Dos años habían pasado desde que estuvo en esa ciudad; Seto había decidido seguir construyendo su imperio de tecnología, y para conseguirlo tuvo que viajar a distintas partes del mundo y construir la mejor herramienta para el duelo de monstruos, estaba orgulloso de lo que había logrado en esos años, vaya que le había costado trabajo hacerlo.
Durante ese tiempo logró reflexionar sobre su vida, y los sucesos que habían transcurrido durante los últimos años, después del torneo en ciudad batallas, el cachorro de Joe se había confesado, al principio le pareció absurdo, hasta pensaba burlarse de él. ¿Creía que podía salir con Seto Kaiba?, debía ser más idiota de lo que pensaba.
Los días habían pasado desde aquella situación, pero su mente no podía alejarse del rubio… ¿En verdad a Seto Kaiba le gustaba?, ¿O solo era curiosidad de salir con un hombre?, ¿Venganza de Yugi?, no era el tipo de chicos que le gustaran las personas, estaba tan ocupado en sus negocios que jamás le preocupó algo tan banal como el amor o las relaciones. Sin embargo, aquel rubio no se rindió por más negativas que le daba, hasta que harto de la situación aceptó salir con él, al principio era extraño, todo era nuevo para él, así que se comportaba como siempre, y seguía haciendo sus actividades, solamente contestaba las llamadas o mensajes que el ajeno le hacía durante el día hasta volverse una rutina.
Soltó un corto suspiro y con un movimiento de cabeza alejó esos pensamientos, no valía la pena pensar en ello. A pesar de los años lejos de ahí, su pareja había soportado solo con mensajes y una que otra videollamada, era algo común en ello, pero… Joe hacía todo con tal de tenerlo feliz y no interrumpir en sus actividades.
El anuncio del aterrizaje lo sacó por completo de sus pensamientos. Su vuelo llegaba a la ciudad domino, estaba algo ansioso por mostrar el nuevo prototipo para el duelo de monstruos, algo que causaría revolución en los duelistas.
No tardó mucho en tocar el suelo del aeropuerto, y desde lejos pudo divisar al rubio que movía sus brazos efusivo, y por su puesto a toda la banda de amigos suyos, comenzaba acostumbrarse a ellos, aunque seguía pensando que eran irritantes. Al estar a unos cuantos metros, su vista se posó en cada uno de ellos, parecían iguales… Tea, Yugi, Tristán y… Sus ojos se abrieron de par en par al ver a otro chico… era… era él, ¿Cómo?, tenía entendido que era un espíritu que habitaba en el rompecabezas del milenio, no era posible eso. Sin poder disimularlo su vista se posó en la delgada figura del tricolor, su cintura, torso, brazos hasta terminar en su rostro… ¿Perfecto?, era acaso que existía otra palabra para describirlo.
Asustado de sus propios pensamientos apenas si correspondió el abrazo que el rubio le daba.
—Así que, a pesar de todo, ¿Lograste salir de ese objeto? — No dudó el soltar palabras maliciosas, quería escucharlo, quería saber su nombre, tratar de controlar la ansiedad que de pronto su cuerpo sentía. Inexplicable que su vista no pudiera apartarse de él. Tan solo vio que aquel hermoso ser cerraba sus ojos y ladeaba su rostro, restándole importancia a sus palabras.
Joe al ver la situación, contestó por el faraón que se veía con intenciones de no tomar en cuenta al mayor de los hermanos Kaiba. —Verás, Atem es su nombre real, y durante este tiempo que no estuviste, pasaron muchas cosas, ahora tiene un cuerpo propio, y vive con Yugi y su abuelo, es difícil de explicar — El oji-castaño se rascó la mejilla con el dedo anular, tratando de recordar, aunque en realidad Yugi no les había contado como había sucedido todo, un día simplemente llegó con él, explicando que lo verían por mucho tiempo.
Seto escuchó atento el relato, pero sin dejar observar al faraón. Su piel blanca, su postura. «Demonios, ¿Qué sucede?» Sus pensamientos de nuevo lo dominaban a tal punto que sus palabras salían por si solas, necesitaba tenerlo cerca… tan cerca de él como fuese posible. — Entonces llegaste en mejor momento, serás tú el que pruebe mi nuevo disco, te reto Atem, y si crees que puedes vencerme, esta vez no tendrás tanta suerte. — Joder, que no podía controlarse, a pesar de que Joe lo intentaba persuadir, no, no había poder alguno que le hiciera cambiar de opinión, por lo que vio como los amigos se alejaban, diciendo que ambos eran como dos niños pequeños, mencionando que irían a una de las cafeterías del sitio en lo que terminaban, al final, sabían quien sería el ganador.
Abrió el portafolios que llevaba consigo y sacó el pequeño dispositivo arrojando uno al gobernante — ¡Es hora del duelo!
—No podrás derrotarme Kaiba, tu destino siempre es perder — El faraón clavó su mirada en los ojos azules de su adversario, y a su mente vino el recuerdo de cinco mil años atrás…«Seth», ese nombre no dejaba de estar presente, los recuerdos de su vida pasada volvían poco a poco, aun se sentía perdido — Coloco una carta bocabajo y coloco al guardia celta en modo de ataque. — No creyó que ver a Kaiba le causara ese malestar, le traía recuerdos de su pasado, y el como aquel ser le traicionó de esa forma, lo odiaba de sobremanera.
Dispersa su mente, el juego llegaba a su fin, Kaiba tenía al dragón ojiazul fusionado, y él con pocos puntos de vida, sería su derrota, perdía contra él… por un momento de debilidad ante los recuerdos de Seth, el «amor prohibido» que se tenían, las aventuras que habían vivido. ¿Era la razón de que los dioses le habían regresado a ese mundo?, ¿Tenía que vivir ese castigo una y otra vez?
Cerró sus ojos permitiendo que un par de lágrimas rodaran por sus tersas mejillas, que mal momento para recordar el amor que tenía por Seth, no le gustaba en absoluto parecer débil frente a los demás. Esperó lo inevitable, recibir la humillación y la alegría por ganar de Seto… — ¿Qué sucede? — El de ojos amatista se atrevió abrir los ojos cuando no recibió ningún ataque, el dragón regresaba y los hologramas desaparecían. Los pasos del más alto resonaban hasta detenerse frente a él, se inclinaba hasta que sus labios se juntaron con los ajenos… ¿Estaba soñando? ¿De verdad Seto lo estaba besando? ¿Por qué? .. no, no era correcto. ¿Se estaba burlando de él?, eso debía ser, debía ser su forma de venganza.
Lleno de ira por su pasado, por ese rostro el cual amó, y ahora 5000 años después aparecía de nuevo a jugarle la misma broma que siglos atrás.
Con todas las fuerzas que en ese momento tuvo, aventó al ajeno y sin más se levantó para salir corriendo de ahí dejando a un atónito Kaiba… el cual tampoco entendía la razón de sus actos.