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Esa cosita tonta llamada amor por zandaleesol

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Notas del fanfic:

Adaptación de la película Serius Moonlight

Título: Esa cosita tonta llamada amor

Disclaimer: Los personajes todos son de propiedad de J.K. Rowling. No percibo beneficio económico.

Parejas: Draco/Harry

Clasificación: R

Advertencias: Post Deathly Hallows. EWE (Sin epílogo)



Capítulo 1. El adiós


Cerró de golpe el álbum fotográfico que estuvo mirando por casi una hora. Quizá aquello pudiera interpretarse como una debilidad o tal vez un atisbo de duda, pero no. No era ese el motivo que le había llevado a abrir el viejo álbum. Aquellas fotografías solo eran las remembranzas de un pasado irremediablemente muerto, perdido en la noche los tiempos. La decisión estaba tomada. El mirar esas fotos una vez más solo reforzaba su decisión, hacía lo correcto, lo que necesitaba. Aquella vida feliz que alguna vez tuviera ya era solo un espejismo, un sueño que el tiempo había desvanecido.


Diez años de matrimonio llegaban a su fin. Ya no lo amaba, lo sabía con certeza. Otra ilusión había llegado a su vida y estaba decido darle una nueva oportunidad a su corazón.


Sabía que una carta no era la mejor forma de acabar un matrimonio. Pero entre otras cosas, él nunca se caracterizó por ser valiente. Se necesitaba coraje para enfrentar al compañero de años, mirarlo a los ojos y decir: «ya no te amo». Hacía falta algo más que valor para herir a quien tanto le amaba. Y, siendo honesto consigo mismo reconocía que la valentía no era su fuerte.


También sabía que no existía el «modo adecuado» de lastimar a alguien. Sin importar la forma el resultado final sería el mismo. Harry de ningún modo esperaba algo como lo que él estaba a punto de hacer. Sin embargo, era lo mejor para todos los involucrados, las historias de tres estaban destinadas a un mal final, por fuerza debía existir un perdedor, en este caso sería Harry.


Estaba cansado de inventar cenas, reuniones y todo tipo de pretextos cada vez que debía reunirse con su amante. Aquello no era vida.


Al siguiente día iría al Valle de Godric para recoger sus pertenencias. Era lo más apropiado, pues Harry tenía turno largo ese fin de semana. Dejaría la carta que le había escrito y desaparecería para siempre de la vida del joven de ojos esmeraldas. Marcharía a París con su joven amado.


¿Era miserable? ¡Oh sí, por supuesto que sí! Pero era mejor asestar el golpe de una vez por todas a dilatar aquella historia más tiempo. Cuando Harry descubriera que se había marchado y con quién, dejaría de amarlo de una vez y para siempre, eso le tranquilizaba un poco, el olvido vendría más rápido.


La puerta de la oficina se abrió lentamente y asomó una cabellera negra y rizada. La sonrisa radiante del joven de ojos azules hizo que el rubio olvidase su preocupación.


–¿Puedo pasar? –preguntó el joven desde la puerta.

–Por supuesto –respondió Draco, ni siquiera debes preguntar.

–Eres mi jefe, debo hacerlo.


El rubio se levantó de su silla y rodeó el escritorio.


–Entonces desde mañana dejaré de ser tu jefe.

–Hmm, estoy ansioso de estar en París por fin, y tenerte solo para mí –respondió el moreno.

–Soy solo tuyo, lo sabes.

–Lo serás realmente cuando termines tu matrimonio con Harry.

–Mañana a esta hora estaremos en París, y Harry será parte de mi pasado.

–Cuento las horas para ello.

–Yo también.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Tal como lo anticipó la casa esta silenciosa y vacía. Con solo cruzar el umbral una pesadez se instaló en su estómago ¿Remordimientos? Sí quizá un poco, pero no los suficientes como para hacerle cambiar de idea. Su partida sería un golpe para Harry. En cuanto leyese la carta, el moreno abriría los ojos a la realidad. La ceguera de Harry no solo era un problema físico, sino también emocional. No entendía como no pudo ver las señales.


La primera. Después de intentar por cinco largos años el que Harry pudiera concebir un bebé. Lo hicieron todo. Visitaron a todos los sanadores expertos en fertilidad. No solo en Inglaterra, también en el extranjero, nada dio resultado, finalmente se dieron por vencidos, o por lo menos Harry lo hizo. La cosa no hubiese sido tan mala si por lo menos hubiese existido la posibilidad de que fuese él quien se embarazara, pero el problema es que Harry tampoco podía engendrar bebés. Consecuencia directa de su enfrentamiento con Voldemort en la segunda guerra. Pero no era el motivo por el que dejaba a Harry, estaba por cumplir treinta años y ya no se veía tonteando con pañales y biberones.


No podía explicar a ciencia cierta que había ocurrido entre ellos. No recordaba cuando fue el momento exacto en que su compañero de cama dejó de apasionarlo. De pronto la vida ya no era entretenida con Harry. Ya no había motivación para hacer el amor en los lugares más insólitos, para escaparse a cualquier lugar sin avisar a nadie. Olvidaron como divertirse, ya no sabían reír juntos. Las obligaciones de Harry como Auror se hicieron más importantes y también las suyas en los negociosos.


No podía culpar solamente a Harry por el fracaso. El fallo era de los dos.

Estaba por cumplir treinta años y el inminente cambio de foja al parecer hizo que sus alarmas se dispararan. Se preguntó si quería pasar otros diez años junto a Harry viviendo una vida que no iba ningún lugar. La respuesta fue no. No quería a los cuarenta años mirar hacia atrás y ver con dolor como había perdido la mitad de su vida. Harry también se merecía la oportunidad de comenzar otra vez y encontrar a alguien que le hiciera feliz, él ya no podía, no quería, estaba arto.


Sin pensarlo más se dirigió a la habitación para recoger sus pertenencias. Le tomó casi una hora ordenar su equipaje. Tenía un nudo en el estómago, pues sabía que estaba tomando una decisión irrevocable y pese a estar muy convencido de ello, igual quería colarse en su corazón una sensación dolorosa, pero no por sí mismo, sino por Harry. Pero antes de que ese molesto sentimiento le acobardara, con la varita hizo levitar los dos baúles escaleras abajo y los dejó junto a la puerta.


Se acercó a chimenea sobre la cual descansaban fotos de su boda con Harry y otras de viajes que realizaron a ciudades como París, por su luna de miel y Nueva York, para buscar ayuda de un sanador experto en fertilidad. Quizá no fuera adecuado dejar aquella carta de despedida en medio de esas fotografías, era una forma subliminal de decir a su esposo: «Fue un error casarme contigo y nunca me darás un hijo». Harry le odiaría más todavía. En fin, ya estaba hecho.


Dio una última mirada al lugar, era la última vez que estaría en la casa que compartió con Harry por diez años. Apuntó con la varita hacia sus baúles para reducirlos de tamaño. Sin embargo su acción fue interrumpida por la intempestiva llegada de Harry. Aunque vestía el uniforme de auror, quedaba claro que no venía del Ministerio, pues no había utilizado la red Flú.


Draco sintió que el valor que había reunido con tanto esfuerzo se iba de golpe.


–¿Qué hacen estos baúles aquí? ¿Vas de viaje otra vez? –preguntó Harry con cierto asombro.


El rubio hacía esfuerzos por encontrar la voz para responder, pero no lo conseguía.



–Draco, no puedo creer que necesites tanto equipaje para un simple viaje de negocios ¿Será un viaje largo? ¿Cuánto tardarás en volver?


Esta última pregunta de Harry le hizo recuperar a Draco su prestancia.


–Esta vez no regresaré Harry –dijo con voz entera el rubio.

–¿Cómo dices? No te comprendo.

–No es un viaje de negocios, me marcho de casa, te dejo para siempre Harry.


Una mueca de incredulidad se dibujó en el rostro del moreno.


–Estas bromeando.

–No es ninguna broma Harry, ya no puedo seguir contigo… este matrimonio se acabó para mí.


Pasaron unos segundos en lo que Harry miró seriamente a Draco, éste esperaba que en cualquier minuto el muchacho moreno sacara su varita. Pero nada sucedió, era como si Harry estuviese esperando que Draco sonriera de un minuto a otro y dijese: «Te lo creíste».


–Es en serio… vas a marcharte –dijo Harry por fin, mirando a Draco con el dolor reflejado en sus ojos esmeraldas.

–Es lo mejor.


Entonces vino el estallido que Draco esperaba.


–¿Lo mejor para quién?

–Para los dos. Aunque te empeñes en no verlo sabes que este matrimonio desde hace rato no funciona.

–Eso no es cierto.

—Es así. Tienes un defecto de visión no solo físico, sino también emocional Harry. No entiendo cómo no has captado las señales.

–¿Señales?

–Sí, las señales. Las cenas de negocios, trabajo en la oficina, fines de semanas de reuniones imprevistas, ¿realmente no lo entiendes?

–¿Todo fue para no estar conmigo?


Draco negó con aire impaciente.


–Todo ese tiempo lo pasé junto a otra persona.

–Otra… —murmuró el joven moreno –¿Tienes un amante?

–Amo a otro.


Harry apretó los puños.


–Eso no es cierto… me amas Draco, lo sé.

–No, no te amo.

–¡Claro que sí!

–¡Por Merlín! Harry no te amo. Ni siquiera me acuerdo cuando fue la última vez que te hice el amor.

–¿No lo recuerdas? –preguntó dolido el moreno.

–No, no lo recuerdo ¿tú sí te acuerdas? ¿Cuándo fue? Una semana atrás, un mes, dos, tres.

–Fue hace cuatro meses.

–Cuatro meses. Y no lo entiendes ¿Qué pareja que se ama pasa sin tocarse durante cuatro meses?

–Hemos estado ocupados…

–Solo quieres engañarte Harry –interrumpió Draco –. Hace tres meses estoy con otra persona, esa es la verdad.

–¿Quién es?

–Eso no importa.

–Me importa saber con quién me ha estado engañando mi esposo.

–Que conozcas su identidad no cambiará nada.

–¿Lo estás protegiendo de mí, tienes miedo de que mate al bastardo cuando sepa quién es?

–No quiero que hagas algo estúpido que después…

–¡Eres tú quien pretende dejarme por un imbécil! ¡Tú eres el que ha hecho algo estúpido! –gritó Harry y la varita que Draco sostenía en la mano salió disparada.


Draco se asustó y retrocedió un paso. El enojo de Harry era tanto que el rubio temió ser fulminado por una maldición Imperdonable, aunque Harry ni siquiera había sacado su varita.


–¡Cálmate!


En ese momento Harry sacó su varita y le apuntó a Draco.


–Harry…

–Si crees que te dejaré marchar con tu amante como si nada… significa que no me conoces Draco.


El rubio temió lo peor, pero el moreno no pronunció la Imperdonable, sino que lo empujó hacia el sofá y lo inmovilizó con un hechizo.


–¿Pensaste que iba a matarte Draco? –preguntó Harry con tono burlón –. Jamás haría eso, aunque sin duda alguna te lo mereces.


Draco sintió una punzada de humillación.


–Un noble Gryffindor como tú jamás caería tan bajo –respondió el rubio con tono despectivo.


Harry no respondió, solo miró al rubio de un modo extraño. Después dejó la varita en la mesa.


–Hablaremos Draco. Es necesario aclarar las cosas.

–No hay nada que aclarar, lo nuestro se acabó.

–Esta es una relación de dos, por lo tanto arreglaremos esto juntos.

–No hay nada que arreglar ¡Entiéndelo de una maldita vez! ¡No te amo!


Harry se quedó mirando fijamente al rubio. Una sombra de algo que parecía ser decepción mezclada con tristeza le cruzó el rostro. Sin embargo fue tan fugaz que Draco ni siquiera lo notó.


–Eres mi esposo y no pienso echar a la basura diez años de matrimonio.

–Harry, por favor, acepta la realidad, nuestra historia se acabó.

–No es tan sencillo. No puedes simplemente decir que se acabó.

–Sí puedo. Prefiero ser honesto a continuar viviendo de esta manera.

–Siempre fuimos felices Draco. Teníamos una buena vida.

–Pero ya no. Estoy cansado de esto –dijo el rubio –, aún puedes encontrar a otro que te haga realmente feliz.

–Tú me hacías feliz.

–Estás hablando en tiempo pasado Harry.

–Recuperaremos lo que teníamos y todo volverá a ser como antes.


Draco bajó la vista hacia la alfombra. No sabía si debía sentir enojo o lástima ante la terquedad de Harry. Justo cuando iba a dar el nombre de su amante la puerta de la entrada fue abierta de golpe y tres hombres se pararon en el umbral.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


–Buenas noches, auror Potter –susurró la voz de uno de ellos tras el muchacho de ojos esmeraldas.


Harry tuvo un mal presentimiento. Se volteó lentamente. Siempre que llegaba a su casa tenía la precaución de poner hechizos de protección. En su calidad de Auror se había granjeado el odio de muchos delincuentes que no perdían la oportunidad de prometerle las más crueles venganzas, pero por lo general tales diatribas no pasaban de amenazas que nunca tenían oportunidad de cumplir. Sin embargo en ese instante presentía que la situación era muy diferente.


Tres varitas le apuntaban directo al corazón. Miró al hombre intentando reconocerle. Nueve años en el cuerpo de aurores y cientos de delincuentes de todo tipo no ayudaban para a dilucidar a quien tenía en frente.


–¿No me recuerda auror Potter? –preguntó el hombre con una sonrisa socarrona.

–¿Debería?

–Sí debería. No creo que en su trabajo de auror se encuentre muy a menudo con magos que le suplican ayuda porque son inocentes.

–En Azkaban abundan las historias de hombres inocentes que fueron condenados injustamente por el Wizengamot.

–Fui condenado a cinco años en Azkaban por un delito que no cometí y fue usted mismo quien me llevó a la prisión. Le supliqué que me ayudara, le juré por mis hijos, por mi esposa que era inocente y usted simplemente me ignoró. El héroe del mundo mágico no movió un solo dedo.

–No te recuerdo en absoluto. Si lo que dices es cierto yo no tenía como ayudarte si fuiste condenado por el tribunal de magos.

–Todos decían que usted no solo era un mago poderoso sino que también era noble y que había evitado que unos Mortífagos fuesen enviados a Azkaban.


Draco desde la silla sobre la que estaba sentado e inmóvil con un hechizo, escuchó las palabras de ese hombre y su estómago dio una voltereta. Los Mortífagos de los que hablaba ese sujeto eran su padre y él. Harry, doce años antes, durante los juicios del Wizengamot, pidió que ningún Malfoy fuese condenado a Azkaban, y el agradecimiento de todos eran tan grande que nadie se opuso a la petición.


–Uno de esos Mortífagos nunca asesinó a nadie, fue obligado a tomar la Marca Tenebrosa. En cuanto al otro, al final se arrepintió de todo el mal que había causado.

–Y solo por eso usted les ayudó. Pero en cambio no hizo nada por un hombre inocente que nunca causó mal alguno.

–A diferencia de lo que todos creen, no soy tan poderoso, no puedo salvar a todo el mundo. Si fuiste condenado injustamente lo siento, pero no estaba en mis manos ayudarte.

–Estaba en sus manos auror Potter. Cinco años en Azkaban me hicieron perderlo todo. Mi esposa rompió el vínculo y se llevó a mis hijos.

–Lo lamento, de verás que sí, pero no tengo la culpa de eso.

–Es culpable, y se lo haré pagar.


Tras estas palabras el hombre hizo una seña muda a uno de sus acompañantes que enseguida dirigió su varita hacia Draco.


–No hagas una estupidez –advirtió Harry.

–Depende de usted auror Potter. No lastimaré a su esposo, porque supongo que este es su esposo, ¿o es su amante? –dijo el mago dándole una mirada apreciativa al rubio.

–Es mi esposo… no te metas con él.


El hombre sonrió malicioso.


–Su esposo, vaya, así que le van los rubios con cara bonita –dijo el mago –. Pero no sé… como que no es su tipo, se ve demasiado delicado.


Draco apretó la mandíbula. Si ese sujeto supiese que tenía la Marca Tenebrosa en su antebrazo no le llamaría «delicado».


–Lo que estás haciendo es muy grave, si te marchas ahora, olvidaré todo, pero si no…

–No está en posición de amenazarme. Una varita apunta directo al corazón de su esposo.

–¡Por Merlín! ¿Qué demonios pretendes? –exclamó el auror con voz entre temerosa y enojada.

–Ya se lo dije, vengarme.


Harry miró en derredor con gesto impotente. Apenas un segundo de descuido, solo un instante en que olvidó ser precavido y ahora tenía a tres sujetos dentro de su casa. Sabía que hubiese podido terminar con ellos fácilmente, tenía el entrenamiento adecuado, pero el problema era que Draco estaba en medio. Cualquier imprudencia de su parte y las cosas podían acabar muy mal. Debía cambiar de táctica. Mostrarse altivo y demandante no ayudaría, debía darle confianza a ese sujeto, hacerle creer que tenía control absoluto de la situación, en realidad lo tenía, por ahora.


–Está bien, si te causé daño lo siento. Lo único que pido es que dejes a Draco fuera de esto. El no te ha perjudicado.


El hombre sonrió ladino.


–Lo siento auror Potter, no puedo complacerlo.

–Vamos, acabas de decir que por mi culpa estuviste encerrado en Azkaban cinco años. Draco no tiene que ver. Deja que se marche.


El rubio miró impactado a Harry. No podía creer que su nobleza Gryffindor se impusiera a pesar de que un momento antes le confesó que tenía un amante.


El hombre clavó su mirada en Draco y meditó un segundo.


–¿Tú qué dices rubio? ¿Quieres marcharte?

–No –respondió categórico.


El hombre sonrió y dio una mirada a los baúles que estaban en la puerta.


–Hace mucho que les vigilo. He planeado esto durante meses –dijo el hombre mientras daba una mirada en derredor –. Es evidente que pensabas marcharte rubio… con tu amante.


Draco se mostró impactado lo mismo que Harry.


–Sí auror Potter, lamento informarle que su amado esposo le engaña desde hace meses –dijo el hombre con tono de burla mientras clavaba su mirada oscura en Harry.


Harry contrajo la frente, sin duda las palabras de ese sujeto eran un golpe bajo.


–¿Quiere que le cuente quién es el amante de su esposo?–preguntó a continuación el hombre.

–No.

–En todo caso auror Potter, el sujeto no es la gran cosa. En realidad no le llega a los pies diría yo.


Harry le dirigió una mirada dura a Draco y éste solo se limitó a bajar la mirada sintiendo culpa y vergüenza al mismo tiempo. Recién en ese momento comenzaba a tomar conciencia de sus acciones. Unos minutos antes creía que la razón estaba de su parte, que lo mejor para Harry era que él se marchase y que así le haría sufrir menos. Estaba equivocado.


–Mis problemas conyugales parecen importante mucho –ironizó Harry.


El hombre sonrió.


–Bueno desde el día en que usted me negó su ayuda se convirtió en mi enemigo personal, y sí, me alegra ver que su vida no es perfecta después de todo.

–Exacto, mi vida no es perfecta como todos creen. Tendrás la venganza que tanto deseas si lo cuentas por ahí.

–Sería divertido ver como todo el mundo mágico se entera de esto, no lo puedo negar, pero me temo que no es suficiente.

–¡Por Merlín! ¿Qué más quieres?

–Que usted sufra, naturalmente –respondió el hombre clavando su mirada oscura en Harry.


Draco desde el sofá observaba la escena. La situación se tornaba cada vez más peligrosa. A cada segundo se hacía más evidente que el sujeto no bromeaba, algo muy malo ocurriría, y él se encontraba atado con ese hechizo de inmovilidad. De pronto su corazón latió más angustiado que antes y se preguntó si debía prepararse para ver morir a Harry sin que pudiera hacer nada para evitarlo. No era posible que su Harry que sobreviviera a Voldemort tanta veces, acabase muerto a manos de un loco resentido cuyo nombre nadie conocía.


El hombre de pronto apartó su mirada de Harry y la posó en Draco otra vez. El rubio sintió que el nudo que tenía en la garganta apretaba mucho más.


–Es fácil deducir donde está su punto vulnerable auror Potter. Aunque me parece muy estúpido de su parte, después de todo el rubio pensaba irse con otro.

–Exacto, y tú has llegado a interrumpir. Deja que se largue de una maldita vez con su amante, ya no lo quiero en mi casa ni en mi vida –dijo Harry con tono sombrío.


Draco sintió un frio recorrerle de pies a cabeza al escuchar las palabras del moreno. Un momento antes de que ese hombre entrara en la casa, Harry estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de impedir que él se marchara. Sin embargo ahora decía lo contrario, a pesar de su traición aún estaba dispuesto a protegerle como fuese. La tonta nobleza Gryffindor se imponía una vez más.


–Pero si hace apenas unos minutos le he preguntado si prefería marcharse y ha dicho que no.

–Está enamorado de otro, ya no le importo. No hay razón para que lo involucres en todo esto.


Draco no apartó su mirada de Harry. Apenas unos minutos antes estaba seguro de no amar al moreno, estaba seguro de que ya no le amaba. Sin embargo ahora que se encontraba en una situación de peligro extremo, no quería abandonarlo. Ya no pensaba siquiera en que su Traslador Internacional se activaría en unos cuantos minutos y que no estaría presente en el lugar acordado previamente con su amante. No podía dejar a Harry.


–Será mejor que te calles Harry, porque no pienso marcharme.


El muchacho de ojos esmeraldas posó su mirada en el rubio.


–¿Precisamente ahora quieres estar aquí? No te entiendo. Márchate, aún estás a tiempo de librarte de todo esto, a lo mejor hasta quedas viudo, eso te vendría genial así no tendrás que romper el vínculo y nadie te señalará como el «mal sujeto que abandonó a Harry Potter».

–¡No digas estupideces! ¡Nadie quedará viudo aquí! –respondió Draco indignado.


Tanto Harry como el intruso y sus secuaces se quedaron en silencio y sorprendidos por esa reacción.


–Su marido es muy extraño auror Potter. Cualquiera pensaría que aún siente algo por usted.

–Antes de que ustedes llegaran decía todo lo contrario –murmuró Harry.

–Por lo visto posee un carácter muy voluble. Pero no es mi problema y tampoco lo seguirá siendo para usted auror Potter.

–¿Qué significa eso? –preguntó Harry.


El hombre sonrió con malignidad.


–Bueno lo he pensado mucho y creo que después de todo le estaré haciendo un gran favor.

–Hable claro –exigió Harry.

–Lo seré. Pienso llevarlo a la habitación auror Potter y hacerle el amor hasta quedar sin aliento, mientras su amado esposo nos observa.


Draco adquirió un color cenizo y Harry al parecer perdió la capacidad de hablar por un segundo, pero luego se rehízo.


–Creía que tu intención era matarme… y la verdad lo prefiero a que me pongas un dedo encima –dijo Harry con voz rencorosa.

–Por favor auror Potter, no lo vea de ese modo. Aunque lo detesto profundamente reconozco que es muy atractivo. Además su esposo no podrá oponerse, después de todo le fue infiel y creo que le vendría bien verlo en brazos de otro –dijo el hombre dirigiendo su mirada ponzoñosa hacia Draco –. Tú qué dices rubito, te gustaría oír los gemidos de tu esposo mientras me entierro en él.


Draco sentía que se ahoga de rabia y miedo. La sola idea de que ese miserable tocara a Harry le mataba. Entrecerró los ojos y al abrirlos la mirada que le dio al sujeto bastó para que éste dudara de cumplir su amenaza.


–Ni pienses en tocar a Harry, porque si lo haces te juro que te torturaré hasta la muerte y lo disfrutaré mucho, tuve un excelente maestro, yo diría que el mejor de todos. Se llamaba Voldemort.


El hombre miró intensamente a Harry y pareció dudar por un instante. Pero luego sonrió.


–El placer de tener al auror Potter compensa cualquier cosa –dijo el sujeto y le habló sus compinches —. Muchachos, me llevaré al auror Potter y le prepararé para la fiesta. Cuando les avise lleven al rubito. No lo dejaría fuera de la celebración por nada del mundo.


Draco cerró los ojos para reprimir las lágrimas que estaban a punto de caer.


–Lo siento, Harry –murmuró apenas.

–Yo lo lamento mucho más Draco.




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