Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Misery Island (Cap. 7 RESUBIDO) por Selphie Tilmitt

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Primer capítulo de Misery Island.

Sus uñas se clavaron con fiereza en el dorso de mi mano cuando el avión atravesó una zona de violentas turbulencias. La velocidad cambió bruscamente debido a las fuertes corrientes de aire por las que cruzábamos y su rostro se hundió entre mi hombro y el asiento. Cerré los ojos con fuerza y traté de concentrarme en mi respiración, intentando omitir los sonidos de gritos y lloros de algunos pequeños que viajaban con nosotras.  A los cuales no tardaron en unírseles más pasajeros.

De un momento a otro, el avión cayó prácticamente en picado durante algunos metros, lo que produjo que las uñas de mi mejor amiga se clavasen con aún más fuerza en mi mano y un grito ensordecedor allegó a mis oídos. Los pasajeros eran inundados por el pánico y no pasaron apenas unos segundos cuando de la parte atrás del avión se escuchó un claro y sonoro: “¡Vamos a morir todos!”.

-          No va a pasar nada, Taylor. Estoy contigo. – Hundí mis dedos entre las hebras de la pelirroja que se escondía tras mi espalda. - ¿Te lo prometí, cierto? – Ejercí algo de presión, juntándola más a mí y notando cómo mi espalda se humedecía levemente. Taylor estaba llorando.

El avión giró hacia la izquierda bruscamente, produciendo algunos daños situados en el alerón izquierdo del mismo, induciendo todavía más pánico en los viajeros. Fueron unos cinco segundos que a todos nos parecieron horas cuando el avión consiguió estabilizarse y pudimos salir de la zona de violentas turbulencias.

 

“Señores pasajeros, les habla el Comandante. Acabamos de atravesar una gran zona turbulenta debido a nuestra llegada al Pacífico. Hemos sufrido algunos daños en uno de los alerones del avión y en la cola del mismo. Realizaremos un aterrizaje de emergencia en la Isla más cercana que pueda recibirnos.  Les rogamos que mantengan la calma. Muy buenas tardes.”

  

 

La isla en la cual aterrizamos era un gran complejo paradisíaco. Había algunas casetas rústicas repartidas por toda la costa. Nos encontrábamos en la zona de la derecha, donde había un pequeñísimo aeropuerto compuesto por una simple torre de control y una única pista de aterrizaje. En la zona de la izquierda, había un gran hotel de lujo. A unos cuantos metros atrás del hotel y de las cabañas, había un frondosísimo y profundo bosque el cual no podía verse el final. Y tras la enorme arboleda, se levantaba una enorme montaña en la cual se veían pequeñas cascadas caer por ella.

Nos encontrábamos fuera del avión esperando a que el comandante volviese, ya que había ido a informar de lo sucedido. Era un avión de unos 50-60 pasajeros de todas las edades. Desde familias de 3 y 4 componentes hasta grupitos de amigos y empresarios que iban a realizar diversas gestiones al llegar al destino. Me percaté de una chica en particular que no parecía relacionarse con ninguno de los pasajeros, dando a entender que viajaba sola. Algo bastante raro para una persona joven cuyo destino era un complejo paradisíaco. ¿Lo normal es viajar con amigos o familiares a disfrutar, verdad? Se encontraba a un par de metros de mí, y desde esa distancia no parecía más alta que yo. Y juraría que rondaba mi edad por su aspecto juvenil, el perfil de su rostro y el estilo de su ropa. Llevaba el pelo recogido en una coleta alta que caía con gracia por la mitad de su espalda. El color castaño de su cabello contrastaba perfectamente con la blusa blanca de tirantes que vestía.

-          ¿Algo que llame tu atención? – Noté cómo tiraban levemente de mi brazo y apoyaban el mentón entre mi hombro y mi cuello, emitiendo un suspiro juguetón. - ¡Parece muy guapa!

-          No digas tonterías, Taylor. – Bufé y la miré con una pequeña sonrisa. – Creo que viaja sola, ¿No te parece extraño?

-          Podemos ir a preguntarle. – Colocó un par de mechones pelirrojos tras su oreja y mantuvo su sonrisa mientras me miraba. – Quizás nos llevemos bien y…

-          ¿Y qué? – La miré con la ceja alzada y sus ojos se entrecerraron, traviesa.

-          ¡Oh, vamos! – Me empujó levemente y suspiró. – Hace meses de lo tuyo con Natalie… Podrías tener una noche loca de vez en cuando, ¿Sabes?

-          Empiezo a pensar que tienes una obsesión con que empiece algo con alguien… ya sea por una noche o varias. – Suspiré.

-          Sólo quiero que pases página, Lara… ¡Y que te diviertas! Lo pasaste tan mal cuando…

-          Natalie es parte del pasado. – Afirmé rápidamente. – Simplemente… deja que las cosas fluyan. Nunca sabemos qué puede pasar. Lo importante es que vivamos el hoy, ¿Vale? – Taylor me miró con dulzura y me abrazó.

-          Vale… - Hundió su cabeza en mi cuello y suspiró. – Gracias por hacer este viaje conmigo.

-          No tienes que darme las gracias por eso, ¡Idiota! – Acaricié levemente su cabello y la atraje más hacia mí. – Nuestros amigos nos están esperando ya en la otra Isla…

-          Tengo muchas ganas de llegar. Nunca pensé que… iba a llegar tan lejos - Tragué saliva fuertemente y la acallé juntándola más hacia mí.

-          Yo siempre lo supe. – La miré durante unos segundos y la aparté levemente. - ¿Te has tomado las medicinas? No te he visto hacerlo.

-          Las tomé mientras tú dormías, tranquila. – La miré con un deje de sospecha y me reprochó con la mirada. - ¡Te lo prometo! – Asentí levemente y volví a buscar con la mirada a aquella chica, pero ya no estaba allí.

-          Señores pasajeros… - El Comandante se acercó a todos nosotros, con gesto de alivio, pero a la vez de preocupación. – Hemos contactado con el aeropuerto de la capital y les hemos informado de todo lo sucedido. – Carraspeó, manteniendo la atención de todos los que allí nos encontrábamos. – Estamos esperando una respuesta, ahora mismo se encuentran estudiando la situación. Demorará un par de días. – Las quejas y los murmullos comenzaron a hacerse evidentes, el pánico empezaba a cundir de sobremanera y el comandante junto al cuerpo de azafatos y azafatas trataron de calmar la situación.  – Que no cunda el pánico, por favor. Hasta ese entonces se alojarán en este hotel con todas las comodidades, y por supuesto, la compañía se hará cargo de absolutamente todos los gastos. – Suspiros de alivio fue lo que esta vez reinó entre los pasajeros. Por orden del comandante, nos dirigimos a recoger nuestras maletas para posteriormente dirigirnos hacia el hotel.

La recepción del hotel desprendía lujosidad. Se levantaban grandes paredes de cristal macizo que tenían en sus esquinas detalles plateados que encajaban perfectamente con las grandes lámparas del mismo color. El suelo estaba adornado con una alfombra de color rojo granate que atravesaba toda la planta baja. La recepción se encontraba a la derecha, mientras que enfrente de ésta había una enorme fuente de la cual brotaba agua cristalina. Detrás, se encontraba una amplia sala adornada con sofá y sillones de cuero junto a amplias mesas de cristal.

-          Habitación 202. – La recepcionista me tendió la tarjeta magnética de una de las suites del hotel a la par que me brindaba una sonrisa con excesiva amabilidad. – Y… habitación 205. – Le dio otra tarjeta a Taylor.

-          Podemos compartir suite, venimos juntas… - Taylor hizo el amago de devolver la tarjeta de su habitación, pero la recepcionista interceptó la acción.

-          Son órdenes de la compañía, señorita. Una habitación por persona a excepción de las familias.

-          No te preocupes, podemos dormir juntas.

-          Lo siento. – La recepcionista volvió a intervenir. – Pero la seguridad es una de las prioridades de la compañía. Y más con lo que ha ocurrido en vuestro avión.  – Prosiguió. - Así que cada noche, un miembro de recepción comprobará que cada uno esté en su correspondiente habitación. Disculpen las molestias. – Taylor y yo nos miramos, muy extrañadas debido a la actitud de la recepcionista y con la política del hotel.

-          Por suerte solo estaremos aquí un par de días… - Susurró Taylor al mismo tiempo que nos apartábamos del grupo para dirigirnos a los ascensores.

-          Parece que las suites están en la última planta. – Eché un vistazo al mapa del hotel. – Tenemos que ir a la doceava. – Recorrí el mapa de nuevo. – Hay piscina climatizada, gimnasio, SPA… zona de masajes… sala de recreativos. Vaya, hay de todo… - Mi vista se quedó fijada en la planta más inferior del hotel, la cual estaba totalmente de color negro, sin ninguna indicación. - ¿Por qué no hay ninguna indicación sobre esta planta?

-          Será alguna zona reservada para el personal hotelero, ¿No crees?

-          No lo sé.

-          ¿Algún problema, señoritas? – Un hombre vestido totalmente de negro, el cual tenía una chapita sobre su pecho donde indicaba que era alguien de seguridad se acercó a nosotras.

-          Buscábamos alguna zona donde poder llamar a nuestras familias e informarles de lo que ha pasado… - Taylor se adelantó, encubriéndonos perfectamente.

-          No tienen por qué preocuparse. La compañía se ha hecho cargo de llamar a todos sus familiares para informarles de lo sucedido. – Esbozó una sonrisa mecánica. – Dejad que os acompañe al ascensor. – Agarró nuestras maletas y las acercó al ascensor. – Disfruten de su estancia, señoritas. – Realizó una pequeña reverencia y se marchó hacia la recepción.

-          Qué tío más raro.

-          ¿Sólo el tipo? – Presioné el botón del ascensor y eché un vistazo rápido a los demás pasajeros. Seguía sin encontrar a aquella chica.

-          Ha subido antes.

-          ¿Qué?

-          La chica de antes. – Me sonrió de forma traviesa. - Ha entrado al ascensor cuando a nosotras nos daban las llaves. ¿La buscabas a ella, verdad?

-          Simplemente echaba un vistazo.

-          Claro. – Afirmó irónicamente. – Por supuesto.

-          Me parece un misterio, nada más. – Las puertas del ascensor se abrieron, mostrando un cubículo ancho cuyas paredes eran espejos. – Este ascensor es algo agobiante. ¿No te parece?

-          Todo este hotel me lo parece. – Se aquejó. - ¿Qué es eso de que pasarán a revisar las habitaciones por las noches?

-          No lo sé. – Suspiré. – Quizás pasó algo que hizo que adoptaran esa política de seguridad.

-          Espero que estos días pasen rápido. Quiero ir con los demás a la otra Isla. – La puerta del ascensor volvió a abrirse, dándonos paso a un amplio y gran pasillo donde se situaban todas las suites del hotel. Encontramos nuestras habitaciones tras andar apenas unos segundos. Mi habitación estaba dos puertas más allá de la de Taylor, por lo que nos despedimos hasta que vaciásemos las maletas.

La habitación era todo lujo, al igual que el hotel. La cama era enorme, las mesitas eran de madera oscura a juego con el suelo de parqué. Un gran televisor estaba colocado en lo alto de la pared al frente de la cama y al lado de ésta, había un gran escritorio con un sillón que parecía comodísimo. Unas puertas correderas de cristal daban paso a una amplia terraza, la cual poseía un jacuzzi y al lado de éste, una mesa de color blanco con algunos sofás de mimbre con enormes cojines blancos. Las terrazas contiguas eran apenas visibles, para dar algo de privacidad. Por lo que dirigí mi vista al frente, observando cómo las últimas horas de sol acababan sumergiéndose en el extenso mar.

Tocaron a la puerta, sacándome de mi pequeña ensoñación. Deslicé mis dedos por la barandilla y me dirigí de nuevo hacia la habitación.

-          ¿Sí? – Un hombre de mediana edad vestido de camarero frotaba sus manos con una agradable sonrisa.

-          El servicio de cenas se servirá en una hora… ¿Quiere bajar al restaurante o quiere que le traigamos la cena a su habitación?

-          Bajaré al restaurante. – Le confirmé. – Y dígale a la chica de la 205 mi decisión.

-          Así lo haré. Buenas noches.

-          Buenas noches. – Bajé mi cabeza a modo de afirmación y cerré la puerta. Deshice la maleta y coloqué toda la ropa dentro del armario, repartiéndola entre los cajones y las perchas. Me di una ducha rápida y me coloqué una falda, a la altura de medio muslo de color granate con un top de color blanco que mostraba parte de mi abdomen. Me coloqué unas sandalias del mismo color que el top y peiné mi cabello hacia un lado, haciéndolo caer sobre mi pecho con soltura.

-          Igual debería habérmelo cortado un poco antes de venir… - Deslicé mis dedos hacia las puntas levemente onduladas de mi cabello y lo observé con cautela, notando cómo mi moreno se había aclarado algún que otro tono. – Lista. - Agarré un pequeño bolso de mano e introduje el móvil en él, junto a la tarjeta magnética de la habitación. Cerré la puerta tras de mí y paré en seco al girar hacia mi derecha.

-          H-hola. – Titubeé de sorpresa al ver a la chica de esta mañana totalmente desnuda, enrollada en una toalla de color coral, intentando abrir la puerta de lo que parecía su habitación. La 203, contigua a la mía.

-          Eh… hola. – Sonrió nerviosa, quitando la mano del pomo de la puerta y apoyándose en ella. – Me he dejado la tarjeta dentro…

-          ¿Y qué hacías aquí fuera así vestida? – Me crucé de brazo, intentando entender la situación.

-          Estaba en la ducha y alguien tocó la puerta. – Se explicó. – Al salir no había nadie y al echar un vistazo para averiguar quién había sido… La puerta se cerró. – Asentí convencida, ya que la puerta tenía un mecanismo el cual hacía que la puerta se cerrase al cabo de unos segundos de estar abierta. Eché un rápido vistazo a la castaña, aprovechando que desviaba su mirada hacia la puerta. Tenía el pelo mojado y caía con pesadez sobre sus bronceados hombros y parte de su espalda. La toalla cubría apenas la mitad de sus muslos, los cuales se veían tonificados y bien torneados. Volví a subir la mirada hasta sus ojos, los cuales me volvieron a mirar. Y pude descubrir el azul más intenso del mundo.

-          Ven a mi habitación. – Sus cejas se alzaron, con sorpresa. – Quiero decir… te prestaré algo de ropa hasta que soluciones lo de la puerta. ¿No querrás ir así por todo el hotel, verdad?

-          La verdad es que no. – Rio levemente y se acercó hacia mí. Le brindé una pequeña sonrisa y abrí la puerta de mi habitación a mi paso. – ¿Puedo secarme el pelo?

-          Claro, el secador está en el baño. – Le señalé. – Te llevaré la ropa ahora mismo… - Paré en seco y ella se detuvo, extrañada. - ¿Cuál es tu nombre?

-          Me llamo Kate. – Me brindó una pequeña sonrisa y entrecerró la puerta tras de sí. Agarré unos shorts vaqueros y una camiseta de tirantes básica así como un conjunto negro de ropa interior. Di un par de golpecitos en la puerta el baño y tras un sonoro “Pasa”, accedí. – Te he traído ropa cómoda.

-          Gracias, esto… - La interrumpí.

-          Lara. – La miré a través del reflejo en el espejo. – Soy Lara. – Me volvió a sonreír y detuve mi vista en el lavabo, donde se encontraba una tarjeta magnética. – Juraría que había guardado la llave en mi bolso… - La tomé entre mis dedos y observé que había un 204 grabado en ella. ¿204? Mi habitación era la 202, y la de Kate se suponía que era la 203… Kate se tensó y agachó la mirada.

-          La habitación que intentabas abrir… No era la tuya, ¿Verdad? – Tragué saliva con dificultad y fiereza al descubrir que aquella chica me había mentido. Intentó arrebatar la tarjeta de entre mis dedos y la desafié con la mirada, descifrando en ella una mezcla de nerviosismo, adrenalina y miedo. – Tu habitación no es la 203, es esta que pone aquí. La 204.

La castaña me desafió con la mirada, frunciendo el ceño y retándome. Pero en el transcurso de unos cuantos segundos, su gesto se apaciguó y se tornó algo… ¿Triste? Le volví a tender la tarjeta de la habitación 203 y me miró con sorpresa.

-          ¿Sabes? No es asunto mío. – Esperé a que la tomase de entre mis dedos. – Solo… lleva cuidado. ¿Vale? – La atrapó entre sus dedos y me agradeció con la mirada. – Quería hacerte una pregunta…

-          ¿Cuál es? – Sus labios se curvaron y su gesto se volvió serio. De repente, escuchamos un estruendo enorme proveniente de la habitación contigua a la mía, la 203, en la cual Kate quería acceder. A ambas nos pilló de sorpresa, volvimos a conectar nuestras miradas y sin decir nada, ambas salimos al dormitorio. Tras otro golpe todavía más fuerte, escuchamos un ensordecedor grito que despertó todos nuestros instintos.

-          ¡Vamos! ¡Por el balcón! – Miré a Kate, la cual estaba todavía envuelta en la toalla. – Iré yo, tú vístete. – Giré sobre mis pies y Kate me agarró del brazo, girándome y quedando frente a ella.

-          Lleva cuidado. – Su agarre se suavizó, convirtiéndose en una leve caricia acompañada de una mirada preocupada. – Esta Isla…

-          No es lo que parece, ¿Verdad? – El contacto entre su mano y mi brazo cesó. Ella asintió y le sonreí, reconfortándola levemente. – Lo sé. – Otro golpe ensordecedor nos volvió a la realidad. Giré sin decir nada y de una zancada llegué al balcón, giré sobre mis pies y me dispuse a saltar la especie de “pared” que separaba las terrazas de las suites. Al comenzar a trepar, otro grito atravesó el oscuro cielo de aquella Isla.

¿Qué estaba pasando aquí?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).