Han pasado los años, desde que iba en secundaría parecería que fue ayer cuando todo comenzó. Era un verano, lo recuerdo bien, estaba de vacaciones. En aquel entonces me encontraba en una relación romántica con un chico llamado Daiki.
Daiki y yo nos conocimos en la escuela secundaria en el receso. Yo no me juntaba con nadie en aquella escuela, de pronto él llegó y como si fuéramos amigos me saludo y comenzó a platicar conmigo. Intente ignorarlo o darle poca importancia pero sin importar lo que hiciera siempre regresaba a mí.
Recuerdo aquella ocasión en la que comenzó a contarle la historia de una niña que había muerto en las instalaciones de la escuela. Comencé a reírme sin parar pues era una historia bastante tonta. Decía que en clase de educación física una niña comenzó a sentiré mal del estómago y la mandaron a sentarse debajo de un árbol. Como aquel lugar era bastante lejos de la vista de todos, la niña comenzó a sentirse aún peor y al poco tiempo tuvo un colapso debajo del ardiente sol del mediodía. Olvidada sufrió insolación y lo que sea que fuere su enfermedad y para la hora de la comida ella ya no estaba con nosotros... Sin embargo su espíritu atormentaba a todos aquellos que se atrevían a ir debajo de su árbol.
- Te reto Hiroki a pasar el siguiente receso debajo de ese árbol. – dijo señalando un árbol lejano casi pegado a la barda que limitaba el espacio de la escuela.
- Y ¿Por qué habría de cumplir semejante reto? – le conteste indiferente.
- Porque si no lo cumples significa que eres un cobarde. – me dijo con una gran sonrisa en su rostro – Pero si lo cumples prometo darte un obsequio especial
- Aun así no me convences. No tengo que demostrarte nada
- Si tienes razón… - dijo ya algo desanimado – Igual debes cumplirlo… Lo difundiré, Hiroki es un cobarde que no quiere pasarse por el árbol embrujado – comenzó a canturrear
- Está bien, lo hare – dije finalmente
Al siguiente receso me senté justo debajo de aquel árbol. No era que me diera miedo era que de alguna forma si se sentía un poco extraño está ahí debajo. Poco tiempo pasó para que se me quitara la sensación de extrañeza y comencé a ver a varios de mis compañeros jugando en las canchas. Estaba comenzando a aburrirme ahí cuando de pronto alguien me tomo por los hombros y comenzó a gritar. Quisiera admitir que solo fue que me tomaron por sorpresa pero a decir verdad si sentí un poco de miedo.
- Hiroki eres genial – era Daiki – Por poco no terminas. Ahora te daré tu premio especial
- ¿Estás loco? – grite exaltado- me tomaste por sorpresa… Más te vale que sea algo realmente bueno. – concluí a sabiendas que discutir con el sería totalmente inútil.
- Bueno, bueno, cierra los ojos - me dijo un poco más serio de lo habitual
- Está bien – cerré los ojos
- Bien cerrados, dime ¿cruz o cuernos? –
- Como voy a saberlo si tengo los ojos cerrados – le dije comenzando a acabarse mi paciencia.
- Bueno ya…- dijo y escuche como si hubiera abierto su mochila, respiro profundo y antes de que pudiera apresurarlo sentí como sus labios y los míos se tocaban. Fue algo tan fugaz que apenas pude sentirlo. Sus labios finos un poco húmedos rozaron los míos.
- …- abrí los ojos con gran sorpresa y antes de que pudiera decir nada el comenzó a correr hacía las canchas - ¡Daiki! – grite, sin alcanzarlo, solo atine a quedarme ahí parado meditando.
Ese había sido mi primer beso y si mal no recuerdo también el de él.
Pasaron varios días sin haberlo visto por ningún lado, incluso en clases. No sabía si era el quien me estaba evitando o si era yo quien se escondía de su presencia. Hasta ese día que de nuevo fui debajo de aquel árbol. Estaba meditando todo lo acontecido, el cómo me sentía al respecto y lo que podría pasar más adelante. ¿Por qué me habría sentido tan extraño? Me sentía confundido, en parte feliz en parte asustado.
- Daiki ¿Qué demonios quieres que piense ahora?
- Solo quiero que pienses en mí tanto como lo hago yo – escuche su voz detrás del árbol. – Pensé que te había asustado lo suficiente como para que no volvieras a este árbol. Sabes que podrías encontrarte al fantasma ¿no? – me dijo intentando tontear de nuevo aunque se notaba que estaba algo nervioso.
- Daiki… - solo atine a llamarlo por su nombre pues no sabía que pasaría ahora.
- Hiroki Kamijou, Yo ahmm… - comenzó a sudar – No soy bueno con las palabras, pero desde el primer día que te vi no te he podido sacar de mis pensamientos, desde ese día solo he pensado en pasar el tiempo contigo y hacerte reír aunque eres un cascarrabias y de todo te molestas.
- … - No sabía que decir
- Así que simplemente lo diré. Aquel día yo estaba dispuesto a decirte como me siento... como me haces sentir. Al principio no estaba seguro, pensaba que me agradabas demasiado pero conforme te he conocido me he sentido extraño. Así que… - suspiro- Hiroki ¿quieres ser… mí… Rayos no sé ni cómo llamarlo. Hiroki, quiero poder abrazarte y besarte, quiero tenerte solo para mí.
- Yo… - Estaba en shock. Nunca me habría imaginado una situación así ni en mis peores o mejores sueños.
- No me tienes que responder, creo que solo quería decírtelo.
- Está bien… seamos ahmm - tampoco sabía que palabra usar – bésame – apenas si lo susurre, estaba seguro que no me había escuchado pero al notar como su ya sonrojada cara se tornaba completamente roja me di cuenta de que si me había escuchado.
El sonido alrededor era de niños jugando con el balón, el silbato, los gritos y alaridos de todos los que deseaban que no acabara el partido. Pero para mí en ese momento solo podía ver las reacciones de Daiki. Solo podía ver como su rostro pasaba de la sorpresa a la incredibilidad, a la alegría, al miedo todo en un mismo momento que parecía no acabar. La campana sonó pero apenas logre escucharla muy tenuemente.
Cerré los ojos y pude sentir como me abrazaba demasiado fuerte y como sus labios y los míos torpemente se juntaban de nuevo tratando de hacer de este un verdadero beso.
Este sería el comienzo de muchas cosas.
Continuara…