Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Jugarreta por Pasitea

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

En esta historia, los personajes son normales y en el caso de uno de los protagonistas, este posee apariencia humana. Así que no hay nada de superpoderes. 

La canción corresponde a Joaquín Sabina, titulada -Peor para el sol.- 

Notas del capitulo:

Los personajes SON TODOS PROPIEDAD de Kohei Horikoshi. Sólo los he tomado con fines de recreación no lucrativa. 

Ha sido un largo día de trabajo para él. La reunión ha terminado tarde y sin luces de que el trato se cierre fácilmente. Diablos, si falla, le costará su puesto. En primer lugar, no es su culpa que el cliente sea tan escurridizo

 

En segundo ¿Quién les dijo que él era la persona correcta para ese tipo de encargos?

 

Tercero ¿Qué demonios hacía alguien con un carácter como el suyo en una empresa así?

 

Cuarto ¿Por qué seguía ahí?

 

Y encima, ni siquiera había hablado con el jefe máximo de la corporación. Dios, le urge charlar con él: ya no quiere estar más tiempo en la ciudad. Quiere volver al lado de su esposa.

 

Suspira.

 

Bueno, al menos ella no le exige tanto. Aunque ahora que lo piensa... Ella ha cambiado.

 

-Sólo falta que me esté engañando.-

 

Palmea la oscura frente para deshacerse de esa idea y se dedica a ver la cantina en la que se ha metido: no es muy grande, discreta, cómoda... tal como a él le gustan las cosas. La música que flota en el ambiente y las cervezas que lleva consumidas, le envuelven placenteramente.

 

La noche está para cualquier acontecimiento... 

 

 

 

 

 

-¿Qué adelantas sabiendo mi nombre?

Cada noche tengo uno distinto,

Y siguiendo la voz del instinto

Me lanzo a buscar...-

-Imagino, preciosa, que un hombre...-

 

 

 

 

 

Hay cierto aroma que le ha llamado la atención ¿Chocolate? ¿Menta? ¿Bombones? ¿Caramelos? ¿Polvo de arroz?  ¿Qué será? Se ríe.

 

El chiste que es dulce... muy cargado, tanto que se le puede etiquetar de "lascivo". Estornuda tratando de alejarlo, pero tal parece se mete aún más en la nariz. Por un instante, cree ver la caballera de su mujer deambulando del otro lado de la barra.

 

En realidad, desde su mesa, sólo domina con la vista una parte del tugurio, así que se resigna a no buscar. Percibe más cerca el perfume... hasta que nota movimiento en la mesa de al lado. De reojo observa al recién llegado: alborotado cabello jade oscuro, piel blanca, cuerpo atlético sin exageración y delgado. Mejillas salpicadas, de baja estatura.

 

Y de sí, provenía tan delicioso olor.

 

El nuevo se percata de la mirada de aquel y le sonríe.

 

Desvía la mirada, avergonzado.

 

 

Los tarros chocan por octava vez, riendo agradable ante las historias del peli-verde, que cada tanto le guiña o bien, le ve extraño.

 

 

 

 

-Algo más, un amante discreto

que se atreva a perderme el respeto

¿No quieres probar? Vivo justo detrás de la esquina.

No me acuerdo si tengo marido;

si me quitas con arte el vestido te invito el champán...-

 

 

 

 

Un choque le recorre, lo que le hace atragantarse con la décima cerveza. La mano del desconocido puesta en la pierna derecha la aprieta. El pelinegro no hace otra cosa que tratar de ignorar la sensación. Pero esa palma sube cada vez más, hasta llegar a la ingle.

 

Carajos.

 

Suspira por cada masaje que le hacen en sus partes privadas. El doceavo tarro se ha calentado, tanto como él, gracias a la espera. El olor de su compañero se ha hecho poderoso, poniéndolo ansioso con cada acercamiento del cuello del extraño.

 

Y un dedo juega con la punta del miembro.  

 

 

 

 

 

Le solté al barman mil de propina.

Apuré la cerveza de un sorbo;

acertó el que el "Templo del morbo"

le puso a este bar.

 

 

 

Se empina el vaso y la botella de cerveza en un momento. En alguna parte leyó que el alcohol desactiva la parte sexual, lo que origina que no "cumpla" o que se quede a medias. Pero nadie le dijo que depende de cada organismo.

 

La punta semi-erecta comienza a humedecerse. Y sin saber cómo, su vista se conecta con la del otro.

 

 

 

 

 

Peor para el Sol que se mete a las siete

en la cuna del mar a roncar,

mientras un servidor

le levanta la falda a la Luna.

 

 

 

Se pierde en los verdes ciénaga que tiene por ojos, actuando ilógico. Nota la sorpresa de aquel. Y sonríe.

 

Traga difícilmente, mientras se acerca el rostro del más joven. Intenta contabilizar las pecas de esas bermejas mejillas, que se le antojan manzanas para morder.

 

 

 

 

 

Al llegar al portal nos buscamos

como dos estudiantes en celo,

un piso antes del séptimo cielo

se abrió el ascensor.

Nos sirvió para el último gramo

el cristal de su foto de boda.

No faltó ni el desfile de moda

de ropa interior.

 

 

 

Dentro de sí da gracias que la taberna esté atenuada con pocas luces, así que se afana un poco más en deleitarse con el fino cuello blanco, aspirando el perfume de arroz.

 

Los suspiros que produce el chico le dan en el estómago, bajando a su vientre, que ya empieza a quemar.

 

 

Alguien desde la barra los observa, ocultándose entre varias botellas y una charla con la cantinera, que de igual manera lleva rato siguiendo la escena de ese par. Ambos guiñan, divertidos.

 

 

 

 

-En mi casa no hay nada prohibido,

pero no vayas a enamorarte:

con el alba tendrás que marcharte

para no volver.

Olvidando que me has conocido,

que una vez estuviste en mi cama.

Hay caprichos de amor que una dama

no debe tener.-

 

 

 

Y ambos silban cuando el pelinegro y el peliverde se marchan del bar.

 

 

 

-Oye.-

 

-¿Qué?-

 

-Se fueron sin pagar.-

 

-... la jefa me va a matar...- suspira la encargada.

 

La silueta de alguien se dibuja atrás -Mejor que eso, ¡Te lo descontaré!- anuncia una atractiva dama.

 

El cliente ve a ambas mujeres, alegre.

 

-¿Y bien? ¿El conejo volvió?- pregunta la dueña.

 

-Ya se fue...-

 

La otra da también un silbido -Que envidia.-

 

Y la trina se carcajea.

 

 

 

Peor para el sol

que se mete a las siete en la cuna

del mar a roncar

mientras un servidor

le levanta la falda a la Luna.

 

 

 

A tientas es como entran a la casa del de menor estatura.

 

A oscuras se van despojando de las prendas: él del saco y chaleco, aquel desabotona la camisa.

 

Atrae al más alto jalándole de la corbata, para que este apoye su espalda en una pared, con él entre las piernas.

 

La pareja pronto queda en interiores.

 

Y el calor aumenta.

 

 

 

-Es mejor,- le pedí-­, que te calles,

no me gusta invertir en quimeras,

me han traí­do hasta aquí­ tus caderas,

no tu corazón.-

 

 

 

Ante la débil luz de las farolas de la calle, dos anillos brillan. Hunde la nariz en el arco del adictivo cuello del pecoso.

 

-¿Por qué no dijiste que eres casado?- pregunta alguien.

 

-Por lo mismo que tú tampoco lo mencionaste...- responde alguien.

 

-...-

 

-Esto nunca pasó.-

 

-Dudo que volvamos a encontrarnos.-

 

 

 

El hambre por el cuerpo del otro se hace insoportable. El pequeño acaricia el torso trabajado del azabache, disfruta mucho del quemado color que tiene en la piel, recordando la tez blanca de alguien más; de los pezones café, de los brazos de musculatura graduada. No puede evitar el aproximar su ingle con la de aquel que está encima para rozarse... para invitarle a más.  

 

El activo se muestra serio, dedicándose a simular embestidas por encima de los ya apretados bóxeres ¿Y por qué no? Degustándose los bajos jadeos de su próximo amante.

 

 

 

Y después, para qué más detalles,

Ya sabéis: copas, risas, excesos.

¿Cómo van a caber tantos besos

en una canción?

 

 

 

Debe admitir que, aunque le gusta ser quien controle, la vista que el oji-jade ofrecía a horcadas sobre su miembro es magnífica: vientre plano, tez nívea y suave, piernas gruesas y torneadas, dos botones rojos encendidos por pezones, cosa que compara con los de las tetas de su mujer, que son rosa pálido.

 

Una cintura definida levemente, caderas anchas... en un cuerpo de hombre.

 

Claro...

 

Aún no lo penetra y siente que está por correrse.

 

Dios.

 

Ansioso, rompe los calzoncillos del menor, saca el pene del suyo y sin decir "agua va", lo introduce de golpe. Los gemidos llenan la habitación acompañado del sonido acuoso del choque de los cuerpos, del meter-sacar.

 

Las gotas de sudor que adornan los brazos y piernas, hacen que los cabellos de la pareja se peguen a las frentes; cambia de posición al de 4. El de iris aguamarina levanta el trasero, hundiendo el pecho y la cara en la almohada la cual usa de casco también, ante las furiosas embestidas que el moreno le propicia; el lecho rechina, el cabezal se zarandea pues las manos del hombre mayor lo apretujan por apoyarse en el.

 

Puede oír los gritos del de abajo; ha optado por jugar con el pene de aquel.

 

1

 

2

 

3

 

Siente su falo palpitar y el interior del chico "apretar" cada vez más.

 

Aumenta el ritmo de las caderas, jadeando ruidosamente y el clímax alcanza al par.

 

A estas alturas, el alcohol ha desaparecido totalmente de la sangre.

 

Sale del cuerpo de desconocido, que se duerme al instante. La limpieza de sí mismo esperará hasta llegar a su hotel.

 

 

 

 

Volví­ al bar a la noche siguiente

a brindar con su silla vací­a,

me pedí­ una cerveza bien frí­a

y entonces no se

si soñé o era suya la ardiente

voz que me iba diciendo al oí­do:

-Me morí­a de ganas, querido,

de verte otra vez.-

 

 

 

Es su última junta en esa ciudad.

 

Hoy hablará directamente con el CEO.

 

 Y ciertas hebras verdes lo distraen desde el otro extremo de la estancia, pero no es momento de reafirmar quien es el dueño.

 

-Señor, el director lo atenderá en este momento.-

 

La secretaria lo anuncia, permitiéndole la entrada a la oficina.

 

-Buenos días, Sr. Fumikage Tokoyami, un gusto conocerle. Tome asiento, por favor. Supe que había estado buscándome.-

 

-Así es, Sr. Bakugou Katsuki.-

 

-Mil disculpas, pero bueno, ya estamos aquí. ¿Qué se trae entre manos el Sr. Endeavor Shouto? Le he dicho miles de veces que no me interesa una alianza que lleve su nombre.-

 

-A eso vine, Sr. Katsuki. La directriz de las empresas ha sido tomada por Todoroki Shouto, el cual le hace la atenta invitación a asistir a la recepción  que se llevará a cabo dentro de un mes, para hacer oficial la toma de puesto.-

 

-Así que el bastardo de Shouto junior finalmente lo logró. Excelente... Pudo haber enviado los pases por paquetería ¿Sabe?-

 

-El joven Shouto decidió que para oficializar las invitaciones, era necesario hacerlo a través de algún ejecutivo. En lo personal no me molesta.- contesta mármol.

 

-Jum...-

 

La puerta se abre, haciendo que el dúo de hombres voltee a ver.

 

-Oh, justo a tiempo cariño. Le presento a mi esposo.-

 

Estático -Placer en conocerlo, soy Midoriya Izuku.-

 

-Igualmente, Fumikage Tokoyami. Encantado.- responde gélido, tomando la mano del blanco chico para besarla.

 

 

 

Y dos alianzas deslumbran en el movimiento.

 

 

 

"-Ahora ya sé como te llamas...-"

 

 

 

 

 

Peor para el Sol

que se mete a las siete en la cuna

del mar a roncar

mientras un servidor

le levanta la falda a la Luna.

 

 

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer. 

En lo personal, me llama mucho la atención esta parejita. Y pues, no me quedé con las ganas de escribir sobre ella. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).