresaste no habia ningún elemento de identificacion. De hecho, no traias nada contigo. Tan solo la ropa que vestias y un colgante que pediré te lo regresen. -Luego anotó velozmente algunos apuntes en una libreta y volvió a observar a su 
paciente. - ¿Como te sientes? 
 
-Bien. Solo me duele un poco el cuerpo y los ojos me arden. 
 
-Eso es totalemnte normal y se te pasara en cuento comienses a retomar la movilidad de tu cuerpo. -Mientras hablaba, tomaba 
más notas y miraba la pantalla con sus signos. - Bien, Aioria, haremos unos chequeos de rutina, algunos examenes de sangre y una tomografia. Pero antes, ya que estamos en el horario de almuerzo, pediré que te traigan algo solido para 
que comas. Mas tarde vovleré. -El hombre se puso en pie y extendió una mano hacia el joven paciente. Éste la estrecho. -Bienvenido de vuelta, Aioria. -Y sin decir nada más lo dejó sólo en la habitacion, escuchando el interminable pitido de su compañera. 
 
Con el tiempo Aioria comprendió que no recordaria nada de su vida antes del accidente que lo había llevado al hospital y que lo habia dejado en coma por dos meses. Se había resignado a buscar familiares, amigos o conosidos. Y como alguien que resurge de entre las cenizas, tuvo la iniciativa de dejar de lado todo lo pasado no recordado y comenzar de cero. No tenia más alternativa. 
Sin nadie, sin identidad, sin hogar, Aioria comprendió que estaba solo para comenzar una nueva vida. Siempre con su espiritu 
ensendido por el impulso de continuar sin trastabillar y sin que sus fuerzas flaqueen, saldría adelante, avanzando con la cabeza erguida y una sonrisa brillante en su rostro. 
 
Todo el personal con el que habia tenido contacto estaba ahí para despedirlo. Era un acontesimiento especial, y las enfermeras habian 
preparado algunos agasajos, algo que comer y que tomar. 
 
Reciviendo con lágrimas en los ojos regalos de parte de ellas y de otros pacientes sonrió con alegria ante tal cariño que le brindaban. 
 
-Los voy a extrañar. -Dijo, agarrando un bolso que le habían regalado y que dentro contenia sus únicas pertenecias, todo obsequiado 
por el personal de la institución, ropas, calzado y elementos que todo hombre debe tener. Con el corazón inflado abrazó a todas las enfermeras 
y estrechó la mano de todo los hombres, apretando con más fuerza la mano del doctor Floros, quien se había convertido en un amigo. - Gracias por todo Dr. 
 
-No debes agradecer Aioria. Y no dudes en venir cuando lo necesites, las puertas, tanto del insituto como las mías estan abiertas. Aprende 
a usar el celular que te di y llamame cuando gustes. - El Dr. palmeó con cariño la espalda del alto joven y éste sonrió. -¿Recuerdas cómo llegar al museo? 
 
-Si- 
 
-Bien, ahi te estará esperando un muy buen amigo mío. Ya sabe que vas para allá. Él te dara un techo donde dormir, comida y un sueldo. Luego podras decidir que hacer, 
pero por lo pronto es bueno que empieces despacio. Tu aptitud física es impresionante. Te irá bien. 
 
-Muchas gracias, Dr. -El hombre sólo inclinó la cabeza y saludando una ultima vez a todos en general con su mano, salió por las puertas automaticas en direccion a su nueva vida
Notas finales:

¿Y bien? ¿Les interesa? 


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