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La mujer más linda del mundo. por Yukino

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Notas del capitulo:

Gracias a todos los que deseen acompañarme en esta nueva historia, espero sea de su total agrado. Un beso!

Yukino. 

LA MUJER MÁS LINDA DEL MUNDO

Fanfic yaoi por Yukino

Viktor x Yuuri

Capítulo 1.

 

Como todos los días, se asomaba por la mirilla de la puerta para poder ver cómo era que dictaba su clase. Verlo moverse con esa gracia y soltura le hacía sonreír y de alguna manera era su motor para soportar la jornada. Los estudiantes se veían exhaustos, mientras él apenas si se notaba cansado. Era su deber formar los mejores bailarines del país, los que harían parte del mejor ballet del mundo y danzarían hasta que sus pies sangraran. O al menos esa era la atemorizante publicidad de su salón.

—Katsuki, ¿Otra vez viendo a donde no debes? —uno de los mejores amigos que Yuuri Katsuki hizo en su estadía en ese lugar, le daba un golpecito en la espalda y le hablaba en tono burlón. Era el único en el mundo que sabía lo mucho que le gustaba ese hombre.

—Es hipnótico, verlo moverse así, es casi como si flotara, y mi cuerpo siente electricidad cada vez que lo ve danzar —Dijo sin despegar un minuto los ojos del hombre, aprovechando que la ventanilla no permitía ver hacia afuera, de no ser por eso lo habría descubierto hacía mucho tiempo y era bien sabido que el profesor Nikiforov no se llevaba con nadie —. Con un beso podría conformarme el resto de mi vida.

—Yuuri por favor, hemos hablado de esto ya muchas veces, él jamás te va a dirigir la palabra para otra cosa que no sea el trabajo. Además sabes de su especial carácter. Es un amargado.

—Quizás lleva un dolor muy grande, nadie se amarga así porque sí.

—Tal vez sea cierto — dijo su amigo recostándose en una pared junto a él —pero igual, ese hombre no se va a fijar en otro, ha manifestado infinidad de veces que le gustan las mujeres. Y mucho. Que no encuentra la esclava que desea es otra cosa —Yuuri vio a verlo con una mueca —pero tú no tendrás opción. Espero que lo tengas muy claro.

Yuuri Katsuki,  un poco apenado, bajó la cabeza y le dio la razón a su amigo. Acomodó mejor su maleta al hombro y se dirigió a su salón para impartir la clase que le correspondía. Sus alumnos le querían mucho por su carácter dulce y por hacer las clases dinámicas a pesar de tener la estricta educación japonesa.

Hacía un año que trabajaba en esa Universidad en Rusia. Estaba feliz pues el estar en ella le subía muchísimo en el escalafón al que aspiraba, fue seleccionado de entre muchos maestros y luego de presentar una tesis impresionante, fue elegido. La paga era buena, y podía dictar sus clases en inglés, ya que la mayoría eran alumnos extranjeros. Pero pronto tendría que salir de allí para regresar de nuevo a Estados Unidos y seguir con su vida, y quizás aspirar a ser decano de Historia, a pesar de ser tan joven. Pero algo no le permitía estar en paz con la universidad ni con él mismo. Era ese hombre. Viktor Nikiforov. El antiguamente patinador artístico más afamado de todo el mundo y ahora profesor de ballet de esa misma Universidad. Cuando se hizo la presentación oficial de todos los maestros, Yuuri quedó prendado por el magnetismo de esa mirada. Ese azul no lo había visto jamás en otros hombres y había algo que aún no podía explicarse que lo atraía a él como un imán.

Pero Viktor Nikiforov, era un ser muy especial. Amargado mejor. Las muchas veces que Yuuri intentó acercarse para charlar de lo que fuera, él apenas si asomaba su mirada por sobre sus lentes y lo ignoraba groseramente. Creyó que quizás era un caso de xenofobia, pero luego se enteró que él era así con todas y cada una de las personas de la tierra. Sin embargo Yuuri intentó por todos los medios hablar con él, hasta que su amigo lo detuvo, podía revelar su condición sexual y eso quizás no caería muy bien en las directivas, y Nikiforov podría acusarlo de acoso. Entonces se empezó a conformar con verlo desde la puerta. Sin embargo el rendirse no era una característica de Katsuki. A él le encantaba escalar los volcanes en erupción.

 

—Viktor, hora de almorzar — Dijo su amigo Chris, asomándose a la puerta —dicen que las albóndigas hoy están deliciosas.

—Más te vale, tengo mucha hambre. Hoy los alumnos han estado especialmente torpes y me han cansado más de lo normal.

—Eres muy rudo con ellos, de verdad dan todo de sí, los he visto practicar mucho fuera de tu clase para poder llegar a complacerte, debes ser un poco menos estricto —. Chris le tomó por un hombro como si le consolara. En verdad en ocasiones parecía que su amigo quisiera morir en uno de sus bailes.

—Tienen que saber que afuera la competencia es real. Que habrá tiburones por doquier esperando que fallen para poder pararse sobre el cadáver de sus carreras y arrebatarles todo por eso por lo que han trabajado.

Chris no quiso hablar más. Siempre terminaban en una discusión sobre su particular forma de ver la vida profesional. Cuándo eran más jóvenes ambos compartieron glorias en las competencias de patinaje artístico. Un día sin más, Viktor decidió retirarse con el argumento de estar cansado y agobiado. Chris creyó que todo era temporal, pero cuando llegó el momento de retirarse él mismo, se dio cuenta que lo de Viktor no tenía vuelta atrás. Sin embargo su cambio abismal sí lo tomó por sorpresa ya que de ese hombre gentil y feliz, apenas quedaban las cenizas. Sin embargo se sintió muy honrado que le permitiera seguir siendo su amigo.

— ¿Cómo te fue con la chica con la que saliste la otra noche? —Preguntó Chris mientras llevaba el tenedor a la boca —Parecía muy linda.

—Tú los has dicho, parecía. No dejó de hablar ni un segundo de su familia y lo mucho que habían apoyado su vida y que ahora pudiera tener su propia empresa, fue muy molesto que no se callara un momento.

—Quizás de vez en cuando, escuchar a las mujeres no es tan malo Viktor. Tu búsqueda está fallando porque tú mismo estás saboteándola —. Chris soltó un momento el tenedor, y sacó del bolsillo de su camisa una tarjeta, parecía la publicidad de algo —Intenta en este sitio, puedes llevarte una sorpresa —. Viktor tomó la tarjeta y luego de leerla se echó a reír un poco.

— ¿Es en serio? Esto es algo para quinceañeras…

—Todo lo contrario Viktor, es para personas solitarias que como tú, esperan encontrar en un mar de rostros el que quieren que les acompañe en resto de la vida. Además será un excelente filtro para ti, así ya no pasaré vergüenza cada vez que te presento una chica y esperas que sea la versión terrenal de Venus. Hay algo extraño en tu excesiva búsqueda de la perfección. ¿No será que las mujeres no son realmente lo que quieres?

Viktor levantó una ceja. Sabía por dónde iba la conversación y que terminaría muy mal. Él buscaba una compañera para su vida  y punto. Nada más. Una esposa amorosa que le esperara todas las tardes con una cena caliente, que cuidara de sus hijos y mantuviera la casa limpia y ordenada. Una que le escuchara todo lo que tuviera que contarle acerca de su día en el trabajo. Más o menos una mujer de 1950. Parecía que había llegado tarde a buscarla.

Yuuri en cambio, buscaba amor. Pero lo hacía también equivocadamente en amantes casuales que aunque muy bellos, jamás serían Viktor. Sentía un temor enorme en que si lograba tener a Viktor un día en su cama, ya no quererlo más y sacarlo de su vida. Que sólo fuera un capricho por su indiscutible belleza física, sus ojos de zafiro y sus cabellos de ceniza. Lo estaba volviendo loco.

Una semana después, era muy tarde ya y la Universidad estaba vacía. Yuuri se había quedado dormido en el salón de profesores subiendo una información a la plataforma, pero ésta fallaba y mientras esperaba que se arreglara, se tomó una siesta. Sólo despertó ante las maldiciones que escuchó al otro lado del salón.

— ¿Hola? ¿Alguien más con problemas para subir información? —El salón estaba oscuro, sólo iluminado por las propias luces de las pantallas. Yuuri se dirigió hasta donde se encontraba la persona en apuros y casi se desmaya al ver que era Viktor Nikiforov. Sabiendo que no iba a recibir nada positivo de él, inclinó un poco la cabeza, en señal de despedida.

— ¿Tiene usted también problemas, profesor Katsuki? Llevo horas acá, si no subo la programación esto esta noche, tendré problemas con el rector —. Viktor parecía preocupado Yuuri precavidamente se acercó al asiento de Viktor y vio a la pantalla.

Viktor increíblemente le invitó a sentarse cerca. Yuuri le dijo que aunque la plataforma fallaba, él estaba entrando por el lugar incorrecto. Con habilidad tomó las riendas del teclado y le llevó hasta el enlace debido, cosa que le agradeció muchísimo. Al parecer lo que él necesitaba hacer funcionaba correctamente y con la ayuda de Yuuri terminó muy pronto. Viktor viró a verlo y algo en su aroma le llamó la atención, sin embargo su móvil empezó a sonar y se levantó para atender la llamada. Yuuri entretanto terminaba de ayudarlo cuando vio una cosa curiosa en otra de las pestañas del navegador; y asegurándose que no lo viera entró rápidamente y así mismo salió.

—Muchas gracias profesor Katsuki, me ha sido de gran ayuda. Un día le invitaré un café.

Yuuri impresionado, le dio las gracias por la invitación, corrió a su puesto y sacó sus cosas lo más rápido posible. Una vez afuera, llamó de inmediato a su amigo, tenía que contarle lo que sabía y que podía ser por fin su oportunidad.

—Yuuri nos veremos en media hora en tu departamento, por favor no hagas nada estúpido.

—Date prisa Beka, ¡debes ayudarme! ¡Creo que por fin voy a poder acercarme a este hombre!

Cuando abrió la puerta de su departamento, Beka estaba por desmayarse de lo agitado que se encontraba. Corrió por muchas cuadras ante la impotencia de no encontrar transporte. Sabía que Yuuri cometería una estupidez y al menos tenía que ser el amigo que le diría “te lo advertí”

Lo llevó hasta su laptop y le mostró una página de citas. Beka estaba sorprendido, parecía que su amigo quería buscar otras alternativas para dejar tantos amoríos fugaces. Pero, todo quedó en supuestos cuando Yuuri le contó lo que había pasado horas atrás en la sala de profesores y Beka se echó a reír. Era imposible que Nikiforov recurriera a eso para encontrar una pareja. Sin embargo y con asombro vio la página del perfil que él al parecer había hecho y la fotografía que había puesto. Parecía que buscaba trabajo de vendedor más que otra cosa. Beka empezó a leer el perfil en voz alta y movía su cabeza de un lado al otro en señal de negativa con todo lo que se encontraba.

“Busco MUJER para entablar relación seria. No damas de compañía ni sexo casual. De edades entre 25 y 35 años, alta, delgada, con intereses y aficiones diferentes a ella misma. Que sepa hacerse cargo de una casa, que cocine aceptablemente —Otabek levantó una ceja y miró a Yuuri mientras leía esa parte — que tenga estudios universitarios. Que sea prolija en su aspecto personal, si habla inglés sería mucho mejor. Por favor no estudiantes universitarias, ni jovencitas sin intereses más allá de noches de juerga. Escribirme por interno para pactar una cita. Vkt192117.” — ¿Quién demonios usa la palabra ‘Juerga’ en este siglo?

—Es mi oportunidad Beka, es ahora o nunca —intervino Yuuri recostado en la ventana, mirando a la calle, con aspecto ansioso y mirada casi enloquecida.

—Creo que no has leído el mensaje correctamente Yuuri, dice: ¡BUSCO MUJER! —Gritó Beka muy fuerte sacando a Yuuri de su nebulosa —no  hay oportunidad para nada, lo único que hay es la oportunidad de burlarnos un poco de este hombre. Y Mira a pesar de ese horror de mensaje, tiene muchas visitas y peticiones para pactar una cita… —Beka se detuvo, sabía que para poder ver ese perfil, tenía que ser desde adentro — ¿Creaste un perfil para espiarlo, verdad? —Yuuri miró intensamente a su amigo. Beka sintió como un frío le recorría la espalda, al parecer el hombre quería llegar muy lejos en esa historia.

—Voy a ser esa que tanto anhela. Y quiero tu ayuda. Por un beso de ese hombre soy capaz de lo que sea. Por favor Otabek, no me dejes solo en esto, dime que estoy loco, enfermo, que merezco la muerte pero que me ayudarás. Un beso y saldré corriendo como cenicienta.

—Estás loco, enfermo y mereces la muerte —. Yuuri lo miró con nostalgia — Será sólo hasta que consigas un beso y dejaremos esto para siempre. Si no es así, te olvidarás de mí como amigo. Si vas más allá, lo dañarás profundamente y no voy a hacerme responsable de eso —. Yuuri sonrió entusiasta. Había encontrado un cómplice para la locura, a quién le estaría agradecido toda su vida—. Quiero que me expliques cómo lo harás.

Después de esa conversación, pasó una semana. Y en un café muy conocido, donde miles de parejas se encontraban para darse afecto y estrechar su amor,  Viktor Nikiforov estaba sentado bebiendo un vaso de agua, esperando a otra que quizás se convertiría en otra decepción, más aún cuando no había visto una fotografía de ella. Sería quizás una mujer vieja en busca de una aventura o una horrenda solterona que nadie quería. No se encontraba ansioso, algo curioso, quizás. De repente una sombra lo invadió.

— ¿Vkt192117?

Viktor levantó la mirada y quedó muy sorprendido con lo que veía. De momento los supuestos que era una anciana, o una solterona fea desesperada estaban descartados. Se levantó rápidamente de su silla y le ayudó a que tomara asiento. Era muy hermosa, y juró que ese aroma que percibía de ella ya lo había sentido antes. La mujer sonrió y él se emocionó mucho.

—Soy yo. Es un placer conocerte y me alegra que hayas venido.

—El placer es mío.

Así iniciaba entonces, su desdichada historia.

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Yukino.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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