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Solo vine a hablar por teléfono por Pandora

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Notas del capitulo:

Notas iniciales de Pandora: adaptación de  ‘’Solo vine a hablar por teléfono’’ de García Marquez (lindos tiempos en los que no era tan ‘’best-seller)…anyways…ahí va el fic…

 

 

 

Y rodeó su casa

de alambradas y muros impasables

contra el tiempo rebelde

tanto que nadie lo rompiera

con maldiciones, puños, amenazas,

ni con amor tampoco

 

 

 

Yuki Eiri gruñó por tercera vez en un lapsus corto de 5 minutos. Estrujó los cigarrillos húmedos por la lluvia y guardó la caja de fósforos en uno de sus bolsillos traseros.

 

Estaba empapado, pero no temblaba, su mercedes negro estaba muerto, como Jesús en la cruz, pensó Yuki con amargura. Llevaba dos horas ahí, estancado y molesto. Su celular había caído en un charco, el aparato del demonio se había negado a funcionar luego.

 

Se encontró en medio de la nada, en una carretera desierta rumbo a Kyoto. Había quedado en encontrarse ahí con su esposo, un niño bastante agraciado y de buena familia, un chiquillo alegre que lo buscaba en el consultorio todos los días, por las noches, para cumplir una fantasía tras otra. Si, Yuki sonrió contra su voluntad, su Shuichi era una criatura muy sexual.

 

La cena con sus padres era dentro de dos días, pero Shindou le había suplicado, rogado y llorado porque recorrieran su hogar natal. Y él no había podido negarse a los grandes ojos violetas y sus labios apretados. ‘’Yuki Yuki’’- había dicho sonriendo- ‘’tienes que mostrarme todo ¡tienes que hacerlo!’’

 

Se decidió a caminar sin rumbo fijo por aproximadamente dos horas, con los pies arrastrándose en el medio de la carretera, vislumbró por gin un autobús bastante grande.

 

-Disculpe….-un hombre entrado en años y robusto lo había recibido- mi auto se averió….¿sabe de algún teléfono por aquí cerca?

 

El hombre le sonrió con amabilidad, le entregó una manta para que se abrigara y una toalla para secarse.

 

Eiri se sentó en uno de los asientos delanteros, observó con curiosidad sin alterarse a muchos hombres de distintas edades profundamente dormidos, llenando el autobús.

 

-¿A dónde vamos?

 

Su voz varonil resonó en todo el lugar, el hombre robusto le pidió silencio- ¡Shhh….están todos dormidos!....

 

Yuki no supo más después, se entregó a un sueño reparador, las extremidades le dolían terriblemente después de horas de caminata y necesitaba descansar si quería seguirle el ritmo al baka por la mañana.

 

 

.*.

 

 

Despertó gracias a la brusca forma en que se detuvo el vehículo. No recordaba cuanto tiempo había dormido pero se hallaba recuperado ya. Las puertas del autobús se abrieron y todos comenzaron a bajar, así lo hizo él también.

 

Todo los hombres estaban como dormidos, y varios uniformados se encargaban de colocarles mantas sobre la cabeza para evitar que se mojaran.

 

Uno de los uniformados le colocó una manta sobre el cabello rubio y le indicó que la devolviera adentro. Se extendía delante de toda su visión un edificio sombrío y carente de ventanas, Eiri se apresuró en entrar.

 

Devolvió la manta y corrió por el patio, pero un guardia le indicó que volviera a la fila. El rubio gruñó y escupió las palabras- Necesito un teléfono….

 

-Adentro podrás hablar por teléfono, chico bonito, ahora no…

 

Eiri lo insultó en voz baja y se enderezó. Un hombre alto castaño desfiló ante sus ojos, se detuvo ante él y le espetó con voz firme- ¿Cuál es tu nombre?

 

-Yuki Eiri

 

El hombre le preguntó al guardia por la ausencia de identificación y de número en el pecho del ojidorado y el otro no supo que contestar.

 

-Es que solo vine a hablar por teléfono….-respondió ya ofuscado y bastante alterado.

 

-Mañana podrás hacerlo….-el hombre le sonrió con dulzura y lo llevó hacia una habitación llena de camas, lo colocó lentamente en una, cerró la pesada puerta y abandonó la estancia.

 

El rubio cerró los ojos, y supo entonces, el porqué del encierro, de los hombres adormilados, de las identificaciones y los números, las batas blancas, los guardias…¡estaba en un sanatorio de enfermos mentales!...¡que tonto había sido!...¡el había trabajado en uno y no supo reconocerlo!...

 

El temor lo invadió, ellos lo creían loco, pensó con angustia. Se puso de pie y escapó corriendo por un largo pasillo al extremo de la habitación, iba a toda velocidad, pero antes de que pudiera reaccionar se encontraba en el piso, con el rostro golpeado y un gorila uniformado que le aplicaba una llave.

 

-¡Suéltame hijo de perra!....-el rubio forcejeó- ¡Solo vine a hablar por teléfono!...¡lo juro!...¡no estoy loco! ¡no estoy loco!....

 

No durmió en toda la noche, las ansias de fumar y de ver a su pelirrosa sonriéndole le atacaron durante interminables horas.

 

Gritó y lanzó insultos, le ataron el cuerpo a la cama y le suministraron varios calmantes.

 

En Kyoto el pequeño Shuichi no paraba de preguntarse en donde estaría Yuki, mientras el otro reposaba sedado sobre la ya insoportable cama de la jodida habitación.

 

Un anciano irrumpió en su cuarto, tenía aspecto amable e indefenso, Eiri relajó el cuerpo al verlo entrar.

 

Yuki le pidió antes que nada, un cigarrillo, el anciano le puso uno encendido en los labios y le regaló unas cajetillas.

 

El rubio tembló y le contó todo, que su esposo lo esperaba en Kyoto, que iban a cenar con su familia y que Shuichi se volvería loco al saberlo desaparecido.

 

El mayor escuchó todo con tranquilidad, peinó sus mechones oro y lo acomodó en la cama. Le volvió a sonreír con dulzura y acarició su cabeza tratando de aplacar su temblor.

 

-Necesito hablar con el baka, por favor, se asustará si no regreso…

 

-Aún no Yuki-san….-le habló en voz baja-no se altere….

 

Le dieron una identificación esa misma tarde, alertaron a los guardias de su conducta agresiva y su actitud paranoica. ‘’116’’, así lo habían fichado.

 

 

.*.

 

 

-Yo…-los ojos violetas se llenaron de lagrimas y un sollozo ahogado escapó de su boca- No se que pasó…creo…que Yuki me ha dejado…-rompió a llorar con todas sus fuerzas, un chico de cabello negro lo abrazó tratando de confortarle, era un muchacho de unos 18 años, el hermano menor del rubio.

 

Mika miró con preocupación al alterado chico y mandó a una de las criadas a que preparara la cama de Eiri y que trajera un té bien caliente.

 

-No pasa nada…ese Yuki…¿pero no has sabido nada de él?

 

-No…-lloró con más fuerza- su celular está fuera de servicio….he visitado todas las morgues de Kyoto, llamé a todos los hospitales de Tokio y nada…¡Me ha dejado!....

 

Mika logró acostarlo en la cama con facilidad, era bastante dócil y había llorado por horas, cansándose al fin, bien entrada la madrugada.

 

Shuichi cerró los ojos. Había conocido a Yuki en una cena a la que su padre le había obligado a asistir, algo así como una cena de gala para importantes médicos.

 

El acababa de salir de un internado católico, y al mes siguiente ya se había comprometido con el Uesugi.

 

El padre de Shuichi se había negado rotundamente a su unión, no podía aceptar que su hijo menor se casara con un hombre 13 años mayor que él,  y de tan mal carácter.

 

Shuichi había pataleado y lanzado todas las cosas por la ventana de su cuarto, se había escapado de casa y presentado en el departamento de Eiri, llorando como una magdalena y aferrándose a su cuerpo con todas sus fuerzas.

 

Se casaron dos meses después. Yuki era un psiquiatra reconocido y Shuichi estudiaba artes en la universidad.

 

 

.*.

 

 

Pasó una semana y Shuichi se dejó caer en una profunda depresión. Su mejor amigo, Hiro, el pelirrojo se encargaba de cuidarlo y alimentarlo. El pequeño se pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo.

 

Lo había llamado del seguro informándole del hallazgo del mercedes abandonado en medio de la nada, pero sin rastros del rubio.

 

Su padre comenzó a sembrar en él toda clase de rumores, aseguraba que uno de sus trabajadores había visto al rubio yéndose de viaje con una elegantísima rubia.

 

Los celos lo atormentaron a tal punto que Shuichi terminó por creer que el rubio se había fugado con una mujer.

 

 

.*.

 

 

Yuki no acabó de asimilar todo en los próximos dos meses. Había perdido peso y no hablaba con nadie.

 

Fumaba como chimenea, el dinero que aún conservaba en sus bolsillos le alcanzaba para su vicio.

 

Se arrinconaba en el patio, en el lugar en el cual el sol no caía, pasaba largas horas mirando a la nada.

 

-¿Dónde estamos?- se aventuró a preguntarle un día a un hombre.

 

-En la nada….estamos en la nada….

 

-Es el infierno…-respondió uno de tristes ojos celestes- es por eso que nos mantienen aquí…vinimos a pagar nuestros pecados…¡pecadores! ¡eso somos todo, pecadores!...

 

Por la noche lo único que podía distinguir era el sonido que producían las llaves del guardián al chocar unas contra otras. Era un hombre alto, corpulento de piel negra, a Yuki le parecía que era un gorila con rasgos humanos. El hombre lo acosaba, le dejaba notas debajo de la almohada, y en los bolsillos de la ropa, le había dicho que podía conseguirle todo lo que él quisiera.

 

Una noche trató de tocarlo y Eiri le propinó un golpe tan fuerte que le rompió varios dientes. Se produjo tal escándalo en el dormitorio que se ganó un castigo.

 

Era martes por la tarde, contemplaba el cielo cuando el timbre de un teléfono lo distrajo, se escurrió con cuidado entre las habitaciones hasta llegar a una oficina abandonada.

 

Contestó el insistente llamado- ¡Usted acaba de ganar un concurso!

 

-Puto…

 

Colgó con una sonrisa derrotada en el rostro, estuvo a punto de marcharse pero explayó los ojos dándose cuenta de la oportunidad que derrochaba, marcó con desesperación un número de por más conocido.

 

Se le hicieron eternos los momentos en que demoró en contestar.

 

-¿Hola?...-una voz dulce le respondió del otro lado.

 

Eiri sonrió el pulso se le aceleró por la emoción y las lágrimas se deslizaron por sus mejillas- baka…mi pequeño baka….

 

La voz se volvió indignada, dolida, llena de celos- ¡Cabrón!

 

Shuichi cortó.

 

Más tarde tuvo un ataque de furia, tomó una silla y rompió varias ventanas, gritó como un verdadero lunático hasta que le inyectaron un somnífero que lo dejó inconciente.

 

Al día siguiente esperó el anochecer para colarse en la habitación del guardián nocturno, se encontró luego haciéndole sexo oral y aguantando las ganas de vomitar. Le pidió a cambio que llevara una nota a Shuichi.

 

El otro le exigió que se mantuviera en secreto el trato o lo mataría.

 

 

.*.

 

 

Shuichi apareció en el sanatorio, dispuesto a llevarse a Yuki con él. El doctor lo recibió con amabilidad y le explicó a la brevedad el estado de su esposo, nadie sabía donde de donde provenía o como había llegado ahí.

 

-¿Entonces me lo puedo llevar?

 

-Claro que no criatura….-palmeó la mano de Shuichi varias veces- lamento decirlo, pero su estado es muy grave….

 

Le indicó que tratara de no alterarlo, que tuviera cuidado con sus repentinos ataques de furia que eran cada vez más frecuentes.

 

Shuichi lloró en silencio por unos minutos, el corazón le dolía, y cuando se hubo tranquilizado lo llevaron a la sala de visitas.

 

-Síguele la corriente…-le había dicho el doctor- finge que estás de acuerdo con él en todo…

 

 

.*.

 

 

Los ojos dorados de Yuki se clavaron en Shuichi al verlo entrar, llevaba unos pantaloncitos apretados y una camiseta sin mangas que lo hacía lucir apetecible. Tuvo ganas de lanzarlo sobre la mesa y hacerle el amor hasta que ya no pudiera más, había soñado tantas noches con su olor, su cuerpo, sus besos.

 

Sin embargo se quedó tranquilo. El guardia estaba en una esquina, cuidando cualquier arrebato violento por su parte.

 

Shuichi besó sus labios con delicadeza y tomó asiento frente a él- ¿Cómo estás amor?

 

-No puedo creer que estés aquí….-no pudo contenerse más y soltó a llorar como un perro herido. Le contó a Shuichi de su encierro, de los castigos, de las noches de interminables pesadillas.

 

El pelirrosa lo abrazó y depositó amables besos en sus cabellos-No llores…no llores Yuki por favor…

 

-No sé por cuanto tiempo he estado aquí…-habló en voz ronca- me moriré mocoso….me moriré si sigo aquí…

 

Le acarició con dulzura y recorrió con los dedos algunas cortadas en las mejillas de su esposo, el doctos le había dicho que se las había hecho hacía unos días, al intentar escaparse por una ventana-Ya todo está bien Yuki….yo seguiré viniendo aquí los fines de semana…y te cuidaré…

 

Se separó con brusquedad del delicado abrazo de Shuichi y lo miró con terror- baka…¿tú también crees que estoy loco?

 

-Claro que no Yuki….-rió con nerviosismo- es solo que….debemos seguirles la corriente para sacarte de aquí…

 

-¡Shuichi, yo solo vine a hablar por teléfono! ¡Maldita sea!...¡debes creerme!....

 

Eiri le alzó la voz y eso lo asustó. Shuichi observó de reojo al guardia y este le indicó que el tiempo se le acababa. Eiri captó la señal y se abalanzó violentamente sobre el cuerpo del menor. Atrapó sus labios a la fuerza y coló sus manos en el interior de los pantalones, tocándolo.

 

-Yuki ¡no!-Shuichi gritaba.

 

El guardia lo tomó por los hombros y lo separó del pelirrosa que lloraba, le aplicó una llave inmovilizándolo, Eiri gritaba y se movía con desesperación.

 

-¡Váyase!...-le gritó el guardia a Shuichi que salió corriendo y llorando.

 

 

.*.

 

 

Al sábado siguiente Shuichi regresó, volvió a sentarse frente a su adorado rubio, pero él no musitó ni una palabra.

 

-Ya se le pasará- decía el doctor convencido.

 

Pero ya no pasó nada luego. Eiri se negó a recibirlo después, Shuichi le enviaba cartas, cigarrillos y golosinas, pero le devolvían las cartas selladas, sin leer.

 

Y un día, Shuichi no volvió.

 

Mika y Tatsuha comenzaron a frecuentarlo entonces.

 

Se pasaban la tarde hablándole pero él se negaba a contestar.

 

Lo último que supo de su pelirrosa por boca de Tatsuha fue que su padre le había prohibido volver al sanatorio, que lo había llevado a rastras y llorando hacia un altar para que se casara con un amigo de la familia, un tal Ryuichi Sakuma.

Shuichi había intentado suicidarse tomando un frasco de calmantes, ‘’Yo amo a Yuki más que a mi vida, no quiero vivir sin Yuki’’ le había dicho al moreno entre lágrimas, en su visita al hospital.

 

Lo habían enviado fuera del país con su nuevo esposo contra su voluntad.

 

 

.*.

 

 

Al cerrar los ojos, entre la conciencia y la inconciencia, Yuki no dejaba de soñar con Shuichi, se había internado de tal forma en el interior de su mente, que vivía en un mundo aparte, no hablaba, pasaba el día fantaseando con su vida junto al pelirrosa, noches de sexo salvaje y apasionado que nunca terminaban, ambos sentados en el sofá viendo películas, cenando en algún restaurante o simplemente disfrutando del calor mutuo.

 

Algunos doctores lo veían abrazándose a si mismo, con el rostro oculto entre las rodillas, balanceándose hacia delante y hacia atrás sin dejar de repetir la inagotable frase que lo había condenado.

 

-Solo vine a hablar por teléfono….

 

 

Notas finales:

Notas finales de Pandora: xDD…y esto es producto de una tarde de ocio releyendo los cuentos peregrinos de mi querido Gabriel.

En fin, quise variar un poco…casi nunca tuve al ‘’agradable’’ de Yuki Eiri como protagonista en un fic, y me pareció divertido xD…

 

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