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La chica del bus por Na Na

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Notas del fanfic:

Mi primer yuri! :D Espero les guste :3

Notas del capitulo:

Inspirado en "Fool" de Red Velvet

SeulGi la miró. Su cabello castaño iba suelto pero no le cubría la cara, lo cual agradecía. La chica era bonita. Muy bonita. 




Si llevaba maquillaje debía haber luchado para que se viera natural, a excepción de sus labios. Eran rosa, un rosa nonatural, pero muy favorecedor para ella. 




Era hermosa. 




SeulGi apretó más el tubo del bus. Era la primera vez que veía a la chica, y esperaba que no fuera la última. 




 




 




Ella estaba en el bus, sentada más atrás que el día anterior, pero ahí estaba. SeulGi sonrió al verla, aunque ella no la miraba. La chica miraba por la ventana, con el rostro serio. Esta vez llevaba el cabello en una coleta alta, dejando visible sus orejas. SeulGi fue capaz de ver que usaba pendientes pequeños. 




SeulGi iba de pie, de nuevo. Se le había hecho tarde, aunque eso ya no era una novedad. Solía levantarse tarde, y la excusa que daba era que odiaba madrugar. 




—Todos odian madrugar —dijo su madre mientras la acompañaba a la mesa. 




—Yo lo odio más que los demás —respondió encogiéndose de hombrose. 




La mayor la miró con una ceja levantada. SeulGi sonrió, sus ojos perdiéndose y sus mejillas inflándose. Corrió hacia el cuarto de baño a cepillarse los dientes y ver que no se viera en mal estado. Su cabello, aun sin nada sobre él, se veía peinado y arreglado. Esperaba quedarse así cuando llegase a la parada. 




—Te veo en la tarde. —Se acercó a la mujer y le dio un sonoro beso en la mejilla—. Te quiero. —Y sin esperar respuesta salió corriendo. 




Al cruzar la puerta pudo escuchar un «te quiero» de su madre. Y echó a correr. Aunque debía apresurar el paso, no le desagradaba. De no ser porque cogía el segundo bus de la mañana no hubiera podido conocer a la chica del bus. Sonrió inconscientemente al saber que la vería. 




  




 




—Es un ángel —dijo a SeungWan, dejando la bandeja en la mesa y sentándose en el comedor del instituto. 




—Debe ser muy bonita —comentó la pelinegra sacando de la funda sus palillos. 




—Es hermosa —replicó la rubia con emoción. 




SeungWan casi podía ver corazones en los ojos de SeulGi. Sonrió, entre divertida y enternecida por la expresión de su amiga. 




— ¿Desde cuándo te gusta? 




—Desde hace como un mes atrás —respondió llevando a su boca una porción de arroz. 




La pelinegra asintió. 




— ¿Y haces algo más que mirarla? —Esta vez fue el turno de SeulGi de asentir—. ¿Qué? 




—Desvío la mirada cada que me ve. 




SeungWan golpeó su propia frente con su mano. 




 




 




La estaba mirando. Otra vez. 




JooHyun sonrió cuando la rubia le quitó la mirada. 




Desde hacía unas semanas atrás que JooHyun se sentía observada. Bueno, usualmente se sentía observada, pero esa vez era diferente. Sentía que la observaban con intensidad, y por repetidas ocasiones. 




La primera vez que lo sintió no dudó en ver quién sería. Si era un hombre no tendría problema en cambiarse de asiento, o bajarse del bus si fuese necesario. Ese día no estaba de humor para coqueteos. Cuando vio quien era no pudo evitar sonreír. Era una chica, con el cabello rubio. Un rubio muy claro, si debía decirlo. No hizo nada al respecto. Algunas chicas solían mirarla, ya se había acostumbrado a ello, por eso no le pareció raro cuando ella le quitó la mirada. 




Lo que se le hizo algo extraño fue que la rubia la miraba todos los días. 




La chica se subía algunas paradas después de ella. Podía asegurarlo porque siempre la veía de pie, agarrada al tubo del pasillo, o de las agarraderas. JooHyun, en cambio, siempre iba sentada. Ella era de las primeras en subirse al bus pues vivía cerca de la primera parada. 




El punto era que JooHyun siempre veía a la rubia subir. Al menos, desde que la rubia la miraba. 




La joven llevaba uniforme escolar, una falda muy corta y un blazer completamente cerrado. A diferencia de ella, siempre llevaba el cabello suelto, pero nunca despeinada. Y eso era encantador. 




Las primeras veces que JooHyun intentó ignorarla, pero no pudo. El sentirse observada la incomodaba un poco, por lo que la miraba; la rubia le quitaba la mirada y ella podía sentirse normal de nuevo. Pero cuando notó que ella la miraba siempre, se dijo que haría algo. 




Le sonreiría. 




Quizá la rubia quería ser su amiga, algo poco probable según JooHyun. Muy en el fondo, JooHyun esperaba eso. 




Era así que, todos los días se miraba en el espejo y se infundía valor. 




—Hoy le sonríes, JooHyun. 




Ella no lo hacía. 




Iba todo el camino hasta la parada de la rubia pensando que le sonreiría, que no era tan difícil, solo tendría que esperar hasta que la otra la mirara. Y la rubia lo hacía. 




JooHyun apretaba la agarradera de su bolso y levantaba la vista hacia la chica, dispuesta a elevar sus labios en una cálida, o al menos no forzada, sonrisa. 




La rubia le quitaba la mirada tan pronto sus ojos se encontraban. 




JooHyun sonreía algo decepcionada y siempre se decía lo mismo. 




—Mañana tendrás más suerte. 




 




 




 




— ¿Qué gracia tiene que cuando ella te mire, le quites la mirada? —dijo SeungWan— ¡Podrías estar perdiendo una gran oportunidad! 




SeulGi suspiró, derrotada. 




— ¿Tú crees? 




La duda la comía viva. Miró a su amiga, quién trató de no rodar los ojos. 




— ¡Claro que sí! —respondió SeungWan. 




La rubia se mordió el labio. 




—Pero es que me da miedo —se quejó—. Se ve tan seria que siento que, si le sostengo la mirada, va a fulminarme. 




SeungWan suspiró cansada. 




—No se puede contigo —murmuró cerrando su casillero y acomodándose la maleta al hombro. 




SeulGi la siguió fuera del instituto con su bolso en las manos. Las clases habían terminado y ambas solían caminar a la misma parada de buses. La rubia iba unos pasos más atrás, y sabía que la pelinegra no la esperaría. 




—Pero… —empezó, tratando de llamar la atención de su amiga—, ¿y si no hace nada y solo me mira? 




—Le sonríes tú. —SeungWan se encogió de hombros—. No va a ser difícil. La ves todos los días. 




—No es fácil sostenerle la mirada. 




—Nunca se la has sostenido. 




SeulGi se detuvo y miró a su amiga. Cuando SeungWan notó que la rubia no caminaba a su lado, se dio la vuelta y la vio, la indignación poseyendo su rostro. 




—Eso fue un golpe bajo. 




La pelinegra rio divertida. 




—Sostenle la mirada mañana, ¿va? No puede ser tan malo, de todas formas. 




SeulGi suspiró. 




—Lo intentaré —respondió con la voz baja y algo insegura. 




—No lo intentes. —SeungWan se plantó frente a ella colocando sus manos en sus hombros y mirándola a los ojos. Era unos centímetros más baja—. Hazlo. Te veo mañana. —Le sonrió, hizo una ligera venia y se dio la vuelta—. No olvides que vas a mi casa después de clases. 




—No lo olvido. Adiós. 




SeungWan corrió hacia el bus. 




SeulGi se sentó a esperar el suyo mientras un suspiro escapaba de sus labios. 




 




 




Ese día despertó temprano. No es que tuviera planes de alcanzar el primer bus y llegar temprano a clases. Quería arreglarse. Desayunó tranquila, para sorpresa de su madre. Cuando apareció en la cocina, ya uniformada y peinada la miró con las cejas levantadas. 




— ¿Desde cuándo usas diadema? 




— ¿Desde cuándo no quieres que las use? 




La mujer entornó los ojos. 




— ¿Es por un chico? 




—De hecho es un hombre. —Su madre levantó una ceja. SeulGi sonrió cómplice—. Y es profesor. 




— ¡Kang SeulGi! 




—Es broma, mamá. —Rio caminando hacia el baño. 




Cepilló sus dientes, verificó que todo estuviera en su lugar, tomó su bolso, se despidió de su madre y salió de la casa. 




Caminó hacia la parada, no como las otras veces que tuvo que correr. Pudo disfrutar del fresco aire de la mañana, del canto de algunos pájaros que podían vivir cerca, el olor a comida provenir de las casas ajenas. Se sintió bien al poder caminar tranquilar. Llegó y vio la hora: aún faltaban cinco minutos para que el bus pasara. 




Se meció de adelante hacia atrás esperando. Serían unos largos y aburridos cinco minutos. 




 




 




JooHyun se sentía con suerte ese día. Aprovecharía para comprar un boleto de lotería. 




Iba sentada en la ventana, atenta a la parada de la menor. 




Esperaba que la suerte le ayudara con ella. 




 




 




Ahí estaba, mirando por la ventana. Ese día también llevaba el cabello suelto. 




SeulGi la miró un rato, esperando que ella la viera. Cuando lo hizo, desvió la mirada y apretó el tubo del que iba agarrada. No estaba preparada.  




«Tú puedes». 




Respiró profundo dándose ánimos. Se dijo, y le dijo a SeungWan, que lo haría. Y lo haría. 




Probó otra vez, pero no fue capaz de sostenerle la mirada. 




«No eres una cobarde, SeulGi».  




—No lo soy —murmuró. 




La miró. Tenía rubor en las mejillas y el viento de la mañana le mecía el cabello. Se quitó un mechón de la cara y entonces la miró. SeulGi apretó el tubo que sostenía, de nuevo. No desviaría su mirada, no lo haría. 




Estuvo por sonreírle, pero la castaña lo hizo primero. Fue una sonrisa ligera, pero le llegaba a los ojos. 




SeulGi se sintió desfallecer. 




 




 




JooHyun bajó del bus riendo entre dientes. Ese día había podido sonreírle a la rubia. Era su día de suerte. Pero lo que más le había gustado fue haber visto la cara de la chica. 




—Bien hecho, JooHyun —murmuró caminado de buen humor hacia el edificio de oficinas. 




 




 




— ¡Aún no me creo que lo hayas hecho! —Casi gritó SeungWan al lado de SeulGi. 




Iban caminando por la acera en dirección a la parada de buses cercana. Era la primera vez que SeulGi iba a la casa de la pelinegra y no sabía cómo regresar a su casa. SeungWan la acompañaba a la parada, indicándole en el camino qué buses la llevaban y por dónde pasaban. 




— ¡Pues lo hice! —respondió con un chillido de emoción. 




Ambas rieron. 




— ¿Ves? —La golpeó suavemente con el hombro—. No fue difícil. 




SeulGi le sonrió y asintió. 




—No del todo. 




La pelinegra sonrió. 




—Te dejo hasta aquí —comentó SeungWan, cortando la conversación. 




SeulGi miró alrededor. La parada de buses estaba al frente, en la otra calle. 




—Mañana también sonríele. —SeungWan la abrazó—. Escríbeme cuando llegues a tu casa. 




—Lo haré. 




SeulGi cruzó la calle, se giró y se despidió con la mano de SeungWan. Avanzó hacia la parada y vio una figura que se le hacía conocida. Sobre todo el cabello. 




Era ella. 




La chica bonita, como le decía, estaba en esa parada de bus. 




Debía estar soñando. 




 




 




JooHyun había dicho que ese era su día con suerte, y por eso compraría un boleto de lotería. No lo hizo, en cambio, había reunido el dinero para poder comprarse el libro que quería. Había ido a la librería a comprarlo, y se llevó la sorpresa de que se habían terminado. La dependienta le dijo que, lo más probable, es que hubiera más copias en la sucursal que quedaba al otro lado de la ciudad. JooHyun no quería ir tan lejos, pero sabía que si no compraba el libro ese día, se gastaría el dinero, y no sería en nada útil no productivo. 




Y fue hacia allá después de trabajo. Para cuando lo compró, la noche caía en la ciudad. Suspiró cansada. El día en la oficina había sido pesado y se había manchado la falda con comida. Aun así, al fin había conseguido el libro. Lo había querido desde hacía varias semanas, y tenía muchas ganas de leerlo. Buscó la parada de buses más cercana y se dirigió a ella, esperando que no hubiese gente sentada en la banca. Las piernas la estaban matando, y descansarlas un momento le caería de maravilla. 




En su camino hacia la parada, observó que muchas de las farolas a su alrededor estaban encendidas, y que su cabello estaba enredándose gracias al viento de la tarde. En ese momento deseaba tener un moño a la mano. Cuando llegó, y vio la banca vacía, no lo dudó ni dos segundos y se sentó, suspirando de alivio. Solo esperaba que el bus no demorara demasiado. 




Ignoró a las personas a medida que llegaban a la parada. Estaba pensando en si comer fuera o llegar a casa a cocinar cuando se sintió observada. Evitó suspirar y miró hacia la calle, pretendiendo ver de soslayo. No pudo ver mucho, así que, con algo de disimulo miró hacia su izquierda. 




Ahí estaba la chica del bus. La joven rubia que le había sonreído en la mañana. Llevaba aún el uniforme escolar, pero no se veía desarreglada. Ella estaba ahí, en su parada, a la misma hora. ¡Ese era su día de suerte! 




Sin pensarlo le sonrió y se alegró de verse correspondida. 




 




SeulGi ensanchó más su sonrisa. Ese era uno de los mejores días de su vida. Sin duda alguna debía aprovecharlo. 




No supo de dónde había salido toda esa valentía, tan solo fue consciente de que se movía hacia la chica. No sabía cómo detenerse, aunque si supiera cómo no lo haría. Durante todo su camino se sostuvieron la mirada, sin borrar la sonrisa, lo que aumentaba la ansiedad en SeulGi. Aún con ello presente no se detuvo. 




—Hola. 




—Hola. —La voz de la castaña era pastosa, y grave, y SeulGi pensó que le quedaba. 




Y eso fue todo. Su mente se quedó en blanco ante lo que había hecho. No supo qué más hacer, aparte de que estaba quedando como una tonta por no decir nada. 




—Soy SeulGi —tartamudeó apresurándose a hacer una venia. 




La otra chica sonrió algo enternecida. 




—JooHyun. —Hizo una ligera venia sin perder la sonrisa—. ¿Quieres sentarte? —Sin esperar una respuesta se movió hacia un lado. 




SeulGi se quitó la maleta y se sentó al lado de la chica. Olía a sandía. 




Durante el tiempo que esperaron el bus entablaron una conversación que continuó en el transporte y que finalizó con el intercambio de números.  




Ambas estaban felices, y tenían la esperanza de que pudieran ser amigas. Quizá, algo más. 




 

Notas finales:

A las personas que leyeron la historia antes de esta edición, mil disculpas! Publiqué la histria desde el celular y no revisé si se había publicado bien o no. Lamento haberles causado problemas al leer esto.

No volverá a pasar~


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